La provincia cacereña es un auténtico museo al aire libre. Solo en la tipología de castillos medievales conserva un centenar de construcciones, algunas con tal calidad arquitectónica que se posicionan entre las mejores del país, y otras más pequeñas pero extraordinarias por sus singularidades. El legado religioso todavía es mayor (iglesias, conventos, ermitas...), y por supuesto las construcciones civiles (palacios, edificios institucionales, recintos de uso popular...). Pero el mantenimiento no siempre es el adecuado y algunos monumentos están en situación de SOS. Cáceres tiene 23 incluidos en la Lista Roja del Patrimonio elaborada por la asociación Hispania Nostra, toda una referencia nacional formada por historiadores, arquitectos, profesores y gestores culturales. En España existen 743 elementos en riesgo repartidos por todas las comunidades. Cáceres, pese a ser la segunda provincia con mayor superficie del país, heredera de un amplio legado histórico-artístico, no sale especialmente mal parada, pero esos 23 elementos suponen un aldabonazo a la conciencia colectiva. Además, dos monumentos tan especiales como Zamarilla y el castillo de Floripes han entrado durante el último año en la lista, aunque también han salido tres: la bella ermita de Valbón, la de San Bartolomé de Hinojal, y el aljibe de la Casa de las Veletas, muy significativo. Zamarilla es una herencia realmente singular. Se trata de una completa aldea bajomedieval con iglesia, palacio, escudos, pajares, cuadras, tinados y otras edificaciones. Situada entre Valdesalor y Torreorgaz, quedó despoblada hace dos siglos y su titularidad privada no ha ayudado precisamente a conservarla. Algunas viviendas han sido rehabilitadas, otras no. La ermita de Nuestra Señora de la Esclarecida ha perdido recientemente su fachada, derrumbada sobre el atrio. También accede a la Lista Roja el castillo de Alconétar, de Rocafrida o de Floripes. La noticia llama la atención por la peculiaridad de esta fortificación, pero no por inesperada, puesto que hunde sus cimientos en el pantano de Alcántara y a veces se encuentra cubierta casi al completo. Una paradoja, porque se trata de una de las mejores torres del homenaje que existen en la provincia, de tal calidad arquitectónica que sigue firme bajo el embalse, soportando la erosión del agua. Afortunadamente, el objetivo de la Lista Roja surte efecto (llamar la atención sobre este patrimonio) y tres edificios han salido durante el último año de la misma: la ermita de Valbón (siglo XVI), en la campiña de Valencia de Alcántara, a raíz de los trabajos de reconstrucción del Grupo de Arqueología y Defensa del Patrimonio de Valencia de Alcántara; la ermita de San Bartolomé o San Berto de Hinojal, de origen templario, que ha sido restaurada tanto en su exterior como en su interior, incluyendo los esgrafiados; y el aljibe de la Casa de las Veletas de Cáceres, uno de los mejor conservados y de mayor tamaño de toda la Península Ibérica, cuya introducción en la lista fue muy breve y polémica, y cuya salida se debe al plan de intervención previsto en los Presupuestos Generales del Estado. Fuente: El Periódico Extremadura