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Me entero de la muerte de Félix Grande por Andrés Sorel que como director de la Asociación Colegial de Escritores nos ruega que molestemos lo menos posible a la familia y nos anuncia que, probablemente será enterrado en Tomelloso. Sabíamos de primera mano de la enfermedad fulminante de Félix Grande porque era ahora nuestro Presidente de la Asociación, cargo que le gustaba porque Félix fue siempre hombre de combate, poeta que quería ser de gesto público aunque cuando escribía lo hacía desde la más absoluta privacidad. Aunque sabíamos de su enfermedad, una pancreatitis, el dolor y la sorpresa, a razón de esa sorpresa ante lo inevitable habla bien a las claras de que el hombre lo es gracias a la esperanza, están ahí porque Félix fue siempre un compañero de profesión, un hombre quecreía en el colectivo de escritores y que luchó desde los puestos que ocupó en la Asociación para que los escritores tuvieran por lo menos, la dignidad otorgada a cualquier autónomo.
Nieto de un cabrero, nace en Mérida Félix nació en Mérida por avatares relacionados con la Guerra Civil, pero su lugar, su paisaje fue siempre Tomelloso, vivió en esta ciudad manchega desde los dos hasta los veinte años, porque conformó el imaginario de la infancia y juventud, que es cuando se configuran destinos futuros y recursos a la memoria. No en vano su poesía reunida se títula Biografia y su último libro de poemas, Libro de familia. Nieto de cabrero, Félix conoció de primera mano el goce de ciertas sensaciones ligadas al campo pero también los dramas y la sordidez y la opacidad de la miseria y la represión ciega y brutal.
Dejó la guitarra de flamenco para dedicarse a la literatura
Esa quiebra, ese cruce de sensaciones fue en cierto modo el motor de su rebeldía, también aquel que le hizo cambiar una pasión por otra cuando dejó la guitarra de flamenco para dedicarse la literatura. La guitarra se convirtió en objeto de estudio, entonces, y Félix Grande se convirtió en uno de losflamencólogos más importantes de nuestro país, pasión en la que dejó impronta de cátedra y que le llevó a discusiones graciosas con otros poetas de raigambre andaluza de los de toda la vida, como José Manuel Caballero Bonald.
Ganó el premio Adonais en 1964 con «Las piedras»
Félix Grande, lo dijo siempre, fue deudor de los ejemplos de César Vallejo y de Antonio Machado, pero su poesía es un tanto inclasificable ya que, poeta tardio en publicaciones, editó su poemario, «Las piedras», Premio Adonais, en 1964, cuando se abrían camino los novísimos y los poetas del cincuenta habían casi ya cumplido su misión. Félix siempre se movió a su manera y ese primer libro, publicado entre dos formas de entender la poesía, nos habla bien a las claras de que su adscripción fue más bien la del pájaro solitario aunque en su faceta pública fuese hombre proclive a la amistad y la solidaridad.
Su mejor libro «Las rubaiyatas de Horacio Martín», por el que recibió el Premio Nacional de Poesía, ha sido sin duda su gran libro. Aquí muestra como la deuda con Vallejo, con Machado y con Pessoa puede dar lugar a una poesía inspirada pero de corte radicalmente personal. Pero Félix, aparte de poeta, fue hombre de variadas actividades, lo que probablemente hizo que su obra no se agrandase demasiado, luego publicó, después de muchos años, «La cabellera de la Shoah» y «Libro de familia», y así conviene destacar su labor entre 1983 y 1996, comodirector de «Cuadernos Hispanoamericanos», después de haber trabajado durante muchos años junto a Luís Rosales, uno de sus grandes amigos y referentes. Era sentencioso, porque era manchego, nieto de cabreros y hombre de memoria de campo, era un excelente amigo, era hombre cercano. Ahora recordamos a Félix pero también a Paca Aguirre, su viuda, poeta, ya a Guadalupe, su hija, poeta.«Libro de familia». No pudo titularlo mejor.

 

Fuente: JUAN ÁNGEL JURISTO / MADRID

Tras recorrer los pasillos del Palacio de Bellas Artes, el visitante se topa al final del recorrido con San Lucas como pintor, ante Cristo en la cruz.Francisco de Zurbarán resume en este cuadro toda una vida dedicada a la pintura religiosa y se permite jugar con el espectador al sembrar dudas sobre la identidad del hombre que sostiene la paleta y los pinceles. ¿Se trata de Lucas, patrón de los artistas? Si es así, ¿por qué no hay rastro del halo de santidad? Y si el hombre representa al propio Zurbarán, como algunos sugieren, ¿por qué lleva una túnica propia de los evangelistas? “El cuadro es intencionadamente ambiguo. Más que un autorretrato de su fisionomía, estamos ante un retrato de su mundo y de su visión de la pintura”, resume Ignacio Cano, comisario de la exposición sobre el maestro español del Siglo de Oro que se acaba de inaugurar en Bruselas. “Es aquí donde mejor se aprecia la complejidad del artista. Entra en el debate sobre hasta qué punto la pintura puede desvelar lo desconocido”, añade Gabriele Finaldi, director adjunto de Conservación del Museo del Prado. El Cristo crucificado ante el pintor es solo una de las 50 obras de la muestra que aspira a marcar la imagen que tendrá una generación de Zurbarán. Se trata de la exposición más ambiciosa del pintor después de la que en 1988 se pudo ver en París, Madrid y Nueva York. La selección del maestro del Siglo de Oro español abarca desde sus inicios en Sevilla hasta las obras que pintó antes de su muerte, de la que este año se cumple el 350 aniversario. El país escogido es una novedad para el extremeño. En Bélgica, ninguna colección, ni pública ni privada, había mostrado hasta ahora obras de Zurbarán. El hombre que con sus pinceles plasmó los ideales de la Contrarreforma se expone ahora en el país que sirve de frontera religiosa entre católicos y protestantes. Los que hasta el próximo 25 de mayo visiten el palacio bruselense podrán comprobar además la influencia de la pintura flamenca en el barroco español. “Exponer aquí era un desafío. Rubens representa una escuela también barroca pero muy diferente. Sin embargo, tienen en común la fuerza de la imagen, lo simbólico y una misma cultura visual”, explica el comisario. Basta con recorrer los 55 kilómetros que separan a Bruselas de Gante para comparar el Agnus Dei o Cordero de Dios del español con el políptico de la Adoración del Cordero Místico, la obra maestra que resume la visión del mundo y de la religión de los hermanos Van Eyck. “La atención de Zurbarán a los objetos o a los vestidos bebe de las fuentes de los maestros flamencos, como Van Eyck o Van der Weyden”, explica Cano, antiguo director del Museo de Bellas Artes de Sevilla. La muestra sorprenderá a los que no conozcan la obra de Zurbarán, pero también guarda alguna novedad para los que ya han visto su obra. En Bruselas se presentan cuatro pinturas desconocidas y algunas obras restauradas que han recuperado su luz original. Entre las novedades,Los desposorios místicos de Santa Catalina de Alejandría, un cuadro que estaba en la casa del pintor cuando murió, probablemente de su colección personal, y que estaba desaparecido desde 1664. Los responsables del Palacio de Bellas Artes han querido además establecer un vínculo con la cultura española contemporánea. La muestra de Zurbarán se abre y se cierra con dos esculturas de Cristina Iglesias. Y el director catalán Albert Serra ha proyectado en el mismo recinto una selección de sus obras experimentales. El sábado pasado, la filmoteca de Bruselas le dio carta blanca para elegir algunas de sus películas favoritas. Escogió tres cortometrajes, entre los que estabaSimón del desierto, de Luis Buñuel. “Contiene los mejores diálogos de la historia del cine”, avisó Serra antes de su proyección.

'Los desposorios místicos de Santa Catalina de Alejandría' fue uno de sus últimas obras
El lienzo apareció hace dos años en manos de un coleccionista privado en Suiza 27 de agosto de 1664. Francisco de Zurbarán muere en Madrid tras haber dejado una profunda huella religiosa en la pintura española del Siglo de Oro. En el inventario post mortem que se hace en su casa, además de lo habitual –sábanas, camas, sillas…-, aparece un cuadro de nombre sugerente: Los desposorios místicos de Santa Catalina de Alejandría. Tras ir cambiando de propietario a través de los siglos, esta obra desaparece sin dejar rastro. Hasta ahora. Los visitantes del Palacio de Bellas Artes de Bruselas serán los primeros que puedan apreciar a esta joven Virgen María sosteniendo a un niño Jesús que coloca el anillo de casada a la santa del título. Zurbarán pintó esta escena en los últimos años de su vida, en una etapa que los críticos van apreciando cada vez más. “Su valor artístico responde a un especial interés por la producción tardía del pintor, que hace años se consideraba de decadencia. Vemos ahí una paleta más clara, un Zurbarán más íntimo”, asegura Gabriele Finaldi, director adjunto de Conservación del Museo del Prado y asesor de la exposición que se ha inaugurado hoy en la capital belga. Tras perderle la pista, los especialistas tienen noticias de Los desposorios místicos de Santa Catalina de Alejandría por primera vez hace dos años, cuando aparece en Suiza en manos de un coleccionista francés. Pero en este tiempo no se ha mostrado en ningún lugar, ni siquiera en la exposición que hasta el pasado 6 de enero se celebró en Ferrara (Italia), análoga a la de Bruselas. El pintor extremeño se trasladó a Sevilla muy joven. Pero el declive económico de esta ciudad en la segunda mitad del siglo XVII le obligó a mudarse a la capital del reino. La peste bubónica de 1649, la crisis de la ruta comercial con el Nuevo Mundo y las guerras europeas castigan la economía de la hasta entonces próspera Sevilla. Por si fuera poco, un joven llamado Murillo empieza a despuntar y arrebata a un Zurbarán ya en la cincuentena los pocos encargos que le hacen. Es entonces cuando decide irse a vivir a Madrid y cuando reduce el tamaño de los cuadros frente a la época de esplendor sevillana, en la que pintaba para las boyantes órdenes religiosas. “Los artistas que han tenido éxito suelen ser buenos hombres de negocios. Tienen habilidad para adaptarse a las situaciones económicas. En esta etapa madrileña trabaja para nobles y gente con poderío económico, pero no para la Corona. Produce un gran número de obras gracias a mantener un taller de aprendices muy activo”, explica Finaldi. Es en ese momento, ya muy cerca del final de su vida, cuando pinta el matrimonio místico que ahora pueden ver hasta el próximo 25 de mayo los que vayan a la capital belga, justo ahora que se cumbre el 350 aniversario de la muerte del maestro.

 

Fuente: Luis Doncel Bruselas 30 ENE 2014 -

Fallece el poeta Félix GrandeEl poeta y narrador Félix Grande ha fallecido a los 76 años en Madrid víctima de un cáncer de páncreas, según han confirmado a ABC fuentes cercanas al escritor. La capilla ardiente con los restos del autor se encuentra instalada en el tanatorio San Isidro de Madrid. Nacido en Mérida (Badajoz) el 4 de febrero de 1937, Félix Grande vivió su infancia y juventud en Tomelloso (Ciudad Real), donde trabajó como pastor, vaquero, vinatero y vendedor ambulante. Grande trasladó su residencia a Madrid en 1957. Preocupado siempre por las minorías y la etnia gitana, era un experto flamencólogo, pues consideraba que el flamenco tenía «la función de darme consuelo». Félix Grande destacó siempre la importancia que la poesía tuvo en su vida. Él mismo llegó a definirla como «el resultado del conocimiento de que las palabras son mayormente infinitas que yo» y de la suma de las lecturas a otros poetas a los que consideró sus maestros como fueron Antonio Machado, Neruda, García Lorca, Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez o José Hierro. En 1963 recibió el Adonais de Poesía por «Las piedras»; en 1967, el Guipúzcoa por «Música amenazada»; en 1979, el Nacional de Poesía por «Las rubaiyátas de Horacio Martín»; y en 1980, elNacional de Flamencología por su ensayo «Memoria del flamenco». Durante dos décadas dirigió la revista «Cuadernos Hispanoamericanos» y en 2004 fue galardonado con el Premio Nacional de las Letras en reconocimiento a su labor literaria. Además de autor de poesía (quizá su poemario más reconocido fuera«Blanco spirituals», 1967), de novela y cuento, Félix Grande publicó libros de ensayo y artículos periodísticos, como «La vida breve» y «Once artistas y un Dios», aparecidos en 1986.

 

Fuente: ABC.ESABC_CULTURA / MADRID

Paul Dujardin, director artístico del BOZAR de Bruselas, sigue con una excitación poco habitual los preparativos para la gran exposición deZurbarán que se inaugura en la capital belga el miércoles. No en vano, se trata de la primera visita a este país de este pintor, contemporáneo de Velázquez y, como él, uno de los puntales del Siglo de Oro español. Es la ocasión de poner otra vez al Museo de Bellas Artes de Bruselas a la altura de las grandes instituciones mundiales. Los carteles ilustrados con la reproducción de «Santa Casilda», prestada por el Museo Thyssen, inundan ya las calles de la ciudad, anunciando el gran acontecimiento. Tanto es así que Dujardin espera que el número de visitantes de esta exposición llegue hasta los 150.000 antes del 25 de mayo, cuando los cincuenta cuadros serán desmontados y devueltos a sus propietarios en España y en medio mundo. «Nosotros, en Bélgica, a pesar de las relaciones históricas con España, no tenemos ningún cuadro de Zurbarán en ninguna colección en todo el país y ésta es la primera vez que el público va a poder conocerlo de forma tan importante». Con Ignacio Cano, conservador del Museo de Bellas Artes de Sevilla, que es el comisario de esta exposición, discuten sobre si el público belga sabrá comprender la fuerza religiosa de un pintor de la época de la Contrarreforma, en un país cuya esencia fue precisamente la división con los protestantes holandeses. Cano tiene la experiencia de haber visto ya esta misma exposición en Ferrara, donde también se ha exhibido Zurbarán por primera vez en Italia. La única diferencia en este caso es que la exposición belga se abre y se cierra con sendasesculturas de Cristina Iglesias, ya que en el BOZAR se suelen programar este tipo de combinaciones enter artistas clásicos y contemporáneos.
Importantes préstamos

Cano explica que ha sido una casualidad que la exposición en Bruselas coincida con el 350 aniversario de la muerte del pintor, aunque los belgas están dispuestos a aprovechar cualquier hecho para guardar una huella de ésta, que será una de las grandes exposiciones de la historia reciente de Bruselas. Lo más parecido fue un préstamo de una colección de los apóstoles de El Greco. Ahora se pueden ver desde los bodegones y naturalezas muertas venidos del Prado o de la National Gallery de Londres, hasta «Las Visiones de San Antonio», que es probablemente el último descubrimiento de la obra del pintor,encontrado en una iglesia francesa. También se exhibirán cuadros como la «Inmaculada» del Museo de Poznan (Polonia), que es la primera vez que sale de su ubicación habitual, igual que el «San Nicolás» del Monasterio de Guadalupe. La exposición se cierra con «La Virgen, el Niño y San Juanito», de 1662, que se considera el último cuadro que salió de los pinceles de Zurbarán. El Prado, el Museo de Bellas Artes de Sevilla o la Academia de Bellas Artes de San Fernando firman las principales aportaciones a esta exposición, aunque también abundan las de colecciones particulares y fundaciones privadas dedicadas a la protección de la obra de este singular pintor del Siglo de Oro español. Telas como el impresionante «San Francisco» venido desde Milwaukee, o el Cordero de Dios, el «Agnus Dei», del Museo de San Diego, que encierran todo elsimbolismo místico de la época, cuando en Europa se enfrentaban dos visiones de Dios que acabarían dando forma al continente hasta hoy. Es inevitable comparar ese «Agnus Dei» sobrio y realista, con el «Cordero Místico» de los hermanos Van Eyck, de Gante, que es una expresión exuberante y fantástica de esa sumisión a lo religioso, a la voluntad de Dios, que impregnaba las sociedades del siglo XVII. El resposanble del BOZAR espera que la exposición será no solamente un acontecimiento para los bruselenses (apenas un millón de habitantes tiene la capital de Europa), sino que será la ocasión para atraer turistas desde Paris, Londres o Ámsterdam. Ahí es nada. Pero la ocasión lo merece.

Fuente: ENRIQUE SERBETO / CORRESPONSAL EN BRUSELAS


Es día 20 de diciembre y mañana regresamos (siempre de regreso) a Campanario para pasar las fiestas de Navidad en casa. Este año coincidimos todos los hermanos en Nochebuena y eso es algo a celebrar... Pero no quiero irme de Carrión sin haberle deseado antes unas felices fiestas a mi querido padre Sebastián García, a quien ahora tengo tan cerca.

Las piedras de Loreto (Umbrete, Sevilla) son tan antiguas como las de Guadalupe, pero no son las mismas. Cada una de ellas narra una historia parecida, pero diferente; ambas bien conocidas por nuestro fraile... aunque en distinto modo añoradas. Cuando años atrás visitaba a fray Sebastián García en Guadalupe, nunca imaginé que terminaría sus días en otro lugar que no fuera al abrigo de las Villuercas. Las últimas veces que fui a verle, su salud había decaído bastante, ya no era el mismo, pero aún se acordaba de las caras y, aunque con mucha dificultad, era capaz de mantener una pequeña conversación.

Todavía tengo vivo en mi memoria la primera vez que lo conocí. Fue en Guadalupe, ¿dónde si no? en el verano de 1993. En compañía de mis amigos había peregrinado al santuario de la patrona extremeña desde Campanario para las fiestas del día ocho. Al llegar, algo tarde en comparación con otros peregrinos, nuestro también querido paisano el padre Rafael nos tenía guardados unos colchones en el auditórium del monasterio. Tras descansar unas horas y pasar la noche de fiesta, algunos nos levantamos pronto para acudir a la misa del peregrino y allí estaba él concelebrando. Al terminar la misa el padre Rafael nos presentó. Un primer encuentro fugaz pero que a la larga daría para mucho... Unos veranos después repetiríamos la experiencia como peregrinos estrechando, entonces sí, un fuerte lazo de amistad que se mantendría para siempre.

Incontables son las veces que hemos vuelto a vernos desde entonces, la mayoría de ellas en el baluarte de la biblioteca monacal, en la torre de Santa Ana; siempre, al menos, en tres citas anuales: Navidades, Semana Santa y verano; y, casi todas, en compañía de mis tíos Bartolo y Maruja, cuando no de mi tío Antonio Ventura. Cada visita era una experiencia distinta, ya sea por los libros que consultamos, ya por los lugares que (casi a escondidas) nos enseñaba. Recuerdo una tarde de invierno en la que, en mitad de la niebla, recorrimos los tejados de la basílica entre pináculos, arbotantes y rosetones y en la que a punto estuvimos de partirnos la crisma por culpa del musgo, toda una experiencia para quien ama el Arte. Y, ¿cómo olvidar aquella semana que en el verano de 2003 pasé en su compañía revuelto a legajos redactando mi memoria de licenciatura...?

Todas las visitas al padre Sebastián empezaban por el archivo-biblioteca, que conocía de memoria como nadie, y terminaban inevitablemente en la cafetería de la Hospedería. Sentados junto a la mesita más próxima a la barra, fray Sebastián, acompañado de su fiel Antonio Ramiro, daba rienda suelta a la lengua, tras una cervecita, y entre risas se deleitaba contándonos viejos chascarrillos del pueblo. Entre los más memorables, sin duda, todos los que tuvieran que ver con el difunto cura de Campanario don Antonio Carmona a quien alguien debiera dedicar un artículo (si es que no da para un libro).

* * *

Al llegar esta mañana a Loreto he llamado al timbre y me ha abierto el padre fray Lucas, guardián de la casa. Como ya sé el camino, no he querido que me acompañe y he subido solo a la parte que en el convento tienen dedicada al asilo de sus mayores. Las instalaciones nada tienen que envidiar a las de un hospital; todo está perfectamente equipado, limpio y ordenado y sus celadores y enfermeros son siempre muy atentos. Al llegar me he dirigido precisamente a uno de ellos para preguntar por Sebastián y me ha dicho que se encontraba en la sala de la televisión. Al llegar, Sebastián estaba sentado de los primeros, pues como es sabido ve poco (y últimamente apenas usa las gafas). Nos ha costado bastante sacarlo de allí, maniobrar con la silla de ruedas no es fácil en una sala poblada de sillones, andadores, muletas...

Su habitación, escasos metros distante de aquella sala, parece como si estuviera en otro lugar. Su escritorio, lleno de papeles que ya casi no llega a leer, parece una prolongación de aquella enorme mesa de la torre de Santa Ana. Sobre ella destacan: el almanaque y la revista Guadalupe, el premio de la Hispanidad que le concedieron los Caballeros de la Virgen y una estampa de la Morenita.

Alguien (no sé quién) ha tenido el acertado detalle de decorar las paredes de la habitación con fotografías en las que, de algún modo, se resume su vida. Distingo algunas de cuando fue superior de La Rábida, otras concelebrando misa en Guadalupe, un par de ellas de cuándo recibió el premio Hispanidad y varias del homenaje que le organizamos en Campanario con ocasión de su nombramiento como Hijo Predilecto de nuestro pueblo.
El enfermero nos ha dejado solos y comienzo la conversación como siempre, recordándole quién soy, mi nombre y aludiendo a vivencias comunes. Mi empeño es en vano, pero me ilusiona contárselo y a él parecen gustarle, o al menos entretenerle, las historias que le cuento.
Como en otras ocasiones, le leo algo. Esta vez toca la Crónica de la Puebla de Guadalupe que en la revista del monasterio escribe nuestro común amigo Antonio Ramiro. Lo primero que hago es enseñarle la foto de quien lo escribe y que siempre encabeza el artículo, ¿te acuerdas de él Sebastián? -Sí; responde balbuceando. ¿Cómo se llama?, le insisto; a lo que le sigue un nuevo balbuceo pensativo en el que nada dice. Tras unos instantes le recuerdo el nombre, a lo que añade igual de pensativo: -Bueno... y se sonríe.

Su cabeza no da para mucho más, ¿quién lo iba a decir? En ocasiones resulta frustrante, pero no me desanimo y pongo todo mi empeño en que la visita sea para él lo más entretenida posible. Para lograrlo hay un truco que nunca falla. Como en internet, siempre hay palabras clave. No hay nada como llamarle "chambra vieja", para que salte como un resorte diciendo entre risas: - No, no, eso no. O soltarle al final de una frase un "Aeerrr...".  
La última vez que lo visité observé que en la habitación no tenía ninguna estampa de la Virgen de Piedraescrita y he querido traerle una. Una de esas en las que se ve la imagen con el manto pero sin la saya, dejando a la vista la talla de madera. Al entregársela le he preguntado quién era la Señora de aquella foto. Él, agarrando la estampa con ambas manos, se ha quedado pensativo mirándola fijamente durante dos o tres minutos en los que ninguno de los dos hemos articulado palabra. ¿La conoces? -le he vuelto a preguntar- es la Virgen de Piedraescrita, le he dicho mientras me miraba. Con cara de estupefacción y sin decir nada, ha vuelto la cabeza para mirar la imagen nuevamente y ha seguido observándola, esta vez esbozando una sonrisa y dejando caer alguna lágrima. No estoy seguro de que la haya reconocido pero, sin duda, algo se ha despertado en él.

Aún me quedan preparativos que hacer antes de volver al pueblo por lo que no he podido prolongar mi visita por más tiempo. Al irme he pedido un bolígrafo al enfermero y le he dejado escrito una dedicatoria en el reverso de la estampa: "Querido Sebas, la recuerdes o no, Ella siempre estará contigo".

Tras devolver el bolígrafo al enfermero en su garita del pasillo y departir un rato con él, he vuelto a la habitación de Sebastián para despedirme. Se había dormido... sonriendo.

 

(En la foto: el padre Sebastián García y la alcaldesa de Campanario, doña Piedraescrita Jiménez, durante su nombramiento como Hijo Predilecto de su pueblo natal)

Fuente: Bartolomé Miranda Díaz / HOY-CAMPANARIO

 

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