SOBRE los pupitres
rotulamos la pretérita caligrafía
de verbos y oraciones.
Ah los rincones secretísimos
de los patios de luz
donde celebramos sortilegios de nieve
e inocencia.
Los múltiplos del azul calculados a las fracciones.
La libre función
de sujeto y predicado.
El corazón siempre lo sumamos
a las manzanas de lo imposible.
(Del libro "Madrugada de los ferrocarriles").
ESTO que de mí apenas queda.
Estas manos transparentes
de pañuelos en las despedidas.
Estas idas y venidas
sin remedio hacia ti.
Sin otro lugar donde pensarte.
Sin otro qué dónde y cuándo
de futuro incierto que brindarte.
Sin convenio
entre tu toda tú y mi esqueleto.
Sin ocasión alguna
para negarme al punto.
Para ir despejando cuestiones
en alerta
desde el círculo inútil
de mis eternas dudas.
De mis impacientes deudas.
DESIERTO de sal:
espuma.
Morir
ola siempre.
Playa de tu mismo mar.