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Recemos todos por todos

A partir de 2007, se concretó una reflexión sobre todos los muertos de la Guerra Civil que, fuesen del bando que fuesen, merecían respeto y dignidad. Durante el franquismo, pocos tuvieron en cuenta el destino de este enterramiento militar*. Cuando se diseñó en 1937, se quería dar un destino digno a los soldados italianos y españoles muertos en batalla en la Sierra de Argallén, junto a Campillo de Llerena. Posteriormente, fue fosa común de otros muchos muertos en la guerra civil. Pero su estado general fue el de abandono. Ni siquiera había un cartel o una placa que indicase que era el lugar y qué contenía. No fue hasta bien entrada la democracia derivada de la Constitución Española de 1978, en la legislatura municipal y autonómica 2003-2007 y sobre todo, en la 2007-2011, cuando se impulsó y se logró la financiación para la restauración y rehabilitación del recinto funerario. Desde la Transición democrática, el cementerio fue igualmente preterido. Pero a partir de 2007, se concretó una reflexión sobre todos los muertos de la Guerra Civil que, fuesen del bando que fuesen, merecían respeto y dignidad. La idea se fraguó en el propio Ayuntamiento de Campillo de Llerena que, con la ayuda de Premex (Proyecto de Recuperación de la Memoria Histórica de Extremadura) y otros organismos oficiales, pensó darle una solución adecuada a un cementerio que, aunque adecentado por el municipio con sus escasos medios, distaba mucho de ser rehabilitado para los vecinos y ofrecido a la comprensión de todos los que pasaban a su lado por la carretera Ex -107. La voluntad principal del Ayuntamiento de Campillo de Llerena está expresada en unos versos anónimos que están reflejados en uno de los paneles que explican el sentido y la historia del recinto: Hay que escribir bien los nombres,
los de un lado y los del otro,
hay que decir que la sangre
fue derramada por todos
y todos eran iguales:
hombres, como sois vosotros,
hombres que sudaron pan
en estos campos de plomo
y hombres que se han sembrado
como simiente en el polvo.
Ya nada importa el color:
recemos todos por todos Había otra opción, que era destruirlo definitivamente. Pero según aseguró al diario Hoy de Extremadura Cayetano Ibarra Barroso, escritor y coordinador para el Proyecto de la Memoria Histórica de Extremadura, tal decisión "hubiese tenido consecuencias morales y legales". Finalmente llegaron los casi 45.000 euros necesarios** para el trabajo concreto de la restauración, que incluía labores arqueológicas, una adecuada documentación y una exposición pedagógica para explicar a los viajeros que parasen ante qué tipo de monumento estaban. Una visita el cementerio incluye la atención personalizada del propio impulsor del proyecto de restauración, Francisco Martín Portalo. Toda la información relevante está expuesta en paneles explicativos que informan sobre la historia, la evolución y el sentido con el que ha sido restaurado este cementerio. Aunque la intención no tiene nada que ver con la exaltación de la Guerra Civil ni de ninguno de sus bandos, Martín Portalo nos confesaba que había habido incomprensiones hacia el proyecto, e incluso, alguna vez, se habían sufrido pintadas en las instalaciones. En la prensa nacional, destacó el título del artículo del diario Público: "Un cementerio turístico-fascista", lo que da una idea de cómo fue recibido el hecho en ambientes culturales de la izquierda española. La pieza recordaba adecuadamente que había sido durante el gobierno del PSOE extremeño cuando se había consumado la restauración. Además, incluía la queja de Cecilio Gordillo, de la CGT de Andalucía e impulsor de proyectos de recuperación de la Memoria Histórica de la zona republicana. Decía Gordillo: "Yo me daría con un canto en los dientes si los Lugares de la Memoria que ha prometido habilitar la Junta de Andalucía estuvieran la mitad de trabajados, señalizados y completos que este cementerio", poniéndolo como ejemplo de "memoria histórica desigual". Ciertamente, en ambos bandos hubo un olvido de las víctimas enemigas e incluso de las propias. Por ejemplo, aún no se conoce la identidad ni han sido reclamados los restos de muchos de los muertos enterrados en el cementerio de los italianos, salvo la de algunos oficiales italianos y españoles***. Pero en general, la iniciativa fue bien considerada por erigirse en referente de cómo podría haberse concretado un proyecto nacional de recuperación de la memoria histórica sin tintes sectarios. De hecho, como consecuencia de la labor culminada, Martín Portalo acometió una segunda parte de su proyecto para Campillo de Llerena abriendo lo que ya es hoy un Museo de la Guerra Civil en la localidad con elementos procedentes de los dos bandos.
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Martín Portalo en el cementerio de Campillo de Llerena
Entre ellos destaca la reproducción de una trinchera, lugares de miedo y mal olor; la exposición de las botellas donde se introducía un papel con la identidad de los fallecidos en caso de ausencia de placas identificativas; la aportación de restos de los combates y se espera que, poco a poco, conforme avances las investigaciones, se convierta en un importante museo que recoja la historia de los dos bandos que sufrieron una violencia extrema en la localidad hace 80 años. Como elemento anecdótico, se cuenta en sus paneles las carreras de piojos, ácaros enemigos de los soldados de ambos bandos. Había tantos, se recuerda, que si se dejaba un jersey en el suelo, la prenda se movía sola. Era una incomodidad para todos los combatientes. Por ello, se distraían de ella trazando un círculo dentro de un plato de aluminio. Luego colocaban cuatro piojos debajo de un tapón de cerveza. Se elegía uno de ellos y se apostaba por él. El piojo que llegaba antes al borde del círculo era el ganador. Era una forma de olvidarse de los insectos y del por qué se estaba en esa guerra. Por otra parte, se ha criticado la voluntad "turística" macabra de tales proyectos pero todos los proyectos de memoria histórica tienen una vertiente lúgubre. Que las visitas turísticas a otros emplazamientos similares sean comprendidos e incluso impulsados, no se compadecen con las críticas a un pueblo que, entre sus pocos recursos, cuenta con el Cementerio de los italianos y el Museo de la Guerra como reclamos para sus posibles visitantes. Que tal proyecto fuera ideado por un alcalde socialista, concretado por otro alcalde de Independientes por Extremadura, puesto en marcha con ayuda de la Junta de Extremadura gobernada por el PSOE y luego por el PP y otros organismos e inaugurado por un alcalde de IU en presencia de un consejero del PP, enseña que las cosas, en este país, pueden hacerse, y deberían, ser hechas de un modo más cercano a la reconciliación que al enfrentamiento. Recordemos los versos finales del Cementerio de los italianos: "Ya nada importa el color. Recemos todos por todos". ​ *En la documentación disponible hasta 1967 no se pregunta por el destino de este cementerio militar. En un oficio de 25 de noviembre de 1967 el gobierno civil de Badajoz se interesó por el estado de este emplazamiento. Esto es, fue abandonado a su suerte tras el fin de la Guerra Civil. **Los 44.856 euros, coste del proyecto, fueron aportados por el Ejército, los fondos del Consorcio Centro de Desarrollo Rural Campiña Sur (Ceder), el Premehex, Consejería de Cultura y Turismo de la Junta y el Ayuntamiento de Campillo de Llerena. ***En el bando franquista, las instrucciones para el enterramiento de los enemigos en los frentes de guerra eran: "Los cadáveres del enemigo serán enterrados en fosa común, en lugares próximos a donde se encuentren, cercándole también para su posible reconocimiento". Los cadáveres de los propios eran enterrados en fosas individuales en los cementerios municipales próximos o si eran muchos, se habilitaban espacios para ello.

Fuente: Libertad Digital

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