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Entrevista a Pedro Cordero

Pedro Cordero con su libro 'Infinito es mujer o Memorias de la generación del hambre', que acaba de publicar.Después de 75 años de vida, muchos de ellos de escribir y dar vueltas al pensamiento, parece que ha logrado dar con el quid de la felicidad. Lo cuenta mientras habla con HOY sobre su último libro, sus memorias. «La felicidad - reflexiona - son momentos. Decimos: lo haré después, cuando acabe esto; después, cuando termine. y quizá no terminas. Para mí este momento que vivo hablando contigo es de felicidad, porque igual mañana ya no estoy respirando. Eres feliz cuando eres consciente de que el tiempo va pasando, de que el tiempo te inmola. Porque no es el tiempo el que te pasa, eres tú el que pasas al tiempo, porque si no existes no habría tiempo».

Las memorias, publicadas en la editorial Beturia, en la colección de Extremeños Ilustres, llevan por título: 'Infinito es mujer, o Memorias de la generación del hambre'.

- ¿Cómo es que se ha atrevido a escribir sus memorias?

- La gente no se atreve, acaso por no descubrir los entresijos de su alma y sus vivencias. Yo las he escrito porque creo que merece la pena que la juventud sepa qué sucedió hace 70 años. Nuestra generación fue sacrificada; en el aspecto alimentario, en el aspecto de la libertad personal y de la libertad política; en todo. Nací en 1936 y hasta 1956, esos 20 años, fueron horribles.

- ¿Dónde nació en 1936?

 

- En la calle del Postigo, a la sombra de la Torre del Postigo. Soy cacereño y me enorgullezco de ello. Mi casa tenía dos pisos y en el de abajo había un pesebre para los burros. La verdad es que entre 1950 y el año 2000, pasamos del siglo XVII a incorporarnos a una sociedad moderna. En el Postigo había una posada, la de la señora Angelita, en la que entraban los burros. Los hortelanos ponían sus tenderetes, y se vendía igual que en un zoco árabe.

- Habla de la generación del hambre, ¿tanta necesidad se pasó?

- Fue horrible. Mi madre era maestra en Cañaveral y mi padre era teniente de la policía armada. A mis padres, afortunadamente, no les faltaba dinero; pero mis amigos pasaron hambre, eran hijos de obreros, de albañiles... muchos de ellos huérfanos, con padres represaliados o caídos en uno y otro bando, (no vamos a decir quién tuvo la culpa porque aquí todo el mundo es culpable). Íbamos a Cánovas y nos comíamos las hojas que caían de los árboles. Comíamos unas flores blancas, y unos frutos colorados, que le llamábamos 'las guindas pastoras' que eran hasta venenosas. Nos subíamos a los árboles que tenían moras, íbamos a la Huerta del Conde y cogíamos higos. Nos llenábamos las camisas de higos. Una vez mi padre me los descubrió, y me los hizo comer con monda y todo. Se me puso la boca así de gorda (se lleva las manos a la cara) y tuve una diarrea de campeonato. Así educaban los padres a los hijos, y cuando hacías una trastada te daban un bofetón, y no pasaba nada. A mí no me ha pasado nada porque me hubiera dado un bofetón mi padre cuando hacía algo malo, porque tú reconocías que habías hecho mal.

- ¿Eran muchos de familia?

- Tres hermanos y dos hermanas. Mis hermanas viven todavía, los hermanos están muertos. Todos maestros de escuela. Yo también me hice maestro, mi padre no me dejó ser policía.

- ¿Se mete en el libro con mucha gente?

- Con todos. Yo soy amigos de mis amigos, pero el que me ha hecho algún mal, una traición o se comportó irracionalmente... Por ejemplo, cuando estudiábamos Magisterio había una directora que no dejaba entrar a los varones por la misma puerta que las mujeres, porque decía que podíamos mirarlas. Hasta que llegó de director Arsenio Pacios, y dijo que todos entrábamos por la puerta principal porque tenían los mismos derechos.

- ¿Qué ha sido lo más importante en su vida?

- Ha habido tres pilares fundamentales en mi existencia: mi familia, mi casa y mi trabajo. He tenido seis hijos y uno que murió de pequeño. Mi matrimonio fue algo increíble, yo era director de colegio y mi mujer era maestra del mismo colegio. Fui maestro en tres regiones. En Extremadura, lo fui en Casar de Cáceres, Puerto de Santa Cruz, en Hinojal y Talaván.

- ¿Por qué el título de 'Infinito es mujer'?

- Porque ha habido tres mujeres que han marcado mi existencia: mi madre, mi esposa y la única hija que tengo... Cuando murió mi mujer tuve una crisis horrible... Entonces es cuando comencé a escribir mis memorias.

- Es un reconocido heraldista, por eso no me resisto a preguntarle qué le parece el que hace unos días quitarán de la sede del Tribunal Superior el escudo diseñado por Pérez Comendador.

-Parece mentira que en estos tiempos se puedan cometer estos actos de barbarie. Los escudos de armas no representan los regímenes ni a los gobernantes, representan al territorio y al pueblo. Al quitar este escudo han hecho una auténtica aberración histórica, porque es una obra de arte. Yo vi como lo cincelaban en el año cincuenta y tantos, y no representa a Franco, representa al pueblo español; al igual que el escudo de ahora no representa al rey Juan Carlos, representa al pueblo de España. Son armas territoriales, no son armas familiares; y eso lo tenía que saber la alcaldesa y toda la gente. Parece mentira que se hagan estas aberraciones.

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