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Alonso de Ercilla, poeta, soldado y héroe del Imperio Español

Nuestros gloriosos, pero a menudo olvidados méritos imperiales fructificaron a menudo en una figura que es casi única en la historia miñlitar y literaria europea, acaso incluso mundial, la del poeta soldado. Vayan por delante y en formación acaso los más ilustres, como Garcilaso de la Vega y Francisco de Aldana, héroes de nuestra siempre fiel infantería, y dos más que excelsímos poetas. No olvidemos a muchísimos otros y hasta Lope de Vega, nuestro Fénix de los Ingenios, tuvo las agallas de alistarse como voluntario en la que fuera desvencijada por el Atlántico en las costas de Irlanda ese Armada Invencible (así la denominaron cun cruel sarna los ingleses, apóstatas de renombre que siempre han hecho del insulto y la burla de Nuestra Nación una de sus más esforzadas industrias, aunque en tantas industrias debieran poner pies en polvososa y con el rabio entre las piernas ante nuestro salvaje coraje). Pero sepan que entre nosotros, de siempre se la conoció como la Gran Armada. Uno de estos alféreces y vates fue Don Alonso de Ercilla y Zúñiga (Madrid, 7 de agosto de 1533-29 de noviembre de 1594) fue un poeta y soldado español, que fuera conocido y reconocido principalmente por ser el autor de La Araucana, gigantesco poema épico sobre la Conquista de Chile, texto arrebatador y que daba cuenta de las innúmeras y cruentísimas a los indígenas propios del país, los mapuches. Al año, Alonso de Ercilla, pquedó huérfano de padre y su hermano mayor también murió muy joven y pronto, la familia Ercilla pasó de ser una familia con posibles a convertirse en un clan acuciado por la necesidad. De modo y manera que muerto el mayor de los hijos, Alonso fue remitido a la Iglesia, en tanto que ya principiaba con un puñado de sus atrevidos versos, comenzaba a afilar el acero toledanao de su espafda y era aagraciado por el favor del Emperador Carlos I de España y V de Alemania. Se aposentó, pues, Don Alonso, allende la Mar Océanaa cuando en 1556 llega al Perú y acompaña a García Hurtado de Mendoza, a la sazón recién nombrado gobernador y capitán general de Chile, donde se habían sublevado los araucanos. En el alargadísimo país andino estuvo algo más de año y medio batalló en lides como las de Lagunillas, Quiapo y Millarapue con los indígenes araucanos, siendo testigo de la muerte de Caupolicán, protagonista de su poema: La Araucana, poema épico de exaltación militar en 37 cantos, donde narra los hechos más significativos de la guerra de Arauco contra los citados araucanos o mapuches). La Araucana, el libro que le dio fama y gloria a Don Alonso de Ercilla para los siglos de los siglos fue considerada por el mismísimo Miguel de Cervantes como una de las mejores obras épicas en verso castellano que haya producido España, e incluso, el Manco de Lepanto y la salva novelísticamente del fuego a que fue sometida la biblioteca de don Quijote. Después de residir en el Perú, Ercilla volvió a España en 1562, donde publicó su gran obra (1569), dedicada a Su Majestad Católica Felipe II y fue nombrado gentilhombre de la Corte y Caballero de Santiago, la mayor distinción de la época, ey comenzó, igualmente, una fructífera tarea diplomática. En el año de gracia de1570 se casó con María de Bazán y se instaló en Madrid, donde terminó las partes segunda (1578) y tercera de su poema (1589). El gran vate, soldado y diplomático murió a los 61 años en 1594. Sus restos reposan en el Convento de San José situado en la ciudad de Ocaña en Toledo. Fuente: ABC

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