Helga de Alvear, Tatiana Pérez y Mercedes Calles, artífices de las grandes ofertas culturales de hoy. Quisieron legar sus cuantiosos bienes a la ciudad, apasionadas por un futuro mejor para sus gentes
El mayor palacio de la Ciudad Monumental, los Golfines de Abajo, está abierto a cualquiera que desee adentrarse en sus muros medievales como en su día lo hicieron los Reyes Católicos. La casa palacio de los Becerra (siglos XV-XVI ) recibe a quien quiera disfrutar de continuas exposiciones de los grandes artistas de todos los tiempos. Una de las mejores colecciones del mundo de arte contemporáneo se encuentra accesible tras el umbral de la Casa Grande, un bello edificio modernista. Todo este patrimonio ha sido puesto al servicio de Cáceres por tres de las principales mecenas que han legado buena parte de sus bienes a beneficio de la ciudad: Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno, Mercedes Calles y Helga de Alvear.
Curiosamente, de los cinco mecenas destacados que ha tenido Cáceres, tres llevan nombres de mujer, un porcentaje extraordinario considerando el limitado papel del género femenino hasta décadas recientes. Tatiana, Mercedes y Helga..., tres mujeres tan amantes de la cultura como de la ciudad, mentes libres y abiertas que supieron ver la importancia de la formación y el conocimiento en el progreso de cualquier sociedad, «y quisieron dejar su patrimonio para hacerlo posible en Cáceres, conscientes, además, de que su herencia ayudaba a la divulgación de la parte antigua», explica Fernando Jiménez Berrocal, responsable del Archivo Histórico Municipal. Hoy, los Golfines de Abajo, el Centro de Artes Visuales Helga de Alvear y la sede de la Fundación Mercedes Calles (casa palacio de los Becerra), figuran entre los lugares más admirados por los turistas.
El listado de los filántropos cacereños se completaría con Fernando Valhondo Calaff (1865-1937), que ayudó a los niños discapacitados y a los universitarios sin recursos, y cuya fundación continúa hoy con sus apoyo; y Vicente Marrón, que dedicó todo su dinero a casas y escuelas para los pobres en los siglos XIX y XX.
Fuente: El Periódico Extremadura.