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En el marco de las actividades del Museo Nacional de Arte Romano, relacionadas con el Bimilenario de la muerte el emperador Augusto, tendrá lugar, los días 24 y 25 de Octubre, un Seminario Internacional bajo lema “Augusto en Hispania”. En este Seminario intervendrán cualificados especialistas como  Markus Trunk, Profesor de la Universidad de Trier; Patrick Le Roux, Catedrático Emérito de la Universidad París 13; Trinidad Nogales Basarrate, Consejera de Educación y Cultura del Gobierno de Extremadura; Isabel Rodà de Llanza, Catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma de Barcelona; Pilar León-Castro Alonso, Catedrática de Arqueología de la Universidad Hispalense y Walter Trillmich,  antiguo director del Instituto Arqueológico Alemán de Berlín.
El Seminario será dirigido por José María Álvarez Martínez, director del Museo.
La inscripción es gratuita y se podrá formalizar a través de la siguiente dirección de correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

350 años de luces y sombras tras la paleta de Zurbarán Hoy se cumplen 350 años de la muerte de Francisco Zurbarán, pintor extremeño del Siglo de Oro español nacido en la localidad pacense de Fuente de Cantos y que murió en Madrid el 27 de agosto de 1664. Contemporáneo y amigo de Velázquez, Zurbarán destacó en la pintura religiosa, en la que su arte revela una gran fuerza visual y un profundo misticismo. Fue un artista representativo de la Contrarreforma. Influido en sus comienzos por Caravaggio, su estilo fue evolucionando para aproximarse a los maestros manieristas italianos. Sus representaciones se alejan del realismo de Velázquez y sus composiciones se caracterizan por un modelado claroscuro con tonos más ácidos. El éxito del artista, que nunca salió de España, sigue vigente tres siglos y medio después por ese juego de contradicciones que han definido la evolución de su trabajo. Supo ser austero y sobrio pero a la vez moderno, lo cual no parece fácil si se tiene en cuenta la temática religiosa de su producción. Coincidiendo con la efeméride de su fallecimiento, el Palacio de Bellas Artes de Bruselas acogió de enero a mayo una exposición con una cuidada selección de las obras del artista. Bajo el título 'Zurbarán. Maestro del Siglo de Oro Español', la muestra reunió la mayor exposición internacional dedicada al pintor desde las organizadas en 1988 entre los museos Metropolitano de Nueva York, el Louvre de París y el Prado de Madrid. 350 años de luces y sombras tras la paleta de Zurbarán
'Agnus dei', una de las obras que se expuso en la muestra 'Zurbarán. Maestro del siglo de Oro español''Agnus dei', una de las obras que se expuso en la muestra 'Zurbarán. Maestro del siglo de Oro español' / Lucas Garra Hoy se cumplen 350 años de la muerte de Francisco Zurbarán, pintor extremeño del Siglo de Oro español nacido en la localidad pacense de Fuente de Cantos y que murió en Madrid el 27 de agosto de 1664. Contemporáneo y amigo de Velázquez, Zurbarán destacó en la pintura religiosa, en la que su arte revela una gran fuerza visual y un profundo misticismo. Fue un artista representativo de la Contrarreforma. Influido en sus comienzos por Caravaggio, su estilo fue evolucionando para aproximarse a los maestros manieristas italianos. Sus representaciones se alejan del realismo de Velázquez y sus composiciones se caracterizan por un modelado claroscuro con tonos más ácidos.
El éxito del artista, que nunca salió de España, sigue vigente tres siglos y medio después por ese juego de contradicciones que han definido la evolución de su trabajo. Supo ser austero y sobrio pero a la vez moderno, lo cual no parece fácil si se tiene en cuenta la temática religiosa de su producción. Coincidiendo con la efeméride de su fallecimiento, el Palacio de Bellas Artes de Bruselas acogió de enero a mayo una exposición con una cuidada selección de las obras del artista. Bajo el título 'Zurbarán. Maestro del Siglo de Oro Español', la muestra reunió la mayor exposición internacional dedicada al pintor desde las organizadas en 1988 entre los museos Metropolitano de Nueva York, el Louvre de París y el Prado de Madrid.

 

Fuente: HOY

“Está mal que lo cuente yo, pero siendo objetivos Atapuerca es un tesoro extraordinario. Quizá habría que valorarlo un poquito más dentro de nuestro país. Si este yacimiento estuviera, por ejemplo, en Reino Unido, sería una joya impresionante de ese país.” Quien así habla, con orgullo de padre sacando pecho por las proezas de su retoño, es José María Bermúdez de Castro, uno de los tres codirectores de los yacimientos paleontológicos de la sierra de Atapuerca. No parece estar solo en esta opinión. Alrededor de 2.000 arqueólogos, prehistoriadores, paleoantropólogos y demás especialistas en desenterrar el pasado remoto del ser humano se darán cita del 1 al 7 de septiembre en Burgos para celebrar el mayor y más importante congreso mundial de la organización que los aglutina, la Unión Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas (UISPP), que no se realiza en España desde hace 60 años.
El hecho de que se le ofreciera a España es por una cuestión bien sencilla: España en los últimos años ha destacado mucho, se ha publicado mucho y hay muchos yacimientos abiertos La elección no es casual. Esta orográficamente modesta sierra es como un queso gruyer cuyos agujeros el paso del tiempo hubiese ido rellenando de restos fósiles. Más de 20 años después de los primeros y revolucionarios hallazgos, campaña tras campaña los yacimientos no defraudan y aportan nuevas evidencias de cómo eran y vivían los primeros europeos y sus descendientes. Y prometen seguir haciéndolo en decenios venideros. Para Bermúdez de Castro está claro que organizar el XVII Congreso Mundial de la UISPP “es un honor; es el más importante del mundo en prehistoria, en arqueología y también paleoantropología". Un honor que vendría a reconocer el nivel de los descubrimientos realizados en estas áreas en nuestro país, no sólo en Atapuerca. “El hecho de que se le ofreciera a España es por una cuestión bien sencilla: España en los últimos años ha destacado mucho, se ha publicado mucho y hay muchos yacimientos abiertos.” Pero también una gran responsabilidad, en nada facilitada por la situación que atraviesa el país. Según Eudald Carbonell, segundo del triunvirato de directores de Atapuerca y encargado de la organización del evento, este será el congreso de la UISPP que mayor número de artículos científicos ha recibido en la historia de la organización, cerca de 2.000, presentados por más de 3.000 autores, la mayoría de los cuales visitará la capital burgalesa. Todo esto requiere hacer frente a unos compromisos económicos importantes que superan a la Fundación Atapuerca y el apoyo institucional es vital, como lo es para la continuidad de las propias excavaciones.
Excavaciones en la Gran Dolina, en la sierra de AtapuercaExcavaciones en la Gran Dolina, en la sierra de Atapuerca El de la continuidad es un tema que preocupa a alguien convencido de tener entre manos trabajo científico para décadas y décadas más allá de sus planes de retiro. “No solamente Atapuerca, en general la ciencia española estamos perdiendo una generación de científicos. La crisis está siendo muy dura, no ha terminado y yo creo que va a tardar en terminar. Muchas personas muy buenas que están trabajando con nosotros se están marchando a otros países y no van a volver porque aquí no hay oportunidades.” Los yacimientos de Atapuerca no sólo producen fósiles, también investigadores de talla mundial capaces de pasar a dirigir otros proyectos, dentro y fuera de España. Pero si la coyuntura ensombrece el corto plazo, Bermúdez de Castro confía en el equipo que han formado a lo largo de los años y en la generosidad fosilífera de los yacimientos de la sierra. “Como nosotros decimos, donde pinchemos encontramos algo”. Mucho pasado, mucho presente, mucho futuro La trinchera excavada por un peregrino ferrocarril minero de finales del siglo XIX y la posterior curiosidad exploradora de un grupo de espeleólogos permitieron a los paleontólogos dirigidos por Emiliano Aguirre encontrar los primeros restos, pero no es hasta la jubilación de este y el paso del bastón de mando al actual trío rector cuando el nombre de Atapuerca aparece en las portadas de las revistas científicas más prestigiosas.
El responsable de esta primera fama fue 'Miguelón', el espectacular cráneo número 5 perteneciente a un individuo de lo que en 1993 se etiquetó como 'Homo heidelbergensis' por parte del equipo capitaneado por Juan Luis Arsuaga El responsable de esta primera fama fue Miguelón, el espectacular cráneo número 5 perteneciente a un individuo de lo que en 1993 se etiquetó como Homo heidelbergensis por parte del equipo capitaneado por Juan Luis Arsuaga. Desde entonces son 17 los cráneos encontrados en la llamada Sima de los Huesos, que no ha parado de producir restos humanos a cual más espectacular por su grado de conservación, desde Elvis, la pelvis más completa del registro fósil, a los diminutos huesos del oído medio. Un total de casi 7.000 fósiles pertenecientes a una treintena de individuos de la misma especie, emparentada con los neandertales, y que vivieron hace al menos 350.000 años. Este volumen es mayor que el de cualquier otro yacimiento del mundo y está permitiendo a los investigadores realizar estudios poblacionales hasta el momento impensables, estudios que llevan a replantear la definición de la especie a la que han sido asignados, pretensión que a buen seguro traerá un vivo debate durante el congreso.
Miguelón, el cráneo número 5Miguelón, el cráneo número 5 De forma paralela, tanto en el espacio como en el tiempo, en otro de los yacimientos conocido como Gran Dolina, se hizo el hallazgo entre 1994 y 1995 de 80 fósiles de seis individuos humanos que vivieron en la sierra hace más de 800.000 años y que a juicio de los descubridores formarían parte de una especie nueva para la ciencia, a la que bautizaron Homo antecessor, pionero, por tratarse de los restos humanos europeos más antiguos encontrados hasta ese momento y en cuya variada dieta no dudaban en incluir a algún que otro congénere. Pero si la Sima de los Huesos se trata de una estrecha chimenea, la Gran Dolina es todo lo contrario, una amplia cueva de la que sólo se ha excavado una pequeña parte en profundidad. Faltan años de escrupuloso y metódico trabajo para alcanzar el pleno potencial del yacimiento. “Por si todo esto fuera poco, hay un yacimiento que es la Sima del Elefante, en el que se encontró el resto humano más antiguo de Europa”, perteneciente a un Homo aún sin clasificar datado en 1,2 millones de años, explica Bermúdez de Castro. “Nosotros simplemente lo que estábamos haciendo era peritar el yacimiento, que se puede estar explotando durante 40, 50, 60 años tranquilamente por el equipo que venga a continuación. Hay yacimientos que están todavía sin conocer, que sabemos dónde están, pero no los hemos tocado. Una de las cosas que queremos hacer en los próximos diez años es ir valorando las posibilidades de esos yacimientos”. Una de estas prospecciones, realizada este año eligiendo un sitio de la sierra al azar, ha encontrado restos de un campamento neandertal. Desde luego, queda Atapuerca para mucho tiempo. Y para muchos debates y congresos.

 

Fuente: El Confidencial

Hoy (27-8-2014) se cumplen 350 años de la muerte de Francisco Zurbarán (1598-1664). Nadie en la sala, silencio absoluto. “El año del Greco lo ha oscurecido todo”, explica a este periódico el presidente de la Real Academia de Bellas Artes de san Fernando, Antonio Bonet Correa. Es posible que para las efemérides políticas cuatro siglos sean más importantes que tres y medio, y que la Fundación que ha aprovechado la muerte del griego (1541-1614) se merezca toda la carne del asador (la que quede). Nadie ha recordado al pintor barroco con una investigación, una exposición o una exposición que pretenda investigar sobre la vida y la obra del artista de origen extremeño y fama andaluza. Ni siquiera sus provincias han sacado las banderas para reclamar una mijita de propaganda entre el fulminante brillo cretense: el Museo de Bellas Artes de Sevilla organizó hace 16 años la última retrospectiva importante en España y con eso se ha dado por satisfecho.
El Museo Louvre organiza una gran retrospectiva sobre Zurbarán para 2017, asegura Antonio Bonet Correa El desierto crece y sube hasta Extremadura, donde también han dejado la pomada artística de 2014 a Toledo. La sarcástica y caprichosa casualidad ha hecho coincidir el No-Aniversario con el anuncio de sus medallas al mérito extremeño: una para el expresidente Adolfo Suárez y otra a Robe Iniesta (líder de Extremoduro), que premian a quienes “promueven los principios y valores ligados a la sociedad extremeña”, como “la solidaridad” y “la superación de las diferencias”. El Louvre programa Tampoco las cuatro instituciones que conservan el mayor número de obras que se salvaron del insaciable expolio del siglo XIX han movido un dedo. Ni el Museo de Bellas Artes de Sevilla, ni el de Cádiz, ni el Museo del Prado, ni el organismo que preside Bonet Correa, quien apunta que el Museo del Louvre ya ha pedido a la Academia de Bellas Artes parte del nutrido grupo de zurbaranes en su colección, para montar una gran exposición antológica sobre el pintor en 2017.
'Bodegón con cacharros', hacia 1650. Museo del Prado'Bodegón con cacharros', hacia 1650. Museo del Prado La especialista francesa Odile Delenda, responsable del catálogo razonado de Zurbarán publicado en el Wildenstein Institute de París, es la única que no olvida. “Bueno, silencio completo no, porque me han hecho hija adoptiva de Fuente de Cantos [lugar de nacimiento de Zurbarán] y habrá un coloquio en el pueblo… Vaya, en realidad, ha habido más interés fuera que en España”, reconoce Delenda por teléfono desde su casa, en Francia.    
La mayor especialista en Zurbarán, la fancesa Odile Delenda, asegura que ha habido más interés fuera de España en esta efeméride Cuenta la historiadora que “el mundillo del arte” ha recuperado a Zurbarán tras la aparición, a finales de 2010, del segundo volumen de su catálogo: “Desde entonces, sus obras no han parado de moverse internacionalmente”, se refiere a sendas exposiciones este año en Bruselas y Ferrara, donde se han adelantado los hallazgos de sus investigaciones, que ella misma mostrará la temporada que viene en el Museo Thyssen, un año después del centenario. También irá a Düsseldorf. Van Rompuy ama a Zurbarán Hasta el propio presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, aparcó sus recetas económicas por unas horas y se acercó a la inauguración de la muestra en el palacio de Bellas Artes de Bruselas, donde elogió la obra del pintor y resaltó su maestría en el uso del color, su relación con el misticismo de santa Teresa y el catolicismo español de la Contrarreforma.
'Santa Eufemia', pintada en 1637. Museo del Prado'Santa Eufemia', pintada en 1637. Museo del Prado La exposición contaba con el asesoramiento del director adjunto de Conservación e Investigación del Museo del Prado, Gabriele Finaldi, que no ha incluido en su programación de 2014 ni 2015 la muestra en el museo que representa. De hecho, hace 26 años que no se organiza una investigación sobre el pintor barroco en El Prado (la temporal Las doce tribus de Israel, de 1995, no entra en estos términos). En el catálogo de aquella lejana temporal de 1988, el entonces director, Alfonso Pérez Sánchez, contaba que la estimación del pintor había crecido en los últimos años de una manera excepcional –debido a la atracción por la realidad más concreta y la “vehemencia” por lo sobrenatural-, dejando su nombre entre los más altos de la historia del arte español. “Cediendo apenas ante los Goya y Velázquez, e igualando –cosa hace pocos años casi inconcebible- al del Greco”.
El historiador Gaya Nuño escribió que de la visión de la pintura española en París, en 1838, nació la escuela naturalista y de sus restos el Impresionismo Casi tres décadas después de aquella cita, la profesora Delenda ha dejado las antiguas atribuciones, que ascendían a cerca del millar de obras, en poco más de 300 adjudicaciones. Eso ha sido posible investigando la obra del taller, para apartar lo que es mano del maestro de sus empleados. “Quería separar la obra del pintor de lo que son sus seguidores. Por eso habrá toda una sala en el Thyssen dedicada a ellos, con nombres y apellidos: los hermanos Polanco o Bartolomé Ayala, entre otros. Son pintores con mucho interés, hasta el momento se pensaba que sus obras eran de Zurbarán, lo que demuestra la calidad de sus pinturas”, cuenta a El Confidencial.
Vista de una sala del Prado, en 1915, con obra de Zurbarán y El Greco.Vista de una sala del Prado, en 1915, con obra de Zurbarán y El Greco. En el Thyssen también se verán las obras de su hijo Juan, a quien Delenda ha concedido más de una veintena de cuadros. “Quiero enseñar las obras de Zurbarán que he encontrado en esta última década y que nunca se han visto en España”, añade. Todo apunta a que la especialista francesa romperá con los engaños a los que tiene acostumbrado este museo en sus títulos y propaganda, y ser realmente “una nueva mirada”. Un pintor desconocido Delenda asegura que Zurbarán no es conocido más allá de los Pirineos porque su obra está muy repartida, fruto del salvaje expolio, principalmente, francés. El reconocimiento del pintor llegó gracias a la desamortización de Mendizábal y la posterior fuga de obras que colmó la Galería Española de Luis Felipe, un apartado en el Louvre con nada menos que 453 obras de pintura española, que el monarca sacó a la fuerza y a bajo coste.
Benito Navarrete señala una coincidencia entre El Greco y Zurbarán: crearon una fábrica de santos para ganar dinero El éxito de la galería, instalada durante dos antes de su venta y diáspora, fue tal que el reconocido historiador Juan Antonio Gaya Nuño, escribió -en un arranque muy torero- que “de aquí nació la escuela naturalista, como de sus restos habría de nacer el Impresionismo”. Mucho más afilado se presenta al señalar, también en 1955, que “esta es la historia triste de nuestra codicia pequeñita, de nuestra dejadez y de nuestro despilfarro”. De esta guisa se refiere a esa “multitudinaria embajada española” que forma la dispersión del patrimonio español por todo el planeta. En contra de esta visión, Benito Navarrete, comisario de la exposición Santas de Zurbarán. Devoción y Persuasión, indica que el pintor es uno de los artistas que más se han estudiado en los últimos años, y que “debe ser abordado con otros ojos”. Eso hizo al invitar a los diseñadores Agatha Ruiz de la Prada, Elyo Berhannyer, Duyos, Modesto Lomba, entre otros, a que interpretaran los vestidos de las santas.
'San Francisco'. Museo del Prado'San Francisco'. Museo del Prado Odile Delenda cuenta, y coincide con Antonio Bonet Correa, que Zurbarán cae en el olvido hasta que lo rescatan, a principios de siglo XX, Picasso, Juan Gris o Sorolla. Navarrete piensa que Zurbarán ha aportado a la pintura española “la mejor imagen de la santidad”, porque supo ser “fiel intérprete de la Contrarreforma”. El Greco no fue tan sumiso a las exigencias iconográficas de sus clientes eclesiásticos, pero como señala Navarrete, ambos tienen una cosa en común: “Crearon una fábrica de santos para ganar dinero. Los dos se hicieron ricos fabricando y seriando imágenes de santidad. Zurbarán para el Nuevo Mundo y El Greco para Toledo”.

 

Fuente: El Mundo

La crisis de valores que vive España ha auspiciado el resurgimiento de dos géneros narrativos olvidados por nuestra literatura y ahora rescatados por una serie de escritores de nueva hornada que, aun no habiéndose puesto de acuerdo entre ellos, coinciden en la temática de sus libros. Por un lado, tenemos la reaparición de esa novela apocalíptica anticipada en el mundo anglosajón por Cormac McCarthy (La carretera) y en el hispanoamericano por Rafael Pinedo (Plop), y cultivada en nuestro entorno por narradores tan certeros como Cristina Fallarás (Últimos días en el Puesto del Este) y Manuel Darriba (El bosque es grande y profundo), y cuyo mensaje último vendría a referenciar la destrucción de la sociedad tal y como la conocemos y la necesidad de construir, partiendo de cero, un nuevo marco de convivencia en el que no se repitan los errores del pasado. Paralelamente a este fenómeno -el cual ya empieza a agotarse como consecuencia de la saturación cinematográfica de ese tipo de historias-, se detecta también un renacimiento de un segundo género muy cultivado durante el franquismo tardío pero absolutamente abandonado por quienes tomaron el relevo de aquella etapa narrativa: la novela rural. Desde hace un par de años, se han publicado en España no pocas novelas en las que el entorno rural lo domina todo. Este neorruralismo sería, de alguna manera, el reverso literario de la narrativa apocalíptica, ya que lanzaría el mensaje de que la solución a la crisis de valores de nuestra sociedad se encuentra en una vuelta a los orígenes, en una huida de las grandes ciudades, en un intento de recuperación del Paraíso Perdido, mientras que el otro género, el apocalíptico, difundía la idea, mucho más pesimista, de que dicha solución pasaba única y exclusivamente por la destrucción del modelo social construido hasta el momento. Así pues, en esta nueva narrativa, las ciudades, que durante las tres últimas décadas habían sido el marco predilecto de los escritores para la reflexión literaria, quedan relegadas a un segundo plano y lo telúrico deviene el nuevo escenario desde donde meditar sobre el fin de la sociedad del ladrillo. Los ejemplos de esta nueva narrativa son abundantes. Quizás el más evidente, además de ser el que anunció la reaparición del género, sea Intemperie, de Jesús Carrasco, una novela en la que se nos cuenta la historia de un niño criado en un entorno rural -y delibiano- que se escapa de casa para encontrar cobijo bajo la protección de un cabrero con un código ético mucho más recto que el conocido por el chaval hasta el momento. Igualmente, el ganador del último premio Tusquets de Novela, Ginés Sánchez, nos había transportado con anterioridad a un ambiente rural, así como folklórico, en su novela Lobisón, donde nos presentaba a un personaje que arrastra la maldición de ser el séptimo hijo de un matrimonio, lo cual, según ciertas leyendas ancestrales de la España más esotérica, lo convertía en un ser abocado a la maldad. También construye Iván Repila, en El niño que robó el caballo de Atila, un universo entroncado con las leyendas órficas al presentarnos a dos chavales que, caídos en una suerte de pozo excavado en el bosque, sobreviven comiendo insectos y raíces al tiempo que se adentran en ese otro bosque llamado locura; y Manuel Darriba, en la también apocalíptica El bosque es grande y profundo, acompaña a un exiliado de la ciudad en su recorrido por un escenario selvático plagado de pequeñas comunidades que viven apartadas de esa guerra que ha destrozado la urbe. Por otra parte, las escritoras Jenn Díaz y Lara Moreno prefieren acercarse a los entornos rurales a partir de la recreación de la vida en aldeas perdidas de España, habiendo construido la primera un universo rural claustrofóbico -y rulfiano- tanto en su primera novela Belfondo como en la reciente Es un decir; y adentrándose la segunda en un pueblo semiabandonado al que llegan los protagonistas de Por si se va la luz tras abandonar la ciudad de la que están cansados. Así las cosas, es importante destacar que la propuesta de retorno a la naturaleza lanzada por los autores antes citados presenta una diferencia sustancial con la narrativa rural ejercitada durante el franquismo (Delibes, Cela, Benet, Matute) o el postfranquismo (Atxaga, Llamazares, Rivas, Mateo Díez), gran parte de la cual cayó en desuso cuando los nuevos narradores de la década de los ochenta empezaron a referirse a la misma con el nombre despectivo de la berza y cuando se puso de moda una narrativa urbana que continúa siendo la más cultivada a día de hoy. Pero la diferencia entre aquella literatura rural y la que hoy vemos resurgir estriba en que los autores de aquel entonces había nacido, se habían criado o habían conocido de primera mano los ambientes rurales, mientras que los escritores de la nueva hornada tienen asfalto en las venas y, por tanto, no se basan en sus propios recuerdos para ambientar sus novelas, sino que se enfrentan a la naturaleza como quien se encara a lo desconocido, a lo misterioso y, en consecuencia, a lo fascinante. Y esta relación de alteridad con lo telúrico, esta idealización del entorno rural, esta confrontación entre el cemento y lo vegetal, es precisamente lo que confiere a sus novelas un aire innovador. Aun así, Ginés Sánchez considera que todavía es pronto para hablar de un neorruralismo español, pero coincide en que "tal vez sea cierto que, ante la situación actual, haya escritores que estén tendiendo hacia un cierto humanismo, hacia un cierto regreso al de dónde venimos, a una cierta individualidad por oposición a la masa o a la búsqueda de refugio en ciertos valores no-de-consumo". Por su parte, Jesús Carrasco, probablemente el padre involuntario de toda esta corriente, no considera que los jóvenes escritores quieran apartarse de lo urbano, aun cuando reconoce que dicho género abunda tanto en la actualidad que cualquier novela ambientada en un pueblo destacará sobre las demás, pero señala un aspecto que tal vez ayude a comprender el notable éxito de su Intemperie: "A menudo olvidamos que España también son sus pueblos. En mi opinión, hay una visión privilegiada hacia lo urbano, fundamentalmente por los medios de comunicación, que no se corresponde con la realidad". En el caso de Iván Repila, el interés por lo rural responde más a un deseo de alejarse del "ruido acumulado" característico de la sociedad contemporánea que a un intento por adentrarse en una narrativa rural que, en su opinión, no es el resultado de un movimiento literario como tal, sino una casualidad a la que tal vez no deberíamos otorgar demasiada importancia. Y, por último, destacar la figura del lucense Manuel Darriba, un escritor que vive rodeado de bosques y que, en consecuencia, no ve nada excepcional en el hecho de escribir sobre aquello que le envuelve. Es más, a la hora de reflexionar sobre la existencia de un posible neorruralismo, prefiere destacar que la ambientación dada a su novela buscaba más la "épica de la Biblia y de las novelas y películas del Oeste" que la vindicación de un género narrativo. Resulta también curioso comprobar que las novelas antes citadas presentan, estructural y estilísticamente hablando, muchos rasgos en común, cosa harto curiosa habida cuenta de que han sido publicadas casi al alimón y que, en consecuencia, sus autores no han podido copiarse entre sí. Así, los protagonistas de esas novelas carecen en muchos casos de nombres de pila, habiendo sus autores preferido denominarlos de un modo genérico mediante el uso de unos sustantivos (el Chico, el Viajero, el Alguacil, el Pastor, el Grande...) que recuerdan a lo que ya hiciera Cormac McCarthy en La carretera, y proporcionando de este modo a las distintas novelas un carácter si cabe más universal. Además, se detecta un especial interés por no ubicar las historias en ningún contexto espacio-temporal, evitando por todos los medios cualquier referencia tanto a la zona geográfica como a la época en la que acontece la acción, lo cual confiere cierta aura mágica a las novelas y mantiene al lector en una nebulosa similar a la que se sentía cuando uno se adentraba en los territorios míticos -Región, Celama, Macondo, Comala...- de la literatura hispana. Pero, por encima de todos estos rasgos comunes, destaca el valor simbólico que todos estos autores conceden a lo rural, según el cual el hombre contemporáneo sólo recuperará su esencia enfrentándose nuevamente a la naturaleza y dándose cuenta de que, debajo del cemento, siempre habrá un pedazo de tierra dispuesta a alimentar nuestras raíces. Fuente: La Vanguardia

Sevilla (EFE/Alfredo Valenzuela).- La investigadora Amelia de Paz, que hace dos años halló un autógrafo de Góngora en el Archivo Histórico Nacional, ha publicado el proceso en el que en 1597 Luis de Góngora declaró contra el inquisidor de Córdoba acusándolo de amancebamiento, un caso que arroja luz sobre la figura del poeta. Amelia de Paz ha dicho a Efe que "la imagen de Góngora está hoy completamente distorsionada; hace falta recomponerla con información veraz; su biografía es una suma de chascarrillos y conjeturas; el último que se ocupó de sacar datos de primera mano fue Dámaso Alonso hace medio siglo, y no se puede vivir de las rentas eternamente". La figura del poeta está tan distorsionada que, según De Paz, "la enemistad entre Góngora y Quevedo es uno de los bulos más pertinaces de la literatura española; he escrito varios trabajos desmontando ese mito y las tergiversaciones en que se funda". De Paz ha asegurado que "Quevedo es un personaje absolutamente irrelevante en la vida de Góngora; Góngora en cambio significó mucho para Quevedo, que era veinte años más joven que él y lo tuvo por un modelo inalcanzable en lo poético, como les sucedió a la mayoría de los poetas de entonces ante el prodigio de las 'Soledades'". "Todo de oídas" es el título que la investigadora ha puesto al extracto de 250 páginas que ha efectuado de todo el proceso, conservado en unos mil folios, al que ha sólo ha añadido un breve prólogo y un más breve aún epílogo, para formar un libro del que el profesor Francisco Rico ha dicho que es "de obligada lectura en universidades y lupanares". De Paz, que ahora prosigue su investigación sobre la vida del poeta en archivos de Córdoba, ha elegido ese título porque estas páginas recogen la transcripción literal del proceso, a base de las declaraciones orales de los testigos, y ese "es uno de los encantos del libro, oír, casi de viva voz, la lengua de finales del XVI". También porque todo el proceso se basa en un rumor y "la mayoría de los testigos 'ha oído decir' tal o cual cosa", de modo que el juez inquisidor que lleva el proceso va poniendo notas a las declaraciones que le pasa su secretario y, en determinado momento, al margen de una de ellas, anota de su puño y letra: "Todo es de oídas". El proceso contra Alonso Jiménez de Reinoso, que además de inquisidor de Córdoba era clérigo, acusado de amancebamiento, fue largo y reunió declaraciones de casi 120 testigos de Córdoba, Écija, Sevilla y Granada, a favor y en contra del imputado. Góngora testificó en contra -el autógrafo gongorino que De Paz dio a conocer en 2012 era un memorial manuscrito contra Reinoso que el poeta entregó el día que lo llamaron a declarar- pero, según la investigadora, "no queda ahí la cosa: todo apunta a que él, junto con un alguacil de la Inquisición llamado Luis de Acebedo, fue el promotor de la investigación contra Reinoso". El poeta y el inquisidor habían sido "excelentes amigos", pero Góngora achacó a Reinoso la destitución de su padre como juez de bienes de la Inquisición en Córdoba, cargo que, como otros tantos, era hereditario en la época y al que el poeta podía haber aspirado legítimamente. Según De Paz, "Góngora pensó que Reinoso, con sus turbios manejos, había sido el inductor de la relegación de su padre, y decidió devolver el golpe; conocía bien a Reinoso; eran compañeros en el cabildo de la Catedral; sabía sus debilidades". "Góngora se alió con otros que también tenían causas contra Reinoso, que era hombre de carácter, y juntos levantaron contra él la polvareda del concubinato; no les fue difícil propagar el rumor, porque dominaban los circuitos en Córdoba y Reinoso era un forastero; y fue Góngora en persona, tocando teclas en Madrid, quien consiguió que a Reinoso lo investigara la Inquisición; en definitiva, fue una venganza". Los cordobeses agraviados lograron echar de su ciudad a Reinoso, quien recibió lo que el lenguaje coloquial denomina hoy "una patada hacia arriba", ya que acabó de inquisidor en Valladolid, entonces plaza de más importancia que Córdoba.

Fuente: La Vanguardia

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