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En la élite del Bachillerato Internacional

Arturo celebrará su decimoséptimo cumpleaños a casi dos mil kilómetros de casa y rodeado de desconocidos, pero él está encantado. De hecho, cuenta los días para que llegue esa fecha, que supondrá el inicio de su Bachillerato Internacional, el gran deseo de su vida desde que conoció su existencia. Esos dos cursos previos al ingreso en la universidad no los hará en un instituto de Badajoz, donde vive, sino en Maastricht. En concreto, en el UWC (United World College) de esta ciudad holandesa, uno de los 16 que integran la red de la Fundación Colegios del Mundo Unidos, entidad que cada año selecciona estudiantes para que vivan esta experiencia. En su última convocatoria ha elegido a 19 jóvenes españoles, tres de ellos de Badajoz. Además de Arturo Cuesta, alumno del instituto Zurbarán, en la lista también están Natalia Falcón y Alejandro Guerrero, estudiantes de los Salesianos de Badajoz que pasarán los dos próximos años de su vida en Armenia y Tailandia, respectivamente. «Te permiten elegir tres colegios a los que preferirías ir, que en mi caso eran los de China, Hong Kong y Noruega, pero me ha tocado Armenia y estoy igualmente encantada, porque me interesa mucho tanto el país como la zona en la que está», cuenta Natalia. Alegría tras la decepción La suya es también la historia de una ilusión cumplida, aunque con una decepción de por medio. El año pasado ya se presentó al proceso selectivo que convoca la Fundación para elegir a los estudiantes que harán el Bachillerato Internacional en algunos de sus colegios, y aunque quedó entre los cincuenta preseleccionados, al final no obtuvo plaza. «La verdad es que me disgusté, porque me había ilusionado muchísimo, no veía más allá de la beca», reconoce la joven pacense, que de hecho, no pensaba volver a presentarse. «Cambié de idea después de hacer el Camino de Santiago con mi hermana y mi padre», recuerda. «Allí -cuenta- conocí a personas que son verdaderos ejemplos de superación, y eso me animó a intentarlo otra vez». A la segunda lo consiguió. Como todos los aspirantes que son preseleccionados, viajó un fin de semana a Madrid, en febrero, para pasar las pruebas. A cada uno de ellos les examinó un comité de selección formado por miembros del Patronato -en el que está el intelectual y filántropo Diego Hidalgo Schnur, creador de la Fundación Maimona, con sede en Los Santos de Maimona-, un equipo de la Fundación y antiguos alumnos. Cada candidato debe pasar una prueba escrita de cultura general, una entrevista personal y un test psicológico, además de exponer un proyecto social preparado previamente y una dinámica de grupo. En juego está una plaza en algunos de estos prestigiosos colegios, y en algunos casos una beca (la cuantía media de estas ayudas es de 47.500 euros, aunque varía según el país, e incluyen alojamiento, manutención y escolaridad). «Lo que más difícil me ha resultado quizás haya sido el proyecto social», dice Alejandro, que presentó un generador eléctrico a partir de imanes, fabricado junto a dos amigos y concebido para abastecer de energía a familias sin recursos. «En los Colegios del Mundo Unidos -explica el joven pacense- dan una educación muy enfocada al compromiso social, a cómo podemos cada uno de nosotros mejorar el mundo, y esto es algo que me encanta». En su web, la Fundación explica que «los UWC juntan durante dos años a jóvenes comprometidos, de todas las culturas y contextos socioeconómicos, y de más de noventa países». Esto se traduce en una convivencia diaria, en las clases y fuera de ellas, entre jóvenes de orígenes muy distintos, con lo que esto implica de enriquecimiento personal. Los 16 centros que integran la red están en Canadá, Estados Unidos, Costa Rica, Alemania, Holanda, Gales, Noruega, Italia, Bosnia-Herzegovina, Armenia, Suazilandia, India, China, Hong Kong, Tailandia y Singapur. En todos ellos se imparte el Bachillerato Internacional, una modalidad de estudio con acreditación propia y asociada al prestigio. Natalia y Alejandro conocieron la existencia de esta opción gracias a María López de Bayas, que les dio clases en los Salesianos. «Es una profesora buenísima, que ha viajado mucho y que nos hablaba siempre de otros países y de asuntos internacionales», recuerda el joven, que conoció a Natalia en Polonia, donde los dos pasaron una semana gracias al programa Erasmus Plus. Ponerse a prueba La beca que la Fundación Colegios Unidos del Mundo les ha concedido ahora a los tres extremeños supone dar un paso de gigante en su proceso formativo. Y ellos lo saben. «Me hace muchísima ilusión irme a Tailandia porque quiero conocer una cultura que sea muy distinta a la nuestra», resume Alejandro Guerrero, que solo tiene un miedo: «El de no estar a la altura», afirma. Él cogerá el avión el 5 de agosto, dos semanas antes que Natalia Falcón, que se declara deseosa «de conocer mundo». «Creo que en Armenia -anticipa- viviré una experiencia llena de retos, que me obligará a salir de mi zona de confort, me servirá para ponerme a prueba y para descubrir cosas de mí misma». Ni ella ni Alejandro han podido escoger país, un privilegio reservado al mejor clasificado de entre los 19 elegidos en España. O sea, a Arturo Cuesta, número uno de la promoción de seleccionados por la Fundación este año en nuestro país. «He elegido Maastricht por la calidad del colegio, porque el trámite era más sencillo y porque está a dos horas en avión de casa», cuenta Arturo, que no ha olvidado cómo conoció la iniciativa de los Colegios del Mundo Unidos. Fue gracias a una charla que les dieron en tercero de Secundaria, y que a él le marcó. «Unos chicos de Badajoz que estaban haciendo el Bachillerato Internacional nos hablaron de los estudios, del ambiente... Aquello me cautivó tanto que a uno de ellos le pedí el número de teléfono para informarse, y ese mismo día llamé». La respuesta fue que era demasiado pequeño y debía esperar dos convocatorias. «Aquel día -detalla el joven sevillano que vive en Badajoz- guardé el teléfono en un sobre, lo cerré y lo pegué en la pared de mi habitación, y ahí ha estado todo este tiempo». Dos años después de aquella charla con la que empezó todo, él cuenta los días para marcharse. Le da las gracias a su madre por todo lo que le ha ayudado siempre. Y dice que no le da miedo irse a vivir a otro país. A Natalia y a Alejandro tampoco. Se les menciona esa palabra, miedo, y ellos, los tres, devuelven otra en sus respuestas. Los tres la misma: ilusión.

Fuente: HOY

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