José Miguel Santiago Castelo (septiembre 1948-29 de mayo de 2015) se pasó toda la vida poniendo en verso «el gozo carnal, la sensorialidad y la pasión de vivir», pero dentro de poco también le recordarán como el poeta que mejor supo endecasilabar la espera de la muerte. 'La sentencia' la escribió entre hospitales o ciclos de quimioterapia y afrontó su último libro como un ciclista una contrarreloj: pedalear hasta quedarse sin fuerzas. El jurado de los Gil de Biedma -uno de los premios literarios más importantes- aclamó sus textos cuando llegaron al concurso. «Un poeta que se despide con sosiego, con un temple admirable, es el temblor estremecedor que provoca el poemario póstumo de Castelo», explicó Gonzalo Santoja, coordinador del premio en el anuncio del ganador de la última edición. 'La sentencia' llegará al público en pocas semanas, pero Castelo es mucho más. Basta recordar su 'Quilombo' de 2008. Isabel María Pérez, presidenta de la Asociación de Escritores Extremeños (Aeex), cuenta que la mejor definición se la escuchó en su día a su amigo Luis Sáez Delgado. Habló de un «un intelectual poliédrico». Y con ese afán poliédrico ha preparado la asociación que preside un homenaje para mañana sábado a las diez de la mañana en el Meiac. El salón de actos del museo acoge habitualmente las lecturas de los invitados al Aula Díez Canedo. Aunque ya se han celebrado algunas sesiones, la proyección supone, en cierto modo, la vuelta a su casa y abre de forma oficial el curso actual. El homenaje se cerrará precisamente con la proyección de su paso por la Díez Canedo en 1993. Castelo fue fundador y miembro de la junta directiva de la Aeex y desde la asociación explican que no es sólo un homenaje más para reflejar el cariño que los escritores extremeños le tenían, sino de una jornada de estudio acorde a su talla intelectual. El presidente de la Junta, el de la Diputación y el alcalde de la ciudad abrirán las ponencias. Teresiano Rodríguez, Miguel Ángel Lama, Manuel Pecellín, José Luis Bernal o Carmen Fernández-Daza son algunos de los participantes. «Apoyaba a aquellos escritores en ciernes, a los que empiezan, a los que estaban en los pueblitos y nadie atendía», recuerda ahora emocionada Isabel María Pérez. Castelo, junto con Ángel Campos y Tomás Pérez, impulsó la lectura y la escritura en los institutos para ganar cantera a través de la asociación de escritores y de la Díez Canedo. Al poeta, le gustaba decir que, salvo engrasar las linotipias, había hecho de todo en el periódico ABC. «Incluso llegué a entrevistar a Miguel Muñoz en su día -recordaba- sin saber nada de fútbol». Pasó toda su carrera en Madrid, pero en la Aeex destacan que siempre ejerció de extremeño. Era de los que más promocionaba la región en Madrid. Su otra patria podría ser La Habana, aunque era conocida su predilección por Don Juan de Borbón, mantuvo siempre una estrecha relación con Fidel Castro. En Cuba se le consideraba una celebridad y acudía con frecuencia a la Feria Iberoamericana del libro con otros escritores españoles. Muy amigo de Julio Bocca y Alicia Alonso, en ABC recuerdan que muchas veces ejerció de correo entre familiares que vivían a un lado y otro del Atlántico. Manuel Pecellín lo definió en su día como un «anarquista de derechas». Otra forma de referirse a un intelectual poliédrico.
Fuente: HOY