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Aguilafuente conmemora la llegada de la imprenta a España

La villa segoviana representan la creación del «Sinodal», el primer incunable de nuestra historia, impreso en 1472 La localidad de Aguilafuente (Segovia) participa estos días de una ilusión colectiva al evocar el sínodo de obispos que dio origen al primer libro impreso en España, en 1472, con diversas actividades festivas y teatralización de pasajes históricos. Desde ayer más de 150 personas intervienen en seis obras de teatro, conciertos, pasacalles, danzas de la época o visitas guiadas, con la imprenta y el libro como protagonistas y el ánimo de potenciar la lectura y reivindicar la importancia del patrimonio bibliográfico. El Sinodal de Aguilafuente fue impreso a instancias del obispo segoviano Juan Arias Dávila, en la imprenta que mandó instalar en la capital, a cuyo frente estaba el impresor alemán, procedente de Roma,Juan Párix de Heidelberg, que luego llevó a cabo otras ocho ediciones, la mayor parte para la formación del clero. Su contenido son las actas del sínodo que convocó Arias Dávilaen esta villa de 700 habitantes, a 38 kilómetros de la capital, a la que acudieron tanto religiosos como laicos, ya que trataba de dictar las normas de la diócesis segoviana.
Prohibido portar armas sin permiso Como dato curioso, aquel sínodo, como consta las actas, acordó obligar al clero a aprender latín, le prohibió llevar vestimentas lujosas oportar armas sin permiso. Pero también reguló el matrimonio, que debía ser ante testigos, o el divorcio, con conocimiento de la Iglesia, una muestra de la sociedad del siglo XV que este obispo aspiraba a mejorar. El profesor de Libro Antiguo y Patrimonio Bibliográfico de la Universidad Complutense de Madrid, Fermín de los Reyes, que presidente de la asociación que promueve los actos, ha asegurado a Efe que «hoy día, ningún experto duda de que la imprenta española comenzara en Segovia». Después de matizar que aún queda mucho por conocer de la primitiva imprenta en España, De los Reyes mantiene que el Sinodal es el emblema, mítico al ser el primero, el primer incunable, «pero más allá, supone que la modernidad se introdujo en España por Segovia». Se trató de una auténtica revolución cultural e ideológica que supuso un antes y un después, mientras que, en pocos años, surgieron imprentas en otras localidades como Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza o La Puebla de Montalbán (Toledo), según este experto. La pregonera de las fiestas, Ana Santos, directora de la Biblioteca Nacional de España, considera un «gran honor» que hayan confiado en ella para inaugurar las fiestas, esta tarde, para celebrar lo que entiende como «un hecho tan significativo para la cultura española». De ahí que su mensaje será de «reconocimiento por el esfuerzo colectivo que realizan para difundir el primer libro impreso y la introducción de la imprenta en España, llevados por el convencimiento común del valor del patrimonio». Aunque la principal obra que se representa es «El Sínodo de Aguilafuente», que escenifica una posible jornada del encuentro convocado por Arias Dávila, que tiene lugar en la misma iglesia donde se hizo hace más de cinco siglos, otro texto dramatizado se centra en el «El obispo y el impresor».
La imprenta teatralizada Las escenas reproducen la posible primera entrevista entre el impresor Párix y Arias Dávila, en la que este encarga al alemán la impresión del sínodo ante la reticencia del secretario episcopal, o «El impresor clandestino», en que de forma divertida se habla del uso de la imprenta para la difusión de ideas heterodoxas. Para este pueblo de pinares, con dos iglesias románico-góticas, un aula arqueológica y un museo del escultor Florentino Trapero, los libros en papel no se pueden perder y, por ello, se movilizan cada año y se echan a la calle por algo que parece desplazado por las tecnologías: la imprenta. Todo entre la diversión, como las escenas en las que un romancero y unas mujeres hablan del nuevo invento en plena calle, con el fin de aportar el lado más festivo a algo tan trascendental como fue esta importante aportación a la historia de la humanidad. Lo explica bien Ana Santos: «Como sabemos para qué sirven los libros, somos muy conscientes de que si los hechos y las ideas no quedan reflejadas, no se conocen, de que si no permanecen, no existen, desaparece nuestra cultura y los pueblos pierden su identidad».

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