La Junta de Extremadura ha convocado el 28 de diciembre un concurso de arquitectura para el proyecto y dirección de las obras de la nueva Facultad de Medicina en Badajoz. El martes, día 9, se publicó en el diario HOY la noticia de que el Colegio Oficial de Arquitectos de Extremadura (COADE) ha recurrido las condiciones del concurso.
Es una buena noticia que los Colegios de arquitectos se opongan a este tipo de concursos.
Presentarse a cualquier clase de concurso supone para el arquitecto un sacrificio de gran envergadura, tanto por el trabajo, como por la inversión económica que tiene que hacer. Es decir, los dos meses que se ofrecen en las bases para presentar las propuestas, exigen una dedicación casi en exclusiva de un equipo de varios técnicos que unido al coste de maquetas, paneles, infografías, honorarios de colaboradores... etcétera, presenta un sobreesfuerzo que, en sí mismo, pocos estudios pueden hacer, pero si además no se ofrecen garantías suficientes de que se valorará la propuesta arquitectónica debidamente, es mejor no presentarse.
Las propuestas tienen que estar entregadas en dos meses y se piden todos los planos necesarios que contenga la génesis del proyecto.
Dada la grave crisis que atraviesa la profesión en los últimos diez años, los estudios de arquitectura que todavía no han cerrado y se encuentran en activo, intentarán presentarse al singular reto que supone el proyecto de una Facultad.
Aunque posteriormente, durante el plazo de un año, se desarrolle el proyecto ganador y se definan los detalles y acabados, en los planos del concurso se encuentra el trabajo más intenso y más personal del arquitecto, es decir, lo que sabemos hacer los arquitectos, a diferencia de otros técnicos, es proyectar espacios, circulaciones, volúmenes... etcétera, y eso se refleja en los cuatro paneles que se piden y se necesita un estudio meticuloso y exhaustivo que no permite ningún tipo de frivolidad si se quiere tener la más mínima posibilidad de ofrecer una propuesta interesante.
Pues bien, la Junta de Extremadura convoca un concurso en cuyas bases se explica el procedimiento según el cual se valorará este trabajo y que el jurado tendrá que puntuar de acuerdo con dichas bases, ofreciendo una puntuación máxima a la propuesta arquitectónica de 39 puntos sobre 100 y, en cambio, puntuará con 55 puntos sobre 100 la rebaja de honorarios que esté dispuesto a presentar el arquitecto. En resumen, se valora mucho más la baja de honorarios que el trabajo de esos dos meses y el proyecto que contiene.
En estas condiciones nos parece un suicidio presentarse y sólo se explica que haya muchos equipos que lo hagan debido a la falta brutal de trabajo.
Somos conscientes de que muchos arquitectos se presentarán y beberán de este agua envenenada en medio del desierto desolador que tiene la profesión en estos momentos.
El decano del Colegio (COADE) propone con toda la razón que, en estos casos y con un proyecto tan importante, se debe convocar un Concurso de Ideas bajo lema totalmente anónimo, y al que pueda acudir cualquier arquitecto. Y, por supuesto, donde solamente se valore la propuesta arquitectónica.
Cualquier alumno que finalice la carrera y obtenga el título de arquitecto está plenamente capacitado para proyectar una Facultad.
¿Nos extrañaría ver que para optar a una plaza de médico en el Hospital Infanta Cristina se pusiera la puntuación más alta para adjudicar dicha plaza al aspirante que ofrezca una rebaja de sus honorarios? Creo que nos parecería una locura, porque se trata de nuestra salud y queremos que la obtenga el más brillante de los médicos y no el que menos sueldo cobre.
¿Por qué no pensamos lo mismo del arquitecto? ¿O no es importante tener un buen edificio y más una Facultad donde se formarán los médicos del futuro?
Un buen proyecto terminará por conseguir una gran obra arquitectónica para los próximos 50 años, mientras que un mal proyecto, lleno de irregularidades, producirá un edificio lleno de problemas de todo tipo, sin posibilidad alguna de recuperación. Por otro lado, el arquitecto o equipo ganador tendrá graves problemas para concluir su trabajo, con las exigencias mínimas que exige la normativa actual, al no poder afrontar ni siquiera el coste que conlleva.
Esperemos que se reflexione y se dejen de convocar concursos de arquitectura por medio de este procedimiento que lo único que pueden aportar es que se elijan, en muchos casos, malos proyectos que sólo tengan el valor de ser los más baratos.
Pero lo que «mal empieza mal acaba» y creemos que todavía se está a tiempo de rectificar y no tener que arrepentirse en el futuro.
Una Facultad de Medicina es una de las obras más importantes que se nos puede presentar en nuestra profesión, ya que el resultado repercutirá en nuestra sociedad, en nuestra región y, en definitiva, en nuestra trayectoria vital.
Fuente HOY