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¿La gran mentira de Hernán Cortés?

Conquistador, guerrero, aventurero, ambicioso… ¿Y si, además, Hernán Cortés hubiera sido el primer gran novelista español? ¿Y si hubiera ideado una fría venganza para impedir que su enemigo y emperador, Carlos V, borrara su figura de la Historia? Por Daniel Méndez

“Cada día menguaban nuestras fuerzas y las de los mexicanos crecían, y veíamos muchos de los nuestros muertos, y aunque peleábamos muy como varones no podíamos hacer retirar los muchos escuadrones que de día y de noche nos daban guerra [ ], en fin, veíamos la muerte a los ojos”.

Así de vibrante narra un soldado raso uno de los infructuosos intentos de Hernán Cortés de entrar en la ciudad de México. El fragmento forma parte de un documento imprescindible para conocer la conquista del nuevo continente: Historia verdadera de la conquista de la Nueva España. Mucho se ha escrito sobre este libro en el que algunos ven un ejemplo de ‘protoperiodismo’, al haber sido escrito por un testigo directo de las aventuras de conquistador, y no, como era costumbre, por un historiador de la Corte a partir de crónicas ajenas. Incluso el escritor Carlos Fuentes vio en el escritor a ‘nuestro primer novelista’. El autor es -según se admite hasta hoy- Bernal Díaz del Castillo, un soldado que luchó con Cortés durante la conquista.

 

Según Duverger, Díaz del Castillo carecía de una educación avanzada y hasta pudo haber sido analfabeto

A pesar de la importancia histórica de su obra literaria, poco se sabe de este personaje, y él apenas deja caer en su libro datos sobre su vida anterior a la aventura americana. Solo menciona que nació en Medina del Campo, pero no su fecha de nacimiento, dato que los especialistas sitúan en 1495 o 1496. Rondaba los 20 años cuando en 1514 se embarcó hacia América a probar fortuna. Recaló primero en Panamá, después en Cuba y se alistó más tarde como soldado raso en las primeras expediciones de la conquista de México. Participó tanto en las frustradas de 1517 y 1518 como en las que finalmente llevaron a Hernán Cortés a hacerse con el Imperio azteca, entre 1519 y 1521. Seis décadas más tarde, ya octogenario y viviendo en Guatemala, donde llegó a ser regidor de la ciudad de Santiago, Díaz del Castillo rememoró la conquista de México en la Historia verdadera.

 

Hernan Cortes

Esta escasez de información sobre su vida no cuadra con la figura de un soldado que, por cuanto se deduce del texto, estuvo en todo momento, codo con codo, con Hernán Cortés. Lo acompañó en el primer desembarco de 1519 y no se separó de él ni durante el resto de la aventura mexicana ni más tarde en Honduras; lo siguió incluso en los dos viajes que Cortés emprendió hacia España para reclamar a Carlos V lo que consideraba que este le debía. Conoció Bernal los secretos del testamento del conquistador, así como los detalles más íntimos de su relación con la Malinche, la indígena que le robó el corazón a Cortés.

El conquistador, sin embargo, no menciona a Díaz del Castillo ni una sola vez en las cinco largas cartas que escribió relatando su conquista. Nuevamente, el gran interrogante: ¿cómo pudo alguien tan cercano a Cortés no dejar casi huellas documentales?

 

La pregunta no es nueva

Ya a mediados del siglo XIX, el historiador estadounidense Robert Anderson Wilson puso en duda la existencia del soldado Bernal Díaz del Castillo. los franciscanos escribió en 1859 habrían inventado su figura. Otros deducen, simplemente, que habría más de una mano detrás del romántico personaje del soldado reconvertido en cronista. Ahora, alguien ha dado un paso más. El antropólogo francés Christian Duverger, autor de una monumental biografía de Hernán Cortés, apunta en su Crónica de la eternidad que el autor de la Historia verdadera no pudo ser otro que… ¡el mismo Hernán Cortés!

¿En qué se basa para echar por tierra cinco siglos de Historia? Expone primero la imposibilidad de que alguien como Díaz del Castillo, que carecía de una educación avanzada y que pudo haber sido incluso analfabeto, escribiera una joya literaria plagada de cultismos con citas de clásicos griegos y latinos y relatase detalles solo al alcance del conquistador. “No soy latino” -es decir, no soy hombre culto- escribió Bernal en una carta que no prueba que supiera escribir, pues pudo ser dictada. Además, duda que un hombre de 84 años, edad que tendría al escribir el libro, retuviese en su memoria un nivel de detalle en los acontecimientos como el que registra la Historia verdadera, sobre hechos ocurridos 60 años antes.

A partir de ahí reconstruye a un Cortés enfrentado Carlos V y a su sucesor, Felipe II. El rey veía en él una amenaza a su potestad y riquezas. Cortés le reclamaba mayores bienes y poder no solo para él, sino para el resto de los descubridores, amenazados por las Nuevas Leyes del rey, que anteponían los derechos monárquicos a los de los soldados que habían conquistado América. Esta reivindicación de los conquistadores tuvo drásticas consecuencias. los textos de Cortés fueron prohibidos y reducidos a cenizas.

 

Cortés se enfrentó a Carlos V al reivindicar más derechos para los conquistadores. Para el rey era una amenaza

Y esa es la razón por la que Cortés, en su afán de pasar a la posteridad por los méritos que creía merecer, habría redactado en secreto una historia no oficial, que atribuyó a un soldado anónimo: Cortés empezó a escribir la Historia verdadera, según Duverger, en 1527 en Valladolid, al mismo tiempo que, para despistar, contrató al cronista oficial de la Corte, López de Gómara, a quien confió sus archivos para que redactara la historia oficial. Como Cortés preveía, tras su muerte en 1547, la obra de Gómara fue prohibida. Se trataba de borrar la memoria del conquistador. Pero su manuscrito en el que se hizo pasar por un soldado siguió oculto. Lo estuvo 20 años, hasta que los hijos de Cortés decidieron usarlo para reivindicar sus derechos y propiedades en México. La crónica escrita por Cortés viajó entonces, en 1566, a América con intención de convertirse en un golpe de efecto. Pero fracasaron. Los descendientes de Hernán Cortés fueron detenidos y deportados. Para proteger el escrito, lo enviaron a Guatemala, donde vivía Bernal uno de los pocos supervivientes de la conquista. Así llega a su hijo, Francisco Díaz del Castillo, quien, tal y como afirma Duverger, aprovecharía la oportunidad para convertirse en el “hijo de un héroe”. Atribuyó el libro directamente a su padre, haciendo algunas modificaciones, para mejorar su posición social y económica. Y como dice Duverger, hasta ahora

La teoría del historiador francés ha levantado airadas críticas. “La entelequia de que lo escribió Cortés es rocambolesca afirma Guillermo Serés, catedrático de Filología y responsable de la última edición crítica de la Historia verdadera“. Duverger no aporta ninguna prueba.

 

Los datos sobre Díaz del Castillo no cuadran con alguien que conquistó México, codo con codo, con el extremeño

Serés argumenta que la obra no fue escrita cuando Bernal tenía 84 años, sino en varias fases durante 16 años, y que los cultismos que Duverger le atribuye aparecen en las coplas de Jorge Manrique. En México tampoco ha encontrado respaldo la nueva teoría, pero el debate es tan enconado que Duverger ha pedido a la Real Academia Española que medie en el conflicto. Se implique o no la RAE, el debate ya es una invitación a releer esta aventura escrita “para que salga a luz y se vean las conquistas de la Nueva España claramente y como se han de ver, y su majestad sea servido conocer los grandes servicios que le hicimos los verdaderos conquistadores, pues tan pocos soldados como vinimos a estas tierras con el venturoso y buen capitán Hernando Cortés, nos pusimos a tan grandes peligros y le ganamos esta tierra, que es una buena parte de las del Nuevo Mundo”.

 

Cortés y Valiente

Hernán Cortés (1485-1547) fue hijo de un hidalgo extremeño. Aventurero, no se conformó con sus estudios de Latín y Leyes en Salamanca y pronto, en 1504, partió hacia la caribeña isla La Española. En 1518 tras participar en la conquista de Cuba se embarcó hacia el imperio azteca en un viaje que cambiaría la historia. Se estableció hacia el 1325 en el valle de México y se expandió hacia los actuales estados de México, Veracruz, Puebla, Oaxaca, Guerrero, Chiapas, Hidalgo y parte de Guatemala. Político  y guerrero. Hernán Cortés jura como alcalde de Baracoa, Cuba, en 1515. Fue el primer alcalde de esa ciudad antes de partir para la conquista de lo que hoy es México.

Siempre controvertido, en Hernán Cortés algunos han visto al primer indigenista preocupado por los nativos; otros, al yugo que los aniquiló. Fue en cualquier caso un ser indómito y ambicioso que doblegó, con un puñado de hombres, un imperio de 15 millones de personas. En teoría, la misión que partió de Cuba a finales de 1518 con Cortés al frente era solo ‘exploratoria’. Ya habían fallado dos misiones a México. La tercera tuvo más éxito y se logró desobedeciendo las órdenes. los descubridores se proclamaron conquistadores. En las 11 naves que salieron de Cuba embarcaron 500 soldados, 110 marineros y unos 200 indígenas. Inicialmente, en la costa mexicana, se impusieron con relativa facilidad a los indígenas. Hubo guerras, pero también alianzas y amoríos. Como el que unió a Cortés con la joven india Malinche, o doña Marina, un personaje clave en la conquista. Ella hizo de intérprete, pero además describió las relaciones entre las distintas poblaciones locales, lo que aprovecharon los conquistadores para establecer alianzas. A los recién llegados no los querían, pero tenían un enemigo mayor y común. los aztecas.

El encuentro, en noviembre del año 1519, entre Cortés y su jefe Moctezuma empezó con obsequios y regalos y acabó con sangre, mucha sangre. Tras apresar Cortés a Moctezuma, en junio de 1520 los españoles vivieron el episodio más arduo, la llamada Noche Triste, en la que perdieron a cientos de hombres y huyeron de Tenochtitlán. Volvieron en abril de 1521 dispuestos a tomar la ciudad y, con ella, el imperio azteca. Lo consiguieron gracias a una superioridad técnica y un aliado inesperado. la viruela, que diezmó a los indígenas. Murieron cien españoles por cada cien mil aztecas. Y la historia del Nuevo Mundo cambió para siempre.

 

OTRAS AUTORÍAS POLÉMICAS

Homero y “La Odisea”

La autoría de La Ilíada y La Odisea, que cantan la guerra de Troya y las aventuras de Ulises, no está aún hoy clara. ¿Existió Homero, ese errante poeta ciego, natural de Quíos, que recitaría sus versos de plaza en plaza? Y aun si existió, ¿son suyas esas obras? Ya en la Antigüedad, los filólogos Jenón y Helánico dijeron que solo La Ilíada sería suya. Hoy se tiende a considerar que hubo una persona, quizá Homero, o dos, con más probabilidad, que recopilaron una serie de textos transmitidos de forma oral a lo largo de generaciones.

 

¿Shakespeare era Marlowe”

La vida del genio inglés está plagada de lagunas. Y de ellas muchos han tirado para cuestionar la autoría de sus obras, atribuyéndolas al filósofo Francis Bacon o incluso al espía y dramaturgo, también genial, Christopher Marlowe, que habría fingido su propia muerte para adoptar la identidad inventada de Shakespeare.

 

El “Lazarillo” de ¿Valdés?

Las teorías son del siglo XVIII y, pese a que hoy se les da poco crédito, Derek Jacobi actor especializado en Shakespeare cuestiona que un plebeyo como el bardo crease esas joyas literarias.Alfonso de Valdés, un humanista y fiel representante del erasmismo en España, vivió como Cortés en tiempos de Carlos V. Desde finales del siglo XIX, es el último adjudicatario de la autoría del Lazarillo de Tormes. No fue aquella la primera vez que se trató de buscar un nombre tras esta obra publicada anónimamente. Ya en 1605 el fraile José de Sigüenza se la atribuyó a fray Juan de Ortega. También se ha citado a Diego Hurtado de Mendoza, Sebastián de Horozco, Lope de Rueda El debate sigue abierto.

 

Fuente: XL Semanal

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