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"Guadalupe debería volver a Extremadura: la actual situación daña la imagen de la Iglesia"

(José Manuel Vidal).- Amadeo Rodríguez Magro, lleva 10 años de obispo de Plasencia, una diócesis en tres provincias y dos comunidades autonomas. Un obispos-pastor (de los que vuelven a llevarse en el pontificado de Francisco) que se siente "muy querido" y, quizás por eso, es incluso capaz de enumerar algunos de sus "pecados". Reivindica el que "Guadalupe vuelva a Extremadura", considera que es un caso que no tiene nada que ver con el de Béjar y, tanto él como su gente, están encantados del "nuevo estilo del Papa" y "con los matices de genialidad evangélica que los hechos y las palabras de Francisco están poniendo". ¿Algún momento que le haya llegado más en las celebraciones de su X aniversario episcopal? La Eucaristía celebrada en la Catedral, concelebrada por un gran número de sacerdotes y con la presencia de fieles venidos desde todos los puntos de la Diócesis. Pero sobre todo destaco la alegría y satisfacción que pude comprobar en los sacerdotes cuando les mostré el edificio del seminario restaurado, cuyas obras finalizadas veían ellos los primeros. Entre todos hemos hecho un gran esfuerzo y estábamos muy contentos de haberlo logrado. Además, me parece muy importante que los sacerdotes mantengan su interés y aprecio por el seminario. Eso es imprescindible para la animación vocacional. 10 años después, ¿qué es lo que más recuerda de su ordenación episcopal? El extraordinario calor eclesial que se vivió en la catedral con una importante presencia de Obispos, numerosísimos sacerdotes venidos de toda Extremadura y de otros puntos de España y la desbordante presencia de fieles placentinos y, sobre todo, los venidos de mi diócesis de origen, Mérida-Badajoz. Todos me recuerdan, además, el extraordinario calor climatológico de ese día, que nos hizo sudar mucho a todos. ¿Se siente querido en Plasencia? Sinceramente, mucho. En general, por donde quiera que voy, recojo el afecto de mucha gente. En parte esto sucede porque en toda la diócesis hay un sólido sentido de Iglesia, lo que hace que el obispo sea siempre muy bien acogido por una gran mayoría. Por otra parte, Plasencia, por ser una ciudad episcopal, le tiene mucho cariño a su obispo. Normalmente, en mis contactos con las comunidades, que son muchos y habituales, se establece un clima muy gratificante. Yo le suelo decir a los sacerdotes que en el ministerio es muy importante querer y dejarse querer. Y en la medida que puedo suelo practicar ese lema. No obstante, también percibo la indiferencia, y seguramente habrá incluso hostilidad, que unas veces vendrá por mi condición de obispo y otras porque en lo que hago y digo no siempre contento a quienes quizás esperaban otra cosa. Por otra parte, es antinatural y no propio de un buen obispo que todos hablen bien de uno. ¿Se atreve a pedir perdón por algún error cometido? Por supuesto. Yo no sabría entender la vida sin el sincero arrepentimiento. Sólo el perdón pedido y recibido restaura las naturales fragilidades de mi condición humana; sobre todo cuando el perdón llega por la gracia del Señor. Pero si lo que me pregunta es por mis errores, seguro que he cometido muchos y el Señor me ha dado la suficiente lucidez para darme cuenta de ellos, muchas veces enseguida. Y si me pide que le exponga mis errores concretos, sin hacer confesión pública ante los miles de lectores que sé que van a leer esta entrevista, le puedo citar algunos: No haber entendido siempre bien la virtud de la prudencia a la hora de denunciar o corregir. Me temo que a veces me he quedado corto. Haberle dado a veces más importancia a esquemas pastorales teóricos que al sencillo y dedicado servicio pastoral, aunque este no siempre respondiera a los parámetros que estaban en boga. Las ataduras teóricas a veces nos quitan libertad en la búsqueda de la voluntad del Señor en cada momento. Y, por supuesto, el haberme dejado llevar por algunos miedos a la hora de afrontar problemas y plantear cuestiones, que quizás hubieran necesitado más audacia evangélica. Podría seguir, pero se lo dejamos al director espiritual y a Dios nuestro Señor. Con ellos se hace mejor el discernimiento. ¿Qué balance hace de estos 10 años: pesan más las alegrías que las penas y los problemas? Desde luego han sido más las alegrías que los problemas. Esto depende mucho del carácter de cada uno, y en mi caso yo suelo tener una mirada positiva ante la vida. También es verdad que en la mayoría de las ocasiones me lo pone muy fácil la calidad humana, espiritual y pastoral, sobre todo de la mayoría de mis sacerdotes. No obstante, el ministerio episcopal sabe mucho de la cruz de cada día, que a mi no me han faltado, ni en pequeñas cosas ni en momentos y situaciones especialmente dolorosos, que me han hecho sufrir muy intensamente. Si un obispo quiere sobrevivir a la intensidad de su misión, tiene que practicar el Evangelio en estas dos sugerencias del Señor: "a cada día le basta su afán" y "el que quiera venir conmigo que cargue con su cruz de cada día y me siga". ¿Plasencia es una diócesis pequeña, pero rica por su gente y por su patrimonio? Bueno, no es tan pequeña. Es una diócesis media, con aproximadamente 300.000 habitantes, con muchas parroquias no excesivamente pequeñas y, sobre todo con mucha distancia entre el norte y el sur: 260 kilómetros desde Fuentes de Béjar a Navalvillar de Pela. (Diócesis en tres provincias y dos comunidades autónomas). Por supuesto, el patrimonio humano es muy valioso: son castellanos y extremeños con excepcionales valores humanos y religiosos. Sólo los que vivimos en estas tierras conocemos la extraordinaria sabiduría acumulada en nuestras ciudades y pueblos. En lo religioso, se nota en sus comarcas la huella de santos y sabios pastores, que dejaron una cultura religiosa popular de un alto nivel teológico. El patrimonio religioso-cultural en los templos de esta Diócesis, como de todos es sabido, es riquísimo, y se ha ido acumulando a lo largo de su historia. Muchos de sus obispos fueron emprendedores mecenas, que dejaron una huella extraordinaria. Una diócesis con mucha historia. Acaban de publicar el episcopologio. Entre sus predecesores figura Don Pedro Casas Souto, tío-abuelo de mi abuela y nacido en Sobrado del Obispo, mi pueblo. ¿Quién fue Don Pedro y qué queda de su paso por Plasencia? Don Pedro Casas y Souto será siempre uno de los obispos más singulares y significativos del episcopologio placentino. Su figura sigue siendo muy recordada por muy diversas razones. Ante todo fue un obispo muy comprometido en el debate político y religioso español de su tiempo. Esto hace de él un personaje interesante para los historiadores. En su tiempo, sus actos y, sobre todo sus palabras, recogidas en muchas y sólidas cartas pastorales, fueron muy valoradas por unos, sobre todo por la valentía de sus denuncias y posicionamientos, y, por otros, rechazadas, lo que le creó bastantes problemas. Pero a nadie dejó indiferente el compromiso y la capacidad intelectual de este gran obispo. Por otra parte, fue un hombre austero y muy piadoso, un buen pastor, que destacó también porque supo encauzar algunos carismas que durante su pontificado surgieron en Plasencia, como, por ejemplo, las Hijas de María Madre de la Iglesia, entonces conocidas por "Azules", de las que él, por la cercanía y apoyo a su fundadora, Matilde Téllez, hoy beata Matilde del Sagrado corazón, llegó a considerarse su cofundador. ¿Sus tres prioridades de ahora en adelante? Me gusta la pregunta porque me ayuda a concretar, pero considero que no he cambiado las prioridades con las que inicié mi ministerio. Todas las prioridades están condensadas en la inquietud misionera que me movía en mis comienzos ministeriales y que he ido desgranando año a año, unas con mayor intensidad que otras, en función de las posibilidades que he ido encontrado en la comunidad diocesana, con la que tengo que ir llevándolas adelante. El ministerio episcopal depende mucho de las condiciones de la diócesis. No obstante, te digo que a partir de ahora, en el tiempo que me quede de servicio episcopal, quiero dedicarme personalmente más a los sacerdotes; pretendo animar más la vida de oración, primero en mí, y luego en toda la comunidad diocesana, para que el encuentro personal con Cristo nos haga a todos discípulos suyos, a los que pueda enviar como misioneros a los ambientes que nos están esperando en nuestros pueblos y ciudades. Queremos que cada parroquia sea un misión y cada cristiano un misionero. No me olvido, no obstante, de que hagamos una sólida e integral pastoral ordinaria, pues sólo si ésta está bien encauzada se puede hacer una pastoral misionera. ¿Le preocupa la despoblación del campo? ¿Y la falta de clero? Mucho no, muchísimo. Nos estamos quedando sin niños y sin jóvenes. En muchos pueblos se nota una muerte lenta, que, como se sabe, en Extremadura viene de muy lejos. No obstante en los pueblos de norte, en los de las comarcas de la Diócesis de Plasencia, algunos fines de semana, fiestas y sobre todo en verano se recupera mucha vida. Son muchos los que conservan la vinculación con su pueblo y los que se sienten muy arraigados en su cultura y en sus tradiciones, también las religiosas. En cuanto al clero, en efecto, nos falta. Estamos ahora en un proceso de recuperación. No obstante, con algunas incorporaciones interesantes y generosas mantenemos el servicio pastoral básico en todas las parroquias. Y lo que es más importante, intentamos hacerlo con proyectos pastorales comunes que le da mucha unidad a la diócesis. Como especialista en catequesis, ¿ve alguna manera de recuperar a los jóvenes y que vuelvan a las parroquias? Yo siempre digo que en la pastoral juvenil hoy hay que trabajar con ilusión y esperanza, pero sabiendo que se suma de uno en uno. Queremos que haya muchos, pero también queremos que esos muchos hayan crecido porque los hemos cuidado con esmero uno a uno y poco a poco. Eso significa que hemos de esmerarnos en la iniciación cristiana, sobre todo siendo conscientes de que en ella estamos haciendo cristianos que lleguen a tener una rica experiencia de fe que les haga capaces de situarse en la vida ordinaria sabiendo responder a todas las situaciones que se le planteen desde su amor a Cristo y desde su pertenencia fiel a la Iglesia. Tenemos que ayudar a los jóvenes a encontrarse con Cristo y a sentirse a gusto en la Iglesia, a la que han de ver como servidora en el mundo, porque está cerca de los más débiles, de los pobres y de los sencillos de corazón. Y, por supuesto, siempre hemos de decirles la verdad en todo: no hemos nunca de ocultarles lo que significa vivir en Cristo y hacer vida su Evangelio. Quizás tengamos que ir poco a poco, como Jesús con el joven rico, pero los jóvenes no quieren que les dulcifiquemos las exigencias del seguimiento. Hay que exponérselas, aunque al final se vayan tristes porque conocieron la verdad y no han podido soportarla. Usted pisó barro durante años como cura de San Francisco de Sales, una barriada pobre de Mérida. ¿Lo de curas con olor a ovejas le suena a algo vivido? Pues sí, pastoralmente nací al sacerdocio entre el barro, mucho barro y mucha pobreza material y en muchos casos también espiritual. Pero tengo que decir que también aquella parroquia daba muchas pepitas de oro, algunas más escondidas, para las que había que escarbar más, y otras muy lucientes en su calidad humana y espiritual, y en su capacidad de compromiso eclesial y social. Esos diez años fueron maravillosos, siempre me sentí muy feliz y muy realizado sacerdotalmente, primero como coadjutor y luego como párroco. Muchos me han oído decir siempre que aquella experiencia fue un privilegio en mi vida. Allí me salieron los dientes sacerdotalmente y allí maduré; y puedo decir con humildad y con verdad que en mi ministerio como obispo no me han desaparecido los reflejos del estilo que asumí entonces. ¡Nadie sabe lo que fortalece el olor a oveja! El que sabe pisar con naturalidad ese terreno, tiene ya los pies curtidos para recorrer todos los caminos. ¿El estilo de Francisco está calando entre los obispos y los curas españoles? La verdad es que no sabría contestar; aunque sí me consta la entrañable simpatía de muchos por el estilo que Francisco está manifestando. No obstante, si de mi dependiera, me gustaría que lo más auténtico de este nuevo estilo, las intuiciones más evangélicas y las propuestas de un profundo cambio interior y también pastoral fueran poco a poco calando y nos trajeran la renovación que realmente necesita la Iglesia que ha de hacer la nueva evangelización. Creo que el estilo del Papa Francisco nos gratifica y nos conforma. Si me permite una confidencia: en la carta que le escribí para felicitarle me atreví a decirle, confieso que con cierta osadía y mucha presunción: "Muchos obispos necesitábamos la ratificación de un modo sencillo y cercano al Pueblo de Dios en el ejercicio de nuestro ministerio". Y eso se lo decía sólo con lo mostrado en los primeros días. ¿Ve a la gente de Plasencia ilusionada con el nuevo Papa? Lo mejor de la gente de Plasencia es que verdaderamente quiere al Papa. Quería con fervor a Juan Pablo II; se admiraba del lúcido, profundo y espiritual magisterio de Benedicto XVI, y ahora están encantados con los matices de genialidad evangélica que los hechos y las palabras de Francisco están poniendo. Y lo que sí compruebo es que, tras la sorpresa ilusionada, se está pasando a la respetuosa y filial acogida del liderazgo espiritual que en poco tiempo ha asumido el Santo Padre. ¿Guadalupe debería volver a Extremadura? ¿Para cuándo la resolución de ese ya largo contencioso? Yo pienso que sí; sobre todo porque la actual situación ante mucha gente daña la imagen de la Iglesia. Muchos fieles o ciudadanos extremeños se preguntan qué intereses puede haber para que esto no se resuelva como debería resolverse, amigable y fraternalmente. Yo considero que éste es un asunto de generosidad de una Iglesia con otra, la de Toledo con la Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz, que fue creada (en sus tres Diócesis, Mérida-Badajoz, Plasencia y Coria-Cáceres) para darle unidad eclesial a Extremadura. Y no se puede olvidar que la Virgen de Guadalupe es eclesial y socialmente nuestro signo de identidad, nuestro "santo y seña". Y además de todos. ¿Qué el hecho de que esté en la Diócesis de Toledo no nos impide que la veneremos como Madre y Patrona? Desde luego. Pero sería más lógico, y así lo ve la inmensa mayoría de los extremeños, que estuviera en una diócesis con sede en Extremadura, y Toledo está en Castilla-La Mancha, aunque tenga territorio en esta Región. Nosotros valoramos mucho la dimensión hispanoamericana (Reina de la Hispanidad) de la Virgen de Guadalupe, y queremos que sea venerada en toda España; pero eso no puede empequeñecer ni anular la devoción del pueblo en el que ella ha querido mostrarse como madre y patrona. Todas las devociones crecen y se sostienen desde el fervor de los más cercanos. Si me pregunta que para cuándo la solución. Pues sinceramente no lo sé. Hubo tiempos mejores que los actuales en este asunto, en los que estuvo prácticamente resuelto. Pero las personas que entonces llevaron las gestiones ya no están y hay que continuar permanentemente reabriendo la petición. Y en eso estamos. ¿Le preocupa que comparen el caso de Guadalupe con el de Béjar, la zona de su diócesis que pertenece a Salamanca? Realmente sí me preocupa, sobre todo porque supone un falso planteamiento del problema. El asunto de Guadalupe no es territorial. Nunca se ha presentado así y Roma no lo entendía de ese modo. El asunto de Guadalupe es pastoral y espiritual. Lo que siempre se ha pedido es que el Monasterio-Parroquia-Santuario de la Nuestra Señora de Guadalupe estuviera en el marco eclesial y pastoral de la Provincia Eclesiástica de Mérida-Badajoz (Diócesis de Plasencia), por lo que significa Guadalupe para la Iglesia en Extremadura. Naturalmente siempre desde el respeto y la gratitud a los actuales custodios, los franciscanos. Si no fuera por Guadalupe y su significado espiritual para los extremeños, nadie plantearía nada, como sucede con Béjar. En este caso no solamente nadie plantea ni reclama nada, sino que, por el contrario, los católicos de allí se sienten totalmente integrados eclesialmente en Plasencia. Para ellos y para toda la Diócesis placentina, la vinculación histórica del ducado de Béjar desde sus mismos orígenes es un motivo de orgullo y hace que el obispo tenga hacia ellos una especial predilección. Los casos de Guadalupe y Béjar no son comparables. Justamente porque queremos tanto a los pueblos de los dos arciprestazgos que tenemos en Salamanca, entendemos especialmente que Toledo aprecie tanto Guadalupe; pero insisto en que la cuestión no es territorial, y por eso consideramos humildemente que se debería atender con generosidad nuestra petición, aunque para ellos suponga un gran sacrificio. Algunos titulares
"Destaco la alegría y satisfacción que pude comprobar en los sacerdotes cuando les mostré el edificio del seminario restaurado" "Plasencia, por ser una ciudad episcopal, le tiene mucho cariño a su obispo" "Le suelo decir a los sacerdotes que en el ministerio es muy importante querer y dejarse querer" "Confieso haberle dado a veces más importancia a esquemas pastorales teóricos que al sencillo y dedicado servicio pastoral" "Confieso haberme dejado llevar por algunos miedos a la hora de afrontar problemas y plantear cuestiones, que quizás hubieran necesitado más audacia evangélica" "El ministerio episcopal sabe mucho de la cruz de cada día, que a mi no me ha faltado" "El patrimonio religioso-cultural en los templos de esta Diócesis, como de todos es sabido, es riquísimo" "A partir de ahora, en el tiempo que me quede de servicio episcopal, quiero dedicarme personalmente más a los sacerdotes" "Nos estamos quedando sin niños y sin jóvenes. En muchos pueblos se nota una muerte lenta" "En la pastoral juvenil hoy hay que trabajar con ilusión y esperanza, pero sabiendo que se suma de uno en uno" "¡Nadie sabe lo que fortalece el olor a oveja!" "Creo que el estilo del Papa Francisco nos gratifica y nos conforma" "Muchos obispos necesitábamos la ratificación de un modo sencillo y cercano al Pueblo de Dios en el ejercicio de nuestro ministerio" "La gente está encantada con los matices de genialidad evangélica que los hechos y las palabras de Francisco están poniendo" "Guadalupe debería volver a Extremadura, sobre todo porque la actual situación ante mucha gente daña la imagen de la Iglesia" "Si me pregunta que para cuándo la solución. Pues sinceramente no lo sé" "Los casos de Guadalupe y Béjar no son comparables" "Los católicos de Béjar se sienten totalmente integrados eclesialmente en Plasencia"

 

Fuente: José Manuel Vidal, 10 de septiembre de 2013 a las 09:36

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