José Miguel de Mayoralgo, numerario de la Real Academia de Extremadura y gran experto en patrimonio, rebate a la luz de los archivos las inexactitudes más repetidas sobre los monumentos cacereños, pero hay más. El artículo completo, publicado por 'Ars et Sapientia', evidencia que Cáceres necesita una revisión histórica.
El baluarte más moderno, incluso entre los anguos:
El Palacio de los Marqueses de Torreorgaz, hoy Parador, está dominado por una esbelta torre, "la más moderna de cuantas tenemos noticia dentro del recinto murado", explica el historiador José Miguel de Mayoralgo, Conde de los Acevedos. Sin embargo, ha sido por error considerada entre las más antiguas, atribuyéndose incluso a Diego García de Ulloa, Comendador de Alcuéscar, "cuando no existe constancia de que morase en esas casas", afirma. Fue Diego García de Ulloa, descendiente del anterior, quien la construyó a partir de 1524. Solicitó a Carlos V facultad para levantar una torre en la casa que había comenzado a construir, y alegaba otros antecedentes como la licencia regia concedida a su primo en 1506 para la torre de los Golfines de Arriba. También omitía cualquier alusión a finalidades defensivas (al estar ya en el siglo XVI) y aducía, en cambio, criterios artísticos. El inmueble fue después reconstruido por los Marqueses de Torreorgaz.
La Casa de los Becerra no fue cuna de la gran familia:
Generalmente se asume que esta mansión de la plaza de San Jorge era la solariega de los Becerra, de la que salieron todos sus miembros, incluyendo los cuatro comendadores que la familia dio a la Orden de Santiago y los dos que dio a la Orden de San Juan en solo cincuenta años, entre finales del siglo XV y principios del XVI. "Pero nada más lejos de la realidad. Los Becerra tenían sus casas muy cerca, en la entonces calle Oscura y ahora calle de la Manga", precisa el investigador.
Según explica, la casa perteneció allá por 1440 al caballero Juan de la Torre, que la cedió a su hijo o nieto del mismo nombre, quien más tarde la dejó a su sobrino Alvaro de Paredes, miembro de la familia Becerra, aunque nunca vivió allí. La legó en 1540 a su hermano frey García Becerra, Comendador de la Orden de San Juan, que tampoco la habitó. Finalmente fue heredada por su hija doña Leonor Becerra, que sí vivió en ella. En esta época se colocaron los bellos escudos gemelos.
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