Trujillo. «Aquí estamos, luchado». Es la respuesta habitual cada vez que contesta a HOY. Precisamente, gracias a esa lucha ha conseguido traspasar fronteras y conquistar nuevos mundos. Sus principales herramientas han sido su tesón y horas de trabajo, además de los tradicionales utensilios del oficio. Se trata de José Cancho, la quinta generación de una familia de carpinteros de Trujillo. La crisis le hizo abrir nuevos mercados dentro y fuera de España, llegando con su madera a zonas totalmente desconocidas para él como Guinea Ecuatorial.
Este aventurero del siglo XXI en su materia ha convivido desde muy pequeño con la sierra, con las virutas de madera y con los cinceles. Comenzó, como otros muchos, ayudando a su padre en ratos libres, vacaciones y fines de semana. Reconoce que los libros y los estudios no eran lo suyo. Por ello, con 16 años se unió ya de lleno al negocio familiar. De aquello ya ha pasado 36 años.
Con una trayectoria consolidada, Pepe, como le llaman sus conocidos, casado y con dos hijos, sigue en la brega para mantener este negocio con 12 personas en plantilla. Entre ellos está su hijo menor que se puede convertir en la sexta generación de carpinteros. Este hecho le hace luchar con más ahínco.
Aunque lleva mucho tiempo en el oficio, Cancho, con cierta modestia, asevera que sigue aprendiendo en este mundo. «Siempre salen técnicas nuevas y hay que estar en continua evolución para no quedarse en el difícil camino», asegura. A pesar de esa continua formación y aprendizaje, opina que la carpintería y la ebanistería no siempre están lo suficiente valoradas.
Este profesional trujillano detalla que su carpintería ha estado dedicada a los trabajos tanto de Trujillo y su comarca, como en otras zonas cercanas. Atiende a pequeños clientes y a grandes constructores. Durante años, ha hecho trabajos de todo tipo para viviendas, como mobiliario y armarios empotrados con su revestimiento. Sin embargo, las obras para particulares descendieron en gran medida. También aparecieron grandes empresas internacionales con mobiliario de bajo coste. «Veo lógico que mucha gente tire de esos muebles, porque las economías son reducidas y hay que apañarse», señala.
Con el paso del tiempo y la llegada de la crisis, decidió abrir mercado a otros lugares para ser competitivo y mantener la plantilla de trabajadores. Reconoce que las nuevas tecnologías ayudan a conseguir clientes con cierta solvencia que trabajan en diferentes obras. «Entras en una empresa, si les gusta lo que haces, te siguen llamando y te dan trabajo», explica.
Antes de lanzarse fuera de la región, hacía de forma esporádica trabajos para clientes que viven en Madrid. Sin embargo, las puertas de la capital de una forma contundente se las abrió un arquitecto que se «empeñó» en que le hiciera una obra a un sobrino suyo. A raíz de ahí y mediante el boca a boca, llegó a una empresa que le dio la oportunidad de hacer distintas obras.
De un sitio a otro
Gracias a esos inicios, esta carpintería está vinculada a varias entidades posicionadas en el ámbito nacional. José Cancho matiza que todas las tareas están revisada con lupa y deben estar en perfectas condiciones. Reconoce que antes no se hacían revisiones tan exhaustivas. «Quizá, nos dan trabajo porque vamos cumpliendo», sostiene.
Gracias a esas entidades, ahora no para. Carpintería Cancho puede estar una semana en Salamanca y otra en Sevilla o bien desplazarse a distintos lugares de la Comunidad de Madrid, entre otros sitios. Prueba de ese movimiento es que, después de Reyes, esta carpintería trujillana se ha ido a Gijón y a San Sebastián para ultimar diversos trabajos. Ha llegado a reformar oficinas del Banco de Santander, así como de Vodafone y clínicas dentales de marcas comerciales, entre otros.
El sistema es sencillo. Los trabajadores de la carpintería se desplazan al lugar para hacer las mediciones oportunas de lo que ha solicitado el cliente. Después, elaboran en Trujillo el pedido y se vuelven al lugar para terminar la obra. «Ese es nuestro día a día ahora», detalla.
En el trasiego de estos trabajos, surgió en 2014 la aventura de montar una tienda Mango de unos 3.000 metros cuadrados en Guinea Ecuatorial, a través de una empresa española. José Cancho lo recuerda como si fuera ayer. Recibió una llamada de una jefa de obras de la entidad encargada para hacerle ese ofrecimiento. «Si no estás sentado, siéntate, porque nos vamos a ir para Guinea Ecuatorial ¿Te atreves?», le dijo esa responsable. José Cancho no lo dudó en ningún momento y emprendió la aventura.
Esa instalación iba forrada toda de madera con el mobiliario. Se hizo bajo plano. Una vez que se fabricó todo en Trujillo, se llevó al país africano en barco. Una vez en origen, los trabajadores trujillanos se desplazaron en avión hasta el lugar para el montaje. «Resultó perfecto», apunta. La idea era continuar trabajando en distintas zonas de la capital de este territorio. Sin embargo, hubo problemas con su Gobierno y se paró el proyecto.
Un hospital de Mauritania
No es el único trabajo que ha realizado para el continente africano. Hace poco, envío a través de otra entidad un pedido de mobiliario para un hospital de Mauritania, así como material relacionado con la madera maciza. No hizo falta que se desplazase ningún empleado.
José Cancho no descarta en continuar trabajando para el extranjero. «Nosotros vamos donde sea, hay que intentar mantener lo que tenemos», señala. De hecho, participó hace poco a un proyecto para la República Checa para trabajar en el interior de viviendas, con la fabricación de puertas y armarios empotrados, entre otros elementos. Sin embargo, no salió. Mientras que continúa trabajando en media España, también está pendiente de viajar a Canarias por cuestiones laborales. El objetivo es no parar. A pesar de estas obras, tiene claro que no se olvida ni de sus clientes de toda la vida ni de los trabajos de su zona.
Fuente HOY