La muerte de don Antonio Montero Moreno, académico numerario de la RAEX y arzobispo emérito de Mérida-Badajoz, ocurrida el 16 de junio de 2022, ha provocado una profunda y sincera conmoción en círculos sociales y religiosos de España y, muy particularmente en toda Extremadura. Su desaparición, a los 93 años, independientemente del sincero reconocimiento que le profesaba la sociedad extremeña, tanto laica como confesional, ha servido, por otra parte, para recordar el importantísimo papel que monseñor Montero desempeñó con ocasión de la creación, en 1994, de la provincia eclesiástica de Extremadura, integrada por las tres diócesis de la región: Plasencia, Coria-Cáceres y Mérida- Badajoz. Fuentes conocedores del proceso de creación de la Archidiócesis extremeña señalan como determinante la actitud y la determinación de monseñor Montero, que lo consideran como el máximo responsable de aquella decisión histórica. Su voluntad de ser enterrado en tierra extremeña y el sincero homenaje que recibió a lo largo de las exequias celebradas en Mérida y Badajoz constituyen la prueba definitiva del respeto y el aprecio que el pueblo y las instituciones regionales han profesado a quien en 2001 recibiera, como máximo homenaje, la Medalla de Extremadura y otras importantes distinciones regionales.
Don Antonio Montero ostentó hasta su fallecimiento la Medalla número 11 de la Real Academia de Extremadura de las Letras y de las Artes por elección el 24 de mayo de 1997 en sustitución del académico García Durán Muñoz. Pronunció el discurso de ingreso el 29 de abril de 2006 con un estudio sobre el obispo San Juan de Ribera (s. XVI-XVII), antecesor de monseñor Montero en la sede episcopal de Badajoz. En aquella ocasión glosó la importancia del prelado pacense en la historia así como la contribución de los humanistas extremeños, entre ellos Pedro de Valencia, en la promoción de los valores religiosos y sociales de la comunidad.
El académico recientemente fallecido asistió con puntualidad, siempre que sus obligaciones y sus circunstancias de salud se lo permitieron, a las reuniones de la RAEX. Sus compañeros en la Institución recuerdan su permanente actitud de concordia y armonía en todas las incidencias académicas en las que convivieron. La mayoría de los miembros de la Academia guardan recuerdos personales muy preciados del carácter abierto y solidario de quien está ya en la historia social y eclesiástica de la Comunidad.
Tantas cuantas veces se pretenda documentar la historia de los procesos de cohesión regional acaecidos en Extremadura en la segunda mitad del pasado siglo, tendrá necesariamente que contar con la decidida contribución de la iglesia extremeña cuando inició una ardua marcha para unificar sus estructuras creando una única provincia eclesiástica. Quienes tuvieron la oportunidad de escuchar el relato de aquellos hechos podrán testimoniar los esfuerzos que el primer arzobispo extremeño de los tiempos modernos tuvo que realizar y también su sincera frustración de que aquel proceso de unidad no se viera recompensando con la incorporación de Guadalupe a la nueva provincia eclesiástica como había sido su firme voluntad y los acuerdos alcanzados. Personas de su entorno abrigan la esperanza de que las indudables cualidades literarias y de investigación histórica le hayan permitido dejar por escrito el relato de uno de los capítulos más importantes de la historia eclesiástica de la región. Su compromiso personal, pastoral y emocional con Extremadura fue tan estrecho y sincero que existen testimonios que prueban su renuncia a otros cargos eclesiásticos fuera de la región y que le hubieran supuesto mayores responsabilidades y una mayor proyección eclesial. Su renuncia a ausentarse de Extremadura fue el mayor testimonio del firme compromiso personal con la región.
Independientemente de su trabajo al frente de la iglesia extremeña, don Antonio Montero jugó un importante papel en la evolución y renovación del pensamiento católico nacional. Don Antonio Montero fue un maestro y un referente mundial de comunicador cristiano reconocido y de gran impulsor de iniciativas periodísticas y editoriales. Desde sus años en Roma formó ya parte activa de un movimiento literario de jóvenes sacerdotes entre los que se encontraban José Luis Martín Descalzo, José María Javierre o José María Cabodevilla. Años más tarde, en Madrid, impulsó un interesantísimo movimiento cultural e intelectual que puso en marcha el grupo editorial PPC-Vida Nueva de gran trascendencia en la gestación y divulgación del Concilio Vaticano II en España, de cuyo desarrollo el joven sacerdote fue destacado cronista. Un extremeño, el periodista moralo José María Pérez Lozano, fue en aquellos años uno de los colaboradores más estrechos del que con el tiempo fue arzobispo de la provincia extremeña. Don Antonio Montero Moreno fue subdirector (1953-1958) y director (1958-1967) de la revista ‘Ecclesia’, publicación oficial de la Conferencia Episcopal Española. Miembro, y presidente durante quince años de la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social de la Conferencia Episcopal Española; miembro del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales durante diez años; y miembro del Consejo Episcopal Europeo para las Comunicaciones Sociales desde su creación. Monseñor Montero ha sido en definitiva un pionero y ejemplo casi único en la Iglesia en España al haber sabido conjugar su labor pastoral con la de comunicador y divulgador de los procesos de renovación católica a lo largo del siglo XX. Fundador de editoriales, director de revistas, editorialista del diario “YA”, cronista del Vaticano, colaborador de diferentes medios y gestor de múltiples iniciativas de divulgación intelectual y religiosa. En 1961 la Biblioteca de Autores Cristianos publicó su “Historia de la Persecución religiosa en España” (1936-39), tesis doctoral en la Universidad Pontificia de Salamanca y obra ya clásica en su género, de la que han publicado cinco ediciones.
Por otra parte, centeneras de artículos con o sin su firma, editoriales de las publicaciones eclesiales y católicas de la segunda mitad del pasado siglo salieron de la pluma de monseñor Montero, a las que imprimió ese espíritu de moderación y concordia que tantas referencias y testimonios ha provocado su desaparición. Ese mismo carácter de respeto institucional y actitud de franca colaboración con los responsables públicos es el que supo mantener en nuestra Comunidad hasta el punto de servir de ejemplo de relación entre el sector religioso y las instituciones políticas.
En el plano regional, durante sus veintiún años de servicio a esta Iglesia local impulsó el nacimiento y desarrollo de tres grandes obras sociales: El “Proyecto Vida”, para personas drogodependientes, y el “Centro Hermano” y “Padre Cristóbal”, en Badajoz y Mérida, respectivamente, para personas sin hogar. Además, creó el Fondo de Solidaridad para colaborar en proyectos del Tercer mundo. Durante su episcopado Cáritas se implantó y desarrolló en la mayor parte de las parroquias de la diócesis, así como numerosos proyectos a favor de la infancia, las familias desestructuradas. Entre las acciones sociales que promovió D. Antonio Montero también destaca la celebración en Mérida del “Congreso de la Pobreza” en el año 1999.
Fruto de esa inquietud por los Medios de Comunicación fue el nacimiento, en 1993, de la publicación “Iglesia en Camino”, semanario de actualidad diocesana en cuyas páginas recuperó el quehacer periodístico en activo, con más de trescientos artículos, en formato de ensayo religioso, parte de los cuales ha publicado, articulados entre sí, la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC) en un volumen titulado “Creyentes y testigos”. Fue cofundador, junto al grupo Correo, de la emisora de televisión local “Telefrontera” y apostó por la puesta en marcha de Popular TV Badajoz.
Entre sus preocupaciones pastorales se encontraba la formación de los laicos, por ello creó la Delegación de Apostolado Seglar, así como la Escuela de Teología y del Instituto Superior de Ciencias Religiosas “Santa María de Guadalupe”, las Escuelas de formación de agentes para laicos y Escuelas para catequistas; plan de formación para hermanos mayores de cofradías, cursos de formación para el diálogo de la fe con la cultura en la Universidad.
Don Antonio Montero nació en Churriana de la Vega (Granada) el día 28 de agosto de 1928 y cursó sus estudios eclesiásticos en el seminario de su archidiócesis, licenciándose en Teología en la Facultad jesuítica de la capital granadina. Obtuvo también la licenciatura en Historia de la Iglesia por la Universidad Gregoriana de Roma, y el Doctorado en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca. Se graduó posteriormente en Periodismo por la Escuela Oficial de Madrid. Fue ordenado sacerdote el 19 de mayo de 1951. El 10 de abril de 1969 el Papa Pablo VI le nombró obispo titular de Regiana y Auxiliar de Sevilla y el día 3 de mayo de 1980 fue nombrado obispo de Badajoz. El día 28 de julio de 1994, el papa San Juan Pablo II creó la nueva Provincia Eclesiástica y nombró primer Arzobispo de la nueva Sede Metropolitana a monseñor Antonio Montero Moreno.
Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes