La región presume de tener algunos de los monumentos megalíticos más interesantes de la península, donde no faltan santuarios prehistóricos con historias y leyendas
Extremadura guarda muchas sorpresas y entre las piedras, algunas de las más antiguas. La región presume de tener algunas de las muestras megalíticas más interesantes e importantes de la península. Ciertos autores postulan que hay una conexión astronómica en muchos monumentos megalíticos y en Extremadura no faltan estos tesoros que esconden historias y leyendas mágicas.
1. Dolmen de Lácara Una joya en medio de la dehesa que permite apreciar perfectamente como era esta construcción hace miles de años. Volaron la pétrea techumbre del dolmen cuando se construía una línea ferroviaria cercana. Parece ser que algunos lugareños convencieron a los obreros del ferrocarril para dinamitar el techo del dolmen de corredor, convencidos de la realidad de los tesoros que descubrirían en su interior.
Dolmen de Lácara
2. El dolmen Mellizo (Valencia de Álcantara) también se conoce como Aceña Borrega, Anta de la Marquesa, Data III o simplemente Mellizo. Este es uno de los dólmenes más conocidos de la región extremeña, y uno de los dolmenes más antiguos de Valencia de Alcántara, que además conserva la cubierta de la cámara sepulcral y la puerta que salvaba la diferencia de altura entre cámara y corredor. Además del dolmen del Mellizo, en los alrededores de Valencia de Alcántara se encuentra un espectacular conjunto megalítico de más de treinta dólmenes graníticos y ocho de pizarra.
El Anta de la Marquesa, en La Aceña de la Borrega (A. Briz)
3. El dolmen de El Palancar, también en Valencia del Alcántara, del sólo se conservan en pie tres losas, ya que la cubierta fue destruida con barrenos por buscadores de tesoros. Y es que curiosamente algunos de ellos presentan como decoración soles, serpientes y figuras antropomorfas.
4. Dolmen del Revellao. Para el historiador y bloguero de HOY.es Víctor Gibello, aún se está muy lejos de comprender el significado íntimo de estas construcciones. Las tumbas de corredor megalíticas posibilitan una dramatización formal de los viajes espirituales, crean un camino para el alma. Entre Valverde de Leganés y Torre de Miguel Sesmero, la cámara del dolmen del Revellao (también Revellado o Rebellado) emerge con una solidez de siglos sobre una loma suavísima, casi imperceptible, eco del gran túmulo que cubría totalmente la construcción circundado por un anillo pétreo.
Entre Valverde de Leganés y Torre de Miguel SesmeroEntre Valverde de Leganés y Torre de Miguel SesmeroEntre Valverde de Leganés y Torre de Miguel Sesmero
5. Dolmen de Magacela. Magacela es un precioso pueblo extremeño que tiene de todo: pinturas rupestres en sus abrigos rocosos, castillo legendario con cementerio incluido, sepulcro prehistórico con figuras grabadas, estela de guerrero cornudo… y extrañas luces que llevan siglos (y quizás milenios) sobrevolando una zona muy concreta al pie de la montaña. Y en el lugar donde aparece la extraña luz, construyeron este sepulcro megalítico, un dolmen de corredor en el que también dejaron constancia de soles y serpientes y extrañas líneas parecidas a cometas que surcan algunas de sus piedras. En el paraje de 'Los Tejares', a dos kilómetros de la vieja estación de ferrocarril.
6. El Canchal de los Ojos, también conocido como Peña Buraca, en las inmediaciones de Piedras Albas se ha ligado tradicionalmente con un santuario prehistórico. Sin embargo, esta asociación se ha realizado sin fundamentación científica, carece de base arqueológica pues allí, aún, no se ha realizado excavación alguna capaz de confirmar esta posibilidad.
Se ha ligado tradicionalmente con un santuario prehistóricoSe ha ligado tradicionalmente con un santuario prehistóricoSe ha ligado tradicionalmente con un santuario prehistórico
7. Dolmen de Sierra Gorda, en Valle de la Serena. No es de los megalitos más antiguos (1500 a.C.) ni conocidos de la Península, pero supone el centro de una serie de poblaciones prerromanas que dejaron su huella en los alrededores, en parajes despoblados.
8. La cueva del Monje. Desde hace milenios se yergue en la Finca de la Muela, en la Roca de la Sierra, un dolmen en el que según la tradición vivió un monje ermitaño, por lo que se lo conoce como 'La cueva del monje'. Los ancianos del lugar afirman que existe una galería subterránea entre la cueva y el convento de Loriana, que aprovecharían los monjes para escapar en caso necesario. La cueva del Monje también es llamada Casa de la Moneda por creerse que allí hubo enterrado un tesoro, y esta fue, como en muchos otros casos, la causa de su destrucción.
9. Huerta Montero, Almendralejo. El sepulcro megalítico de Huerta Montero: La magia de los Muertos en el solsticio de invierno. En total, reposan en su mágico suelo 109 individuos entre niños y adultos, de una edad máxima de 23 años, algunos de ellos en posición fetal.
10. El investigador Félix Barroso recoge en Las Hurdes el testimonio de los lugareños sobre un grandioso dolmen –hoy semidestruido– que se encuentra el paraje de 'El Cravilejo', cerca de la alquería de Castillo. Allí se afirma que las piedras del dolmen las trajeron las moras en la cabeza. Y las traían en la cabeza porque ellas iban hilando con el huso y la rueca, y no podían traerlas en brazos. Eran las hadas hilanderas.
Fuente: HOY