“Cuando se trata el pasado más duro, personal y colectivo, lo que nos gusta, a las personas y a los países, son las mentiras”. El escritor español Javier Cercas (Ibahernando, 1962) se expresa así cuando acaba de recibir este viernes en Pekín el premio a la mejor novela extranjera publicada en China en 2015 por su obra El impostor, su primera traducida al mandarín. “Lo que nos gusta es edulcorar el pasado, enmascararlo, crear una pantalla para ocultar la realidad; una pantalla agradable, sentimental, heroica, para ocultar que el pasado no es agradable ni sentimental ni heroico”. El Impostor, la reconstrucción de la vida de Enric Marco, el catalán que se hizo pasar durante años por superviviente de los campos de concentración alemanes y llegó a presidir la Amical de Mauthausen es una obra especialmente pertinente, pero a la vez arriesgada, para la China actual. Una China donde la versión oficial de la historia contemporánea es incuestionable en público, la tarea de rastreo del pasado reciente es un tabú y donde episodios como la matanza de Tiananmen de 1989 o las hambrunas del Gran Salto Adelante están estrictamente ocultos bajo la alfombra. “La literatura es más que un entretenimiento. (Tiene) esta capacidad de descubrirnos a nosotros mismos, de revelar la realidad. Ojalá este libro sirviera para mostrar que (en China) hay cosas que no se pueden decir. Sería maravilloso”, apuntaba Cercas a la prensa después de la ceremonia de entrega del premio en un céntrico hotel de Pekín. El problema de la memoria histórica, del pasado, es algo común a todos los países y a toda la humanidad. Los españoles, señala, “creemos que España tiene una relación especialmente difícil con su pasado y es verdad, tenemos una relación difícil. Pero no hay nadie que no la tenga. Lidiar con el pasado personal e histórico es algo que se puede hacer mejor o peor, pero todos los países tienen dificultades con ello”. En China, no obstante, “la situación es mucho más compleja que la nuestra. Al fin y al cabo, podemos hablarlo con mayor o menor acierto… así que ojalá alguien leyera el libro diciendo, ‘esto aquí no podemos hacerlo, nosotros no podemos enfrentarnos a nuestro pasado como lo hace este señor en este libro’”. El tejido de falsificaciones, la narración edulcorada que difundió Marco durante años tuvo “un éxito desmesurado”, pero solo sirvió, apunta Cercas, “para que la gente tenga una versión distorsionada de la verdadera historia”. “Lo que deberían hacer los chinos es lo que cualquiera debería hacer: enfrentarse al pasado con todas las de la ley, de verdad. Eso sí sirve. Pero contar un cuentecillo a los niños no sirve para nada. Al contrario, sirve para peor”. Cercas es el primer escritor español que recibe este premio bajo su nombre actual, Taofen, que en una versión anterior ya había recibido también la escritora y periodista Angeles Caso con su novela Contra el viento (Premio Planeta) en 2010. En la edición de este año quedaron finalistas en la categoría de novela extranjera la alemana Judith Hermann, la rusa Xenia Pushka, el japonés Shinya Tanaka, el francés Adrien Bosc y el holandés Tommy Wieringa. En su discurso de aceptación del premio, Cercas insistió en el papel peligroso de la literatura: “Tal y como yo la entiendo, la literatura es un peligro público; para quien la escribe pero también para quien la lee; no sirve para tranquilizar sino para inquietar, no para estabilizarnos sino para revolucionarnos, no para confirmarnos en nuestras certezas sino para dinamitarlas, no para firmar la paz sino para declarar la guerra”. El premio incluye la publicación de la obra por parte de la Editorial de la Literatura Popular China, una de las casas más importantes del mundo literario en China. La primera tirada, de 5.000 ejemplares, comenzará a venderse de inmediato en el país asiático y la editorial planea ya traducir una segunda obra del autor, Soldados de Salamina (2001), según explicó el propio autor.
Fuente: El País