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La RAE apuesta por la era digital y elige a Darío Villanueva como nuevo director

Darío Villanueva se sienta en la letra D… de digital. Y ese parece el camino que tomará con él la Real Academia Española (RAE), después de haber sido ascendido al cargo de director, gracias a la mayoría absoluta que ha logrado, 28 de los 35 votos de los académicos (4 en blanco), de los que ha recibido el respaldo de 28. Villanueva (Villalba, Galicia, 1950), antiguo secretario de la nave de la lengua española, sucede a José Manuel Blecua (Zaragoza, 1939), después de cuatro años al frente de la Academia. Además, han sido nombrados como tesorero Guillermo Rojo y como bibliotecario Pedro Álvarez de Miranda. El futuro ya está aquí, en un salón coronado por retratos de notables académicos, rodeado por incunables, diccionarios y gramáticas. Lámparas doradas, estanterías forradas en terciopelo rojo y bajo llave. La sala que da al despacho del nuevo director, a través de una puerta gigante, es una máquina del tiempo que transporta al siglo XIX. No es Estocolmo, ni por asomo. Pero el protocolo y el rito lo simulan. Blecua se despide y asegura que no son momentos fáciles, pero se muestra convencido en la experiencia de su sucesor para sacar el barco adelante.
En su primera intervención como director electo, Darío Villanueva a asegurado que ha llegado el momento de refundar el Diccionario, porque vivimos en una nueva época “Ha llegado el momento de refundar el Diccionario, porque vivimos en una nueva época”, aseguró el nuevo director, agarrado al atril de madera quizá temeroso de los temblores que pudieran provocar una afirmación como esa en esta casa. “La nueva época exige también una puesta al día del funcionamiento interno de la casa. Presentamos un programa a cuatro años vista, como la legislatura. Se trata de un plan estratégico que tratará de resolver las amenazas y aprovechas las oportunidades”, dijo Villanueva, que tomará posesión de su cargo el próximo 8 de enero.
Darío Villanueva y José Manuel Blecua, futuro y pasado de la RAE. (EFE)Darío Villanueva y José Manuel Blecua, futuro y pasado de la RAE. (EFE) El nuevo director ha entrado con un nuevo paso y liderará la transición digital y, como tal, está obligado a encontrar la rentabilidad comercial del capital de la RAE: sus sabios y sus lenguas. En sus años como secretario de la institución ha demostrado que la suya es la versión menos apolillada de todas las que han dirigido la Academia en democracia. Todo por “la sostenibilidad”. “Aquí sabemos de la crisis, pero también tenemos que mirar atrás y ver las crisis que han ocurrido en 300 años de historia para comprobar que la Academia ha sobrevivido”, dijo. Las estrategias, avanza, pretenden rentabilizar los servicios que se presta a la sociedad y mantener la publicación de las obras. “Seguiremos haciendo lo mismo pero a la altura del siglo XXI. Hay que pensar que los nativos digitales mantienen una relación diferente con estas obras. La Academia se está adaptando a esto, pero tiene que terminar de adaptarse definitivamente”.  Primera medida económica El reto del nuevo director de la RAE será económico más que lingüístico. Para ello anuncia que el pleno ha aprobado la constitución de una sociedad de gestión que se encargará de la producción de programas y de obtener su rentabilidad. Primera medida de su mandato, económica. Todo un síntoma. "La Academia no es una empresa, pero el desarrollo de los acontecimientos apuntan en la dirección empresarial y tenemos que avanzar en esa línea", ha dicho a la prensa. “Esta sociedad de gestión tendrá un presupuesto propio que va a ser deficitario y será atendido en su déficit por la propia Academia. En cuatro años será autosuficiente”. Villanueva asumió la responsabilidad de abrir las primitivas puertas de la institución a las nuevas tecnologías Villanueva toma el relevo con 64 años, después de 7 como académico. José Manuel Blecua, con 71 años, llegó a la dirección con cuatro años de experiencia como académico. Víctor García de la Concha fue nombrado director a los seis años de ingresar y con la misma edad que Villanueva, y estuvo al frente de la institución 12 años (tres mandatos). Fernando Lázaro Carreter tenía 69 años y una experiencia de 20 años como académico. Manuel Alvar López tomó el control a los 65 años de edad, después de 14 años en la Academia. Pedro Laín Entralgo, a los 74 años.
Presentación del Diccionario, con Pedro Álvarez de Miranda, José Manuel Blecua, en el centro, Villanueva, a la derecha. (EFE)Presentación del Diccionario, con Pedro Álvarez de Miranda, José Manuel Blecua, en el centro, Villanueva, a la derecha. (EFE) Representa la versión con más futuro de la Academia. Él asumió la responsabilidad de abrir las primitivas puertas de la institución a las nuevas tecnologías, a pesar del polvo acumulado en los sillones de sus señorías. Al hacerlo, al dejar que la corriente tecnológica tomara protagonismo en los debates de los jueves, invitó al conflicto de intereses en el modo de recaudar ingresos de la RAE, que hasta el momento ha dependido, como ha podido, del papel. En entrevista con este periódico ya avisó que para el Diccionario del futuro, la número 24, la Academia tendría que resolver “cuestiones que tienen que ver con la cultura digital en la que vivimos”. Entonces, ya aclaró que los términos debían invertirse y que “el diccionario nuevo debe ser digital y aprovechando todas las ventajas que lo digital tiene”. Internet contra los números rojos Y dibujaba un futuro alentador, conectado a otras bases de datos, fuentes y obras de la propia institución como la Nueva Gramática. “Lo digital proporciona oportunidades magníficas para los diccionarios”, dijo. Eso sí, en modo alguno piensa en la extinción del volumen en papel. Habrá un tomo, “pero estamos seguros de que el orden va a cambiar”. “De la versión gutemberiana pasaremos a una obra concebida como plataforma digital”, avanzó.
De izquierda a derecha, José María Merino, Soledad Puértolas, José Manuel Blecua, Luis Mateo Díez y Salvador Gutiérrez. (RAE)De izquierda a derecha, José María Merino, Soledad Puértolas, José Manuel Blecua, Luis Mateo Díez y Salvador Gutiérrez. (RAE) A pesar de que las dos empresas que se han repartido el pastel editorial de la casa -Planeta y Santillana- insisten en que el futuro es el papel, Villanueva ha introducido un nuevo paradigma comercial en la Academia: cómo rentabilizar los 41 millones de consultas que resuelven en la web mensualmente. 500 millones de consultas al año (y los países más activos son España, México, Argentina, Colombia, EEUU, Chile y Perú). El filón digital sin explotar mueve más de 9 millones de usuarios y 19,5 millones de sesiones al mes. El filón papel, en España, se ha estancado, como reconocía el nuevo director: “Es muy difícil que pueda repetir el éxito de ventas de la edición anterior”.
La RAE está en números rojos, con un déficit de 2,5 millones de euros y la pérdida de un 60 % de ayuda pública en cinco años Hace unos días, Villanueva, en el simposio El futuro de los diccionarios en la era digital, aseguraba que las consultas seguirían siendo gratuitas para los usuarios. Tampoco convence la inserción publicitaria en la página de referencia de la Academia, pero quieren tener patrocinador para cuando lancen la versión digital del nuevo Diccionario. Porque están en números rojos, como ha reconocido el saliente director, José Manuel Blecua, al frente de una institución con un déficit de 2,5 millones de euros y la pérdida de un 60 % de ayuda pública en cinco años. Equilibrarían el presupuesto. Inevitablemente, volvemos a tropezarnos con el fracaso de la Ley de Mecenazgo: recortes en las ayudas públicas y abandono del fomento de las inversiones privadas. Por eso la transición de Blecua a Villanueva es tan abrupta, porque son perfiles antagónicos en la gestión. Mientras, el nuevo director ha declarado que la próxima versión del Diccionario “será digital desde el principio” (a la que se incluirán versiones de papel), Blecua ha defendido siempre el negocio en papel, abocado en la España actual al batacazo. El mercado latinoamericano es la última esperanza. Por ejemplo, en la novedad lanzada al mercado por la Academia, la adaptación escolar y popular del Quijote, sólo esperan vender un tercio de la edición en España.
El académico Arturo Pérez-Reverte, durante la presentación de la versión 'popular' y 'escolar' del 'Quijote'. (EFE)El académico Arturo Pérez-Reverte, durante la presentación de la versión 'popular' y 'escolar' del 'Quijote'. (EFE) El académico Arturo Pérez-Reverte declaraba en rueda de prensa que el Gobierno les ha abandonado y que la Academia “no puede prostituirse con obras baratas”. Pero el mercado tampoco asume tanta oferta. “Será un best seller”, dijo Ana Rosa Semprún, la editora de Espasa, al presentar la obra El buen uso del español. Apareció en las librerías con 20.000 copias, después de haber vendido 60.000 ejemplares de la Ortografía de la lengua española (2010) y 35.000 del estuche con los tres volúmenes de la Nueva Gramática (2009-2011).  Contra las editoriales Las editoriales se oponen a la difusión libre en la web de la RAE de las obras publicadas. El académico Salvador Gutiérrez aclaraba que El buen uso del español no se ofrecería de manera gratuita, “porque la editorial quiere recuperar su inversión, pero esperemos que en un tiempo no muy lejano pueda consultarse”… Un año después sigue sin ser accesible en la página de internet de la institución pública.
La transición de José Manuel Blecua a Darío Villanueva es abrupta, porque son perfiles antagónicos en la gestión y la visión del futuro La Academia es un lugar variopinto, plural, libre (y machista), en el que las opiniones de cada uno no se han cerrado al corporativismo. El talante dialogante de Villanueva tendrá que negociar con visiones tan opuestas a la suya como la de José Manuel Sánchez Ron, que en la inauguración de la exposición homenaje a 300 años de existencia de la RAE, La lengua y la palabra, dijo que el español en Latinoamérica es mucho mejor que el que se habla en España. “Probablemente porque no acceden a las redes sociales, que son un obstáculo para hablar bien. En 140 caracteres no se puede hablar bien”, aseguró. Aquel mismo día Villanueva matizaba a su compañero, con una elegancia que muestra el talante del nuevo director de la RAE, al explicar que el empobrecimiento de la lengua no tiene tanto que ver con la gramática como por la relación rota entre lo enunciado y la realidad. Es más, en esa tensión, el discurso político es el que “pervierte el lenguaje al negar la realidad de manera impune”. “La lengua debe utilizarse para referirse a la realidad de las cosas”. No para traicionarla.

Fuente: EL Confidencial

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