Bruselas acoge por primera vez una muestra retrospectiva de la obra del pintor extremeño con obras inéditas en el 350 aniversario de su muerte Sevilla, febrero de 1810. La ciudad se encuentra bajo dominio de las tropas francesas. En una carta escrita desde Rambouillet, Napoleón comunica a su ministro de Guerra que sus tropas han entrado en la urbe, 'en donde se ha hallado un formidable botín'. El expolio artístico que sufre la capital hispalense tiene como propósito formar un Museo Real donde se recojan las mejores pinturas que existen en España. Sin embargo, José Bonaparte abandona la ciudad en primavera y con ella esta idea. No es éste el parecer del mariscal Jean de Dieu Soult, quien se asienta en el Palacio Episcopal para gobernar la ciudad y dar rienda suelta a su pasión por el arte utilizando métodos poco lícitos. La fama del militar francés viene precedida por sus campañas militares en Austria, Italia y Alemania donde hizo acopio de cuantas obras encontró a su paso para enriquecer sus colecciones privadas. En este tiempo se lleva a cabo un saqueo artístico sin precedentes en iglesias y conventos y Soult amasa una valiosa colección de pinturas españolas, entre los que se encuentran los mejores trabajos de autores de la época, entre ellas, varias obras del maestro extremeño Zurbarán. Tras la Guerra de la Independencia, los cuadros robados por el mariscal no son restituidos a España y tras su muerte, en 1852, sus herederos subastan la colección y sus obras se dispersan por Europa. Esta es sólo una pincelada de las muchas que se necesitan para pintar la diáspora de la obra del pintor de Fuente de Cantos por el mundo. Recomponer el mapa del paradero de su producción artística supone emprender un viaje de claroscuros a lo largo de tres siglos, pasando por monasterios, parroquias, museos, colecciones privadas, saqueos, naufragios, incendios y subastas que hacen que cada uno de los cuadros de Zurbarán contenga una historia especial. Un acto de valentía Cuando se cumplen 350 años de su fallecimiento, una cuidada selección de obras salidas de la paleta del genio del Barroco vuelve a reunirse en una gran retrospectiva que cuenta además con obras que nunca antes habían sido expuestas al público. 'Zurbarán. Maestro del Siglo de Oro Español' es la mayor exposición internacional dedicada al pintor desde las organizadas en 1988 entre los museos Metropolitano de Nueva York, el Louvre de París y el Prado de Madrid, y puede visitarse en el Palacio de Bellas Artes de Bruselas desde el 29 de enero hasta 25 de mayo. La muestra ya fue presentada con éxito hace unos meses en Ferrara, donde más de 65.000 personas visitaron el estreno del pintor extremeño en Italia. Santa Casilda, una de las obras que Soult robó de Sevilla y que actualmente pertenece a la colección del Museo Thyssen, ilustra el cartel desafiando al público bruselense a descubrir la fuerza católica que retrató Zurbarán en la época de la Contrarreforma. Todo un reto si tenemos en cuenta la división que mantuvo este país con los protestantes holandeses en este periodo. El Palacio de Bellas Artes, uno de los referentes culturales de Bélgica, exhibe con orgullo un repaso a su obra a través de cincuenta lienzos de colecciones públicas y privadas. En línea con la filosofía del centro de combinar artes de diferentes estilos y épocas, la exposición se encuentra custodiada a su entrada y salida por las esculturas de hierro y alabastro de Cristina Iglesias, que no sólo abren las puertas a la reflexión sobre el vínculo del espectador con la naturaleza, sino también a adentrarse en el universo místico de Zurbarán. Ignacio Cano, comisario de la exposición y conservador del Museo de Bellas Artes de Sevilla, explica que ha sido una casualidad que la muestra coincida con la efeméride. Presentar a Zurbarán en Bélgica, donde nunca se había expuesto su obra ha sido un «acto de valentía» en palabras de Cano. La apuesta ha sido presentar al pintor en dos focos artísticos del Barroco de los más importantes junto con España. En Italia, es obligatoria la comparación entre Zurbarán y Caravaggio, y en Flandes, con sus contemporáneos Rubens, Rembrandt o Vermeer. A 22º de temperatura en las salas, la exposición se articula de manera temática y cronológica, desde sus obras de juventud marcadas por una iluminación dramática hasta sus últimos trabajos, más poéticos y personales. Aunque su trabajo aborda principalmente temas religiosos que realizó en gran parte por encargo de iglesias y monasterios, el pintor supo imprimir a sus lienzos un lenguaje visual único. El comisario señala que la manera directa de describir y presentar los objetos, de forma atemporal y directa es una de las claves para que la obra de Zurbarán resulte contemporánea. El espectador establece así un diálogo directo con el cuadro, y eso atrae a todo tipo de público. Por la muestra ya han pasado hasta el mes de marzo 30.000 personas y la respuesta está siendo favorable aunque la previsión es que la visiten más de 100.000. Anne Judong, coordinadora del proyecto, comenta estar sorprendida, ya que no hay un perfil de público definido, desde niños de visita cultural con el colegio hasta personas mayores. Si las muestras mundiales del año 1988 recuperaron la historiografía de Zurbarán y la de Sevilla de 1998 fue una exposición antológica que presentó toda la obra posible que se pudo conseguir en ese momento, la apuesta de Ferrara y Bruselas ha sido una reflexión cronológica que mostrara la evolución del pintor y los rasgos fundamentales de su estilo. «Están los principales encargos religiosos, los de la Corte, su etapa final, pero también cómo se enfrenta a las naturalezas muertas, a la expresión de lo espiritual y cómo se enfocó su arte en relación al mercado americano», añade Ignacio Cano. Por su parte, la institución cultural belga ha demostrado una gran habilidad a la hora de negociar y conseguir un buen número de préstamos nada fáciles para esta ocasión. Instituciones españolas como El Prado, el Museo de Bellas Artes de Sevilla o la Academia de Bellas Artes de San Fernando aportan las principales obras exhibidas, pero el Museo Thyssen-Bornemisza, la National Gallery o el Louvre de París tampoco han querido perderse este acontecimiento, de la misma forma que algunas colecciones privadas y entidades religiosas. El 'Agnus Dei', de San Diego el 'San Francisco' de Milwaukee, son sólo algunos de los títulos más importantes. Inédito El éxito del artista, que nunca salió de España, sigue vigente tres siglos y medio después por ese juego de contradicciones que han definido la evolución de su trabajo. Supo ser austero y sobrio pero a la vez moderno, lo cual no parece fácil si se tiene en cuenta la temática religiosa de su producción. Pero lo que realmente hace especial y única a esta exposición es la exhibición de cuatro obras que han sido identificadas recientemente y otras seis que han sido restauradas para la ocasión. Como si Zurbarán no hubiera dejado de trabajar todo este tiempo y aún quedaran nuevos óleos por descubrir. Entre los cuadros a los que se les había perdido la pista se encuentra un gran lienzo, 'La aparición de la Virgen a San Pedro Nolasco', que es uno de los primeros que realiza para el claustro chico de la Merced de Sevilla. La obra data del año 1628, cuando el pintor aún residía en Llerena, desde donde se comprometió a representar varios episodios de la vida del fundador de la Orden, que sería canonizado por Roma ese año, para uno de los claustros de este antiguo convento. Otra de las pinturas que se expone por primera vez al público es una versión de 'San Francisco rezando en una cueva'. Se trata de una obra madura, pintada en tonos marrón y muy refinada, que data de la década de 1650-1655. Pero uno de los títulos que más misterio envuelve es la 'Aparición del Niño Jesús a San Antonio de Padua', descubierto en 1995 en la iglesia de Étréham en la Normandía francesa, un pueblo cercano a las playas del desembarco. La procedencia de la tela no está clara, hay versiones que apuntan a que pudo ser un regalo a la orden religiosa del conde de Houdetot, político y coleccionista que atesoraba pintura española. Sin embargo, otras versiones miran al vicecónsul en Sevilla, Julian Willians, quien la habría donado a mediados del siglo XIX a la iglesia gala. Pese a que la obra contiene los rasgos principales de Zurbarán, se había atribuido erróneamente a un pintor francés. Se encontraba muy deteriorada y fue preciso realizar una cuidada restauración. 'Los desposorios místicos de Santa Catalina de Alejandría' completa el cuadro de piezas inéditas. Figuraba en el inventario y tasación de los bienes del pintor tras su muerte, pero tras pasar por las manos de varios propietarios, se pierde el rastro de la obra hasta que reaparece hace unos años en una colección privada europea. Esta escena, que representa a una Virgen María joven sosteniendo a un niño Jesús y colocando el anillo de casada a la santa, fue pintada en los últimos años de su vida, una etapa que hasta hace poco tiempo estaba considerada de decadencia. Aportación extremeña Las novedades no terminan aquí. En abril del año pasado, el lienzo de 'San Nicolás de Bari' abandonó el retablo del coro de legos de la iglesia del Real Monasterio de Guadalupe con destino a Madrid. El motivo no era otro que someterse a un tratamiento de rehabilitación a manos del Instituto del Patrimonio Cultural de España para poder incorporarse a las exposiciones de Ferrara y Bruselas. Aunque no sea uno de sus trabajos más valorados ni conocidos, es la primera vez que esta obra abandona el Monasterio. Allí realizó Zurbarán las pinturas que decoraban la sacristía y se trata del único conjunto que se conserva intacto en el lugar para el que lo pintó. Algo parecido ocurre con 'La Virgen entregando el Rosario a los Cartujos', realizado para la Cartuja de Jerez y en el que el pintor desarrolla una de sus composiciones más ambiciosas y monumentales. Fue adquirido en 1853 y desde entonces no había salido de Polonia hasta ahora. Este cuadro, junto a otros dos de la vida de Santo Domingo que pertenecen a la iglesia de Santo Domingo de Sevilla, no pudieron estar en la muestra de Ferrara por cuestiones de espacio. Pero no todo es silencio y contemplación en las doce salas. Además de las explicaciones de los guías y de los 'shhhhh' que se escuchan exigiendo respeto cuando se aproxima un grupo grande de visitas, el músico belga Paul Van Nevel ha tratado de acercarse al universo musical de Zurbarán imaginando la música que el pintor pudo haber oído en Sevilla y Madrid en el siglo XVII. El ciclo de conciertos 'Lo íntimo y lo Sagrado', que trata de transmitir este espíritu cada jueves, pondrá el broche de oro a la clausura de la muestra el 26 de mayo. Ese día, las puertas del Barroco volverán a cerrarse y los lienzos de Zurbarán volverán a sus países de destino sin olvidar nunca más su origen.
Fuente: CRISTINA CÁNDIDO