María Teresa Rodríguez conoce a la perfección la colección del Museo de Bellas Artes. Llegó a la institución como estudiante, siguió como conservadora y ahora lo dirige en su nueva etapa. La flamante sede -cuenta- permite enfrentarse a otros retos.
Usted dice que el edificio recién estrenado ejerce un efecto faro sobre los visitantes.
El museo ha ido conquistando durante su trayectoria a un público fiel que va a todas las actividades. Pero el edificio de ahora ejerce de faro. Mucha gente que nunca se había acercado y no sabía lo que había dentro, visita la colección. A eso me refiero. El cambio arquitectónico ha sido un empujón. Antes de la obra, se mimetizaba en el Casco Antiguo, ahora ocurre todo lo contrario. Invita a entrar, ya no pasa desapercibido.
«Pocos museos ofrecen su colección de forma gratuita como el nuestro»
Pero no se ha movido de sitio.
En esta nueva etapa ha encontrado su ubicación no porque haya cambiado de sitio, sino por lo que aporta la arquitectura moderna. Se encuentra en un entorno muy significativo, junto a la plaza de la Soledad y hay un público potencial que antes pasaba de largo y ya no.
¿Cómo han vivido ustedes, desde dentro, la metamorfosis?
Ha sido un proceso complejo. Lo afrontamos en equipo junto con los arquitectos y tuvimos que decidir cómo adaptar tu colección a un nuevo espacio arquitectónico y mantener un discurso expositivo con sentido. No podemos poner a un pintor del siglo XVI junto con uno del XX.
¿Teme que pase como en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida, que el propio edificio ensombrece la colección?
Yo no creo que eso sea así. Yo empecé trabajando como becaria en el Museo de Mérida y el edificio tiene su proyección y su importancia, pero las piezas apoyan. El conjunto es armónico y aquí ocurre lo mismo. Hemos conseguido una comunicación perfecta. Interiormente queda muy abierto y las piezas se han realzado gracias a la estructura o la iluminación, que son muy importantes.
¿Y el público también lo ha entendido?
Vemos que en los primeros meses de esta etapa se han triplicado las visitas. Tenemos contabilizado visitantes de Inglaterra o Alemania y muchos se van sorprendidos de lo que encuentran y nos dan la enhorabuena.
¿Hay vida más allá de la colección?
Hay que seguir interactuando con la ciudad. Hemos participado en la Feria del Libro, retomaremos las conferencias, ahora estamos con los conciertos de verano y en la próxima Noche en Blanco esperamos muchas visitas, será uno de los atractivos.
¿Y el reto de la directora por dónde pasa?
El MUBA es un museo que nace, crece y quiere tener una proyección nacional e internacional. Nació como algo local o provincial, pero la colección engloba a artistas nacionales. Tenemos depósitos del Prado y del Reina Sofía. Esos grandes museos españoles confían en el MUBA para depositar obras suyas que ellos no tienen posibilidad de exponer. Queremos atraer a más público, y sobre todo, público joven. Yo siempre recuerdo que la entrada es gratuita, algo muy importante porque cuando viajamos fuera, pocos museos ofrecen su colección de forma gratuita como el nuestro.
Y todos tienen sus estrellas
En nuestro caso tenemos artistas de gran proyección dentro de las vanguardias como Timoteo Pérez Rubio, Ortega Muñoz, Barjola o Ángel Duarte. Después pasamos a las piezas que dan personalidad. De Barjola, hay en otros sitios, pero de Covarsí, Antonio Juez, Eugenio Hermoso o Pérez Jiménez y el resto del costumbrismo son muy representativos del MUBA. Ya en el siglo XIX tenemos a Felipe Checa y Nicolás Megía y más atrás, dentro de la pintura religiosa, tenemos a Zurbarán o Luis de Morales.
¿Cuál es el papel de un director en un bellas artes?
En sitios que no tienen grandes plantillas, se requiere mucho trabajo de gestión. Aquí te ocupa de todos, de las necesidades internas y de las actividades al público. Las exposiciones, por ejemplo, requieren de un trabajo previo. Uno de nuestros objetivos es informatizar la biblioteca. Hemos firmado un convenio con la Universidad de Extremadura para que a partir del próximo curso, estudiantes de Historia del Arte y de Biblioteconomía puedan hacer sus prácticas con nosotros.
¿A los museos se le pide cada vez más un papel más pedagógico?
Desde la Diputación siempre se ha trabajado por fomentar la ayuda a la formación. Yo empecé de esta forma, aprendiendo desde abajo, con prácticas, con becas. Nosotros queremos ser una oportunidad para los interesados. El museo también ha dado servicio al sistema educativo con visitas escolares. Queremos mejorar y ampliar a esa oferta. Ahora mismo no tenemos personal para poder organizarlas, pero para el curso que viene queremos ponerlo en marcha.
¿Tienen todos los fondos expuestos?
Ningún museo tiene todos sus fondos expuestos. Siempre hay piezas en almacén. Nosotros tenemos un total de más de 2.000 piezas y hay expuestas cerca de quinientas. Podemos decir que tenemos al público una cuarta parte. Tratamos de exponer lo más representativo de cada autor y hacemos exposiciones periódicas de lo que tenemos de almacén.
Fuente: HOY