Como cada año el pasado sábado 14 de abril, la Unión de Bibliófilos Extremeños celebró su día grande, el Día del Bibliófilo. En esta ocasión estuvo dedicado a homenajear y exaltar la importancia de los libros de música, esas otras joyas bibliográficas que no fueron concebidas para ser leídas, sino para ser escuchadas. El encargado de acercarnos a ese complejo mundo fue don Alejandro Luis Iglesias, experto bibliógrafo y musicólogo, antiguo profesor en las universidades de Salamanca y La Rioja y merecedor del I Premio de Investigación Bibliográfica Bartolomé J. Gallardo, entre otros reconocimentos. La jornada tuvo lugar en el Real Monasterio de Santa María de Guadalupe, cuna de la imprenta extremeña y núcleo fundamental de la cultura de nuestro país. La sesión matinal se celebró en la antigua sala capitular jerónima. El primero en tomar la palabra fue el guardián del santuario fray Sebastián Ruiz (OFM), quien se encargó de dar la bienvenida a los asistentes, en compañía del archivero y bibliotecario de la casa fray Antonio Arévalo (OFM). Acto seguido, hizo uso de la palabra el nuevo presidente de la UBEx Bartolomé Miranda Díaz, quien elogió los logros alcanzados por la asociación y recordó los estrechos vínculos existentes entre Guadalupe y el mundo del libro. A continuación el profesor Alejandro Luis Iglesias pronunció una magnífica conferencia que, bajo el sugerente título de “Libros que suenan”, zambulló a los presentes en una aureola de misterio y misticismo en torno a la investigación y seguimiento de las ediciones del tratado Arte Ingeniosa de Música de Melchor de Torres, obra que el músico alcalaíno dedicó a su mecenas el obispo de Plasencia, Gutierre de Vargas Carvajal en 1544. La sesión de mañana, toda ella conducida por la periodista Nieves Moreno, se cerró con la intervanción del presidente de honor de la UBEx Joaquín Ganzález Manzanares y tuvo como broche final un pequeño concierto de vihuela. La interpretación corrió a cargo del propio conferenciante, quedando dividida en dos partes. La primera tuvo lugar en la propia sala capitular y en ella se interpretaron piezas de Luis de Milán, en homenaje a Francisco Díaz Romano, el primer impresor de un libro de vihuela durante su etapa valenciana y el primer impresor establecido en Extremadura en el siglo XVI; junto a su música, obras tempranas de Cristóbal de Morales susceptibles de haber sido escritas en Plasencia y del pacense Juan Vázquez. La segunda parte tuvo lugar en el coro de la basílica bajo cuyas bóvedas los socios de la UBEx pudieron escuchar el Agnus Dei de la misa Voce mea de Cristóbal de Medrano, maestro de capilla en Badajoz en los últimos años del siglo XVI. Terminado el concierto, se dio paso a la comida de hermandad, la cual tuvo lugar en la Hospedería del Real Monasterio. Tras unos minutos de distendida charla, los asistentes volvimos a reunirnos en la sala capitular donde dio comienzo, a eso de las 17:30, una sesión especial, aún más íntima, en la que Alejandro Luis Iglesias mostró a los asistentes algunas de las joyas musicales del monasterio guadalupense como el libro IV de polifonía con los magníficats de Cristóbal de Morales, las copias dieciochescas que se conservan en el monasterio de los Stabat mater de Pergolesi y Franz Joseph Haydn y alguna de la música nacida en el propio Guadalupe, como la de fray José de Barcelona. Y tras ellas, algunos volúmenes de su propia biblioteca, de la que enseñó joyas únicas, anteriormente nunca vistas, entre las que se encontraban ejemplos de la tipografía de Ballard con la Iphigenie de Henry Desmarest de 1711; manuscritos con música de Carl Philip Emanuel Bach de 1763, Domenico Scarlatti, Georg Friedrich Haendel y de un temprano Beethoven adolescente con los que expuso la transmisión y circulación de la música en Europa en el siglo XVIII; un ejemplar del maravilloso cuarteto op. 6 del príncipe de Prusia Louis Ferdinand, tan cercano a Beethoven y a los grandes pensadores de la Ilustración; testimonios impresos de la música de los grandes salones parisinos de mediados del XIX frecuentados por Liszt, Chopin, la Malibrán y tantas otras figuras míticas; manuscritos de aquella corriente que los nazis llamaron “música degenerada” y por último una crónica manuscrita del gran Yorisada Tokugawa sobre los inicios de la introducción de la música occidental en Japón en los primeros años del siglo XX. Cada uno de los libros expuestos dio origen a una historia, a su propia historia, narrada con la sapiencia y saber hacer que en todo momento demostró Alejandro. La sesión de tarde se prolongó hasta las 19:30. Quedó pendiente, por culpa del mal tiempo, la visita que a la puebla y a la sede de la Real Asociación de Caballeros de Guadalupe había organizado Antonio Ramiro Chico.
Para la ocasión, el invitado Alejandro Luis Iglesias editó y regaló a los presentes un bellísimo pliego con la reproducción de diversos fragmentos del Arte Ingeniosa de Música... (Alcalá de Henares, 1559) de Melchor de Torres, así como una partitura del Stabat Mater, inédita hasta hoy, del propio Torres. En definitiva, fue una tarde, la del pasado sábado, de esas para recordar siempre, íntima, distendida, cercana al libro y a ese espíritu de cultura y sabiduría que las viejas piedras del monasterio de Guadalupe custodian desde hace más de siete siglos.
(En la foto: Alejandro Luis Iglesias en el claustro mudéjar del Monasterio de Guadalupe).
B.M.D.