Con la celebración del X Congreso DOCOMOMO Ibérico en Badajoz, Extremadura se convierte estos días en protagonista del análisis y debate sobre el patrimonio arquitectónico del denominado Movimiento Moderno en la península. Unos 150 asistentes, profesionales provenientes en su mayoría de toda España y Portugal se reunirán los días 18, 19 y 20 de abril en la ciudad de Badajoz, tendrán la oportunidad de acercarse a numerosos ejemplos de arquitectura y urbanismo de ese momento, que tienen vínculos con la arquitectura popular de aquellos lugares donde se implantaron.
Una forma de «glocalización» que, principalmente en las décadas de 50 y 60 del siglo XX, mudó las premisas del «estilo internacional» a partir del estudio y acercamiento a la arquitectura popular, en la podíamos decir que los arquitectos 'modernos' encontraron un racionalismo espontáneo, basado en la climatología, la orografía, la explotación de los recursos próximos y los materiales y posibilidades constructivas cercanas.
Qué mejor lugar para la celebración del mismo que esta ciudad, de innegable condición transfronteriza y con un importante patrimonio «moderno», compuesto por muestras destacadas del racionalismo de los años 20 y 30, de la arquitectura residencial colectiva de los 50, 60 y 70 o de siete de los más de sesenta pueblos de colonización extremeños que integran un conjunto sin par de implantación territorial en Extremadura.
Precisamente sobre la síntesis entre arquitectura popular y movimiento moderno, del que los pueblos son ejemplos excepcionales, pivotará el debate de la comunidad científica que acudirá al congreso: arquitectos, historiadores, ingenieros o sociólogos abordarán en los próximos días, con la asistencia de responsables políticos, entre otras cuestiones, el análisis de las oportunidades de futuro que pudiera ser capaz de generar la adecuada conservación de este patrimonio y las estrategias para hacer del mismo una herramienta extraordinaria, diferenciadora, sin que se constituya como una carga insostenible o un freno para el desarrollo.
Es este un debate que debe traspasar los límites del ámbito del congreso y trasladarse a la sociedad en su conjunto, ya que hablamos de una responsabilidad compartida que únicamente desde un enfoque transversal podrá llegar a buen puerto.
Podríamos llamar patrimonio arquitectónico «reciente» a una arquitectura de gran calidad que, por encontrarse todavía muy cercana en el tiempo y no poseer el carácter monumental del patrimonio histórico nos resulta, en general, mucho más difícil de reconocer como valiosa. Efectivamente la mayoría de los edificios incluidos en los registros de calidad de DOCOMOMO tienen poco más de cincuenta años de antigüedad y, en ningún caso alcanzan un siglo desde el momento de su construcción.
Es difícil amar, proteger y mejorar aquello que se atesora si no se alcanzan a comprender sus virtudes, por lo que el primer objetivo que nos proponemos es la difusión entre la sociedad extremeña de las características excepcionales que hacen de estas obras ejemplos destacados que merece la pena conservar. Se trata también de una oportunidad única para hacer visible la importancia de este patrimonio de Extremadura en el exterior, como recientemente le ha ocurrido a La Bazana, con motivo del Premio Europan destinado a los jóvenes arquitectos de toda la Unión, compartiendo protagonismo con Madrid, Barcelona, Palma, Amsterdam, Hamburgo, Toulouse, Helsinki o Múnich, entre otras ciudades europeas.
Pero la conservación que defendemos no debe suponer congelar estas arquitecturas en el pasado y, con ello, evitar la evolución de estos edificios o conjuntos hacia la asunción de nuevos usos, en el supuesto de haber perdido la funcionalidad, o hacia la consecución de mejores condiciones de habitabilidad, de accesibilidad y de sostenibilidad, en el caso de las arquitecturas residenciales.
Sólo si se hace patente que este patrimonio material heredado, más allá de su calidad arquitectónica, no puede suponer un lastre para el desarrollo de nuestra sociedad sino, al contrario, constituirse en herramienta de partida para nuevas propuestas que, aprovechando lo existente, proyecten oportunidades de futuro. De esta manera, la sociedad en su conjunto podrá sentirse orgullosa de asumir el reto de la conservación del mismo para, una vez cualificado, disfrutarlo y, posteriormente, legarlo a generaciones futuras.
Se trata, por tanto, de una responsabilidad transversal a la sociedad en su conjunto, que deben abanderar los poderes públicos, generando las acciones y estrategias oportunas, destinando los medios económicos que se precisen para su impulso. Asimismo, resulta imprescindible la incorporación de la iniciativa privada, de la mano de profesionales competentes y rigurosos, mediante procesos de selección, tanto públicos como privados, inspirados en la calidad y no en el ahorro económico.
Y es la ciudadanía en su conjunto, una vez consciente del valor de ese patrimonio, la que debe exigir planteamientos que conlleven la recuperación funcional del mismo, sumándose a las acciones enunciadas, comenzando por el respeto a sus propios bienes inmuebles cuando intervienen en ellos. Por tanto, resultará muy importante la difusión de las conclusiones finales de este Congreso, que podrán establecer estrategias de futuro que se enriquezcan de la participación ciudadana.
Es también por ello que, las entidades organizadoras del mismo, Fundación DOCOMOMO Ibérico, COADE y Junta de Extremadura, pretendemos que los ciudadanos de Badajoz y de toda la región perciban la importancia de la celebración de este evento en la ciudad, con una temática que no les debe resultar ajena. Así, se ha organizado un importante ciclo de actividades paralelas abiertas, tales como coloquios, exposiciones y visitas guiadas, que ayuden a generar la inquietud ciudadana de que la sociedad tiene mucho que decir en el futuro.
El título del Congreso, «El fundamento social de la arquitectura; de lo vernáculo y lo moderno, una síntesis cargada de oportunidades», no puede ser más elocuente.