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La inmensa herencia literaria de Fernando Pessoa, fruto de un afán inhumano de perfección que quedó plasmado en un legado de cerca de 30.000 escritos ordenados, en su mayoría, de forma caótica y embarullada, sigue regalando nuevos textos que aportan nuevas visiones sobre este escritor inagotable. Fruto de la labor de zapa de dos estudiosos de la obra del mayor poeta portugués contemporáneo aparecen ahora en España una nueva edición del Libro del desasosiego, con cinco textos inéditos, y un volumen titulado Escritos sobre genio y locura,compuesto por apuntes sobre psicopatologías y psiquiatría nunca publicados en español (en Portugal lo fueron en 2006). Ambas, en Acantilado. Richard Zenith, estadounidense de origen, portugués de adopción, considerado por muchos el mayor especialista de la obra de Pessoa, ha compuesto esta última edición del Libro del desasosiego. Entre los cinco textos sacados a la luz hay reflexiones sobre la muerte y sobre el hecho mismo de divagar. Y entre ellos, uno especialmente sintomático. Es el más largo y se compone de una deliciosa redacción sobre la niñez del poeta, sobre sus recuerdos de juego inventando personajes con las piezas del ajedrez y sobre la nostalgia infinita de la infancia. “Me dolía esto como hoy me duele no poder dar expresión a una vida. ¡Ah! Pero ¿por qué recuerdo yo esto? ¿Por qué no permanecí niño para siempre? ¿Por qué no morí yo allí, en uno de esos momentos?”. Zenith tradujo Libro del desasosiego al inglés y su primera edición en portugués data de 1998. Desde entonces ha elaborado 10 más. Tal cantidad de versiones obedece a las circunstancias azarosas en que se descubrió a principios de 1980 el manuscrito, dentro de un sobre en un arcón que albergó durante décadas la confusa, ingente y desordenada herencia literaria del escritor. “Pessoa dejó ciertas indicaciones para la composición del libro, pero estas no son exhaustivas y, a veces, se contradicen con otras que dejó en otra parte, por eso se encuentran textos traspapelados que aunque no llevan indicación ninguna, por su temática o estilo deben figurar en elLibro del desasosiego”, explica Zenith. Pessoa rehacía, destruía y guardaba. Olvidaba proyectos, los retomaba años después y los modificaba en una mañana. Añadía una hoja a un volumen inacabado que luego traspapelaba. Escribía en cuartillas ordenadas a veces, pero otras lo hacía en sobres, en notas de contabilidad, en el reverso de circulares empresariales. Reemprendía obras que se multiplicaban como un árbol ramificado hasta el infinito, llevaba adelante varios libros a la vez... Daba la impresión de que el peso mismo de su deseo de escribir le sepultaba, que le atenazaba el no poder controlar su propia e inmensa ambición reconvertida continuamente en un creciente caos en búsqueda de belleza. Y buena parte de eso acabó, inconcluso, en el arcón. “Todo ello se debe a su perfeccionismo. Él sostenía que la perfección no era posible, tal vez en un poema corto, pero la vida de un hombre no daba para otorgar la perfección a una obra de mayor extensión. Aun así, no se conformaba. De ahí sus avances y retrocesos”, añade Zenith. La aparente falta de orden y la —previsible e inevitable— arbitrariedad en la composición —siempre póstuma— del Libro del desasosiegodeben importar mucho al lector. “Este es un hermoso ejemplo de no-libro. Se puede leer de arriba abajo, de abajo arriba, picoteando, eligiendo al azar una página…”, asegura Zenith, que recientemente ha recibido en Portugal el prestigioso Premio Pessoa por su labor investigadora y literaria. Y añade que el volumen encierra una sorprendente modernidad. “Fue escrito desde 1915 a 1934. Pero descubierto en 1982 y eso es poéticamente justo, porque pertenece al sentir de nuestros días. Cuando se escribió, Europa creía en la unidad, en la coherencia del yo, en esas cosas que han saltado por los aires y que el Libro del desasosiego, con su fragmentación no solo textual, refleja perfectamente”. Por su parte, el estudioso colombiano Jerónimo Pizarro ha culminado y, en el caso de la edición española, traducido, Escritos sobre genio y locura, donde Pessoa, obsesionado desde muy joven por cuestiones de psiquiatría, expone sus hallazgos, sus reflexiones, su peculiar interés por algo que le atañía de cerca (él mismo se calificó poco antes de morir de histérico-neurasténico). Pizarro se ha basado en un conjunto documental catalogado en la Biblioteca Nacional de Portugal como Ensayo sobre degeneración, genio y locura, que contiene 200 textos. Y ha añadido otros 400 relacionados con el tema tras examinar el inagotable archivo del poeta. “Para él, que poseía una formación autodidacta en psiquiatría, pero que llegó más lejos que cualquier psiquiatra portugués de la época, el genio se corresponde con una cierta dosis de locura, con cierta bipolaridad”, sostiene Pizarro, que añade: “El desequilibrio psíquico que acarrea este tipo de locura del genio es, para Pessoa, un cierto tipo de equilibrio superior al que se accede a través del arte”. Pizarro explica que, gracias a los escritos de Pessoa sobre esta materia y a su propia experiencia personal, se puede rastrear la huella del genio en el arte o viceversa, más incluso que en artistas como Hölderlin o Van Gogh. Este estudioso, que ha editado otras obras del poeta portugués y que se conoce al dedillo los atajos de su inabarcable archivo, pronostica que su herencia catalogada hoy en la Biblioteca Nacional de Portugal seguirá devolviendo joyas. “Hay, en ese archivo inmenso, material para 300 libros de 100 páginas. Y solo se ha publicado la mitad”.
Muchas vidas en una sola Fernando Pessoa creó decenas de voces para su propia expresión literaria, los célebres heterónimoscon los que firmaba sus textos. Entre los más famosos están Álvaro de Campos, Alberto Caeiro, Antonio Mora o Bernardo Soares, quinientos fragmentos de diario, aforismos y divagaciones sobre cuestiones cotidianas y filosóficas generales que Pessoa redactó entre los años 1913 y 1935, a quien Pessoa atribuye las reflexiones del Libro del desasosiego.

PROFESOR: Luis LLera. El seminario “El intelectual y la política en la España de los años 30”, permite mostrar el grado de implicación de nuestros intelectuales en la política de aquellos años pero, sobre todo, entender que su compromiso no fue el resultado de unas circunstancias accidentales, aunque graves, sino la consecuencia natural de una constante meditación sobre España. ortega gasset
José Ortega y Gasset. PROGRAMA: I.- Antecedentes de la imagen de las dos Españas en la Segunda República. II.- El compromiso político de la generación de 1914. III.- El ruedo utópico. Ortega y la Segunda República. IV.- Un solitario en las Cortes: Miguel de Unamuno. V.- El “plan Morente” y la Escuela de Madrid (1933-1936): Xavier Zubiri, José Gaos, María Zambrano y Julián Marías. VI.- La revista Leviatán: Luis Araquistáin y la nueva etapa del socialismo.
FECHAS:  Martes 2,9,16 Y 23 de abril. HORARIOS:  de 19.15 a 21.15 h. PRECIO:   120€ INFORMACIÓN E INSCRIPCIONES: 91 432 76 81 ó Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Unamuno visitó Las Hurdes en el verano de 1913. Con motivo del primer centenario de la visita del ilustre escritor Miguel de Unamuno a la comarca hurdana, el Centro de Documentación de Las Hurdes organizó el pasado viernes, día 22 de marzo, una jornada vespertina, a fin de dar a conocer en mayor profundidad los pormenores de la estancia del que fue rector de la Universidad de Salamanca en algunos pueblos del territorio hurdano.

La jornada se abrió a las 15.30 horas, con la acreditación de los participantes. A las 16 horas, tuvo lugar la presentación, a cargo de Gervasio Martín Gómez, alcalde de Caminomorisco y presidente de Adic-Hurdes, y de Vanesa Martín Alonso, alcaldesa de Pinofranqueado y presidenta de la Mancomunidad de Las Hurdes. Posteriormente, se desarrolló la primera ponencia, titulada 'Unamuno en familia', expuesta por Pablo de Unamuno Pérez, nieto del escritor. Después de un descanso para el café, se continuó con la ponencia 'Unamuno y Las Hurdes. Importancia geográfica y social', sobre la que disertó Eugenio García Zarza, catedrático de Geografía Humana en la Universidad de Salamanca. A continuación, se presentó el cd 'Centenario Unamuno-Las Hurdes', del que se regaló un ejemplar a cada uno de los asistentes. Finalmente, se hizo entrega de placas conmemorativas del centenario a los ayuntamientos hurdanos y al grupo de acción local Adic-Hurdes. La jornada se cerró con un vino de honor. 'Andanzas y visiones...' Miguel de Unamuno recorrió Las Hurdes en el verano de 1913, acompañado por el eminente sociólogo Maurice Legendre y por el escritor y filósofo Jacques Chevalier, ambos franceses. Las impresiones de su recorrido fueron plasmadas en el libro 'Andanzas y visiones españolas'. La influencia del guía que les acompañaba, Ignacio Hoyos Pérez, natural del pueblo salmantino de La Alberca, enfrentado desde tiempo secular a Las Hurdes, resta objetividad a algunos textos, como les restaría, igualmente, al libro que, en 1927, escribiera Maurice Legendre, 'Las Jurdes, étude de géographie humaine'.

Noticia de: FÉLIX BARROSO

La Fundación Mercedes Calles de Cáceres ofrece 57 obras cedidas por el Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana con motivo de su centenario Sin consultar ningún libro ni teclear Google cualquiera puede, a bote pronto, citar algunos de los grandes hitos del siglo XX: dos guerras mundiales, el ascenso de los fascismos, del comunismo, enormes avances tecnológicos, médicos, descubrimientos científicos, fenómenos imparables como la globalización...Gardel definió a este siglo XX que ya hace 13 años que abandonamos como «problemático y febril». Los acontecimientos de esos largos 100 años permearon el arte y generaron un verdadero remolino de tendencias que van desde las vanguardias a la Bauhaus, el fauvismo, el expresionismo, el dadaísmo, la abstracción, el cubismo, el arte conceptual o el Pop Art. Un poco de todos ellos puede verse en la Fundación Mercedes Calles, que acoge hasta el 30 de junio la exposición 'Arte internacional del siglo XX'. Es parte de una colección del Museo Nacional de la Habana que donó Gilbert Browstone en 2010 al pueblo de Cuba. Browstone creó una fundación en París en el año 1999 para apoyar e impulsar acciones a favor de la educación de los pueblos. Este legado supera las 100 obras, aunque en Cáceres pueden verse sólo 57, de 17 autores. No es que esta exposición pueda considerarse un recorrido minucioso y pormenorizado por todas y cada unas de las tendencias artísticas del siglo pasado, pero si que puede representar un paseo con pinceladas que dan cuenta de la agitación, de la experimentación o del desafío mental de ciertas propuestas.

Nómina de artistas.

Entre los artistas que pueden verse están Pisarro, Duchamp, Picasso, Erró, Masson, Matta, Lictenstein o Warhol. Destacan, sobre todo, las dos colecciones de Pablo Picasso, las litografías '29 retratos imaginarios', que el autor elaboró a los 89 años y que imprimió en el papel corrugado, de envolver, de algún envío que recibió. Para ello se inspira en figuras del siglo de oro, que interpreta bajo su óptica cubista. Firmada por Picasso está también la serie 'Faunes et Flores D´Antibes', que fueron elaboradas en el año 46. Entre ambas, suman 38 las obras picassianas.

Pero hay mucho más:

podemos ver obras de Joan Miró, una tinta sobre cartulina, una calcografía de Andy Warhol. Entre los trabajos  icónicos, claramente reconocibles por el público, puede contemplarse una serigrafía de Roy Lichtenstein, uno de los autores pop por definición, conocidos por sus trabajos relacionados con el cómic. Se trata de 'As 1 openedfire'. Marcel Duchamp también se encuentra incluido en este catálogo, con una litografía en cartulina. Interesantes e impactantes resultan las obras de Erró, que está considerado uno de los primeros artistas posmodernos.

Según el comisario de esta muestra, Carlos Fernández, conservador del Museo de la Habana, las obras, «muy escogidas», pueden dividirse entre la época de entreguerras (Pissarro, Picasso, Duchamp o Miró) y los creadores que produjeron su obra fundamentalmente después de la Segunda Guerra Mundial, como Alechinsky, Linder o Erró. La casa de Los Becerra exhibe estas obras de forma gratuita y todos los días de la semana. La Subdirectora del Museo, Regla García Henry, junto al conservador, presentaron las obras por la mañana, y a las ocho de la tarde hubo un acto oficial de apertura de esta muestra que concentró a distintas autoridades y a personas de la vida política y cultural de la ciudad. Explicaron que este acontecimiento artístico
coincide con el centenario del museo cubano y que es la primera vez que estos cuadros salen del país caribeño. Del benefactor Gilbert Browstone declararon ser un coleccionista «amante del arte, sin fines comerciales, y también del pueblo cubano».

La Fundación y el museo cubano mantienen muy buenas relaciones desde que hace cuatro años Cáceres acogiera la exposición «Sorolla y su tiempo», con 60 obras que forman parte de la colección de arte español de la sala cubana. Regla García aseguró que se eligió Cáceres como destino de esta exposición por ser una ciudad cultural y por el público que asistió en la anterior muestra. Luis Acha, director de la Fundación Mercedes Calles de  Cáceres aseguró que en tiempos difíciles en los que la Cultura sufre los mayores recortes, «nos sentimos comprometidos y redoblamos esfuerzos» y apuntó que esta muestra llega a la ciudad a través del contacto, amistad personal y afecto mutuo entre las dos entidades.

CRISTINA NÚÑEZ | CÁCERES. HOY

Una de las referencias históricas de Sevilla, el Castillo de San Jorge, ha sido recuperado como un punto de primer orden dentro del Plan Turístico de Sevilla. Situado en la ribera del Guadalquivir, su visita nos descubre el pasado, el presente y el futuro de la ciudad. Hace algunos años, el antiguo Castillo de la Inquisición en Sevilla era apenas una sombra, los restos de una cripta oscura sobre la que se levantaba el popular mercado de abastos de Triana. Un lugar olvidado, maldito, apartado con intención de las rutas culturales y turísticas de la ciudad. Sin embargo, aún era posible reconocer el pasado en el pavimento original y algunos lienzos de paredes que separaban las estancias. La cercanía del Guadalquivir imprimía a las ruinas una humedad insana y los siglos habían criado un bosque de helechos en las grietas de las piedras. Un vapor de bruma o de tiniebla recorría un lugar suspendido en el tiempo, en una niebla sonámbula. Sin embargo, las piedras seguían hablando. En el suelo quedaban restos de la torre llamada de San Jerónimo, donde estaba la cámara de los  tormentos. Y muy cerca, bajando por unas estrechas escaleras se llegaba hasta la Sala del Secreto, donde se tomaban macabras decisiones sobre el futuro de los reos condenados. Luego, se atravesaba el segundo de los patios y se entraba en la oscuridad de las cárceles bajas que siempre quedaban inundadas tras las riadas del  Guadalquivir. De estas cárceles secretas, divididas en las celdas altas y las bajas, no queda nada. Sólo humedad, sombras y la vaga intuición de las últimas noches de miles de personas a lo largo de los siglos. Máquina del tiempo Hay paisajes que no son inocentes. Y el Castillo de San Jorge -ahora un museo dedicado a la reflexión sobre la tolerancia- se encarga de recordarlo con una visita que se convierte inevitablemente en una máquina del tiempo. Se atraviesa el puente de Triana, en un escenario para postales costumbristas y frívolamente alegres, y se llega al museo, instalado donde se levantaba el antiguo Castillo de San Jorge, sede de la Inquisición. El Castillo de Triana o de San Jorge era una vieja fortaleza defensiva de tiempos almohades que se aprovechó como sede del Santo Oficio. De aquí partió la procesión de herejes para el primer auto de fe de España celebrado el 6 de febrero de 1481. Un cortejo de reos con las corozas, sambenitos y capotillos que atraviesa la crónica de España, esas páginas ennegrecidas con olorcillo de grasa y cuero que agonizan en los quemaderos de la Historia.

el tiempo dejó sólo los cimientos, pero aún es posible pasear por estos restos marcados por la Historia que se han aprovechado de forma original para una museografía contemporánea a base de videoinstalaciones, recreaciones virtuales y efectos sensoriales. El visitante recorre ruinas del pasado, pero los efectos digitales provocan la sugestión y catarsis asumiendo como propia la tragedia de indefensión de las víctimas y el abuso de poder de todas las épocas.También de hoy, porque la intolerancia y la represión no es sólo un asunto del pasado y en las hogueras simbólicas sigue ardiendo el librepensamiento. Por aquí pasó una extensa galería de herejes: judaizantes, moriscos, protestantes, alumbrados o víctimas de delitos de costumbres como bígamos,  blasfemos o sodomitas. Y para sumergirse en la biografía de las víctimas, el museo apuesta por la microhistoria para reconstruir la gran Historia como hizo Carlos Ginzburg en su clásico El queso y los gusanos con aquel molinero del Friuli, Doménico Scandella, llamado Menocchio, que fue quemado por la Inquisición en el siglo XVI. Así, en las pantallas digitales se suceden personajes elegidos del memorial de las víctimas. Por ejemplo, los reos condenados en los pavorosos autos de fe sucedidos entre 1559 y 1562 cuando se descubre un foco erasmista formado por nobles, doctos eclesiásticos y la comunidad de clérigos del monasterio de San Isidoro del Campo junto a la ciudad romana de Itálica. La semilla de la herejía erasmista en Sevilla fue aniquilada en las celdas de este castillo y sus cenizas aventadas en el viejo quemadero del Prado de San Sebastián, en un lugar que curiosamente acogió durante un siglo la famosa Feria de Abril. Una aventura intelectual Sin embargo, algunos de estos herejes, en el fondo humanistas contagiados por la Reforma protestante y que comerciaban con libros prohibidos, lograron escapar de Sevilla e incluso protagonizarán una gran aventura intelectual en la Europa del siglo XVI. Son personajes como Antonio del Corro, teólogo y padre del britanismo hispánico, o Casiodoro de Reina y Cipriano de Valera, que traducirán por primera vez al castellano las Sagradas Escrituras en la famosa Biblia del Oso. Al final del recorrido, el visitante llega al Paseo de la O, un hermoso paseo fluvial desde el que se contempla Sevilla y el monumento a la Tolerancia de Chillida. Es el mismo lugar que en el siglo XVI -el de los más espantosos autos de fe- recibía los galeones que llegaban con el oro y la plata de las Indias. Un puerto en el que arribaban nuevos productos y conocimientos geográficos y en el que, por eso mismo, era lógico que se repensara el mundo conocido. Una heterodoxia que en buena parte desapareció en los muros de este Castillo de San Jorge.

Eva DÍAZ PÉREZ | Publicado el 25/01/2013 |  EL CULTURAL de EL MUNDO

El obispado de Plasencia recurre a paulinos de Centroeuropa para repoblar el histórico monasterio

Pawel Stepkowski, rebautizado como Pablo, se pasó tres noches rezando en su celda del monasterio de Varsovia, Polonia, porque deseaba responder que “no”. España aparecía en su mente como un país de tierra seca y campos amarillentos, y con una lengua desconocida. El vicario general de la orden de los paulinos, el polaco Arnold Chrapkowski, le había propuesto trasladarse al monasterio de Yuste, a dos kilómetros de Cuacos de Yuste (Cáceres), que llevaba tres años sin monjes tras la marcha de los jerónimos. Un viaje parecido al que acometiera en 1566 el emperador Carlos V, carcomido por la gota. El séquito del padre Pawel iba a ser exiguo, a diferencia del que llevara consigo el monarca, que en Yuste pasó sus últimos días. Solo otro religioso formado en el santuario de Jasna Góra, el más visitado de Polonia (unos cinco millones de peregrinos cada año), y que alberga la virgen negra de Chestokowa, lo acompañaría en la primera importación a España de la orden de los paulinos. Rafal Zawada, ahora padre Rafael, también se lo estaba pensando. Si se decidían a hacer los 2.862 kilómetros del viaje, la vida les iba a cambiar ligeramente. “No nos esperábamos convertirnos en estrellas”, dicen entre risas. Los monjes jerónimos —dedicados al silencio y a la oración— aparecen acompañando al rey en los cuadros de tonos solemnes que se exhiben en Yuste, de donde fueron apartados por la desamortización del siglo XIX. No lograron revivir como orden hasta 1925. En 1958 regresaron a Yuste. La entrada de Patrimonio Nacional en la gestión marcó un nuevo hito en 2004. Pero cinco años después, los jerónimos decidieron marcharse al monasterio de Santa María del Parral (Segovia) para reagruparse, según Patrimonio. Ahora solo quedan allí 11, los últimos de España. En el siglo XIX eran unos mil, y tenían 46 monasterios. Los últimos jerónimos dejaron Yuste en 2009. A mitad del siglo XIX había unos mil en España. Ahora solo quedan 11 —¡Este hábito no es de dominico! ¿eh?, aclara Pawel Stepkowski acerca de sus ropajes blancos. El paulino de 42 años —y de hechuras sólidas, ojos claros, risa fácil y algún que otro rubor— no supo de la fe hasta cumplidos los 18. “Me interesaban el deporte, las chicas y los bares”. Él, continúa, no conocía las oraciones, ni distinguía los hábitos en su juventud en Maków Mazowiecki, la ciudad en la que una cruenta batalla entre alemanes y rusos en 1945 destruyó el 90% de los edificios. Procedía de una familia dividida, con una madre enferma y un padre conflictivo. “Para mí cada día era maldito”. Llegó a pensar en el suicidio. Hasta que unos ejercicios espirituales en la parroquia lo cambiaron todo. Más tarde llegó la peregrinación a Chestokowa, también el punto de no retorno para Rafal Zawada. Suena el móvil del padre Pablo, y es su hermano desde Polonia. Lo coge con alegría. “Tenemos Internet”, explica. “Hablamos con los nuestros por Skype. Pero no confesamos de esta forma…”. Aquellas noches de oración y dudas en Varsovia terminaron en un “sí”. Los dos monjes aterrizaron en España en octubre de 2011 y han pasado un año en la ciudad cacereña de Plasencia aprendiendo español antes de residir en Yuste. “Vivíamos en un hospital”, rememora Pablo, refiriéndose con un toque de humor a la casa sacerdotal habitada por curas jubilados en la que se alojaron. Cada día, estudiaban cuatro horas con una profesora “mayor” del instituto. La comarca de la Vera resultó ser un paisaje impresionantemente verde, algo como Polonia. Lo más difícil ha sido explicar el Evangelio como lo siento. Me faltan las palabras…”, cuenta Pablo, que sin embargo habla correctamente. Los vecinos de Cuacos de Yuste (unas mil personas), donde él y el padre Rafael celebran misa cuatro veces a la semana, los entienden. “Es lo importante”, concluyen. —Volvamos a la lengua católica. El padre Pablo ríe y consulta algo en polaco con Rafael. “Ustedes conquistaron América porque el español es un idioma más fácil”, bromea. La orden paulina nació en el siglo XIII y ahora tiene 50 monasterios con unos 500 monjes repartidos por Europa, Australia, Estados Unidos, Camerún y Sudáfrica. Plasencia es puerto de paso cada verano para el aprendizaje del español de sacerdotes polacos, antes de su marcha a Latinoamérica. Esa es la razón del acuerdo entre el obispado y el santuario de Jasna Góra, el cuartel general de la orden de los paulinos en todo el mundo.
Los dos paulinos se disponen para la comida. / CRISTÓBAL MANUEL Los dos monjes paulinos fichados para Yuste arribaron al monasterio el pasado 13 de febrero, miércoles de ceniza. Ocupan un edificio apénice del principal de muros melancólicos que era una antigua hospedería, con siete celdas, un refectorio, baños, una cocina en la que humea una sartén en la que Rafael prepara letscho (plato húngaro con pimientos, tomates y cebollas), una sala y un pequeño cuarto que han habilitado como capilla, en la que destaca un cuadro de Juan Pablo II con la reliquia de un pedazo de su casulla. Este contexto monacal contrasta con el otro, el monasterio adosado que visitaron 78.000 turistas en 2012, con el hermoso claustro, con el austero dormitorio de Carlos V, desde cuya cama el rey podía ver la iglesia, con las balaustradas que dan al estanque cuyas aguas alimentaron a un mosquito maligno que pudo transmitir el paludismo al Habsburgo.

Según la Conferencia Episcopal, en 2011 había en España 36 monasterios de monjes y 841 de monjas. Las cifras de la Confederación Española de Religiosos indican que hay actualmente 46.527 entre hombres y mujeres en las comunidades del país. La diferencia entre el número de unos y de otras es significativo: mientras que hay 10.979 religiosos, además de 97 novicios, ellas son 35.789 religiosas, 241 novicias. Las mujeres y algún hombre tocado con boina van llegando hasta llenar una cincuentena de espacios en los bancos de la iglesia de la Asunción de Cuacos de Yuste. Se hace una novena por la patrona, la virgen de la Soledad. El día frío y lluvioso no les corta el entusiasmo, por la celebración que se traen entre manos y por lo “simpáticos” que son los nuevos monjes. Estos aparcan su Renault Scenic de color negro y salen a paso ligero hacia la parroquia. “A mí me gusta san José porque no es un héroe como los de las películas”, dice el padre Rafael, de 38 años, en la homilía. El paulino destaca que, según las Escrituras, san José dudó, y estuvo a punto de decirle “no” al mismísimo Dios. Y es que, añade, los santos también cometen errores. “Es difícil convivir con ellos”, dijo burlón al confesar, mirando de reojo al monje Pablo, qué  es lo que le resultaba más complicado de su estancia en Yuste. Pablo no protestó: “Si ya está el dicho: ‘Señor, líbrame de los santos”,remata.

 

FLOR GRAGERA DE LEÓN 24 MAR 2013 - EL PAÍS

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