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El director del Museo Reina Sofía, que ha sido renovado en su puesto por cinco años más, hace balance de su gestión, desvela sus retos y habla de ARCO y del mercado del arte Llegó hace poco más de cinco años al frente del Museo Reina Sofía, tras su paso por la Fundación Tàpies y el Macba. Fue la primera vez que el director de un gran museo español se nombraba siguiendo el Código de Buenas Prácticas: o sea, fue elegido por un comité de expertos y no a dedo por el político de turno. Recientemente, ha sido renovado en su puesto por cinco años más. -Después de cinco años, ¿objetivo logrado? ¿Insatisfacción, satisfacción plena, moderada? -Si el objetivo se ha logrado deberían decirlo ustedes. Satisfacción, sí. Se ha hecho el esquema y ahora queda desarrollarlo. Hemos mezclado disciplinas, empezamos a trabajar con el documento, introdujimos el cine y comenzamos a trabajar con una historia local en un mundo global. Hemos llegado hasta los años 70. Falta desde los 80 hasta la actualidad. Seguiremos haciendo exposiciones históricas, pero quiero poner énfasis en lo actual. Hemos desarrollado mucho las itinerancias de las exposiciones en lugares como el MoMA o la Tate. Y ha habido dos hechos muy importantes para el museo: la ley propia y la  fundación.

Son consecuencia del consenso sobre la necesidad de autonomía de la institución. Habla de una madurez institucional de nuestro país. Teniendo en cuenta la situación económica, es un instrumento de financiación esencial para el museo. «El tema del "Guernica" nos ha acercado mucho más a Miguel Zugaza y a mí» -Pero no todo ha sido un camino de rosas: el presupuesto público del museo, como el de todos, baja cada año; quisieron quitarle el «Guernica»... ¿Alguna crítica que le haya dolido especialmente?
-Lo bueno de la memoria es que es selectiva. El tema del «Guernica» ha hecho que Miguel (Zugaza) y yo nos acercásemos mucho más, porque cada uno busca lo mejor para su institución. Las relaciones con el Prado son en estos momentos excelentes. -Tenemos idilio a la vista… -Relaciones excelentes, idilio es algo utópico. La reducción del presupuesto la tienen todos los museos españoles. Dentro de lo que cabe, nosotros nos podemos considerar privilegiados. Hay instituciones que no tienen nada. Lamentarse, vivir en la nostalgia, es casi reaccionario, no sirve para nada. El pasado no vuelve. Pero hay que exigir que la cultura sea un derecho, la cultura como servicio público. Hay que exigir que no se caiga en la falacia de pensar que primero hay que cubrir las necesidades básicas y después la cultura, porque la misma noción de básico es cultural. Cuando todo iba bien muchos cuestionábamos un modelo que no tenía sentido. Pero la crisis te exige tomar soluciones ya, porque si no estás poniendo en peligro la propia subsistencia de la institución. Es el momento de reinventarse, de plantear nuevos modelos: crear la memoria de un país y generar conocimiento. «Se han hecho barbaridades, pero el mundo de la cultura es la víctima» -¿La crisis está sirviendo para poner las cosas en su sitio, para que haya menos fuego de artificio en los museos?
-Se han hecho muchas barbaridades, como en todo. Pero el mundo de la cultura es la víctima. Parece que somos los responsables de que se hayan hecho auditorios que se caen… -Los museos se resisten a entrar en una guerra de cifras de visitantes, pero al final todos lo hacen. ¿Les exige cuotas de público el Ministerio de Cultura?
-Los museos son espacios públicos: de la gente y para la gente. Una democracia es de las mayorías, pero con el respeto a las minorías. La cultura no es algo a corto plazo, no es una moda, no tiene un valor economicista. -¿Es de los que prefiere no tener un museo masificado de gente, sino menos público pero más interesado?
-Prefiero hablar de múltiples minorías. Hay veces que hay tanta gente en un museo que acaba siendo imposible ver nada. Los grandes museos, que son los que tienen grandes masas de público, buscan cada vez más gente pero se dan cuenta de que es contraproducente. Es fundamental para la higiene mental cultural de este país que se visiten también los pequeños museos, tienen derecho a proporcionarles recursos. Son los primeros en caer. «Hemos doblado el número de visitantes. Muy minoritarios no seremos» -Una de las críticas que se le suelen hacer es que sus exposiciones son «minoritarias, densas, de tesis», que ha querido imponer en el Reina Sofía el «estilo Macba». ¿Qué ve de justo en estas críticas?
-Hemos doblado el número de visitantes. O sea, que muy minoritarios no seremos. Cuando haces programación, intentas equilibrar. Ahora tenemos tres exposiciones muy populares: la colección Phelps de Cisneros, Cristina Iglesias y Dalí, obviamente, lo será. Pero no se ha hecho por eso. Sí es cierto que no solemos hacer exposiciones de grandes nombres populares. Si todos hacemos lo mismo, es muy aburrido. Somos un museo y centro de arte contemporáneo. Si hay algo que nos falta es la parte contemporánea: es algo en lo que tenemos que incidir más. En cinco años llevamos unas noventa exposiciones. Sólo he dedicado cuatro de ellas a artistas de los que ya organicé en su día otras muestras en Barcelona. Si analizas la programación de la Fundación Tàpies, el Macba y el Reina Sofía son muy diferentes. «Hay tendencia a repetir los mismos nombres, las mismas exposiciones» -¿En su visión de los museos cabe el espectáculo?
-El arte es una experiencia física, afectiva, de piel. La función espectacular acaba buscando la emoción rápida, un titular, visitantes, comercio. Es un gran error, en el cual a menudo caemos. Hay una tendencia a repetir los mismos nombres, las mismas exposiciones, que se han convertido en marcas. Es otra de las contradicciones: pan para hoy y hambre para mañana. -Acaba de ser confirmado para otros cinco años. ¿Cuáles son sus retos?
-No acumular, sino compartir. Ese es el reto. «En 2014, catorce obras de la última etapa de Miró viajarán a Seattle» -¿Cuándo comenzará a viajar por el extranjero la colección del museo, como ya hace desde hace tiempo la del Prado?

-En 2014 irán unas 60 obras del último Miró a Seattle, que después itinerará por Estados Unidos. No se trata de coger colecciones y venderlas fuera para generar recursos. Se trata de intercambiar. Haremos en Settle cuatro exposiciones. -¿Mecenas como Patricia Phelps de Cisneros podrían tener sala con su nombre en el museo, como ha hecho el Prado con José Luis Várez Fisa?
-No se ha pensado, pero no tendría ningún inconveniente. Pero que no sea una capilla o un mausoleo. Cuando acabe la exposición de la colección Phelps de Cisneros habrá en el museo una sala, junto a la del expresionismo americano, donde estará el equivalente latinoamericano. -Con la entrada cada vez menor de dinero público, ¿cómo se atrapa a un millonario, sin ser Marilyn Monroe, para que invierta en un museo?
-Se atrae creando una fundación, haciendo que estén representados en el Patronato. En cuanto a los incentivos fiscales, en el Reina Sofía son de hasta el 40% gracias a la nueva ley. «Tiene que haber incentivos para los mecenas, si no es muy complicado»

-¿Cómo valora las palabras del presidente del Gobierno en el Prado?
«El mecenas no espera nada a cambio... La generosidad no sólo depende de incentivos económicos», dijo Rajoy. -Tiene que haber incentivos para que eso ocurra, porque si no es muy complicado. -A Ángeles González-Sinde la tenía ganada para la causa. ¿También a
José Ignacio Wert y José María Lassalle?
-La relación con ellos es impecable. Hay un apoyo y respeto institucional importante. -O sea, que se siente respaldado por Cultura...
-Sí. -Chris Dercon, director de la Tate Modern, se deshace en elogios hacia su gestión en el museo. ¿No tiene la sensación de que se está entendiendo y valorando más su proyecto internacionalmente que en España?
-No tengo esa sensación. Pero sí me consta que la colección del museo se discute en universidades americanas como en Harvard. -Para unos los museos son mausoleos y para otros centros comerciales.
¿Está muerto el concepto tradicional de museo?
-Totalmente. -¿Ve muchos mausoleos y centros comerciales entre los museos del mundo?
-Sí, sí, bastantes. «Cuanta más competencia haya, más cosas pasen, es mucho mejor»

-Parece que en plena Milla de Oro de Madrid hay una pugna entre fundaciones y museos. Miguel Zugaza hablaba de una Olimpiada de exposiciones en la capial, Guillermo Solana aludía a «un local donde el Museo d'Orsay ha abierto una sucursal» (refiriéndose a la Fundación Mapfre)... Esta institución iba a hacer una exposición de Dalí, que finalmente hará usted en el Reina Sofía… ¿Ve competencia desleal, como creen algunos, en el papel de las fundaciones?
-En absoluto. Cuanta más competencia haya, cuantas más cosas pasen, esmucho mejor. -No deja de ser paradójico que se les acuse a las fundaciones de comprar exposiciones, cuando los museos las venden fuera de España…
-En primer lugar, hay una ley de Fundaciones y, en segundo, a Mapfre la tenemos en el Patronato. Si me quitan una exposición, pues qué le voy a hacer… -¿Qué ocurrió con Dalí?
-No hubo una guerra española, sino francesa. El Grand Palais quería hacer una exposición, habían hablado con Mapfre. Pero la guerra fue entre Grand Palais y Pompidou; llegó hasta el ministro. Nosotros habíamos hablado con el Pompidou y el Grand Palais con Mapfre. En Francia se la quedó el Pompidou, por eso la hacemos nosotros.

«Hoy el canon lo marca el mercado del arte, que está hinchado. Hay una burbuja»
-¿Sigue de cerca el mercado del arte?
-El mercado del arte no se deshincha. Aparecen obras muy importantes. Es absurdo que un Giacometti cueste 70 millones, un Warhol 20 millones... Es absurdo que un Warhol o un Richter cuesten más que un Zurbarán. Lo entiendo sociológicamente, pero no moralmente. No debería ser así. Hay una burbuja, un interés por lo contemporáneo. Hoy el canon lo marca el mercado, que está hinchado. En los años 40 y 50 lo marcaban los críticos. Y eso nos influye muchísimo en los museos. No hay un museo público que pueda comprar estas obras. Sólo las grandes fortunas. «Las megagalerías son las que marcan. Los museos deben ganar músculo» -¿Los grandes magnates (Abramovich, Geffen…) han venido a sustituir a los críticos y los curators?
-Las megagalerías son las que marcan. Es importante que los museos ganen músculo. Y la forma de hacerlo es creando estructuras internacionales, compartiendo colecciones…

-¿Tanto se ha pervertido el mercado del arte?
-Hay artistas que estoy convencido de que en veinte años valdrán muy poquito. «Habrá que ver cuánto cuesta una obra de Hirst o de Koons dentro de 20 años»
-Gerhard Richter es el artista vivo más cotizado. ¿Qué le parece?
-En el caso de Jeff Koons o Damien Hirst le diría que son una cosa meramente de mercado. No sé si usted o yo estaremos dentro de 20 años, pero habría que ver cuánto valdrán sus obras. Richter es un grandísimo artista, pero sus precios están sobredimensionados. Hay otra burbuja: Brasil. Allí hay muchísimo dinero y grandes coleccionistas que compran obras de artistas brasileños. Sus precios son prohibitivos. Eso, al final, puede acabar siendo contraproducente, porque las obras difícilmente podrán salir de Brasil. El propio mercado puede generar problemas para la obra de un artista. -¿Dentro de 20 años nadie se acordará de Koons y Hirst?
-A nivel sociológico, probablemente sí. A nivel poético creo que no, francamente. «ARCO debería replantearse su modelo, ha ido perdiendo oportunidades» -Estamos en pleno ARCO. Algunos vaticinaron su debacle. ¿Está usted entre ellos? ¿Se está demostrando que no era una feria tan sólida como nos vendían?
-Es un modelo que ha ido perdiendo oportunidades. Ha habido cierta confusión desde el principio. La primera confusión fue en los 80, cuando ARCO era una gran fiesta. Se confundió lo social con el intercambio. Había cosas absurdas: gente que iba a ARCO y no iba al Prado ni al Reina Sofía... También se perdió la oportunidad de Latinoamérica. Y esto es sangrante. Art Basel ha sabido redefinirse. ARCO quizá deba replantear su modelo. Se ha perdido la batalla del arte latinoamericano (los grandes coleccionistas van a Miami), la parte joven (van a Frieze)… Una feria es un lugar de intercambio. Hay muchas formas de hacerlo. Igual puede ser un intercambio de ideas. -Pero al fin y al cabo una galería vive de vender…
-No me corresponde a mí decidirlo, pienso en voz alta. Hay muchos modelos de feria. Está el tradicional: vender obras en un «stand». Los museos y los artistas se replantean su papel y las galerías también deberían hacerlo: no deben ser sólo un lugar donde colgar cuadros y esperar a que alguien los compre. Podrían plantearse producciones, ser algo parecido a una agencia, algo más dinámico. La nueva generación va en este camino. Igual las grandes galerías vienen a ARCO si hacemos otras cosas. -A Miquel Barceló le preguntaron en una reciente visita a Madrid por el Reina Sofía. Dijo que no le habían propuesto ninguna exposición, que no había visto aún la reordenación de la colección, pero que era previsible. ¿Algún comentario?
-En el museo se hizo una exposición de Barceló hace poco y hubo otra en «la Caixa». Si hay un artista al que estoy muy vinculado afectivamente es Tàpies y no he hecho ninguna exposición suya en estos cinco años. La reordenación de los 80 y 90 la estoy haciendo ahora. -¿Ha visto su exposición en la galería Elvira González?
-Aún no, porque he estado en Nueva York, pero iré. Las veo todas. -¿Cómo estará representado Barceló en el museo?
-Lo estoy trabajando. No lo sé aún. Nunca trabajo de un modo reactivo, sino tratando de generar un discurso. «No tengo planes de fituro, estoy centrado en el Reina Sofía»
-¿Y después del Reina Sofía qué? ¿Estará estos cinco años? Hay rumores que le sitúan en la Documenta de Kassel, en el MoMA… No está mal.

-Siempre que he estado en un sitio he intentado acabar mi trabajo. No tengo planes de futuro. Estoy centrado en el Reina Sofía.

Hoy, lunes, a las 20 horas, pronunciará una conferencia sobre "La cultura ecológica" D. Joaquín Araújo en el salón de actos de la R. Sociedad Económica de Amigos del País, de Badajoz. Conocido naturalista, autor de numerosas publicaciones y miembro de la Real Academia de Extremadura, será presentado por el también académico D. Feliciano Correa Gamero.

El aniversario se celebrará en 2013 con varios actos y exposiciones, entre las que destaca la muestra «La lengua y la palabra», un recorrido a través de la historia de la institución La Real Academia Española cumple 300 años Manuscritos de la Gramática de Nebrija (dcha); Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo (izda.), y Cantar de Mio Cid (abajo); Obras que la Real Academia Española (RAE) ha presentado de su biblioteca clásica. Este miércoles se cumplen 300 años desde la creación de la Real Academia Española, un número que se celebrará a lo largo de 2013 con varios actos y exposiciones, entre las que destaca la muestra «La lengua y la palabra», un recorrido a través de la historia de la RAE, que acogerá la Biblioteca Nacional de España. En 1713, siguiendo oleada de impulso ilustrado que hubo en el XVIII español y que dio lugar a la creación de otras  instituciones, como la Biblioteca Nacional, un grupo de eruditos y nobles, liderados por el marqués de Villena, empezó a reunirse para subsanar una carencia: la falta de un diccionario de la lengua española. Por los 46 sillones de la Academia han desfilado nombre escritores de la talla de Miguel Delibes, periodistas como Luis María Ansón, científicos como Ramón y Cajal, nobles como Jesús Aguirre, duque de Alba, clérigos como el cardenal Tarancón o dibujantes como Antonio Mingote. La Fundación Pro RAE tiene previsto celebrar el tercer centenario con actos, publicaciones y actividades para homenajear a esta institución que fue aprobada oficialmente por el rey Felipe V en octubre de 1714. En concreto, la exposición que albergará la Biblioteca Nacional, organizada en colaboración con Acción Cultural Española (AC/E),
arranca en el siglo XVIII, periodo en el que nace esta institución. En palabras de Carmen Iglesias, una de las comisarias de la muestra, la Revolución Francesa, la proclamación de la Constitución de 1812 y los diferentes regímenes políticos que aparecieron en España tuvieron su huella en la RAE.

Fuente: ABC

 

El pasado día 10 nos enterábamos del fallecimiento de un personaje soldado en cuerpo y alma a ese rincón único de las Villuercas, punto incuestionable de la mejor Extremadura y a la que sirvió con amor y condescendencia. Había nacido en 1934 en la localidad gaditana de Alcalá de los Gazules, donde su padre (hijo de Guadalupe), estuvo por razones profesionales. Pero Carlos estuvo por vida ligado, vinculado, amarrado por presencia y vocación a todo lo extremeño y a esa casa excelsa de la patrona, de cuyo recinto conocía con precisión de cicerón de lujo, el gótico, el mudéjar, lo renacentista, lo barroco y neoclásico, así como las entretelas de una vida monástica secular, desde la acción sanadora de las boticas, a la caridad con los peregrinos que hasta allá llegaban. Maestro Nacional, ejerció en varios lugares y luego, hasta su jubilación, lo hizo en La Puebla. Son muchas las actividades en las que siempre, y animosamente, participó, como Presidente de la Asociación de Caballeros de Santa María de Guadalupe, siendo también suya la iniciativa se crea la Asociación de Damas. Llevó la Escolanía, fue catequista, y propició que al medio día se rezara el Ángelus por megafonía desde el Real Monasterio, patrimonio de la Humanidad desde 1993. Ejerció de corresponsal de varios diarios y de emisoras radiofónicas. Conferenciante en los hogares extremeños, organizador y voluntarioso siempre, se distinguió por su diligencia y afán de cumplir con todo lo que se proponía o le solicitaban. Pero por encima de esa biografía de servicio, por encima de ese ejercicio de cronista del sitio, por encima de su cumplimiento puntual de los encargos que se le hacían, Carlos Cordero ha sido un ejemplo de admirable servicio público desde su compromiso cristiano. Tuve mucho trato con él siempre, y más cuando fue nombrado Académico Correspondiente de la Real Academia de Extremadura; pero desde el momento de fundarse esta Corporación, la asistió como un devoto seguidor de sus actividades, de la Asociación de Amigos de la Academia e impulsor de sus programas y jornadas, tanto con su ayuda como con su presencia. Se ha ido un extremeño sincero y entero, de esos que durante la transición política reciclaron sus amores a la tierra y pusieron en marcha desde la modestia amorosa de sus posibilidades, un compromiso sentido, de militancia por lo extremeño, como si se juramentaran para siempre por una causa llena de adversidades.

Hombre cultivado y de la cultura, posee más de cinco mil volúmenes, y una excelente colección de revistas, folletos, periódicos de interés, fotografías, discos, compactos de música… sus estancias son como el recinto documental de un periódico de pueblo. Estamos perdiendo a diario personas como él, pensadores de nuestro tiempo, bibliotecas andantes de una época. Él tenía conciencia de que Extremadura necesitaba sus brazos, y por ello, como otros, jamás dio un paso atrás ante cualquier requerimiento que se le hiciera. En nombre de la Real Academia de Extremadura asistió al funeral bajo las bóvedas equilibradas del monasterio, el director de la Corporación José Miguel Santiago Castelo.CARLOS CORDERO BARROSO, UN TROZO DE GUADALUPE Feliciano Correa
Portavoz de la Real Academia de Extremadura

Ayer 11 febrero fue enterrado en Guadalupe el Académico Correspondiente D. Carlos Cordero Barroso. Al funeral en el Monasterio y su posterior entierro asistió el Director de esta Corporación.

La trayectoria de este gran hombre ha sido muy iintensa en Guadalupe desde 1971, año en que se incorporó al Colegio Público "Reyes Católicos", donde ejerció de profesor hasta su jubilación en 1995. Nacido en Alcalá de los Gazules, hijo de padre guadalupense y madre alcalaína, como hombre inquieto se implicó desde el principio en la vida de la puebla con actividades extraescolares en las que desarrolló dos de sus aficiones preferidas: la música y el deporte. Durante su etapa como Presidente de la Real Asociación de Caballeros, dio nombre a las Jornadas de la Hispanidad y fundó la Asociación de Damas de Santa María de Guadalupe. Igualmente, ha contribuido con sus publicaciones divulgar la devoción de la Virgen de Guadalupe, como Patrona de Extremadura y Reina de las Españas. La Real Asociación de Caballeros de Santa María de Guadalupe le otorgó su máximo galardón, el Premio Guadalupe-Hispanidad.

Descanse en paz tan querido amigo.

El historiador francés, Christian Duverger, asegura que el autor de 'La historia verdadera de la conquista de la Nueva España' fue el conquistador y no Bernal Díaz del Castillo

El historiador y antropólogo francés, Christian Duverger, profesor de la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París, acaba de arrojar una bomba en las tranquilas aguas de la historia de la literatura en español y en la percepción del pasado de españoles y mexicanos. En su libro, Crónica de la eternidad, fruto de 10 años de investigación y presentado el jueves en la capital mexicana, demuestra que Bernal Díaz del Castillo nunca pudo escribir La historia verdadera de la conquista de la Nueva España y que su autor no fue otro que el propio Hernán Cortés como señalan las pruebas reunidas. El cronista-soldado, el testigo crítico de la Corona y de la versión oficial de la historia, el viejo cascarrabias sentimental, obsesionado con la recompensa económica y el reconocimiento de su gloria, el gran periodista de la Conquista de México se desvanecería para  dejar su lugar al conquistador. El bachiller de Salamanca, el aventurero renacentista, el señor de la guerra satanizado por la historia, se convertiría así en un líder humanista y, como añade Duverger, “en el verdadero fundador, como dijo Carlos Fuentes de Bernal, de la novela latinoamericana”. Crónica de la eternidad, escrita como una investigación policial que hace su lectura amenísima –“decidí no enfocar mi mensaje para el mundo académico y sus polémicas sino para el gran público”-, va señalando paso a paso las incongruencias de la Historia verdadera que impiden que Bernal Díaz del Castillo sea su autor. Pero ¿cómo nadie reparó en ellas en todos estos siglos? Duverger responde: “Muchos dudaron, pero la fuerza de los esquemas mentales, de los prejuicios, los disuadió. Yo pertenezco a una escuela de historiadores que fomenta la duda cómo método. Y lo primero que me sorprendió es que Bernal abre su  crónica diciendo “terminé de escribirla el 26 de febrero de 1568 en Santiago de Guatemala, sede de la Audiencia (de los Confines)…”, cuando la Audiencia en esos años estaba ¡en Panamá! Nadie revisó eso, ¿por qué mis colegas no lo descubrieron?” Esa fue la primera pista, pero vendrían más. Por ejemplo, Díaz del Castillo, que hace gala en su crónica de gran intimidad con Cortés durante la Conquista, no es citado por éste en ninguna de sus Cartas de relación ni aparece en ninguna lista de la época de los poco más de 500 hombres que le acompañaron; comienza a escribir a los 84 años lo que sería un caso portentoso de memoria; lo hace para enmendar la plana a la supuesta versión oficial de fray Francisco López de Gómara, pero su Historia de la conquista de México publicada en Zaragoza en 1552 fue prohibida por la Inquisición al año siguiente y jamás viajó a América; presume de ser un soldado raso pero despliega una gran erudición con citas de clásicos griegos y latinos o de la Biblia impensables en alguien de su condición. 'Crónica de la eternidad' retrata al conquistador como un líder humanista satanizado por la historia Además, sostiene el historiador francés, un análisis del estilo de la crónica revela que su autor estaba impregnado de prosa latina y construcciones propias del náhuatl, que solo alguien como Cortés, según Duverger, fascinado con México e “inmerso en un proceso de mestizaje pudo dejar que penetraran en su manera de escribir en castellano”. Dos características que coinciden con las Cartas de relación del conquistador. Duverger va eliminando candidatos a la autoría entre la docena de compañeros de Cortés que sabían leer y escribir –ninguno pudo ser testigo de todo lo relatado- hasta toparse con el conquistador. Crónica de la eternidad, una segunda parte de Cortés, la biografía más reveladora, publicada también en México por Taurus en 2010, comienza a desvelar el misterio al entrar en los años finales de éste cuando vuelve a España, un periodo al que se ha prestado poca atención. Frente a la idea tradicional de un Cortés aislado y perdedor, el historiador se centra en la etapa (1543-1546) que pasó en Valladolid y descubre a un hombre intelectualmente muy activo, que organiza en su casa una academia en la que se dan cita los notables de la ciudad y se discute sobre temas como “el cronista y el príncipe” o “la historia oral y la historia documentada”.

Duverger acusa a un hijo de Bernal Díaz del Castillo de falsificar la autoría de la crónica En esos años, asegura Duverger, es cuando el conquistador, que ha visto cómo todas sus cartas al emperador Carlos V “no solo han sido prohibidas sino también quemadas en plaza pública” en 1527, concibe su plan. “Cortés decide que su público es el futuro. Está orgulloso de lo que hizo y es consciente de que la marca que el hombre deja en la tierra es más fugaz que los libros. Si la Corona quiere matar su
memoria, borrarle de la historia, él sabe que su aliada es la posteridad”. Cortés contrata a López de Gómara, a quien confía sus archivos para que escriba la historia oficial –en su testamento dejará dicho que se le paguen 500 ducados por el trabajo- al tiempo que él escribe sus memorias, “inventando al personaje del soldado anónimo con la libertad de un novelista”, dice el historiador, que subraya que la estructura de las dos obras es idéntica. Cortés muere en 1547, la obra de Gómara es prohibida –“su poseedor corría el riesgo de pagar una multa altísima, equivalente al precio de 20 mulas”- y su manuscrito permanece oculto durante dos décadas. Pero la sublevación de los tres hijos de Cortes en México al frente de los herederos de los conquistadores contra las Leyes de Indias que amenazaban con confiscar sus propiedades en 1566 resucita el texto. La crónica escrita por Cortés viaja a América con intención de convertirse en el gran golpe de efecto que legitime la causa de los primeros criollos. La conspiración fracasa y los hijos del conquistador son detenidos y enviados al exilio. Antes, los hermanos envían “el documento a Guatemala, donde vive Bernal, uno de los pocos supervivientes de la Conquista” y cuya existencia está por primera vez documentada en 1544.

Su hijo, Francisco Díaz del Castillo, afirma Duverger, aprovecharía la oportunidad de mejorar su posición en sus pleitos “convirtiéndose en hijo de héroe”, haciendo modificaciones para incluir el nombre de su padre e incurriendo en flagrantes contradicciones “como criticar algunos párrafos de Gómara que nunca aparecieron en su versión dada a la imprenta” y que solo pudo conocer Cortés. El manuscrito sufriría algunas manipulaciones más hasta su definitiva impresión en Madrid en 1632 con el título que conocemos y la autoría de Bernal. En la obra de Duverger, Cortés aparece como un héroe y Carlos V como un villano. “Para Cortés, el emperador es un personaje débil, que pasa  el tiempo guerreando por Europa. No entiende que en plena era de las exploraciones, de la apertura de nuevas rutas comerciales, se desaproveche la oportunidad. Tras 15 años en Santo Domingo y Cuba, cuando entra en México instala una convivencia diferente a la de la Corona. Impone su visión mestiza y no la genocida que se ha practicado en el Caribe”. “El México mestizo que conocemos hoy es producto de la visión de Cortés”, afirma el historiador, que espera impaciente la reacción del público de ambos lados del Atlántico a su hallazgo y sueña con que algún día la Historia verdadera se publique bajo el nombre de su verdadero autor: Hernán Cortés.

LUIS PRADOS México 9 FEB 2013 - 00:08 CET162

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