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Un ‘zurbarán’ inédito emerge en Bruselas 350 años después

'Los desposorios místicos de Santa Catalina de Alejandría' fue uno de sus últimas obras
El lienzo apareció hace dos años en manos de un coleccionista privado en Suiza 27 de agosto de 1664. Francisco de Zurbarán muere en Madrid tras haber dejado una profunda huella religiosa en la pintura española del Siglo de Oro. En el inventario post mortem que se hace en su casa, además de lo habitual –sábanas, camas, sillas…-, aparece un cuadro de nombre sugerente: Los desposorios místicos de Santa Catalina de Alejandría. Tras ir cambiando de propietario a través de los siglos, esta obra desaparece sin dejar rastro. Hasta ahora. Los visitantes del Palacio de Bellas Artes de Bruselas serán los primeros que puedan apreciar a esta joven Virgen María sosteniendo a un niño Jesús que coloca el anillo de casada a la santa del título. Zurbarán pintó esta escena en los últimos años de su vida, en una etapa que los críticos van apreciando cada vez más. “Su valor artístico responde a un especial interés por la producción tardía del pintor, que hace años se consideraba de decadencia. Vemos ahí una paleta más clara, un Zurbarán más íntimo”, asegura Gabriele Finaldi, director adjunto de Conservación del Museo del Prado y asesor de la exposición que se ha inaugurado hoy en la capital belga. Tras perderle la pista, los especialistas tienen noticias de Los desposorios místicos de Santa Catalina de Alejandría por primera vez hace dos años, cuando aparece en Suiza en manos de un coleccionista francés. Pero en este tiempo no se ha mostrado en ningún lugar, ni siquiera en la exposición que hasta el pasado 6 de enero se celebró en Ferrara (Italia), análoga a la de Bruselas. El pintor extremeño se trasladó a Sevilla muy joven. Pero el declive económico de esta ciudad en la segunda mitad del siglo XVII le obligó a mudarse a la capital del reino. La peste bubónica de 1649, la crisis de la ruta comercial con el Nuevo Mundo y las guerras europeas castigan la economía de la hasta entonces próspera Sevilla. Por si fuera poco, un joven llamado Murillo empieza a despuntar y arrebata a un Zurbarán ya en la cincuentena los pocos encargos que le hacen. Es entonces cuando decide irse a vivir a Madrid y cuando reduce el tamaño de los cuadros frente a la época de esplendor sevillana, en la que pintaba para las boyantes órdenes religiosas. “Los artistas que han tenido éxito suelen ser buenos hombres de negocios. Tienen habilidad para adaptarse a las situaciones económicas. En esta etapa madrileña trabaja para nobles y gente con poderío económico, pero no para la Corona. Produce un gran número de obras gracias a mantener un taller de aprendices muy activo”, explica Finaldi. Es en ese momento, ya muy cerca del final de su vida, cuando pinta el matrimonio místico que ahora pueden ver hasta el próximo 25 de mayo los que vayan a la capital belga, justo ahora que se cumbre el 350 aniversario de la muerte del maestro.

 

Fuente: Luis Doncel Bruselas 30 ENE 2014 -

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