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PALABRAS APERTURA CURSO 18-19

Quisiera, en primer lugar, agradecerlesmuy sinceramente que hayan tenido la gentileza de acompañarnos en este acto tan destacado para la Real Academia de Extremadura, como es el de la apertura del curso académico. Su presencia nos honra. Muchísimas gracias a todos ustedes yparticularmente a los que han tenido que desplazarse desde otras localidades.

Mi agradecimiento muy especial también al Obispado de Coria-Cáceres y a Monseñor don Francisco Cerro, el Sr. Obispo, por la generosa cesión de este dignísimo salón para el desarrollo del acto inaugural del curso académico que, por segunda vez, celebramos en este lugar.

Como en ocasiones anteriores y en actos como éste, me gustaría señalarles la relevanciaquetiene el reconocimiento que acabamos de hacer en las personas de D. Bartolomé Gil Santacruz y D. José Antonio Ramos Rubio, cuyos méritos para ser acreedores de la distinción que acaban de recibir han sido puestos de relieve cumplidamente por el Sr. Censor. No abundaré en los mismos, pero quisiera subrayar el sentido que para la Real Academia de Extremadura tiene este reconocimiento y que el mismo haya recaído, por voluntad unánime de la Junta Ordinaria, en los Sres. Gil Santa Cruz y Ramos Rubio. Dos personas que, adornadas entre otras muchas virtudes por una personalidad desprendida y comprometida, han hecho por la Real Academia mucho más que lo que ésta pueda hacer por ellos. Ni siquiera este reconocimiento, por importante que sea, que sin duda lo es, podrá saldar la deuda contraída con ambos. Sin la labor filantrópica del Sr. Santa Cruz, la Academia no habría podido publicar en 1986 una de las obras capitales de la bibliografía extremeña, como es la Historia de la Baja Extremadura. Sin la generosa colaboración del Dr. Ramos Rubio para la confección de informes de cara a la declaración de Bienes de Interés Cultural, entre otras aportaciones y acciones desinteresadas hacia esta institución, no podríamos cumplir,en tiempo y forma y con la debida cualificación,con una de nuestras labores menos conocidas y más importantes, como es la que se nos solicita desde el gobierno regional, a la que estamos obligados normativamente y que atendemosresponsable y gustosamente.

Informes que hacemos con todo rigor, pues, aunque no sean vinculantes, como está regulado en la normativa pertinente, forman parte de los necesarios expedientes para que un bien patrimonial alcance la condición de Interés Cultural. Nuestra preocupación por el patrimonio extremeño se ejerce, también con estos informes, con la necesaria objetividad, el debido rigor y la obligada independencia. Nuestro compromiso con el patrimonio extremeño, bien sea catedral del siglo XVI o silo del siglo XX, es una de nuestras obligacionesmás comprometidas y a ella nos debemos para que se conserve en el mejor de los estados. Respetamos, obviamente, la decisión soberana de las instituciones responsables del patrimonio extremeño, aunque, como ha ocurrido con el caso del Silo de Mérida, no compartamos la misma opinión sobre su nivel de protección.

La Real Academia de Extremadura cumple con estas y otras obligaciones como lo ha venido haciendo a lo largo de su existencia. Y ahora lo sigue haciendo en momentos difíciles y de cambios. Momentos difíciles por circunstancias ajenas a su voluntad, y momentos de cambios, poriniciativade esta Mesa y de los Sres. Académicos. La Real Academia de Extremaduravive, en efecto, tiempos cruciales para su futuro.

Estamos en este momento en un proceso, que sin ser constituyente conducirá, sin embargo, a disponer de nuevas normas reguladoras de su funcionamiento. En breve (al menos, así lo esperamos ), el Diario Oficial de Extremadura publicará los nuevos Estatutos de esta Real Academia y ello abrirá una nueva etapa en la historia de esta institución. Los antiguos Estatutos, aprobados por Real Decreto de 1980, necesitaban adaptarse, no tanto a los nuevos tiempos, que de alguna manera también, como a las nuevas maneras y formas que deben regir una institución tras una vida ya cercana a los 40 años.

Esta labor ha supuesto más de un año de intenso trabajo y en la gestación del nuevo documento estatutario ha sido fundamental la encomiable labor de la Comisión de Reglamentos de la Real Academia extremeña, y especialmente lade los Excmos. Srs. don Antonio Gallego y don José Miguel de Mayoralgo, al que, además, debemos felicitar por la brillante lección que acaba de impartir. Los nuevos Estatutos mantendrán, sin embargo, el mismo espíritu fundacional y fundamental que inspiró el documento de 1980, y que no es otro que servir a la región extremeña y procurar las relaciones con Iberoamérica y Portugal en los campos de su competencia.

Pero no son solo estos nuevos Estatutos los que nos permitirán cumplir de una manera más eficaz nuestra labor y proyectarla tanto dentro como fuera de nuestras fronteras regionales, pues otros pasos importantes se están dando en pro de aquellos objetivos fundacionales. Me refiero a los convenios que ya hemos firmado o y los que vamos afirmar con otras instituciones extremeñas e iberoamericanas, como es el caso del que rubricamos el día 19 de mayo del año en curso con la Academia Nacional de Historia y Geografía de México, o el que firmamos con el Excmo. Ayuntamiento de Trujillo en el mes de noviembre del 2017. Mientras que el primero permitirá el intercambio de académicos de ambas instituciones o la definición de proyectos coordinados en el ámbito cultural, el segundo supondrá el desarrollo de actividades en la ciudad en la que tenemos nuestra sede. Pronto procederemos a la firma de sendos convenios de colaboración con la Federación Extremeña de Municipios y Provincias de Extremadura (FEMPEX) y el Obispado de Plasencia. Pero como en alguna ocasión he manifestado, los convenios no son más que documentos de intenciones; cuerpos inertes que necesitan del soplo de la vida. Sin el aliento vital, los convenios no sirven más que para la imagen periodística y el foco mediático.

Puede que se pregunten por qué hago relación de estos convenios en este momento cuando ya han sido puestos de relieve por el Sr. Secretario en la Memoria de las actividades de esta Real Academia durante el curso pasado. Pues bien, señoras y señores, lo hago por dos razones fundamentales. En primer lugar, por manifestar públicamente el agradecimiento de la Real Academia de Extremadura a las instituciones mencionadas, pues los convenios son muestras de la confianza que se deposita en nosotros como institución académica, cultural y científica. Y, en segundo lugar, porque algunos de estos convenios nos permitirán sobrevivir, realizar actividades y paliar nuestras muchas carencias

En anteriores ocasiones y con este mismo motivo, no he tenido más remedio que llamar la atención sobre la difícil situación que atraviesa la Real Academia de Extremadura. Espero que llegue el momento en el que pueda decirles que los tiempos de dificultad han sido superados. Pero, hoy por hoy, lamentablemente no es así y no encuentro mejor momento para ponerlo en evidencia.

El año pasado, en mis palabras con motivo de la apertura de curso celebrado en Mérida, afirmaba que esta Academia está acostumbrada a sobrevivir por debajo de sus posibilidades y a trabajar por encima de las mismas, lo que solo puede hacerse merced al sacrificio personal. Un frío cálculo economicista o empresarial, algo muy alejado del espíritu académico, habría aconsejado “producir” de acuerdo con las posibilidades del momento. Haber reducido nuestras actividades y servicios en la misma proporción de las subvenciones habría sido ruin y miserable. No es ese el espíritu académico. Por el contrario, las hemos multiplicado, como habrán advertido por la memoria de actividades leída por el Sr. Secretario. Sin embargo, esta actitud ni se reconoce, ni se agradece ni se aprecia, pues no se traduce en los gestos de apoyo de los que estamos tan necesitados en este momento y cuya ausencia arrastramos desde hace ya demasiado tiempo.

Los Académicos podemos seguir haciendo sacrificios y manteniendo la institución a nuestra costa, pero resulta inadmisible quepara que este acto pueda celebrarse de la manera en que se está desarrollando tengamos que contar con la desinteresada generosidad de personas como don Emilio González Barroso o como la directora y los componentes del Orfeón Cacereño, que nos han brindado su tiempo, su profesionalidad, su valía y sutalento de manera totalmente desinteresada y altruista. Muchísimas gracias.

Ya no podemos seguir pidiendo sin sonrojo más generosidades personales. El tiempo y el trabajo deben valorarse y reconocerse en lo que valen. Los académicos que han venido hoy hasta aquí han tenido que asumir sus gastos y, por supuesto, sin dietas de ningún tipo. Y así sucede en cada una de nuestras reuniones y actividades. Gracias a la eficaz gestión de la Tesorera, doña Carmen Fdez-Daza, y a la generosidad de los Sres. Académicos podemos seguir existiendo, manteniendo nuestra sede en Trujillo, reuniéndonos y cumpliendo con nuestras obligaciones. Resulta ciertamente vergonzante seguir exigiendo más generosidades y soportando más incertidumbres.

¿De qué nos sirven los nuevos Estatutos, los convenios y acuerdos con otras instituciones si no podemos ni siquiera mantener nuestra sede con la dignidad que requiere un edificio histórico?. Es evidente que no sirven de mucho y que cuando esto sucede los convenios se convierten en papel mojado en el que el agua difumina hasta hacer desaparecer las palabras, las buenas intenciones y las aspiraciones futuras. Cuando las circunstancias discurren de esta manera, disponer de una histórica sede se convierte en una carga insostenible, en un lujo lejos de nuestras posibilidades.

Cuando escribía estas líneas pensaba que no podía terminarlas sin la necesaria autocrítica, pues algo debemos estar haciendo mal para no merecer la atención y el apoyo que necesitamos para poder cumplir con dignidad el compromiso con la región extremeña al que estamos obligados por nuestras normas reguladoras. Algo no hemos hecho bien cuando nuestra situación, bien conocida por las instituciones que pueden y deben hacerse eco de estas palabras,no merece la atención necesaria. Somos conscientes de los momentos de dificultad que hemos atravesado en este país y esta región, pero si dejamos morir las instituciones civiles que velan por la cultura y el patrimonio jamás podremos salir de la crisis, aunque la economía mejore.

Hay una obligación moral, no obligación administrativa es cierto, pero si una obligación moral de sustentar dignamente las instituciones que atesoran el mejor de los bienes de un pueblo: la cultura. Me permito en este momento hablar también en nombre de otras entidades que están pasando por una situación semejante a la nuestra, pues, lamentablemente, no estamos somos en esta insostenible situación.

Después de meditarlo, llegué a una conclusión personal, que sin embargo comparten muchos de mis compañeros académicos. En efecto, algo hemos hecho de forma incorrecta, o mejor dicho, simplemente no hemos hecho:hacernos más visibles (ser acreedores de la atención y el aprecio institucional), pues es evidente que no disponemos de la visibilidadque debiéramos tener.Y aquí viene el bucle existencial absurdo, pues para hacernos visibles debemos hacer más actividades y esto es simple y llanamente imposible sin la ayuda necesaria.

Pero yo creo que si no nos ve (si no somos acreedores de la atención y el aprecio institucional) es porque no se nos quiere ver, pues en esta Real Academia hay personas que ostentan la máxima distinción de esta región, como el la Medalla de Extremadura (el último, a título póstumo, don Jaime de Jaraiz), que han sido acreedores de premios, reconocimientos y distinciones nacionales e internacionales, calles y plazas con su nombre, ……Por tanto, si las personas que forman esta institución son (somos) visibles ¿por qué no lo es la institución de la que forman/formamos parte?.

En evidente que, con o sin presupuesto, necesitamos estar más presentes en la sociedad, contribuir aún más de lo que lo hacemos en estos momentos para formar parte de la opinión pública y a de la masa crítica que tanta falta hace en nuestra región. Es necesario hacernos oír y desde aquí insto a mis compañeros de Academia a ello. Les insto a que, de manera constructiva y leal, contribuyan con su palabra, escrita o pronunciada, en los foros locales, regionales y nacionales a conformar opinión en los temas que acucian a esta tierra, a este país y a este continente. Insto también a los responsables de las instituciones de este país, pero especialmente a los de esta tierra para que nos escuchen y consideren nuestras opiniones, aunque vayan en la dirección contraria a sus preferencias. Si no somos visibles, procuraremos que, al menos, seamos audibles y leíbles.

Sras. y Sres., voy terminando. Y quiero hacerlo como empecé, agradeciendo su presencia, pues con esta sala vacía no habrían tenido sentido ninguno de los momentos de este acto ni tampoco mis palabras. Espero (esperamos) que el hecho de estar aquí yde haber sido receptores de este casi “sermón con destinatario” que, les aseguro, no me ha sido fácil pronunciar, les permita salir de este salón siendo un poco más parte de esta institución y valedores de la misma en todos y cada uno de los foros en los que puedan participar y hacerse oír. Si así fuera, habremos cumplido con nuestra obligación más allá de lo que un acto de apertura de curso académico suele ser.

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