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«Recibí muchas ofertas para irme fuera pero siempre creí en este museo»

El subdirector general de Museos Estatales, una catedrática de Estudios Árabes, un catedrático de Historia Antigua, la directora técnica de los Museos Militares y una técnico del Ministerio de Educación. Forman la comisión de expertos que ha seleccionado a Trinidad Nogales como nueva directora del Museo Nacional de Arte Romano. El PSOE ha criticado que sustituye a su marido, José María Álvarez, pero en esta entrevista desgrana sus méritos y su trayectoria.

–¿Cuáles fueron sus inicios?

–Me formé en la Universidad de Salamanca, donde también realicé el doctorado. Prácticamente desde segundo año de carrera de Geografía e Historia me vinculé con el yacimiento emeritense, primero como alumna en prácticas en verano. Tuve la fortuna de vincularme al Museo Romano desde 1979. En 1985 se convocaron las oposiciones, y las personas que entonces estábamos unidas a la institución decidimos hacer un equipo de trabajo y presentarnos. Gané la primera plaza y desde el principio me adscribí al área de Investigación, aunque después he tenido distintas responsabilidades. Lo primero que nos tocó hacer fue montar el museo, que fue un auténtico privilegio, con Rafael Moneo. Era una oportunidad espléndida, ver cómo nace un museo nuevo y cómo entre todos fuimos tejiendo el discurso, la instalación, sacando del olvido muchas piezas.

–¿Y después?

–Después me dediqué a formarme, haciendo mi tesis de doctorado sobre el retrato privado emeritense, que presenté en 1992 en la Universidad de Salamanca con premio extraordinario. Tardé un poco porque fueron los años de más vorágine del museo, y también de broma digo que en ese intervalo tuve tres hijos, mis dos hijas y un varón, que era mi tesis. Todas las personas que saben lo que es hacer un doctorado trabajando y con familia entienden perfectamente mis palabras. En ese largo camino recibí muchas ofertas de irme a otras instituciones, en Madrid sobre todo, en puestos de responsabilidad. Pero siempre pesó mi situación personal y familiar, y que yo creía en este proyecto, que donde era más útil era en mi tierra. A lo mejor hubiera podido escalar más puestos en la Administración, haber pasado directamente a la dirección. Pero aposté por trabajar en Extremadura. Cuando se planteó que se cerraba la fase de José María Álvarez Martínez entendí que yo tenía trayectoria profesional, que era parte de un proyecto que estaba en un punto de inflexión y que tenía un aval de un currículum denso y extenso. Soy miembro del cuerpo facultativo de Museos, y no se trataba de que me tocara en una tómbola. Soy una profesional dedicada a esta institución desde hace más de treinta años y entendí que podía optar en un proceso de concurrencia libre y competitiva. Afortunadamente, el comité de valoración formado por expertos a propuesta de varias instituciones, ha entendido que tenía los méritos suficientes.

–Entre ellos, los idiomas.

–Sí. Hoy en día la capacidad idiomática es esencial en cualquier área. En la nuestra más, porque tenemos una vertiente exterior muy potente. No es un adorno en tu currículum, es una obligación y una necesidad, porque se abren muchas puertas de colaboraciones. Quizá porque también me han gustado, lo he procurado cultivar, pero con esfuerzo. Hice inglés en la Escuela de Idiomas, y en mis estancias en el extranjero, mientras otros compañeros se iban a hacer excursiones, yo me matriculaba en cursos de alemán intensivo. También tengo el título de francés, porque siempre estudié francés. E italiano y portugués no son difíciles para un castellanoparlante, sobre todo leído, hablado es otra cosa. Pero me puedo defender.

–Cuando empezó en el museo las competencias en patrimonio estaban en manos del Estado. ¿Cómo ha cambiado en treinta años?

–Efectivamente, ingresamos en el cuerpo de Museos justo en el momento de la transición. Pero en la Administración autonómica siempre hubo voluntad de que el Museo Romano formara parte de la realidad extremeña, aunque su titularidad fuera del Estado. Siempre ha habido una vinculación muy estrecha con el yacimiento emeritense, porque al fin y al cabo el actual Consorcio de Mérida se creó en el Museo. Ese cordón umbilical nunca se debe romper, al contrario, es bueno fortalecerlo. En el Ministerio de Educación y Cultura siempre hemos procurado que haya una relación muy estrecha. De hecho, en 2012 se firmó un gran convenio por el cual las piezas que estaban almacenadas en el Consorcio pasaron a la exposición del Museo Romano. Hemos conseguido en estos más de treinta años que el centro tenga un nivel de excelencia muy alto, y lo vamos a mantener porque somos un referente. No sólo en nuestro país, como el primer museo de romanidad peninsular, según lo reconoce la Sociedad Española de Estudios Clásicos, la Real Academia de la Historia y muchas instituciones de peso.

Paso por la política
–Ese convenio lo firmó con Trinidad Nogales como consejera de Educación y Cultura de la Junta. ¿Cómo fue el salto?

–Yo soy una persona que me planteo muchos retos. Había recibido ofertas para irme de Extremadura, incluso fuera de España, pero siempre había pesado mi situación personal y familiar. En un momento determinado me ofrecen formar parte del Gobierno de Extremadura y mi primera reacción fue decir que no, porque tenía mi vida muy estructurada. Pero después reflexioné y acepté. Siempre primé mi perfil técnico y mi independencia. Es bueno que los profesionales sean los elementos de cohesión de las decisiones políticas y sociales, con un perfil de gestión, como fue mi caso. Tenía claro que quería conseguir objetivos para la educación y la cultura de mi tierra, y modestamente, aún en las más adversas condiciones, creo que se lograron muchas cosas de las que todo el equipo nos sentimos muy contentos.

–Después fue en el número 2 por Badajoz, pero acabó dejando el acta. ¿Renunció a una carrera política para apostar por lo profesional?

–Tenía claro que carrera política no quería hacer. Ahora bien, soy una persona absolutamente responsable y leal, al equipo y a las personas que me nombran. Si di el paso de asumir una responsabilidad estaba claro que tenía que trabajar e integrarme en ese equipo, desde mi independencia y mi perfil técnico. Creo que en la región a veces el hecho de que pese demasiado la articulación partidista es negativo, porque somos una comunidad pequeña y no podemos desprendernos de perfiles profesionales muy buenos. Pero ahora estoy en otra etapa.

–¿Entiende las críticas que se han vertido en el ámbito político por ser nuera y esposa de los dos anteriores directores del museo?

–Yo no voy a entrar en esa cuestión. Ya he comentado cuál ha sido mi trayectoria y mi currículum, y cualquier comentario de índole personal creo que no ha lugar. Yo estoy aquí por haber superado una oposición y haber tenido unos méritos, no por ser esposa ni nuera de nadie. Orgullosísima de ser esposa y nuera de, pero mi situación aquí obedece a otros factores.

–¿Cree que sería distinto si fuese un hombre?

–Pues lamentablemente sí, porque a veces a las mujeres se nos somete a una observancia dura, sobre todo cuando hay otras vinculaciones. La realidad del día a día demuestra que muchas veces se mezclan cuestiones familiares y personales. Creo que es un error y una injusticia para la persona que lo padece.

Fuente HOY

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