Cantar es su vida. Y además tiene la suerte de poder vivir de ello. No todo el mundo tiene esa fortuna ni puede decir lo mismo que Carmen Solís. Soprano nacida en Badajoz en 1978, es la más pequeña de cinco hermanos y la única chica. Su tío es Carmelo Solís, que, entre otros logros relevantes, fue durante nueve años (1984-1993) director del Conservatorio de Música de Badajoz. Y su sobrino es Gonzalo, un virtuoso músico que toca la flauta travesera. El resto de su familia no tiene ninguna vinculación profesional con la música, solo amateur. Tiene un hijo de cinco años que, por el momento, aunque tiene cualidades, no ha sentido la llamada de la música para tomársela tan en serio como su madre.
Su formación académica comenzó en el colegio Santo Ángel y en las Josefinas de Badajoz. Su formación musical se forjó en el Conservatorio de esa misma ciudad. Tras estudiar piano, se inicia en el canto de la mano de María Coronada Herrera, soprano de Villafranca de los Barros (Badajoz).
Los que la trataron desde bien pequeña se dieron cuenta de lo que ya era más que evidente. De algo que ella ya sabía. Y es que tenía auténticas facultades para el canto. Por eso no dudó en especializarse en ello respaldada por María Coronada. Se dio cuenta de que podía avanzar e incluso especializarse en ello y, a pesar de las dificultades, convertir el canto en su ilusión. Y profesión.
Actualmente tiene su hogar en San Lorenzo del Escorial (Madrid). Ya hace varios años que no vive en Extremadura, concretamente desde 2007, y no suele venir mucho a la región. Menos de lo que quisiera. De vez en cuando se escapa a Badajoz para ver a su familia. En otras ocasiones pisa tierras extremeñas porque tiene algún compromiso profesional.
Valora que en la región hay muy buena formación musical. Y pone como ejemplo el Conservatorio Superior de Badajoz, del que dice que tiene mucha calidad formativa. Pero Carmen confiesa que uno de los motivos por los que se fue de Extremadura es porque no había demasiado donde trabajar. Por lo menos cuando empezó.
De todas formas, ella tiene la suerte de contar con la Orquesta de Extremadura, con la que ha cantado en numerosas ocasiones, sobre todo desde que su director es Álvaro Albiach. El Festival Ibérico de Badajoz y otros eventos importantes de Extremadura también han contado con su presencia en los últimos años. «Me siento bastante valorada y querida en mi tierra», confiesa orgullosa Carmen. Con esta afirmación puede decirse que es profeta en su tierra.
Siente que el público de Badajoz es muy exigente. Que le pide que se entregue al máximo en cada actuación que ofrece en la ciudad que la ha vio nacer. «Son personas que me han visto cantar desde que era muy pequeña y estaba en la escolanía. Me han visto evolucionar y siempre es un reto ir a mi ciudad. Aunque sabes que te van a aplaudir y te van a dar todo el cariño del mundo, también te sientes con mucha responsabilidad con ellos e intentas darle lo mejor de ti. Hay que tenerles todo el respeto. Porque el público te pone fácil salir a cantar, que es lo bonito. Lo difícil es conseguir un contrato. Eso es lo complicado».
El cantante es un deportista
Dice que un cantante es como un deportista. Pero un deportista de fondo, con un gran entrenamiento. Sabe que de un día para otro no se puede poner a cantar. Por eso su trabajo es progresivo y diferente según el tipo de concierto que vaya a ofrecer.
No se prepara lo mismo ni de igual forma si va a actuar sola en un concierto o si va a estar acompañada por una orquesta. Si va a ofrecer un recital con pianista o una producción de ópera o zarzuela. Dependiendo del proyecto donde esté metida se prepara de una u otra forma. Tanto en tiempo como en carga física.
De todas formas, Carmen revela que no es una persona «muy obsesionada» con cuidarse. Lo hace hasta cierto punto. Piensa que lo que realmente hay que tener bastante sano a la hora de cantar es la mente. Y que es lo que principalmente hay que cuidar. «Hay que tener cuidado con la voz porque es un instrumento delicado que utilizamos mucho. Pero no hay que obsesionarse. Por mi experiencia, creo que es malo tener miedo de poder quedarse afónica o algo parecido».
Desde que un día se subió a un escenario a interpretar una zarzuela se ha quedado enganchada a ese género musical escénico. Y reconoce que lo que más le gusta de su trabajo es la ópera.
Un proyecto en el que va a participar y que le hace especial ilusión es un curso que va a impartir en Villafranca de los Barros, junto a Eduardo Moreno al piano, en la Escuela de Música María Coronada. Será en septiembre. Después tiene algunos conciertos sueltos. Ya en noviembre participará en una producción en el Teatro de la Zarzuela de la obra 'El gato montés'. Con ella debutará en el rol de soleá como protagonista.
En el curso de Villafranca de los Barros escuchará a diez alumnos a modo de master class. Trabajará básicamente interpretación de un repertorio concreto. Le emociona mucho pensar en esta actividad. Es el tercero que hace este verano, pues el primero fue en Mérida y el segundo en San Lorenzo del Escorial.
Entre enseñar a alumnos o aprender de otros, Carmen dice que le resulta muy difícil elegir, ya que son disciplinas muy diferentes. Pero si tuviera que decantarse por una de ellas, confiesa que le encanta dar clases.
Los lugares donde más le ha gustado actuar son, entre otros, el Campoamor de Oviedo o el Teatro de Santiago de Chile, donde ya ha estado dos veces. Y también recuerda con gran emoción la actuación de Tosca de Puccini en Pamplona en 2011, ciudad donde residió.
Fuente HOY