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Garzón: 'Las actividades tradicionales son desarrollo perdurable'

Jesús Garzón es uno de los padres del parque nacional de Monfragüe (Cáceres), creado en 1979. Pero su etapa más reciente se ha volcado en recuperar la trashumancia, las cañadas reales, las antiguas culturas pastoriles y sus corredores ecológicos. "Las prácticas agrícolas y ganaderas tradicionales son las que realmente garantizan un desarrollo perdurable", afirma rotundo. Garzón fue una de las primeras personas que puso en valor los montes y los roquedales vírgenes de Monfragüe, en donde llegó en 1972 cuando estudiaba el águila imperial. Allí descubrió atónito las grandes colonias de buitre negro, de cigüeña negra, de alimoche, águilas perdicera, búho real. En la carretera de Trujillo a Plasencia era posible ver el desfile de todos esos animales por los que sentía devoción. "El valor diferencial de Monfragüe era que parecía un zoológico de fauna salvaje, en donde cualquiera podía contemplar tranquilamente, desde el borde la carretera, las especies más raras de Europa sin molestarlas, porque aquellas aves estaban acostumbradas a ver pasar a mucho gente", dice. Quedó impactado por la armonía de aquellos cortijos, en donde pastores, cabreros, labradores y mieleros, con sus familias, completaban un puzle en el que la fauna salvaje estaba perfectamente integrada. Pero todo aquel paraíso se vio de golpe amenazado con los planes puesto en marcha por ICONA para plantar eucaliptos destinadas a la producción de papel. El proyecto era un ataque directo a aquella serranía modulada por madroñeras, alcornoques, lentiscos y jarales, que había posibilitado durante miles de años una fauna inalterada (rapaces, lince, venados, jabalí, gato montés, garduña, nutria...). "Las máquinas acababan con los alcornoques y las encinas; arrasaban los caminos tradicionales, y erosionaban suelos tan frágiles que las piedras y la tierra eran arrastradas y sepultaban las carreteras", rememora. Él encabezó en 1974 muchas iniciativas para oponerse a los cultivos de eucaliptos. Movilizó a los maestros de los pueblos ("Monfragüe lo salvaron los niños de la comarca") y promovió la compra de los derechos (arriendos) en las fincas que iban a ser plantadas, de manera que se daba a los dueños más rentas que la que ello obtenían de la empresa papelera. Fue una campaña internacional que recogió ayudas del movimiento conservacionista europeo. Con sus denuncias se doblegó la política forestal del ICONA. e hicieron que el Estado prohibiera as plantaciones de eucaliptos en la zona Mediterránea (excepto en Huelva). "El parque nacional supuso proteger las mayores colonias conocidas de buitres negro y cigüeña negra". Garzón se sintió arropado en sus campañas por José Antonio Valverde, director del parque nacional de Doñana, con quien colaboró suministrando aguiluchos de águila imperial de la Sierra de San Pedro (Cáceres-Badajoz) y de los Montes de Toledo (Toledo-Ciudad Real). Los nidos de Doñana tenían huevos infértiles contaminados por el DDT usado en las fumigaciones en las marismas y por eso comenzó a sustituirlos por los aguiluchos extremeños. "Las águilas que revolotean en Doñana tal vez sean de esos pollos que llevé hace 40 años", dice sonriendo. Precisamente, Garzón conocía a Valverde por un amigo común, Félix Rodríguez de la Fuente, con quien Garzón, de joven, había cazado con halcones. Y ahora se siente satisfecho del grado de conservación obtenido en Monfragüe, pues "en general, la situación es positiva. El buitre negro, la cigüeña negra, el águila imperial o el águila perdicera, las especies más emblemáticas, han evolucionado bien". Los únicos problemas registrados han sido fruto de la prohibición total de la caza, que ha provocado un exceso de ciervos y jabalíes. Estos últimos levantan las madrigueras de los conejos (clave para el águila o el posible lince), se revuelcan y contaminan los arroyos, dañan las puestas de los anfibios y transmiten enfermedades. Por todo ello juzga que es clave conservar las actividades tradicionales, mantenidas por las poblaciones locales,que han demostrado un manejo óptimo del territorio, como demuestran la preservación de este paisaje (ganadería, comercio de leche, monterías....). Todo lo cual es compatible con el ecoturismo, una actividad fundamental desde que en 1984 puso en marcha diversos programas como director general de Medio Ambiente de la Junta de Extremadura. "Tenemos valores positivos, y si sabemos conservarlos y adaptarlos a la modernidad y las necesidades de futuro inmediato, como el cambio climático o las sequías extremas, podremos lograr un desarrollo importante habiendo renovado la tradición", dice. Su interés ahora es mantener una de las tradiciones más ecológicas: la trashumancia. Por eso, ha ayudado a restituir las cañadas reales que unen España de norte a sur. Esta es la fórmula para sacar el ganado de las dehesas extremeñas y evitar que el sobrepastoreo en primavera destroce los renuevos de alcornoques y encinas, mientras que llevarlo un mes andando a las montañas del norte permite aprovechar sus pastos cuando el urogallo y otras aves han criado. Lo suyo siempre es una caricia sobre el paisaje, para no molestar. Fuente: La Vanguardia

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