Francisco Giner de los Ríos junto al nogal del jardín de la Institución Libre de Enseñanza, Madrid, hacia 1912. Fundación Francisco Giner de los Ríos [Institución Libre de Enseñanza]
Giner vivió suspirando y suplicando por un modelo distinto. Vivió haciendo del conocimiento una herramienta, no un vago recuerdo. Han pasado 100 años desde que el fundador de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) falleciera dejando un legado que a día de hoy nos parece moderno. Murió antes de que su Institución fuese expropiada, antes de que sus ideas vivieran en cabezas exiliadas y con la creencia de que la educación nos hace más humanos que la existencia.
La Fundación Francisco Giner de los Ríos ha recopilado sus textos, los de sus coetáneos, los de sus amigos. Pinturas, esculturas, fotografías, juguetes y trajes relacionados con esta segunda Edad de Oro de la cultura española. En total, 400 piezas que dibujan el rostro de un movimiento que coloreó de libertad a niños con futuros grisáceos. Desde los primeros pasos krausistas hasta hoy, la exposición recorre todo el proceso. Sus causas, sus consecuencias, sus sufrimientos, sus alegrías y su vigencia. Lo hace en El maestro de la España moderna. Francisco Giner de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza, comisariada por José García-Velasco y que se puede visitar hasta el 10 de abril del año que entra.
"La educación para Giner era dar las herramientas para que el niño construyese su conocimiento. Tal y como dijo Ortega: 'Seguir a Giner es seguir hacia delante'", comenta García-Velasco. En sus aulas, siempre abiertas al exterior, no había textos ni exámenes. "No quería crear jaulas y nosotros hemos diseñado la exposición con esa misma idea, dejando que los institucionistas hablasen por sí solos". Así, aparecen Sorolla (que confió a Giner la educación de sus hijos), Maruja Mallo, Pardo Bazán, Unamuno, Darío Villalba... y una lista interminable de intelectuales y creadores que creyeron y participaron en el proyecto de Giner.
La represión genera sueños, y fue tras la segunda cuestión universitaria promovida por Manuel de Orovio (que pedía una adhesión a los poderes políticos) cuando se generó en Giner y en sus compañeros la esperanza de una enseñanza más libre, más laica, menos política. Fue la semilla de la idea, y lo consiguieron. Era 1876 cuando diseñaron ese laboratorio de prácticas, iniciativa que culminaría con la creación de la Junta de Ampliación de Estudios en 1907.
Formación internacional
Tal y como asegura Velasco, "Giner creía en la ciencia y en la educación de una manera muy internacional. Supo ver que en las relaciones con otros centros extranjeros estaba el éxito del proyecto. De 1907 a 1936 consiguió 1.000 becas para que sus estudiantes se formarán en otros países". Estas conexiones y esa obsesión con el avance, fomentaron la creación de grupos como el de neurobiólogos y fisiólogos liderado por Cajal o el de físicos de Blas Cabrera.
Fue en 1910 cuando aparece el lado más conocido de esta Institución, la Residencia de Estudiantes. "Fue uno de los focos de la modernización. En ella se generó un ambiente propicio al trabajo, la creatividad y la búsqueda de la excelencia". Unamuno, Ortega, Cabrera o Moreno Villa fueron algunos de los profesores de esta escuela, que llegó a recibir a Einstein en una conferencia sobre la Teoría de la relatividad. "Quiero levantar el alma del pueblo entero", dijo Giner, y por lo menos lo consiguió en su pequeño oasis de la actual calle Martínez Campos de Madrid.
Pero entonces el país cambió, y como todo lo que se desarrolló durante las primeras décadas del siglo XX, la Institución Libre de Enseñanza tuvo que morir para poder seguir soñando en futuro. "Para que España vuelva a ser, es necesario que la Institución no sea", escribió Fernando Martín Sánchez Juliá. Y es que las mentes libres provocan miedos atroces.
En su número 920, el 31 de diciembre de 1936, el Boletín de la Institución anuncia la suspensión de la misma, "mientras dure la situación anormal que atraviesa el país". Terminó la Guerra y el proyecto fue ilegalizado, sus bienes incautados "por sus ideas contrarias al Nuevo Estado". Pero el símbolo de Giner y sus ideas sobrevivieron en el exilio gracias a los institucionistas y a todos aquellos que fueron tocados por sus esperanzas en el cambio.
No dejaron que su trabajo se perdiera, y en la Transición se recuperaron muchas de sus bases educativas. "La descendencia de Giner se ha ido perpetuando, heterogénea y activa hasta hoy". Recuperaron la Residencia de Estudiantes, la rehabilitaron, impulsaron el legado histórico y 100 años más tarde siguen atentos a las evoluciones científicas y culturales. Hay frases difíciles de borrar por la fuerza de su sentido. "Si veis en la escuela niños quietos, callados, que ni ríen ni alborotan, es que están muertos: enterradlos", escribió Giner, considerado por Unamuno como "el Sócrates español".
Fuente: El Mundo