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dionisio martín

El profesor extremeño Dionisio Martín Nieto ha ganado, junto con el investigador José María Suazo, el XIX Premio Internacional de Investigación de la Fundación Foro Jovellanos. El certamen se falló este miércoles en Gijón.

La obra ganadora se centra en destacar la figura de Jovellanos como ilustrado y sus relaciones con las órdenes militares de Alcántara, Santiago y Calatrava. Los investigadores coinciden al valorar su figura con una perspectiva actual: «Fue un servidor público honesto que no se guiaba por ideologías o camarillas y un ejemplo para ciudadanos y políticos de hoy».

Entre los méritos aportados en el ensayo ganador, el jurado destaca la documentación inédita hallada por los investigadores en el Archivo Histórico Nacional y que arroja nueva luz sobre su biografía.

El trabajo titulado 'Jovellanos y el Colegio de la Orden Militar de Alcántara en Salamanca' recupera más de medio centenar de documentos firmados por el ilustrado al frente del Consejo de Órdenes Militares para mostrarnos su empeño reformador en esa institución. El resultado sirve para constatar que «es el mismo Jovellanos que actúa en todas las facetas de su vida, un hombre riguroso, metódico y que a pesar de las zancadillas que le pusieron nunca se desanimó», afirmó al diario El Comercio el historiador extremeño.

Martín Nieto es profesor de Geografía e Historia en el IES Puerta de la Serena de Villanueva desde su creación. Es cacereño de nacimiento, autor o coautor de una veintena de libros e hijo adoptivo de Campanario

eduardo naranjo. autorretrato

“Eduardo Naranjo/Obra reciente” es el título de una exposición con la que el Palacio de Gaviria, en los aledaños de la Puerta del Sol, inaugura su espacio de exposiciones situado en el Patio Andaluz de este noble edificio madrileño.
El acto de inauguración de la exposición, celebrado el pasado día 12 de junio, contó con una nutrida presencia de personas relacionadas con el mundo del arte y de sociedad madrileña, entre ellos los académicos de la Real de Extremadura Miguel del Barco Gallego y José Julián Barriga.

Hacía más de diez años que el pintor extremeño y académico de la RAEX no realizaba en Madrid una exposición individual. En la actual se exponen una veintena de lienzos de gran formato y dibujos pertenecientes a distintos momentos y estado de ánimo. El autor plantea una relectura de su obra y una síntesis de sus reflexiones sobre las distintas series en las que ha venido trabajo últimamente. Entre las obras presentadas en el palacio de Gaviria sobresalen dos grandes autorretratos realizados con 15 años de diferencia.

La exposición estará abierta al público hasta el 22 de julio y está siendo visitada por un gran número de personas interesadas en la obra de Eduardo Naranjo, uno de los máximos representantes del realismo onírico y fantástico de la pintura contemporánea española.

El jurado del XX Premio de Poesía García de la Huerta declaró ganador el poemario Cuerpo sin voz, de Emilia Oliva García. El premio lo convoca el Instituto de Educación Secundaria Suárez de Figueroa y está dotado con 1.200 euros y la publicación en los cuadernillos Intramuros. Destacó la unidad temática del poemario, que plantea dilemas fundamentales del ser humano (el ansia de perdurar y lo irremediable de la muerte) lejos de la percepción trágica que a menudo los envuelve, y lo hace a través de una utilización versátil de los recursos tanto de la tradición como de los más cercanos a lo experimental. Transmite la potencia vital de la palabra creadora y reconcilia al lector con la presencia natural de la muerte.
El jurado lo forman los profesores Benito Estrella Pavo, Eulalia Morán Contreras y Gema Borrachero García, con el ganador de la edición anterior, Gregorio Dávila Tena, y el director, Antonio Corchero, que seleccionaron esta obra entre 30 participantes.
Emilia Oliva García (Malpartida de Plasencia, 1957) es licenciada en Filología Románica e Hispánica por la UEx; ha sido profesora de Francés en Escuelas Oficiales de Idiomas e institutos y de Literatura y Cultura francesa en la Facultad de Filosofía y Letras. En la actualidad, en el IES Al-Qázeres. Ha puesto en marcha talleres literarios y fruto de esta labor de difusión es Breverías (Celya, 2008), antología de microrrelatos del taller de la CPR de Zafra.

La historia está llena de guerreros casi sobrehumanos que, sin más ayuda que una espada, logran detener a costa de su vida a un sin fin de enemigos. Entre los más populares destaca un combatiente noruego que, allá por el siglo XI, defendió en solitario (y durante muchísimas horas) el puente inglés de Stamford con el único objetivo de que su señor, Harold III, pudiese organizar sus ejércitos para enfrentarse al enemigo. Su gesta es más que popular en el país. Y eso, a pesar de que tiene mucho que envidiar a una similar, pero mucho más castiza: la del«Sansón extremeño», Diego García de Paredes.
Guerrero letal y estratega temible, este héroe español (seguidor del popular Gonzalo Fernández de Córdoba) se ganó a golpe de mandoble el apodo que le dio el ejército francés durante el siglo XVI: «Le gran diable». Un apelativo que poca traducción necesita y que deja claro el pavor que causaba entre los militares galos. No es para menos ya que -siempre según las crónicas- llegó a segar la vida de hasta 500 enemigos mientras defendía (más solo que el Laúna al que se cree que hace referencia el conocido dicho) un puente construido con barcazas por el enemigo en las cercanías del río Garellano (en Nápoles).

¿Realidad o mito? ¿Leyenda o hecho palpable? A día de hoy, los expertos no son capaces de ponerse de acuerdo. Sin embargo, para el periodista especializado en historia César Cervera Moreno, lo que realmente importa no es que este Hércules rojigualdo acabara con 10, 100 o 500 enemigos aquel día. Según sus palabras, lo más reseñable es que, tras esta exagerada cifra, hay un deseo por parte de los cronistas de dejar claro que Diego García de Paredes era uno de los militares más letales de su tiempo. Al menos, así lo explica en su nueva obra: «Superhéroes del imperio. Mito y realidad de los hombres que forjaron España» (La esfera de los libros, 2018).
«”Le gran diable” se destacó evitando el avance francés, aun cuando la cifra de los 500 muertos pueda ser una exageración grotesca. […] Al igual que en otros fragmentos legendarios de su biografía, se puede leer entre líneas de esta anécdota el estilo bravucón del personaje y otros detalles», explica Cervera en su libro. En cualquier caso, las heroicidades de este curioso Sansón fueron equiparables a la cantidad de señores a los que sirvió fielmente. Una lista que incluye al Papa Alejandro VI (de la familia Borja -más popular por su traducción italiana: Borgia-).
De España a Nápoles
Diego García de Paredes nació en 1468 en Trujillo, y desde sus primeros años estuvo unido a una espada. A día de hoy, su infancia se debate también entre la realidad y la leyenda. Así lo deja claro, al menos, el mismísimo Miguel de Cervantes en el Quijote, donde explica que el «Sansón extremeño» «detenía con un dedo una rueda de molino en la mitad de su furia» o que, en una ocasión, arrancó la pila de agua bendita de la iglesia de Santa María la Mayor para ofrecer a su madre el líquido elemento. «Se afirma que, tras ello, fueron necesarios seis hombres para meter la pila de nuevo», completa Cervera.
Pero la fuerza no le granjeó en principio una buena cantidad de monedas. Nada más lejos. De hecho, se vio obligado a tomar las de Villadiego y viajar hasta Italia para ganarse el pan. Tuvo suerte, pues en Nápoles logró hacerse un hueco a las órdenes de Alejandro VI. Así lo explicó el mismo «Sansón extremeño» en su biografía: «En el mismo año llegué a Roma con gran necesidad yo y mi hermano Álvaro de Paredes, en la cual ciudad no hallamos quien nos diese de comer, y estando pensando cómo se podría salir de tal fatiga, acordamos de asentar por alabarderos en la Guarda del Papa».

Sin embargo, una desavenencia con el sumo pontífice le obligó iniciar un camino tortuoso como soldado de fortuna en el que estuvo a las órdenes de personajes como el duque de Urbino o Próspero Colonna. Aunque su vida como espadachín a sueldo se extendió solo hasta el año 1500, cuando se unió al Gran Capitán para conquistar Cefalonia a los turcos. Fue precisamente en esta ciudad donde Diego se ganó el apodo que le acompañó hasta su muerte después de combatir en solitario, y durante tres días, sobre las murallas enemigas.
Aquella contienda le granjeó una heroica reputación entre sus compañeros. Sin embargo, el «Sansón extremeño» tuvo que esperar hasta 1502 para ganarse un hueco en la historia. Y es que, ese fue el año en el que el «Gran Capitán» le llamó para que combatiera bajo sus órdenes contra los franceses en Nápoles (una urbe que se disputaban a mandobles desde hacía varios años aquella primigenia España y la más asentada «France»).
«Yo haré que de aquí a veinte días, si queréis caminar, que nos metamos dentro en Francia quedando vencidos y rotos los franceses»
Iniciada la contienda, nuestro Diego demostró su gallardía al enfrentarse -y aplastar, todo sea dicho- a la caballería pesada gabacha (los carros de combate de la época) en la batalla de Ceriñola, acaecida el 28 de abril de 1503.
Después de Ceriñola, el «Gran Capitán» no se amilanó y continuó su avance hacia la ciudad de Gaeta. La campaña fue narrada pormenorizadamente por el cronista Fernando del Pulgar en su «Crónica del Gran Capitán». Para su desgracia, no pudo ser más desastrosa ya que, superados por el enemigo, a los nuestros no les quedó más remedio que poner pies en polvorosa. «Viendo el daño que la artillería hacía a su gente, y viendo así mismo que cada día esperaban el socorro del rey de Francia los de la ciudad, […] determinó retirarse», desvela el autor de la época.
Desesperados, los hombres del «Gran Capitán» huyeron hacia la orilla este del río Garellano.
El puente de la discordia
Inmediatamente, los españoles instalaron su campamento y aseguraron los pasos para evitar que los galos pudieran atravesar el Garellano. La respuesta francesa consistió en construir un puente uniendo varias barcazas para dar, cuanta más guerra, mejor. Y fueron precisamente aquellos trozos de madera los que se convirtieron en testigos mudos de un enfrentamiento verbal entre el «Gran Capitán» y su «hijo adoptivo», nuestro Diego García de Paredes.
Según se puede leer en la «Chronica del gran capitan Gonçalo Hernandez de Cordova y Aguilar» elaborada en 1584, todo comenzó cuando los franceses atravesaron el puente y atacaron las posiciones españolas con bravura.
En la crónica «Diego Garcia de Paredes i relacion breue de su tiempo», de Tomás Mayo de Vargas, se desvela que pintaban bastos para el Gran Capitán y los suyos hasta que el gigante apareció con unos 1.500 hombres. Al mando de este «tercio», como se le denomina en el texto, el «Sansón extremeño» obligó a huir al enemigo. No obstante, parece que el «Sansón» le reprochó sutilmente a su superior su actuación de la siguiente guisa:

«Qué tanta vergüenza es para todos que los franceses hayan osado penetrar en los términos del campamento».
En palabras de Mayo, el Gran Capitán le respondió entonces con cierto desdén:
«Este no es momento de quejas, sino de volver por la reputación de España, echando […] a los enemigos».
El gigante, sabedor de que atacar a los galos en su campamento era una locura, quiso entonces hacer ver a su señor el peligro que suponía combatir directamente contra el enemigo. Sus palabras fueron recogidas en la «Chronica del gran capitan Gonçalo Hernandez de Cordova y Aguilar»:
«Señor, lo que los franceses deseaban hacer ya me parece que lo han hecho, que ha sido quitar nuestra guardia del paso, con el daño y muerte de vuestra gente. Ya ellos se retiran a su campo […] y no hay al presente contra quien pelear. Por tanto, señor, mi parecer es que no pasemos más adelante, y pues de la otra parte no hay ningún francés con quien pelear, y no tenemos otros enemigos con quien combatir que no sea su artillería, que muy peligro [hará] contra nosotros. […] Según hemos visto, […] mejor sería que esperemos a que pasen mil o dos mil franceses, y que entonces diésemos sobre ellos, a donde sin duda tendríamos cierta victoria, y podríamos ganar todo el campo».

Esta postura tan cauta no gustó demasiado al Gran Capitán, quien cargó contra García de Paredes por meterle el miedo en el cuerpo:
«Diego Garcia, pues no puso Dios en vos miedo, no lo pongáis vos en mi».
Aquel ataque supuso un verdadero cuchillo para el «Sansón extremeño», que le respondió -atendiendo a la misma relación- con «gran enojo»:
«Señor, lo que yo tengo dicho no son palabras de miedo, que hoy no hay quien meta mayor miedo […] que yo meteré. […]. Yo haré que de aquí a veinte días, si queréis caminar, que nos metamos dentro en Francia quedando vencidos y rotos los franceses».
Una gesta increíble
Después de estas palabras, y con un «incendio en los ojos» por la ira, Diego bajó de su caballo, cogió un montante (una gran espada a dos manos) y se dirigió hacia el puente francés ávido de sangre enemiga. El que el «Gran Capitán» albergara una mera duda sobre su valor fue un daño peor que un lanzazo en el corazón. Con todo, y a pesar de su enojo, el «Sansón extremeño» se aventuró totalmente sereno hacia las barcazas unidas y solicitó a los guardias franceses parlamentar.
«Los franceses, viendo que venía solo, […] que parecía venir en paz, se allegaron pacíficamente a hablarle, el cual en llegado a ellos, los trató con mucha cortesía, y los franceses así mismo».
El gigante solicitó entonces audiencia con todas las personalidades francesas del campamento. Desde el general, hasta los capitanes. Y, al menos según la crónica, las consiguió. Fue entonces cuando desató su furia y «se metió entre ellos» dando espadazos con su montante.
«Peleando como un bravo León, empezó de hacer tales pruebas de su persona, que nunca las hicieron mayores en su tiempo Héctor, Julio César o Alejandro Magno»
La escena resultante dejó asombrados a galos y españoles. Un solo hombre luchando como un león contra todos aquellos enemigos. La respuesta gabacha no se hizo esperar y, atendiendo a las fuentes, enviaron un total de 2.000 hombres para enfrentarse a este alocado personaje.
«Peleando como un bravo León, empezó de hacer tales pruebas de su persona, que nunca las hicieron mayores en su tiempo Héctor, Julio César o Alejandro Magno, ni otros antiguos valerosos capitanes, pareciendo verdaderamente otro Oracio en su denuedo y animosidad».
La relación de Mayo narra esencialmente el mismo combate:
«En el de Garellano, el español Diego García de Paredes, sin ayuda alguna, solo, no resiste, más acomete, y sustenta igual batalla contra todo un campo lleno de valentísimos soldados franceses, y de mayor nombre que los toscanos, en que hizo tal estrago que poblaba las riveras de cuerpos de franceses, los cuales siempre tuvieron el paso abierto, sin que derribasen el puente los españoles, con que se renovaba por puntos la contienda con la muchedumbre de enemigos».
Finalmente, la infantería española acudió en su ayuda y los franceses se vieron obligados a huir. En el camino, sin embargo, las crónicas afirman que los galos tuvieron que lamentar más de 500 muertosprovocados por las manos de Diego García de Paredes. Algunos aplastados por su montante, y otros ahogados mientras intentaban intentar huir. En cualquier caso, la gesta del «Sansón extremeño» provocó el asombro de los presentes y los cronistas, como así quedó claro en una relación que César Cervera cita en «Superhéroes del imperio»:
«Túvose por género de milagro, que siendo tantos los golpes que dieron en Diego García de Paredes los enemigos... saliese sin lesión».
Entre el mito y la ficción
¿Debemos creer las crónicas al pie de la letra? Según desvela César Cervera a ABC, hay que interpretarla: «Tal vez si pudiéramos quitar capas de mito a la historia de Hércules o al Sansón de la Biblia en el fondo, muy en el fondo, saldría un ser humano que existió en términos más razonables. Con Diego García de Paredes pasa igual; si quitamos capas de exageración de lo que se dice de él en las crónicas, aparecen una serie de maniobras completamente reales, que acometió un oficial que luchaba preferentemente con un mandoble gigante (esto revela que tenía que exponerse mucho)».
La realidad, no obstante, se oculta para Cervera tras todas estas exageraciones. «Como soldado debió ser un tipo muy bestia, con una fuerza y una estatura por encima de la media, que en la defensa de sitios angostos, como un puente o una muralla, le daba una clara ventaja. Que matara a diez o a 500 hombres ya depende del adorno. En todo caso, como decía el personaje de Samuel L. Jackson en la película de "El Protegido", “vivimos tiempos tan mediocres que nos cuesta creer que en otros tiempos hubiera hombres extraordinarios”», añade.

El sábado 19 de mayo, en la sede del Ayuntamiento de Trujillo, se celebró el solemne acto de firma del Convenio de Colaboración entre la Academia Nacional de Historia y Geografía de México y la Real Academia de las Letras y las Artes de Extremadura con la intervención, respectivamente, de sus máximos representantes, Luis Maldonado Venegas y Francisco Javier Pizarro, y con asistencia del alcalde de la ciudad, Alberto Casero Ávila.

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El Convenio tiene por finalidad la cooperación en programas conjuntos y en la ejecución de proyectos relacionados con la difusión del patrimonio de ambas instituciones. Se concretará en la intervención de los miembros de cada una de las Academias en tareas de asesoramiento, intercambio de colaboración y celebración de conferencias o actos culturales que redunden en beneficio de las entidades.

El acto de la firma se desarrolló en el salón de plenos del palacio municipal trujillano, ocupando el estrado de presidencia el alcalde y los rectores de las dos Academias, y con la presencia en los escaños de los miembros de la delegación mejicana y de los académicos de la RAEX.

El alcalde de la ciudad dio la bienvenida a los académicos e hizo una extensa y documentada referencia a la historia compartida entre España y Méjico. Citó la repercusión que para la historia universal han tenido los acontecimientos protagonizados por el pueblo mejicano y muy singularmente su contribución a la literatura y a las artes. Se felicitó por la colaboración emprendida por las dos Academias y se comprometió a continuar apoyando las actividades que se emprendan en el futuro.

A continuación entregó la Medalla de la Ciudad de Trujillo al presidente de la Academia Nacional de la Historia y Geografía de México, Luis Maldonado Venegas.

Seguidamente se procedió a la firma del Convenio Marco de Colaboración de las Academias Mexicana y Extremeña por parte de sus máximos representantes.

El director de la RAEX, Francisco Javier Pizarro, agradeció la presencia de las autoridades y la acogida dispensada por el alcalde de la ciudad. Saludó a la secretaria general de la Consejería de Cultura e Igualdad de la Junta de Extremadura, Ines Carreras Gonzalez, y a los representantes del resto de las instituciones. Recordó su reciente visita a México y el reconocimiento que como representante de la RAEX recibió por parte de Universidades, Academias y otras entidades. Se comprometió a impulsar las iniciativas de colaboración que como fruto del Convenio surgirán de inmediato. Afirmó que para él Méjico no era su segunda patria, sino una misma patria junto con la española.

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El director de la Academia extremeña manifestó más adelante: “Estamos en una ciudad de la que partieron numerosos trujillanos que fueron parte fundamental de la empresa americana en los tiempos de la modernidad histórica. Muy cerca de aquí se encuentra la localidad (Belvis de Monroy) de la que salieron los Doce Apóstoles de México para fundar el importante convento de Huejotzingo. Estamos en una tierra de emigración y exilio. En una tierra de transterrados que recalaron en México y que, merced a la encomiable labor del presidente Lázaro Cárdenas, pudieron no solo salvar sus vidas, sino tener la oportunidad de dar una nueva dimensión a las mismas para seguir construyendo y compartiendo la historia”
“Hoy, cuando todo parece estar escrito y dicho, -añadió el director de la RAEX- sigue siendo necesario que desde la comunidad científica se siga trabajando para desvelar toda una historia de relaciones entre España y América a partir del hilo conductor de símbolos y pilares como el de la Virgen de Guadalupe… Y es preciso rescatar del olvido, e incluso sacar del anonimato, a mujeres y hombres de la cultura novohispana del siglo XX y del presente siglo, en el que los jóvenes tratan de abrirse camino a través de la cultura; pero, desde mi punto de vista -reiteró- es aún más acuciante sacar del olvido y del anonimato a aquellas mujeres y a aquellos hombres que durante siglos forjaron los pilares y fundamentos de la cultura novohispana”. ( ver texto completo)

Seguidamente el presidente de la Academia Nacional de Historia y Geografía de México pronunció un importante discurso en el que afirmó que el compromiso suscrito con la RAEX será “ocasión propicia para tomar el Quinto centenario de la conquista de México como un espacio profundo de revisión, análisis, replanteamiento y reconciliación con uno de los capítulos fundacionales de la identidad mexicana. Pero hago énfasis en el hecho – añadió- de que este pasaje también contribuyó a forjar la identidad española”

En otra parte de su discurso el doctor Maldonado Venegas manifestó: “me es preciso afirmar que, más allá del violenta estigma que representó la conquista española y del rigor expansionista que prevaleció entre los siglos XV y XVI en la Europa premoderna, los efectos derivados de aquel encuentro que detonó lo que pudiéramos llamar el primer proceso de integración mundial, ya que durante la etapa de la colonia se pudo establecer la síntesis precursora de la milenaria cultura occidental con las altas civilizaciones de la antigua Mesoamérica, Centro y Sudamérica”

El doctor Maldonado Venegas terminó su discurso mostrando su compromiso “con la tarea de erigir una nueva conciencia colectiva que restituya para las actuales y futuras generaciones un orden de valor fraterno que mire al pasado con orgullo y avizore con esperanza el porvenir” (ver texto copleto).

Terminada su intervención, el presidente de la Academia mexicana entregó al alcalde de la ciudad la condecoración de la Orden de la República. El acto finalizó con el agradecimiento del alcalde trujillano y reiterando su ofrecimiento de colaboración con las dos entidades firmantes del Convenio.

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