El trabajo, casi detectivesco, de un archivero de La Puebla de Cazalla, municipio de la campiña sevillana, ha arrojado luz sobre aspectos desconocidos de la biografía de Miguel de Cervantes. El hallazgo de cuatro documentos inéditos en distintos archivos aporta nuevos datos sobre su labor como recaudador de la Hacienda Real y apunta la posibilidad de que hubiese otra mujer en su vida.
El archivero en cuestión, José Cabello, se topó hace tres años por casualidad con un manuscrito del 5 de marzo de 1593 en el que Cervantes se acreditaba ante ese Ayuntamiento como comisario de abastos de la Armada Real por encargo del proveedor de la flota de Indias Cristóbal de Barros. La labor del novelista era recaudar trigo y cebada para abastecer a la flota de Felipe II. “El documento es importante porque acredita que Cervantes estuvo en La Puebla, algo que se desconocía hasta ahora, y lo relaciona por primera vez con Cristóbal de Barros, quien fue el armador que construyó los navíos que participaron en la batalla de Lepanto [en la que también luchó Cervantes], además de ser proveedor para los galeones de la Armada y la flota de la carrera de Indias”, comentó ayer el investigador, quien descubrió el primer manuscrito entre los miles de documentos de La Puebla entre 1543 a 1894 depositados en el Archivo del Distrito Notarial de Morón de la Frontera.
“Estos legajos se conservan gracias a que en el siglo XIX una orden obligó al Ayuntamiento de La Puebla a depositar todos los documentos notariales en Morón [como cabeza de partido]. Los archivos de La Puebla se quemaron durante la Guerra Civil. En 2002, para conmemorar el quinto centenario del otorgamiento de la carta a La Puebla de Cazalla por el conde de Ureña, se microfilmaron esos documentos y yo los he ido leyendo y clasificando durante los últimos años”, explicó Cabello, quien a partir de este papel comenzó a tirar de un hilo que le ha llevado a localizar otros tres legajos relacionados con el padre de la novela moderna, quien pasó 10 años en la provincia de Sevilla, de 1587 a 1597.
La relación del novelista con Cristóbal de Barros condujo a Cabello hasta el Archivo General de Indias, donde encontró un libramiento de Barros de noviembre de 1593 en el que ordenaba el pago de un salario de 19.200 maravedíes, “una cantidad bastante digna para la época”, apuntó el investigador, por 48 días de servicio como “comisario” de la Hacienda Real en varios municipios de la provincia de Sevilla. “También en el Archivo de Indias localicé otro documento en el que aclara que Cervantes realizó este servicio entre el 21 de febrero y el 28 de abril de 1593. Pero, en mi opinión, el hallazgo más interesante es el del Archivo de Protocolos Notariales de Sevilla: un poder que Cervantes le otorga a Magdalena Enríquez para cobrar su salario. Esta mujer nunca había aparecido relacionada con el escritor. El documento es el único de los cuatro que está firmado por él”, afirma el archivero, que ha escrito dos artículos, pendientes de publicación, en los que recoge el trabajo de estos años.
Miguel de Cervantes, visto por Loredano.
Para el filólogo y académico Francisco Rico, uno de los grandes especialistas sobre la obra de Cervantes, el hallazgo “es interesante, pero seguimos sin saber nada sobre el personaje, sobre su intimidad, su pensamiento o cómo se relacionaba con las mujeres de su familia”. “La aparición de Magdalena Enríquez puede ser una pista interesante, pero yo no me haría muchas ilusiones porque, al tratarse de una bizcochera que trabajaba para la flota de Indias, la relación podría haber sido puramente comercial”, precisó ayer el catedrático de Literaturas Hispánicas Medievales. Según Rico, existen bastantes testimonios parecidos de su labor como recaudador y su firma aparece en muchos de ellos, “un número considerable para tratarse de un autor del Siglo de Oro”, pero no hay rastro de documentos que permitan conocer su carácter. “Su talante tenemos que deducirlo de sus obras”, añadió Rico.
El novelista otorgó un poder a Magdalena Enríquez, una bizcochera de Sevilla, para que cobrara su salario
“Todo esto abre las puertas a nuevas investigaciones que podrían aportar más luz a la biografía del autor de El Quijote. Hasta el momento sólo se sabía de la existencia de tres mujeres importantes en su vida: Ana Franca de Rojas, con la que tuvo una hija natural llamada Isabel de Saavedra; Catalina de Salazar y Palacios, con quien se casó en 1584, y Jerónima Alarcón, una sevillana de quien Cervantes figura como fiador y pagador de unas casas en 1589”, precisa Cabello. “De Magdalena Enríquez solo sabemos que era bizcochera y natural de Sevilla. Debía de ser viuda, porque de otra forma no podrían haber hecho un poder a su nombre, y tener algún tipo de relación con Cervantes cuando él le permitió cobrar su salario, ya que tenía que partir para una nueva encomienda y no podía esperar al cobro”.
El hallazgo desmiente la pobreza permanente de Cervantes
RAFAEL FRAGUAS
El hallazgo documental de Puebla de Cazalla, sobre la estancia temporal de Miguel de Cervantes en la localidad sevillana, pone de relieve que el novelista universal fue considerablemente bien remunerado en aquel periodo de su vida, entre 1592 y 1593. Así lo subraya el cervantista José Montero Reguera, catedrático de Literatura Española de la Universidad de Vigo y especialista desde 1992 en la vida del alcalaíno universal, sobre la cual versó la tesis del catedrático, autor asimismo de seis estudios publicados al respecto. “Los documentos hallados por Cabello Núñez sitúan en coordenadas espacio-temporales y existenciales muy precisas una etapa de la vida de Miguel de Cervantes poco conocida, centrada en Puebla de Cazalla y hasta ahora ignorada”. Montero Reguera añade: “Demuestran, igualmente, que durante esa etapa, el autor de El ingenioso hidalgo Don Quijote de La Mancha recibió una retribución sustanciosa, que desmiente, en parte, la interpretación romántica del siglo XIX, que atribuía a Cervantes una existencia siempre desvalida. Por contra”, agrega Montero Reguera, “sobrevivió hasta edad provecta, 69 años, casi longeva para su época, en tres de las ciudades más ricas de España: Valladolid, Madrid y Sevilla”.
“De la estancia sevillana de Cervantes, que duró 15 años a partir de 1587, se conocen datos indirectos”, añade el experto. “Incluso un estudioso, José M. Asensio, a finales del siglo XIX llegó a decir que hablaba con giros coloquiales andaluces, algo altamente improbable”. Lo que sí se sabe con certeza documental probada, agrega el experto, "es que Cervantes, fue en Sevilla proveedor de la la flota enviada por Felipe II para la invasión de Inglaterra". También se conoce que "fue en la capital andaluza donde escribió el Soneto a la muerte de Fernando de Herrera y otro escrito sobre el túmulo funerario erigido en la ciudad del Guadalquivir a la muerte de Felipe II".
“Lo más relevante es que este hallazgo documental abre nuevas y posibles vías de investigación que señalan nuevos caminos dónde buscar y hallar datos desconocidos de su biografía”, concluye el catedrático.También lo ahora descubierto da fe de un vínculo estrecho con Magdalena Enríquez, nexo hasta hoy ignorado. Se sabe que tal apellido procede del noroeste de la península ibérica y que contó con numerosas ramificaciones: era el mismo que llevaron algunos de los principales almirantes medievales de Castilla.
Segunda fase para hallar los restos de Cervantes
Por otra parte, la segunda fase de las investigaciones para localizar los restos de Miguel de Cervantes en el convento madrileño de Las Trinitarias cuentan ya con la aquiescencia de las monjas y del Arzobispado de Madrid, según informó Francisco Etxeberría, forense que dirige el equipo científico que acometerá el estudio de los restos óseos, una vez localizados. Mientras el Ayuntamiento madrileño se apresta a proveer la financiación de esta fase, sólo falta la "luz verde" de la Dirección General de Patrimonio del Gobierno regional madrileño, que tiene las competencias legales sobre asuntos histórico-culturales de cariz patrimonial, toda vez que el organismo regional examine la documentación cartográfica recabada en la primera fase de la exploración, acometida con georradar y que trazó un mapa muy completo del monasterio y su subsuelo. La segunda etapa de la exploración consistirá en el examen in situ, en la cripta del monasterio, de los restos sepultados en varias decenas de nichos allí albergados, para cotejarlos con la documentación anatómica que se atribuye a los despojos del novelista universal, sepultado en el convento en abril de 1616, que presentarían marcas indelebles de heridas en el esternón y en los huesos del metacarpo de la mano izquierda, heridas ambas sufridas por el alcalaíno universal en la batalla de Lepanto, en octubre de 1571.
Fuente: EL País