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Ahora toca apostar por una RAE sostenible'

Darío Villanueva optaba por segunda vez a la dirección de la Real Academia Española (RAE). Hace cuatro años salió elegido José Manuel Blecua. Ahora es su rival de entonces quien pasa el timón de la institución a este filólogo nacido en Villalba (Lugo) en 1950, especialista en la obra de Valle-Inclán y de Cela que ayer recibió el respaldo de una amplia mayoría (condición indispensable para ser escogido en primera vuelta) como nuevo director de la institución. Entre sus misiones, sortear la grave crisis económica de la institución tras los recortes presupuestarios asestados por el Gobierno, mantener controlados los enfrentamientos entre las distintas familias (algunas vinculadas a importantesgrupos de comunicación) entre las que se reparten los académicos y afrontar los nuevos retos que establecen las redes sociales y las herramientas digitales para la difusión de la ingente tarea de la Casa en favor del idioma. Darío Villanueva IRENE FDEZ. JUBITERO ¿A qué cree que se debe su elección?
La decisión que han tomado los académicos a mi favor supongo que tiene que ver con mi actividad como secretario durante cinco años. El cargo de secretario emite muchos mensajes perceptibles por los miembros de esta casa en los asuntos del día a día de la institución. El director es un primus inter pares, el cerebro rector al que le corresponde la representación máxima de la Academia. El secretario, en este sentido, es el currito de la Academia. Cada vez que se elige un nuevo director, el saliente suele dejar algún encargo sobre qué urge hacer. ¿Cuál es el suyo?
Eso lo enfoco más bien de manera corporativa. No hay un personalismo en la función de director de la RAE, que es uien dirige interpreta o ejecuta lo que ese senado de 46 académicos va decidiendo, así que los encargos que recibo son los que vienen del pleno académico, que este año ha tenido una actividad muy intensa más allá de lo genuino (el trabajo lexicográfico y lingüístico), pues nos hemos volcado en cuestiones de organización interna, redactando un reglamento nuevo e intentando afrontar las consecuencias de la crisis económica. Además, como ha sido el año del tercer centenario hemos empezado a trabajar en lo que debe ser el futuro de la academia en los 300 años siguientes. ¿Entonces cuál será su propósito inmediato?
La aplicación del plan estratégico en el que he participado como secretario de manera muy activa. Por experiencias previas, como el haber sido rector de la Universidad de Santiago de Compostela durante ocho años, creo profundamente en la utilidad de un instrumento para la gestión de entidades desde la planificación estratégica. Es muy necesario el énfasis en esto. Tenemos la obligación de refundar muchos aspectos del funcionamiento de la Academia. Hay numerosos retos ilusionantes y debemos reaccionar. En los últimos años hemos hecho una gran Gramática panhispánica, una excelente Ortografía, la vigesimotercera edición del Diccionario y está en marcha la Biblioteca Clásica de la RAE, que tendrá 111 títulos y de la que ya hemos publicado 26. Como verá, no nos faltan resultados sobre el trabajo genuino de la Academia. Ahora nos toca desarrollar una RAE sostenible. El ex director, José Manuel Blecua, advertía hace unos días sobre la situación económica tan dramática que atraviesa la RAE. ¿Cómo piensa vencer esta situación?
En los momentos mejores, la aportación del Estado no ha superado nunca el 50% del presupuesto de la Academia. Es cierto que en los últimos años, por la crisis, hemos perdido un 60% de esa asignación. Y eso es un palo. Pero la Academia no es un organismo del Gobierno, nació por iniciativa de la sociedad civil y con Felipe V recibió el amparo real. Hoy día, tanto Don Juan Carlos como Felipe VI están muy cerca de esta institución. Y ese apoyo es vital para nosotros. Ya, pero la crisis...
Pero permítame decirle que la Academia es un asunto de Estado, aunque quizá debemos explicar mejor lo que hacemos y lo que queremos hacer. Hay unas facetas de la actividad de la RAE que tienen una clarísima implicación de Estado. Me refiero a la dimensión internacional y de relaciones exteriores. Aquí ostentamos la presidencia de laAsociación de Academias, integrada por otras 22 academias de otros tantos países de Latinoamérica y Filipinas. La sede de esta asociación está en Madrid y eso tiene mucha improtancia. Requiere una labor muy fina diplomática y de consenso. ¿Y desde el punto de vista de la captación de recursos?
Para eso está la Fundaciónpro-RAE, promovida con un gran apoyo de Don Juan Carlos hace 22 años y que preside de manera ejecutiva el Gobernador del Banco de España.En ella participan, con valiosísimas aportaciones, numerosos benefactores de esta Casa, que aún podrían ser más. Si explicando las cosas solicitamos un mayor concurso de benefactores podremos encontrarlos... ¿Será esa su principal baza?
Será una de nuestras líneas de trabajo, porque también vamos a apostar por la diversificación. Cuando una entidad tiene dificultades económicas como tenemos nosotros... ¿Dificultades angustiosas?
No diría tanto, pues aún tenemos liquidez como para desarrollar algunas de nuestras estrategias. La visión que tengo es preocupada, pero no pesimista. ¿Habrá que adelgazar la estractura de la RAE?
No, aunque sí tenemos que seguir con la reducción de gasto que implica una reducción salarial de la plantilla en un 10% y también rebajar las dietas que cobran los académicos. ¿De cuánto es cada una de esas dietas?
Por asistencia a los plenos de los jueves, 120 euros. En el caso del director y del secretario hay una dieta más. Pero como le iba diciendo, a pesar de la situación adversa no contemplamos una reducción drástica de la plantilla. Y la razón es simple: tenemos que reducir gastos y aumentar (y diversificar) los ingresos. Y para eso no podemos estar esperando a decisiones gubernamentales, sino que tenemos que actuar por cuenta propia. Algo así requiere contar con los servicios que la Academia presta.Servicios que sólo se pueden sostener con la plantilla de personal altamente cualificado con la que contamos. ¿Se plantea la posibilidad de cobrar por esos servicios. Por ejemplo, por el acceso al diccionario en la Red?
Vamos a ver, tenemos un gran éxito con la oferta gratuita del Diccionario en línea.Al mes recibimos entre 40 y 45 millones de consultas, que vienen de 20 millones de visitas, de las cuales ocho millones son usuarios únicos. Son cifras que los expertos nos indican como algo muy serio. Eso seguirá siendo gratuito para el usuario. ¿Y el diccionario también va a continuar publicándose en papel?
El próximo diccionario será concebido y difundido de modo digital, pero habrá ediciones diversas y diversificadas en papel. Así que cambia nuestra concepción porque así lo exigen los tiempos. ¿El diccionario siempre va por detrás de la lengua?
Siempre. La Academia no inventa, promociona o propone palabras sino que registra las que ya existen. Cuando decimos que la gente es la propietaria de la lengua es absolutamente cierto. ¿Las políticas lingüísticas han perjudicado al español?
Cuando uno siente enorme respeto hacia su lengua nativa, también lo siente hacia las lenguas de los otros. Más aún cuando el bilingüismo no es una rareza, sino algo obligado. Todas las lenguas enriquecen y son instrumentos de comunicación y entendimiento. Lo extraño es concebirlas como herramienta de separación... Pero así ha sido, por ejemplo en algunas decisiones de los últimos gobiernos de Cataluña.
Pero eso es algo que está fuera de la naturaleza de cualquier lengua. El español tiene una gran fuerza, también económica, ¿se está aprovechando en su potencia?
Es muy interesante el debate y los estudios sobre el valor económico del español.El primer estudio en esta línea lo hizo la RAE por iniciativa de Ángel Martín Municio, pero no soy muy partidario de este tipo de interpretaciones. Lo económico viene por añadidutra cuando previamente se entiende la lengua como instrumento de entendimiento y comunicación. ¿Cuántas sillas hay vacantes en la RAE?
Cinco. Sigue existiendo un déficit de mujeres en la institución: sólo seis.
Efectivamente.Eso es algo que debe de ser resuelto. Aunque debo decirle que desde que yo entré en la Academia, en 2008, han ingresado cuatro de ellas. Eso indica una voluntad de sumar que es compartida por el conjunto de la RAE. Director para un tiempo nuevo SANTOS SANZ VILLANUEVA
Confío en que una añeja e inalterada amistad con Darío Villanueva no ofusque mi opinión sobre el inmejorable acierto de la RAE al elegirle director. Otros académicos hay que pueden desempeñar bien una tan prestigiada como onerosa encomienda, pero pocos reúnen en su medida la doble condición de filólogo y gestor. Un filólogo al frente de la Academia parece requisito inexcusable, pues al fin y al cabo la centenaria institución se cuida del idioma y su responsable ha de impulsar con conocimientos específicos los trabajos para su preservación y difusión. En este sentido, Darío Villanueva tiene un currículum colmado, aunque no en el campo de la lengua, como el director saliente, José Manuel Blecua, sino en el de la teoría y la crítica literaria.
En extracto telegráfico, el trabajo profesional de Darío Villanueva ha tenido desde sus inicios, muy tempraneros, el claro norte de conectar la actividad académica, de sobra recluida en el ensimismamiento universitario, con la vida y la actualidad. Empezó estudiando a Rafael Sánchez Ferlosio y pasó a la reflexión sobre el fenómeno literario en terrenos tan resbaladizos y comprometidos como el Realismo, donde ha hecho una de las pocas aportaciones españolas con traducción al inglés, Teorías del realismo literario. Sus estudios teóricos sobre la novela son un referente en la bibliografía española. La alerta sobre la formas de comunicación actual ha proporcionado algunos ensayos imprescindibles acerca de las relaciones entre el cine y la literatura. Y su explicación de Valle-Inclán en el contexto del «Modernismo» internacional, sacándolo del rutinario cajón hispánico del 98, ha dado una nueva visión del creador del esperpento. No está de más añadir que escribe con elegancia y claridad, con rigor pero sin pagar tributo a la disuasoria jerga esotérica habitual en su especialidad.
Tiene Darío Villanueva también un currículo dilatado como gestor en puestos de mucha responsabilidad. Supone mérito sobrado salir con buen cartel de un puesto tan complejo como el de rector, que lo fue de su Universidad, Santiago de Compostela. Entre otros plurales encargos, solo mencionaré la dirección de la Biblioteca Virtual Cervantes y del gran repertorio histórico de nuestras letras, la Biblioteca Castro.
La RAE es hoy mucho más que una tertulia de ilustrados con preocupación por el idioma. Es una empresa con una amplia nómina de empleados que necesita abundantes recursos para funcionar. Una parte de sus ingresos procede del Estado, pero algo así como la mitad del presupuesto depende de su propia capacidad para lograr otras rentas. Este será el cometido prioritario del nuevo director, de especial dificultad en estos tiempos de crisis que están flagelando con dureza a la cultura. Estoy seguro de que Darío Villanueva abordará con pragmatismo el reto. Hace poco leí unas declaraciones suyas en las que hablaba de la necesidad de una refundación de la venerable institución. Se entendía que postulaba una apuesta al día acorde con el importante papel que desempeña en el afianzamiento de relaciones culturales, con repercusión económica, con la comunidad hispanohablante.
Darío Villanueva encarna cabalmente la figura del director necesario para un tiempo nuevo. Seguro que lo hará con eficacia y con la prudencia que le inspirará un rasgo eminente de su carácter, una sana y templada ironía gallega.

Fuente: EL Mundo

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