En 1936, más de 70.000 personas entraron en Portugal. Al año siguiente, la cifra descendió a 32.000 y en 1938 fueron 21.000. A través de la frontera legal, miles de españoles huyeron a Portugal en aquel año siniestro del comienzo de la Guerra Civil. Ilegalmente, por ríos, trochas y veredas, cruzaron no se sabe cuántos. Hasta agosto del 36, escaparon muchas familias de orden que no estaban a gusto con el régimen republicano. Así sucede con 400 refugiados, solo mujeres y niños, de Encinasola, que entran en Barrancos antes del golpe de estado, o con los más de 9.000 que cruzan en febrero, cuando los partidos republicanos ganan las elecciones y acceden al gobierno.
Gran parte de estos refugiados regresan al estallar la Guerra Civil, sobre todo tras la toma de Badajoz por el ejército de África. Entonces toca el éxodo a la inversa. Son miles de republicanos los que escapan de la represión y de nuevo la frontera se convierte en un trajín incesante de huidos. Siempre se ha dicho que dependiendo del punto por donde escaparan, la suerte podía ser una u otra. Así, escapar por Barrancos, como hicieron 340 republicanos de Jerez, 294 de Oliva o 68 de Villanueva del Fresno era una garantía de supervivencia. Sin embargo, unos kilómetros más al sur, escapar por Rosal de la Frontera, como haría un par de años después Miguel Hernández, era jugártela porque los guardiñas de Serpa te devolvían a España.
Tras la toma de Badajoz, se sabe que quienes cruzaron por Campo Mayor, caso del alcalde Sinforiano Madroñero o del diputado socialista Nicolás de Pablo, fueron devueltos a España y fusilados el 20 de agosto. Sin embargo, ¿qué sucedió con los cientos de extremeños que escaparon a Elvas?
Conocemos el caso del coronel Puigdendolas, jefe militar republicano de Badajoz, que fue detenido en el puesto fronterizo de Retiro, encarcelado en el fuerte de Caixas y enviado a Tarragona en el buque Niassa. Luego sería asesinado en Parla en octubre por sus propios milicianos cuando intentaba detener pistola en mano una desbandada de sus tropas. ¿Pero y los demás refugiados?
'El caso de Elvas' es un trabajo presentado en la Universidad de Lisboa por Moisés Alexandre Antunes Lopes y dirigido por los profesores Sérgio Campos y César Rina (Universidad de Extremadura). Estudia con detalle qué sucedió con los refugiados españoles en Portugal durante la Guerra Civil, en concreto con los que cruzaron a Elvas. La primera conclusión que se extrae leyendo el trabajo es que en Elvas no se impuso una política general de devoluciones, que significaban el camino directo al paredón.
En el Alentejo, además de los campos de concentración de las heredades de Russianas y Coitadinhas en Barrancos y de la plaza de toros de Moura, habrá otros dos campos en la plaza de toros de Elvas, donde serán encerrados 800 soldados, dos mayores y cuatro capitanes, y en el fuerte de Graça, que acogerá a 211 españoles. Además, había refugiados acogidos en asilos, sin contar los 'ilegales' escondidos en casas particulares. El trabajo calcula que podría haber unos 3.000 refugiados en la zona de Elvas y Campo Mayor.
Muchos volverán a la España republicana en el buque Niassa, que en octubre de 1936 los lleva de Lisboa a Tarragona. Sin embargo, hubo muchas devoluciones no constatadas ni certificadas, lo que provocó la protesta del gobierno republicano. Un caso curioso que desvela el trabajo es la entrega en Montalvão el 3 de agosto de 1936 de un alférez, dos sargentos, 16 carabineros y dos soldados, todos ellos republicanos, que habían cruzado la frontera por Cedillo en barca o a nado y son desarmados y trasladados a Lisboa.
A partir del 23 de octubre de 1936, cuando el gobierno portugués rompe relaciones con la República y reconoce al gobierno de Burgos, la situación se vuelve más complicada para los republicanos que pretenden refugiarse en Portugal, pero la gran desbandada ya había terminado y Elvas no había sido un mal sitio para escapar.
Fuente HOY