El año pasado los mayores de 65 superaron ya en un 10% a los menores de 18, unos 22.300 más. Pierde censo por quinto año consecutivo y baja al nivel de hace una década: 1.082.063 habitantes
Nos enfrentamos a una sociedad más costosa y estamos abocados a necesitar más de la solidaridad de otras regiones. Caminamos hacia un sistema distinto, de manera que si no generamos otro tipo de políticas, no habrá estabilidad». Es el análisis del sociólogo, antropólogo y profesor de la Universidad de Extremadura (UEx), Domingo Barbolla, ante los últimos datos demográficos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), los cuales evidencian que nuestra comunidad no frena la despoblación y sigue envejeciendo. El problema crece año tras año y las previsiones dibujan un futuro aún más complejo. Nacen menos niños, los jóvenes se marchan fuera, la inmigración ha caído y los mayores de 65 son cada vez más. Las cifras del INE avisan de que Extremadura lleva cinco años consecutivos perdiendo censo, una media anual de casi 4.300 personas. Si en 2011 había 1.103.514 habitantes, en 2016 el dato se quedó en 1.082.063 (21.451 menos), lo que supone bajar al mismo nivel que hace una década. Ante este panorama, 2017 llega con un inquietante reto que preocupa no sólo en nuestra región. De hecho, el Gobierno y las comunidades autónomas han acordado llevar a la Conferencia de Presidentes de mañana martes la redacción de una ‘estrategia nacional’ para hacer frente a los desequilibrios demográficos. las causas / Una de las realidades que motiva la pérdida de población es la disminución de la natalidad. «Son necesarias políticas para fomentarla, pero no se trata sólo de dar ayudas económicas, las políticas natalistas no funcionan sin sueldos en condiciones ni una apuesta real por la conciliación familiar y laboral (algo que el empleo precario no fomenta). Tenemos que aspirar, por ejemplo, a que la baja maternal sea de un año, como ya ocurre en otros países, y que después la mujer se pueda incorporar a su puesto sin ningún tipo de problema», subraya Barbolla. Otra de las claves es el éxodo juvenil. «Seguimos teniendo el mismo problema: el mercado no les ofrece ninguna oportunidad, de manera que se tienen que ir a buscar la vida a otra comunidad o a otro país». De hecho, cada año unos 3.500 jóvenes abandonan la región. Una ‘huida’ que se justifica en la alerta que la semana pasada hacía el Consejo de la Juventud de Extremadura: la situación del colectivo aquí es de un 42% de paro y un 50% de riesgo de pobreza. «Además, tenemos que destacar de nuevo el problema de la natalidad, porque las mujeres en edad de tener hijos se van», resalta el experto de la UEx. El freno de la inmigración, que trajo consigo el rejuvenecimiento de la sociedad, es otro de los puntos importantes en el análisis demográfico. «Eran familias con tendencia a ser numerosas, algo cada vez menos frecuente en Extremadura, pero muchas se han vuelto a su país de origen». Como ejemplo, la mitad de la población sudamericana se ha marchado de la región a lo largo de los últimos cinco años (ha pasado de 7.419 a 4.710). el desequilibrio / El envejecimiento de la población es una de las consecuencias que más inquieta, principalmente porque las previsiones que maneja el INE reafirman que no hay cambio de tendencia. Una dato significativo de 2016 es que los extremeños mayores de 65 años superaron ya en un 10% a los menores de 18, lo que significa que hay 22.288 personas más del primer grupo que del segundo. Que la región tiene más jubilados que niños y adolescentes es una realidad que se da desde hace varios años, pero esa diferencia continua al alza. «Y esta circunstancia nos deja una situación complicada si hablamos del mantenimiento de las pensiones, porque el sistema se vuelve insostenible y nos obliga a plantearnos otro muy distinto», manifiesta Barbolla. «Debemos apostar -prosigue- por el desarrollo de las zonas agrarias, porque son las que tienen mayor calidad de vida para las personas mayores, no obstante, éstas han de contar con los recursos necesarios, con unos servicios mínimos. Hemos de tener en cuenta que se trata de un tema de desarrollo económico y de organización social». los años 70 / Lo cierto es que en los años setenta, con la emigración económica, Extremadura perdió a buena parte de su población y no ha logrado volver a recuperarse. A partir de 2005 empezó una fase de crecimiento continuo, pero llegó la crisis y truncó esta tendencia; desde 2011 la curva demográfica está en proceso de caída. Las consecuencias afectan a todos los niveles: la pérdida de habitantes y el enjevecimiento de la región limitan la apuesta y la pelea por nuevos recursos e infraestructuras. «Y además tampoco se hacen bien otras cosas, porque, por ejemplo, podríamos estar recibiendo a refugiados sirios, personas jóvenes y con niños que querrían venir aquí, pero les ponemos barreras para que no puedan hacerlo. Ya tenemos experiencia de que podemos acoger a familias de otros países y la convivencia funciona, pero seguimos colocando muros», subraya Barbolla. Las claves sobre los cambios de estructura poblacional 1.-Si analizamos por provincias, en estos cinco años de caída poblacional, la de Cáceres ha sufrido el doble de pérdida que la de Badajoz. En la cacereña se ha pasado de 412.593 habitantes en 2011 a 400.997 en 2016, lo que supone un 2,8% menos (-11.596). En la pacense, en ese mismo periodo, se ha bajado de 690.921 a 681.067 personas, un 1,4% menos (-9.854). 2.-Las previsiones de población que maneja el Instituto Nacional de Estadística (INE) dicen que Extremadura perderá 65.000 habitantes en los próximos 15 años y que además la población mayor de 65 crecerá un 22% en este periodo. Eso significa que en nuestra comunidad una de cada cuatro personas estará en edad de jubilación, una estadística que, según los expertos, desequilibra aún más el sistema de pensiones. 3.-Unas 30.000 personas de la región residían en 2016 en otro país, lo que supone casi el 3% de la población extremeña. Son sobre todo jóvenes de entre 28 y 30 años, pero también empiezan a destacar familias que buscan oportunidades laborales fuera. Este éxodo implica que la comunidad autónoma pierde mil habitantes cada año debido a la emigración al extranjero. 4.-Otra de las estadísticas que reflejan la situación demográfica en la región es que durante 2016 tres de cada cuatro municipios extremeños perdieron habitantes. Además, la edad media de los extremeños subió a 43,2 años. La traducción: pueblos más vacíos y más envejecidos. 5.-Asimismo, en un total de 252 pueblos extremeños uno de cada cuatro vecinos tiene más de 65 años. Entre ellos sobresalen dos cacereños: Gargüera, con 75 vecinos mayores de 65 por cada menor de 14; y Salvatierra de Santiago, con 61 habitantes de más de 65 por cada menor de 14.
Fuente: El Periódico Extremadura.