En el centro de la capital pacense se han encontrado 15 placas de la Edad Antigua y unas 70 en todo el territorio que dominó en esa época
Un estudio epigráfico desvela que en la ciudad no hubo urbe romana.
JOSÉ LUIS RAMÍREZ SÁBADA CATEDRÁTICO DE HISTORIA ANTIGUA DE LA UNIVERSIDAD DE CANTABRIA
«A través de los datos que aporta el texto, la forma de la letra así como el material del soporte se puede saber cómo era la población»
Utensilios, monumentos, edificios, tradiciones y sobre todo historias, muchas historias. No hay duda de que Badajoz dispone de un gran legado de vestigios y hallazgos que ayudan a entender a los ciudadanos el pasado de la capital pacense. Uno de los elementos históricos fundamentales para conocer el origen y la evolución de la ciudad son las inscripciones perpetradas por los antepasados.
Estas placas, además de aportar información, aclaran muchas dudas. Una de las cuestiones que ha desvelado recientemente José Luis Ramírez Sábada, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Cantabria y Doctor en Filología Clásica, es que en Badajoz no existió urbe romana, sino que simple hubo asentamientos de población indígena y romanizada pero sin llegar a tener categoría de ciudad. A esta conclusión llega después de haber estudiado a fondo todas las inscripciones que datan de la Edad Antigua halladas hasta ahora en el territorio de Badajoz.
Ramírez Sábada ha analizado y documentado todas las fuentes epigráficas originales fechadas entre la época Imperial romana hasta la ocupación árabe, varios siglos de producción epigráfica que ha servido a este catedrático para investigar el nivel de desarrollo de Badajoz y su 'alfoz' (territorio que dominaba) antes de su fundación en el año 875.
El autor de este estudio ha registrado y catalogado 15 inscripciones pertenecientes a la época romana en el núcleo de Badajoz. «Eso indica que hubo población. Como no hay restos de que se hubiese configurada una ciudad, todo apunta a que eran fundamentalmente casas de campo y granjas que funcionaban como explotaciones agrícolas y ganaderas», explica Ramírez Sábada.
Aunque algunas de estas piezas han aparecido en diferentes excavaciones arqueológicas -en trabajos llevados a cabo en el Cerro de la Muela-, la mayoría de ellas habían sido reutilizadas para construir o integrar edificios históricos dispersos por el núcleo de la capital pacense. Se han identificado algunos de estos elementos en la Catedral o en el antiguo convento de Santa Lucía (actual convento Santa Ana). Otras permanecen guardadas en el Museo Arqueológico Provincial de Badajoz. «El material ha tenido a lo largo del tiempo otros usos y fue aprovechado para edificar la Alcazaba, iglesias u otros inmuebles posteriores. Otras no sabemos dónde estaban, ya que se encontraron en diferentes dependencias municipales y posteriormente se cedieron a museos», señala.
Sin embargo, las inscripciones que han salido a la luz hasta el momento en el 'alfoz' de Badajoz son muchas más. El dominio se extendía desde Lobón hasta la frontera con Portugal y desde el entorno de Alburquerque a la localidad de Feria. En este territorio Ramírez Sábada ha estudiado y documentado alrededor de 70 inscripciones de la Edad Antigua. «Estaban distribuidas de manera continua por todo el área, aunque hay zonas de mayor concentración de piezas como por ejemplo en Las Vegas. Se ha encontrado mucha información, lo que demuestra que había una ocupación ininterrumpida desde la época romana hasta la Hispania visigoda», destaca.
A través del estudio de estas inscripciones se puede conocer qué tipo de asentamiento era el que se ubicaba en Badajoz, sus creencias, categoría social y nivel cultural. «Los propios datos que aporta el texto escrito, el tipo y la forma de la letra así como el material en el que se localiza el mensaje, arroja mucha información sobre cómo era la población y cómo evolucionó. Por ejemplo, podemos detectar si era pagana o cristiana; si era culta o menos culta observando si escribe en un latín correcto; o incluso si era de una categoría social alta o más humilde, dependiendo del material que se hubiese utilizado», especifica.
La mayoría de los escritos pertenecen a lápidas funerarias elaboradas con granito o mármol. Algunas piezas se han encontrado en un estado bastante deteriorado y otras, en cambio, se han conservado a lo largo de los siglos en muy buenas condiciones. En este aspecto ha tenido mucho que ver el tipo de material usado. «El granito es un elemento natural que se erosiona mucho y se rompe con más facilidad que el mármol.
Algunas inscripciones estaban muy fragmentadas, lo que ha dificultado su lectura. El granito es también menos costoso. Por esta razón, las placas de mármol, un material bueno y noble, eran utilizadas por las personas con mayor poder adquisitivo», agrega.
Este profesor de la Universidad de Cantabria alude a la importancia de las inscripciones halladas en la provincia de Badajoz tanto por la cantidad como su calidad informativa. Asegura que es una de las provincias más ricas de España y Portugal en este tipo de elementos arqueológicos. «Esto se debe a su extensión y a la importancia que tuvo durante la época, ya que en ella se situaba Mérida (Emérita Augusta), capital provincial. Además, tuvo núcleos urbanos de notoriedad, como Medellín. Sólo para hacernos una idea, la provincia de Salamanca tiene unas 600 inscripciones de esa época y Badajoz, como mínimo, triplica ese número», manifiesta Ramírez Sábada.