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El capitán participó en las campañas de Flandes, intervino en las negociaciones con la soldadesca en el Saco de Amberes y murió en Marruecos durante la batalla de Alcazarquivir (1578) Francisco de Aldana fue uno de esos tipos que nos forjaron como nación. Uno de esos hombres cuajados en acero, que siempre supo por dónde se ponen los pantalones, o las calzas, por mejor decir. Uno de esos españoles con las gónadas bien puestas y generosísimas en su ánimo y su esfuerzo. Un español de aquellos del siglo XVI, valientes, titánicos y hercúleos, que derrochando su sangre, su sudor y sus lágrimas levantaron en nombre de Dios y de España aquel Imperio en el que no se ponía el sol. Francisco de Aldana se ganó la vida repartiendo estopa a manos llenas, espadazo va espadazo viene, jugándose una y otra vez el pellejo ante los herejes, primero, más tarde ante la morisma, que sería la encargada de finiquitarle en Marruecos, en la trágica derrota de los portugueses en Alcazarquivir. Más de una vez le escabecharon el cuerpo en el combate, más de una vez fue objeto de envidia, más de una vez también le tocó lidiar con los bravos y feroces soldados de los Tercios, cuando a estos las exhaustas arcas de Felipe II no les pudieron abastecer de sus pagas.
La bandera en los dientes Aunque viniera de gente de moderada alcurnia, el capitán era querido por la tropa, el mayor halago para un militar, probablemente más allá del valor y la fiereza en el combate. El coraje le venía de antiguo. Uno de sus tíos, Juan de Dios de Aldana, a la sazón alférez del rey Alfonso V de Portugal, fue espanzurrado y pasó a mejor vida en la batalla de Toro, sosteniendo la bandera de su señor con los dientes, pues ya le habían desmembrado los brazos. Y su padre, fue oficial de altísimo rango de la tropa española en la Florencia de Cosme I de Médicis. Pero no solo fue uno de nuestros más brillantísimos comandantes, uno de nuestros más firmes adalides, uno de nuestros más aventajados militares. Porque Francisco de Aldana fue también uno de los más grandísimos literatos de su época, un hombre renacentista, políglota, educado en la enjundia, la fineza y la sabiduría de la cultura clásica.
Lope, Cervantes, Quevedo admiraban a Aldana
Fue poeta de pro, además de combatiente. Como lo había sido el gran Garcilaso, como lo serían después soldados y vates en una misma piel española: Quevedo (más bien espía que militar), Cervantes, Lope de Vega y Calderón. Tipos que empuñaban con el mismo ánimo y envite el arcabuz y la pluma, la daga y el tintero. Cervantes tenía a Aldana por «El Divino», Quevedo lo llamó «doctísimo español, elegantísimo soldado, valiente y famoso soldado en muerte y en vida» y Lope de Vega le dedicó encendidos versos: «Tenga lugar el Capitán Aldana / entre tantos científicos señores, / que bien merece aquí tales loores / tal pluma y tal espada castellana».
Francisco de Aldana: el guerrero poeta de los Tercios que murió en tierra del Moro
ABC
Sebastián de Portugal: a sus órdenes murió Aldana Poco se sabe sin embargo de la vida de este héroe que se dejó la piel en media Europa batiéndose por España como un titán. Algo nos informa el propio memorial que un día el mismísimo Aldana le remitiera a Felipe II, manuscrito que ahora descansa en el Archivo General de Simancas. Y sobre todo nos ponen al día las vibrantes páginas que Fernando Martínez Laínez dedica a este literato y soldado en su libro «Escritores 007» (Atanor Editores). Del hilo de Laínez tiraremos de aquí en adelante para perfilar el dibujo de aquel español de verso y estocada.
Fiel acero toledano En 1537 llegó Francisco de Aldana a este mundanal ruido. Unos apuntan que en Alcántara, otros que en Valencia de Alcántara, y no faltan los que sugieren que su alumbramiento sería en la villa de Nápoles, donde su padre servía entonces al Duque de Alba. Coinciden todos en que de una u otra manera el origen de su familia era extremeño. Su vida estaba destinada a la milicia, y su bravura no se hizo esperar, y antes de los dieciséis años ya calzaba peto, se jalonaba la testa con un casco y orlaba su cintura un espadón de fiel acero toledano, fiel espada triunfadora. No tardaría Aldana en conocer la gloria castrense apenas siendo un veinteañero (entonces los hombres crecían más deprisa), en aquellabatalla llamada de San Quintín (1557), gran victoria sobre la tropa gabacha que conmemoraría Felipe II construyendo la octava maravilla del mundo, el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Los Países Bajos fueron lugar de terribles escabechinas
Después de ser lugarteniente de su propio padre, aquel descollante soldado no podía ya escapar al imperial destino y marchó a Flandes para servir al tercer Duque de Alba, Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, esforzado entonces en dura pelea con los rebeldes holandeses. Francisco de Aldana fue uno de sus principales oficiales y así se le encomendó dirigir la artillería en uno de los momentos más terribles de aquella contienda, el sitio de Haarlem, comenzado en diciembre de 1572, una escabechina de proporciones gigantescas entre la gente de los Países Bajos y los nuestros. Una carnicería en la que no faltaron toques a degüello, decapitaciones y crueldades terribles por ambas partes. Nuestro propio Aldana tampoco salió indemne de la espeluznante refriega, un disparo de mosquete le atravesó un pie. Mientras se curaba en el hospital, calló el soldado y habló el genial poeta: «¡Oh galanamente y bien / está mi mal remediado. / Herido y despedazado / y habrá de quedar también / tras cornudo, apaleado». Se refería con cruel ironía a las críticas recibidas por su gestión artillera en aquella industria de Haarlem.
El Saco de Amberes Siguió Aldana en Flandes, como principal ayudante del duque hasta que el de Alba fue sustituido por Luis de Requesens, y el bravo oficial recibió un encargo lejos de sus dotes guerreras, aunque no humanas: intermediar con la soldadesca que andaba rebelada por no cobrar durante meses y meses su soldada. Los amotinados acabaron organizando una gresca formidable conocida como el Saco de Amberes, donde se dieron a descoyuntar holandeses de lo lindo, con aquella terrorífica frase que pasó a la Historia para mostrar su ira:«Cenaremos en Amberes o desayunaremos en el infierno».
Aldana se burlaba de quienes medraban en la Corte
A la postre, Francisco de Aldana consiguió mediar ante la tropa, pero la desilusión entre lo que veía en la guerra y lo que se imaginaba que vivían otros en la corte afiló su lengua y su pluma: «Mientras, cual nuevo sol, por la mañana / todo compuesto andáis ventaneando / en jaca sin parar, lucia y galana, / yo voy sobre un jinete acá saltando / el andén, el barranco, el foso, el lodo, / al cercano enemigo amenazando». Aldana estaba cansado. Habían sido veinte años partirse la crisma por Dios, por España, por el Rey, por el Imperio. Había matado por doquiera, había peleado como gato panza arriba a cientos de leguas de la Patria, las cicatrices, los resquebrajos, los destrozos en el cuerpo y en el alma recordaban las dos décadas de encarnizada lucha en los Tercios. Y en los momentos libres, apenas un rato para sus tercetos encadenados. Ya era hora de volver al terruño, y esperar la merecida recompensa por su denuedo, y por su generosa demostración de agallas en la lucha.
El reposo del guerrero Llegado a Madrid, Su Majestad Católica le tiene por uno de sus más bravos capitanes, le tiene en alta estima, y también sus versos comienzan a ser conocidos más que bien reconocidos. Escribe entoncesGil de Polo, otro escritor de la época: «Este es Aldana, el único monarca que junto ordena versos y soldados». Pero aquel soldado ha perdido media vida en sus esfuerzos. Y quiere soledad, quiere sosiego, quiere la paz que no ha tenido, sentirse a gusto en contacto con la Madre Natura, acercarse por fin a Dios. Y así escribe su Epístola a Arias Montano, el sabio secretario de Felipe II: «Y porque vano error más no me asombre,/ en algún alto y solitario nido / pienso enterrar mi ser, mi vida y nombre...». Pero el viejo guerrero no descansa. El combatiente imperial permanece atento, siempre alerta ante los manejos de los muchos enemigos de España y dado su carisma ante el monarca le avisa vivamente, y da nombres de los que acechan: Francia, El Turco, los protestantes europeos, los ingleses y Marruecos. Incluso, presiente que hasta los moriscos puedan rebelarse: «Entonces la morisma que está dentro/ de nuestra España temo que a la clara/ ha de salir con belicoso encuentro». Por si no fuera suficiente prevenir al rey, también lo hace con el gran jefe militar Don Juan de Austria: «Dígote que la ibera monarquía / veo a los pies caer de la fortuna; / crece la rebelión y la herejía..». Se cuenta que se le hizo caso, y que la Armada Invencible que cruelmente destrozaría la Mar Océana fue una de las consecuencias de sus avisos y cautelas.
Espiando a la morisma Mientras don Francisco de Aldana combate desde la razón, sin armas de por medio, otros y cercanos se preparan para la lucha: el reySebastián de Portugal quiere tirar de espada contra el Moro que anda liándola y jorobándola en tierras marroquíes. Sebastián quiere echarse al mar por el Alentejo y el Algarve y plantarse allá por Larache a darle escarmiento al sarraceno. Al menos tiene la precaución de mandar antes allí al bueno de Aldana para que eche un buen vistazo. Nuestro querido caballero no dice que no, y disfrazado de comerciante judío y aprovechando su don de lenguas (y unas cuantas triquiñuelas que le enseñara su nodriza, una negra africana) inicia las pesquisas.
El rey Sebastián de Portugal quería sangre mora
Volverá con un detallado informe de la tropa musulmana que pronostica duros quebrantos para los cristianos si se afanan en combatir allí. El rey, joven, impetuoso y valiente cruzado no se arredra aunque su tío Felipe le pide que desista. Pero el cuerpo le pide sangre al audaz lusitano, le pide sangre del Islam. La tropa se embarca, con Francisco de Aldana al frente de la infantería. Sus designios se cumplen. Un calor insoportable se incrusta en las corazas y los cascos cristianos, la marcha es agónica, los moros acechan, aunque nuestro poeta soldado aún tenga palabras de ánimo para el rey portugués: «Guárdele Dios y proporcione su poder a su valor, que es el que tiene menester la soldadesca cristiana para levantarse del abismo a do va cayendo». Sin embargo, el enemigo es cuantioso en caballos y en peones y está bien mandado por un militar experto: Abdel Malik. Las tropas de unos y de otros por fin se ven las caras en el lugar que acabaría siendo el camposanto de los nuestro y que la historia llamará Alcazarquivir. Los infantes más que lusos son ilusos, gente novata, apenas preparada, que no ha visto un moro en su vida. Aldana se lamenta: «Los portugueses no tenían la rigurosa obediencia que profesa la nación española en la guerra».
Grabado de la batalla de Alcazarquivir, en el museo Forte da Ponta da Bandeira El capitán castellano viendo que todo se ponía más negro que el carbón insta a Sebastián a que abandone la batalla, porque «no quedará hoy hombre con vida de nosotros». Pero Sebastián, aunque fuera imprudente y harto osado, los tenía en su sitio. Bien puestos, y se apresta a morir como un caballero, como un valiente, como un cristiano con las entrañas bien curtidas. Y allí que los morunos lo pasaportan al lado de Dios Padre, finiquitado como un héroe, muerto en plena lid. Francisco de Aldana no le va a la zaga. Con la«espada tinta en sangre» como recordará alguno de los pocos testigos «se metió a morir matando entre la morisma y allí quedó». En tierra mora y sin cristiana sepultura per secula seculorum, carne de las alimañas quien fuera bravísimo alférez y adalid de nuestros Tercios. Allí moría el poeta y el soldado castellano, sin dar un paso atrás, peleando como un poseso, con la mano sobre la Cruz de San Andrés, la bandera de la Patria y del Imperio. El poeta Aldana nunca quiso publicar sus poesías, que bien se las guardaba nada más que para los grandes amigos. Pero su hermano Cosme tenía otras y mejores intenciones. Recopiló todo lo que encontró y consiguió hacer dos ediciones, una en Milán, en 1589, y la segunda en Madrid, en 1591. Desde entonces quedaron entre lo más florido y admirado de la lengua y la literatura españolas. No lejos del talento de Boscán, de Garcilaso, ni de los que luego vinieran con Cervantes y Lope a la cabeza. Allá, en tierra extraña, los huesos de Francisco de Aldana quedaron para la eternidad. Su orgullo, su patriotismo, su audacia, su valor de soldado español hasta los huesos jamás debemos olvidarlo. Si lo hacemos, entonces sí que Francisco de Aldana habrá muerto para siempre.
Soneto
FRANCISCO DE ALDANA
Es tanto el bien que derramó en mi seno,
piadoso de mi mal, vuestro cuidado,
que nunca fue tras mal bien tan preciado
como este tal, por mí de bien tan lleno.
Mal que este bien causó jamás ajeno
sea de mí, ni de mí quede apartado,
antes, del cuerpo al alma trasladado,
se reserve de muerte un mal tan bueno.
Mas paréceme ver que el mortal velo,
no consintiendo al mal nuevo aposento,
lo guarda allá en su centro el más profundo;
sea, pues, así: que el cuerpo acá en el suelo
posea su mal, y al postrimero aliento
gócelo el alma y pase a nuevo mundo.

 

Fuente: MANUEL DE LA FUENTEMANOLHITO / MADRID

Sevilla, 6 sep (EFE).- Una moneda acuñada en Samarcanda (Uzbekistán) hace algo más de un milenio forma parte de un tesoro hallado en La Rinconada (Sevilla), que esta compuesto por cientos de monedas del emirato omeya, lo que demuestra que Al-Andalus fue uno de los principales centros comerciales y estratégicos. Las aventuras que corriera aquella moneda desde la lejana Asia hasta Sevilla debieron ir paralelas a la del soldado que la llevara en su bolsa, a las del comerciante que acarreara exóticos productos o a las del sabio que regresara de Oriente para impartir los conocimientos allí adquiridos entre sus discípulos de Al-Andalus, ha explicado a Efe el profesor Pedro Cano. Esas eran las tres ocupaciones que justificaban hacer ese largo trayecto durante el emirato omeya (siglos VIII y X dC), aunque también pudo hacerlo de mano en mano desde el actual Uzbequistán, e incluso el actual Pakistán, atravesando Oriente Medio, y todo el norte de África hasta llegar a Sevilla puede que camino de Córdoba, la capital de entonces. Especialista en numismática y profesor del Área de Estudios Árabes e Islámicos de la Universidad de Sevilla, Cano ha estudiado algo más de 400 monedas de ese periodo halladas en los tesoros de La Rinconada, Aznalcázar (Sevilla) y Niebla (Huelva) que, halladas a principios del siglo XX, permanecían pendientes de estudio en el Museo Arqueológico de Sevilla. En otros tesoros encontrados en Carmona o El Pedroso (Sevilla) se han catalogado monedas procedentes de Bagdad y Damasco, y además Cano ha estudiado otra colección de unas 300 monedas pertenecientes al califato andalusí (siglos X y XI), las cuales, aunque acuñadas en Córdoba llevaban la inscripción "Al-Andalus" como lugar de fabricación, lo que refleja su unidad política. Cano ha clasificado igualmente monedas procedentes de Argelia y Mesopotamia, mientras que en Francia y lugares del norte de África han sido hallados dírhemes andalusíes (monedas de plata, cobre y bronce), otra muestra de los extensos flujos comerciales de Al-Andalus. Entre las monedas estudiadas por Cano no hay ninguna de oro, pero sí de plata, cobre o cobre y bronce consideradas muy raras, ya que proceden de acuñaciones de 200.000 ejemplares, cantidad muy escasa en comparación con otros años en que se acuñaban cantidades millonarias, lo que el profesor ha achacado a decisiones políticas o a escasez de materia prima. A esa escasez inicial hay que añadir el hecho de muchas de estas monedas eran refundidas para nuevas acuñaciones lo que, unido a su pérdida paulatina con el paso del tiempo, las ha hecho más raras aún. Otras piezas están rajadas deliberadamente, agujereadas o tienen recortes circulares marginales ya que, según el profesor, se ensartaban en un cordel para conservarlas o transportarlas. Los recortes a las monedas, sin embargo, se efectuaban con el ánimo de defraudar, de modo que al recortar cientos o miles de monedas se obtenía metal para fundir otras, lo que se consideraba un delito grave porque nadie salvo el emir o el califa podía acuñarlas. La acuñación de moneda no autorizada se castigaba con la muerte porque equivalía a una rebelión política por suplantar la autoridad del emir o el califa, de modo que a los rebeldes que las fabricaron en Málaga, Granada, Córdoba y el sur de Jaén se les castigó crucificándolos. La carga política y el significado de rebeldía que conllevaba la acuñación de moneda al margen de la ley era tal que, ha señalado Cano, Abd al-Rahman III no quiso o no pudo proclamarse califa hasta haber sofocado esa rebelión que ocupó buena parte de Andalucía Oriental. Durante el emirato y el califato omeya el taller de acuñación o ceca más importante de Al-Andalus estuvo en Córdoba, dentro del alcázar califal, en el espacio que ahora ocupa el Palacio Obispal.

Fuente: EFE

Nuestros hombres en América no eran tipos que se arredraran así como así. Si había que tirar de estoque, sus aceros siempre estaban prestos y afilados. Y si había gresca, allí estaban en primera línea. Pero no solo se españolizó aquella tierra a golpe de espada. Junto a los soldados hubo otros hombres que también se la jugaban, pero no con pólvora, sino el combate de la fe, armados con una cruz. Allá, en tierra extraña, primero fueron los jesuitas y, tras ellos, principalmente los franciscanos, que se dejaron media vida evangelizando aquellos lugares que hoy son la próspera y luminosa California. Entonces, allá por el último tercio del siglo XIX, apenas si había nada, pero tipos inquebrantables como Fray Junípero Serra armados con su fe y con su palabra levantaron los cimientos con sus misiones de lo que hoy son grandes ciudades como Los Ángeles, San Francisco, San Diego y Sacramento.
Un hombre pertinaz La vida de este pertinaz fraile mallorquín, llamado en su bautismo Miquel Josep (Petra, Mallorca, 1713) y su influencia en la vida de los indios y de la cultura californiana es el objeto de la gran muestra que se inauguró el día 17 en la ciudad de San Marino, concretamente en la Biblioteca Huntington, bajo el nombre de «Junípero Serra y los legados de las misiones de California», una muestra que estudia la vida y la carrera de Serra en Mallorca y España, su esfuerzo misionero en México y California, y también, como explican los organizadores, «la diversidad y la complejidad de las culturas indias de California, y las experiencias de los misioneros y los indios que vivían en las misiones».
Fray Junípero Serra, el gran capitán español de la fe Además, la exposición también se pregunta si es cierto que las culturas indígenas desaparecieron debido a la prolilferación de las misiones franciscanas inspiradas por Serra.
Relatos de los nativos La muestra también incluye relatos y declaraciones de descendientes de los nativos de las misiones, y aporta objetos como cuadros raros e ilustraciones que documentan la historia de Mallorca, la vida de Serra, el arte litúrgico católico del siglo XVIII y la Nueva España, así como varios bocetos y acuarelas que son una de los primeras representaciones visuales de California y sus nativos.
Fray Junípero Serra, el gran capitán español de la fe Según Steve Hackel, uno de los comisarios, «estas imágenes son hermosas, pero no solo eso, porque son también las representaciones etnográficas más importantes de la vida de los indios de California en los tiempos de las misiones». Los nativos también son recordados en la muestra, ya que como cuenta la comisaria Catherine Gudis, «al igual que los españoles, se trataba de personas que tenían una historia y una cultura importantes mucho antes de que los europeos llegaran allí, una historia y una cultura que se debe preservar».
Setenta mil nativos Se calcula que el número de nativos que habitaban California en aquella época era de setenta mil, y se hablaban cerca de cien lenguas distintas. Cada pueblo tenía sus propias costumbres y cultura. Fray Junípero Serra los incorporaba a sus misiones para evangelizarlos, pero este viaje a menudo se convertía en una tragedia, sobre todo por las enfermedades que mermaban a los indígenas. Serra comenzó su tarea en 1769, cuando desde España se pensaba que aquella tierra californiana podía ser ocupada por otros europeos.Ayudados por decenas de soldados fundaron primero San Diego y Monterrey, donde en 1770, Serra y Gaspar de Portolá, el gobernador interino de California, tomaron posesión de la Alta California para España. Entre los indígenas y los españoles hubo tensiones, pero también mezcla de culturas, por ejemplo en cuestiones musicales. La muestra enseña igualmente los registros sacramentales de los franciscanos, sobre bautismos, matrimonios y defunciones. Serra murió en 1784, después de la construcción de nueve misiones. Sus restos descansan en la Basílica de la Misión de San Carlos Borromeo, en Monterrey. El papa Juan Pablo II lo beatificó el 25 de septiembre de 1988.
Datos útiles

M. DE LA F.MADRID
«Junípero Serra y los legados de las misiones de California». Hasta el 6 de enero. The Huntington. 1151 Oxford Road. San Marino, California. www.huntington.org

Fuente: ABC

La Asociación Cívica Extremeña Virgen de Guadalupe Guadalupexexpresa hoy su confianza en que el papa Francisco resuelva el "anacronismo histórico" que supone que esta población cacereña dependa de la Diócesis de Toledo. Un año más, con motivo de la celebración de los actos institucionales y religiosos del Día de Extremadura y de la Virgen de Guadalupe, que se conmemora el 8 de septiembre, este colectivo ha vuelto a reivindicar que dependa eclesiásticamente de la región. Guadalupe, cuyo monasterio alberga a la patrona de Extremadura, y treinta pueblos extremeños, pertenecen a la Diócesis de Toledo. A su juicio, la llegada del papa Francisco ha supuesto "un cambio repentino de clima", que ha generado una gran expectación en el mundo en general y entre los cristianos en particular. "Se empiezan a percibir los primeros síntomas de por donde parece encaminar el rumbo de la Iglesia el nuevo sucesor de Pedro. El anuncio del nuevo secretario de Estado y las reacciones que ha provocado, así parecen confirmarlo", añade. Guadalupex subraya que se identifica plenamente con el mensaje del papa de "una Iglesia pobre para los pobres" y próxima a las gentes que la necesitan. Se abre una nueva era en la Iglesia que a este colectivo le llena de esperanza para la solución de la situación "anómala" que vive la patrona de Extremadura. Sin embargo, reclama un esfuerzo colectivo para remar en la dirección que marcan los nuevos tiempos. "La alta jerarquía eclesiástica toledana habrá de abandonar su tradicional cerrazón y hacerse más sensible al sentimiento mayoritario del pueblo extremeño", indica. Además, los obispos extremeños, en su opinión, deberán adoptar una postura "más activa, de mayor implicación", en la solución de este conflicto. "Se echa en falta algún documento oficial donde los tres prelados fijen su criterio sobre la extremeñidad religiosa y pastoral de nuestra patrona", según Guadalupex. Este colectivo también aboga por conocer, de manera clara y transparente, el estado en que se encuentran las gestiones que se estén realizando ante el Vaticano, ante el Arzobispado de Toledo, ante la Nunciatura Apostólica o ante la Conferencia Episcopal Española. Por último, apela a la sociedad extremeña para que se siga movilizando, como lo ha hecho hasta ahora, para hacer realidad más pronto que tarde esta normalización.

 

Fuente: EFE

Ayer noche se celebró en el teatro romano de Mérida la gala de los Premios Ceres (retransmitida esta noche por La 2), lo que congregó en la ciudad extremeña a un buen número de artistas de la escena que acompañaron a los galardonados y con los que se puso punto y final a la 59 edición de Festival de Teatro de Mérida. La presencia de Juan Antonio Monago, presidente de la Junta de Extremadura, animó a muchos de los galardonados a transformar el escenario en una plataforma reivindicativa en la que plantear desde la reducción del 21% de IVA para la cultura a otras consignas antigubernamentales. Por otro lado, la gala estuvo precedida por las protestas de un tímido grupo de manifestantes a las puertas del teatro. Denunciaban, como ya había hecho el PSOE en un comunicado el día de antes, el gravoso coste de la organización de la Gala, unos 500.000 euros. Lo  buenos resultados obtenidos por la organización de esta 59 edición del Festival no parecen convencerles. Según el director de la muestra, el productor Jesús Cimarro, el Festival se ha cerrado con 74.000 entradas vendidas, de las que 20.000 correspondieron a Hécuba, el espectáculo protagonizado por Concha Velasco. El Consorcio que organiza el Festival de Mérida (que integra a las administraciones locales, autonómicas y nacionales) recurrió a la fórmula de externalizar su gestión cuando el PP, al llegar al Gobierno de la Junta, se encontró una arcas desahuciadas con una deuda alarmante de casi cuatro millones de euros. El Consorcio del Festival sacó a concurso público la gestión que ganó el productor Cimarro y solicitó un crédito de tres millones y medio de euros para cubrir las citadas deudas. Por esta licitacion el Consorcio destina para la organización del Festival unos dos millones y medio de euros, de los que Cimarro se compromete a devolver 900.000 euros (que espera recaudar por taquilla). Si supera este umbral, los beneficios se reparten entre la Junta (85%) y la empresa del director (15%). Por segundo año, las taquillas han facturado unos 200.000 euros más de las expectativas previstas. Con un aforo de 3.000 localidades, la organización debe  vender una media de 1.500 entradas si quiere que las cuentas le cuadren. “Ha habido espectáculos -el de El Brujo,Julio César-  que han agotado localidades algunos días”, explica el director. “Ha habido otros, como Fuegos, dirigido por José María Pou y basado en un texto de Marguerite Yourcenar, que no han tenido tanto éxito de público, pero si excelentes críticas.” Jesús Cimarro cree que la buena marcha del Festival estriba en la programacion, pero sin  una buena campaña de comunicación y publicidad a nivel nacional que lo promocione no hay nada que hacer. Su inversión en este capítulo ha sido relativamente tímida (150.000 euros), pero se complementa con la Gala de los Premios Ceres, que sufraga la Junta con 500.000 euros hasta que encuentre un patrocinador. Considera que es una inversión a medio plazo que dará sus réditos en los próximos años, cuando haya alcanzado mayor difusión. También recuerda que hay que pensar en el impacto económico que el Festival tiene en la ciudad, ya que “hemos logrado que muchos días no hubiera plazas hoteleras libres”. La Gala es retransmitida por la 2 y el pasado año fue vista por 170.000 personas. Atrae a numerosos artistas, autores y directores. Este año estaban los Premiados Nuria Espert (premio Emérita Augusta), José María Pou y Natahlie Poza (mejor Espectáculo por Cielo abierto), Vicky Peña (mejor actriz), Emilio Gutiérrez Caba (mejor actor), Sergio Pérez-Mencheta (mejor director de escena), Juan Mayorga (mejor autor teatral), Paco Azorín (escenografía), Lorenzo Caprile (vestuario), Miguel Ángel Camacho ( iluminación), Concha Busto (mejor producción)… Pero tambien muchos otros que asistieron como invitados como Silvia  Marsó, Mario Gas, Miguel del Arco, Julieta Serrano, Charo López, Roberto Álvarez, Dulce Pontes, Estrella Morente…. Si la promoción y difusión es importante para Cimarro, no menos es la programación y la gestión:“No es fácil programar Mérida, porque los espectáculos se exhiben en un monumento con 52 metros de embocadura que hay que respetar. Lo bueno y lo malo del Festival es el monumento. Pero son unos condicionantes que yo conocía muy bien antes de hacerme con la dirección, ya que había producido muchos espectáculos para el Festival con anterioridad. Por otro lado, las obras deben ser de una temática grecolatina, lo que también limita las posibilidades. Hemos apostado por ofrecer espectáculos populares, con elencos atractivos, y combinando comedia y tragedia.”

Fuente: Publicado por Liz Perales el día ago 30, 2013

Una nueva máquina utilizará la energía del Sol. El titular de la noticia delMorning Bulletin de Rockhampton (Australia) el 5 de febrero de 1945 es preciso. El texto cuenta a raíz de una noticia del Chicago Daily Newsque el español Federico Molero ha desarrollado en Tashkent, capital de la República soviética de Uzbekistán, una planta que utiliza la energía solar para producir vapor. Noticias similares de la época se pueden encontrar —gracias, Google— en la prensa de Estados Unidos y en notas de agencia como Associated Press. Poco o nada apareció en España. Porque aquí, Federico Molero (Almería, 1908-Madrid, 1969) estaba destinado a ser uno de esos personajes perdidos en una vieja enciclopedia, una nota borrada en alguna reedición. Hasta que su yerno, José Manuel Naredo, economista y premio Nacional de Economía y Medio Ambiente, coincidió hace unos años conValeriano Ruiz, Catedrático de Termodinámica de la Universidad de Sevilla, en un tribunal de una tesis doctoral. Este recuerda el encuentro: “A la vuelta en AVE desde Zaragoza, José Manuel, que no es muy de hablar, me comentó que su suegro se había dedicado a la energía solar en los años cuarenta en la URSS”. Al poco, Ruiz fue a ver la documentación que Naredo guardaba de su suegro. “Era impresionante. Molero había desarrollado plantas de energía termosolar en el Cáucaso en los cuarenta y no teníamos ni idea”, cuenta Ruiz, hasta hace un año presidente de la patronal termosolar. “Es irónico que un hombre nacido en Almería, donde ahora está la central de experimentación solar puntera, desarrollara esta tecnología hace 70 años en la URSS”. Naredo rebusca en su chalé en Madrid entre los papeles de Molero y reconstruye la apasionante biografía, hija del agitado siglo XX. Molero, cuyo padre era un ingeniero militar de Almería, queda huérfano muy niño. Su abuela lo lleva a Madrid, donde estudia en el colegio del Pilar, aprende idiomas y finalmente se matricula en Ingeniería de Caminos. A principios de 1930 se afilia al Partido Comunista y ese año termina la carrera. En 1931 ingresa en el escalafón de la dirección general de Obras Hidráulicas del Ministerio de Obras Públicas. Trabaja en Almería y en la Confederación Hidrográfica del Guadarrama. En 1934, la Junta de Ampliación de Estudios le envía seis meses a Denver (Estados Unidos) a visitar obras hidráulicas. Sus centrales producían hielo con energía solar en el Cáucaso en la década de los años cuarenta La Guerra Civil le sorprende en un balneario en Sobrón (Burgos), donde realizaba una cura. Alquila un coche y, acompañado por su esposa, María Luisa Bravo, emprende regreso a Madrid. Simula ser un rico industrial cuya mujer tiene un embarazo de riesgo que va a Madrid a un tratamiento. María Luisa esconde los carnés comunistas en una media y así sortea los controles de los sublevados. El diario Ahora narró a toda página su peripecia y describió a Molero como “alto, de rostro broncíneo y porte aristocrático”. La República pronto utiliza sus conocimientos. “Como ingeniero, duplicó la traída de agua del Canal de Isabel II [entonces llamado Canales del Lozoya], lo que permitió a Madrid soportar tres años de asedio”, cuenta Naredo, un destacado economista y estadístico que narra fascinado los logros de su suegro: “Él creó el primer arrastre en Navacerrada. Se trata de un teletrineo que subía a la Bola del Mundo”, el pico de 2.265 metros que marca el límite entre Segovia y Madrid. Ese arrastre fue usado después, durante la Guerra Civil, para subir obuses a la batería de la cumbre. Federico Molero. / FOTO CEDIDA POR LA FAMILIA Molero tuvo un papel destacado en la defensa de Madrid. “Como jefe de Fortificaciones de la capital llegó a tener 30.000 personas trabajando para él”, según contó el propio Molero en un escrito posterior en el que criticó que el PCE no le mencionara en un libro sobre esos trabajos. Pese a las dudas, “hay memorias y estudios del asedio de Madrid que atribuyen a Molero un papel fundamental en la improvisación de la defensa de Madrid en noviembre de 1936”, según Santiago Gorostiza, licenciado en Historia y Ciencias Ambientales y doctorando Marie Curie en la Universidad de Coimbra, que estudió a Molero para un trabajo en 2012 sobre la importancia del agua en la defensa de Madrid. “Durante las primeras semanas de la guerra, Molero señaló la importancia estratégica de los embalses del norte de Madrid, participó activamente en la defensa de los depósitos de agua de la ciudad y usó su conocimiento de la red de distribución y alcantarillado para contraatacar en la Ciudad Universitaria”. “Los militares franquistas eran superiores a campo abierto, pero en un entorno urbano los ataques promovidos por Molero a través de las infraestructuras subterráneas, les cogieron por sorpresa”, añade. Tras la guerra, Molero, que además de ingeniero es doctor en Físicas, emigra a la URSS. Su hija, María, acudió años después, en 1946. En la URSS salta a la pasión que ya apuntaba en España: buscar una forma de aprovechar la energía del sol. Es nombrado director del Instituto de Energía Solar de la Academia de Ciencias. Diseña unos discos parabólicos —como los actuales— que concentraban la radiación solar en un punto. No fue algo experimental. “En el Cáucaso llegó a tener plantas de escala industrial”. El Cáucaso, con muchos días de sol, pocas lluvias y lejos del frente de la II Guerra Mundial, es el lugar ideal para que Molero comience sus desarrollos. María, su hija, ya fallecida, contaba hace unos años en Madrid que, para ella, su padre era como un mago, porque “fabricaba hielo a partir del sol”, ya que una de las centrales se usaba para producir hielo. En la Guerra Fría, los avances tecnológicos de la URSS se siguen con interés en Occidente. Las noticias sobre los desarrollos de Molero hablan de poner en regadío vastas zonas de la URSS con energía solar. Él puso en marcha un laboratorio avanzado de energía solar en la URSS y fue el responsable del “diseño de una caldera solar para la producción de vapor recalentado a partir de la energía concentrada por paraboloides de revolución sobre rodillos”, según el libro La electricidad termosolar. Historia de un éxito de la investigación, coordinado por Ruiz y que reserva a Molero el papel de pionero. Pero el interés por la energía solar pronto se marchita. “En Tashkent, en los años sesenta, dijeron que con el petróleo no hacía falta la energía solar”, cuenta Naredo. La URSS tiene petróleo y apuesta por el carbón, las grandes presas y luego la nuclear. Cuando decae el interés, Molero abandona la energía solar y pasa a la dirección de obras hidráulicas, defensa de costas y técnicas para mejorar el hormigón. Naredo cuenta que Molero no renegó del comunismo. “Se mantuvo fiel a sus principios y no fue especialmente crítico, pero era un tipo raro en ese ambiente. Era como un objeto exótico dentro del PCE. Él era más un científico que un hombre del aparato”. Su yerno recuerda de él su amplia cultura y su simpatía. “Te podía recitar una obra de teatro completa o una ópera”. Destacado militante comunista, duplicó la traída de agua a Madrid durante la Guerra Civil En 1966 vuelve a España tres meses con un pasaporte limitado. Un par de años después se instala definitivamente en Madrid, donde se embarca en el proyecto del trasvase Tajo-Segura. Tras una operación de úlcera de estómago, fallece de peritonitis. Era el año 1968 y estaba en plena faena. Había montado un taller enorme en Vallecas (Madrid) para desarrollar una de sus patentes, la que “permitía hacer canales de gran sección con una base prefabricada. Levantó una base a escala en Vallecas”. La venganza de Molero llegó décadas después. La energía termosolar pareció renacer en los años setenta y ochenta. Es entonces cuando se crea la planta de experimentación en Almería. Se basa en el mismo principio que utilizó Molero, aunque sin mencionarlo: mediante espejos (bien discos parabólicos, o bien canales), concentrar la energía solar en un punto o en una línea, y ahí, a calentar un fluido. En los años noventa, la tecnología parecía que no avanzaba lo suficiente, y la energía solar fotovoltaica asomó como la gran esperanza. Estos paneles no usan espejos para concentrar la radiación solar, sino que es la propia radiación de onda corta procedente del Sol la que da lugar a una corriente que puede generar electricidad. Sin embargo, hace una década volvieron los espejos y ahora conviven ambas. En España, EE UU, el norte de África, China, Sudáfrica y el Golfo Pérsico hay enormes centrales con tecnología de espejos para producir electricidad. Sobre el coste de ellas y las primas que reciben hay un complejo e interesante debate, pero esa es otra historia. Gorostiza explica que el hecho de que Molero no sea tan conocido se debe a que falleció antes de la llegada de la democracia y sin escribir sus memorias. “Es un personaje sobresaliente: por la mezcla de persona de acción (como prueba su participación en el batallón del subsuelo y la organización de la defensa y fortificación de Madrid) con su vertiente de ingeniero y obra pública (Canales del Lozoya) más la vertiente científica (investigación sobre energía solar). Cualquiera de las tres lo haría digno de mención: las tres juntas lo hacen fascinante”.

 

Fuente: RAFAEL MÉNDEZ Madrid 30 AGO 2013

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