NUNCA SABRÉ
Nunca sabré si mereció la pena construir mi mañana desde la soledad. Si fue preciso habitar sus abismos, la oquedad de las horas, tejer y destejer los deseos tardíos.
Nunca sabré si la casa tan blanca, tupida de geranios, siempre aguardó con las puertas abiertas; si unos versos de sal nacieron al bautismo de un mar sereno; si desde esta soledad se abrieron los caminos al mar de mis orillas, a la casa encalada, a tardes que dibujan las noches con sus lunas.
Nunca sabré si eran sueños cumplidos o era el destino: ofrendas con que a veces la vida nos sorprende, o final de un trayecto que recorrí a su tiempo.
Nunca sabré si mereció la pena.
UN DÍA MÁS
Un día más…
Esta quietud me ofrece el espacio
que el tiempo no quiso concederme:
la palabra posible, a tientas por mis labios;
los renglones desnudos de una historia que escribe
sus últimos capítulos, sus últimas batallas.
Un día más. Y la tarde se cierne
sobre los muros de una ciudad
que reposa el cansancio de prisas apiñadas
y voces de taberna.
Un día más a la sombra del árbol que me crece
como crece el silencio de la vida que late,
de la vida que aguarda más allá de las horas.
Un día más…
UN POEMA EN LA LLUVIA
Llueve…
Camino por las calles bajo tules de agua.
Mi cuerpo va desnudo. Nadie me mira.
Escucho la cadencia del suave tintineo
romper sobre el asfalto. Y sigo el rastro.
Dónde me llevará…
Pronto el cielo se aleja y oscurece mis ojos.
No me arredra la noche ni el pudor ni el cansancio.
Basta una gota que acaricie mi frente.
Pero nadie me mira. Mi cuerpo va desnudo
y nadie me pregunta. ¿Reirán esta locura?
Tal vez de mí se apiaden. Tal vez callen
y esperen mi regreso.
Saben que voy buscando un poema en la lluvia.