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Del 9 al 19 de diciembre, de 18: 00 a 21:00

Edificio Badajoz siglo XXI

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Han sido escogidas entre un total de 193 trabajos de 135 artistas El presidente de la Diputación de Cáceres, Laureano León Rodríguez, presidió ayer en la Sala de Arte El Brocense el acto en el que dio a conocer el fallo del XVII Certamen de Artes Plásticas que organiza la Institución Cultural El Brocense. En total han sido cinco las obras seleccionadas por el jurado, presidido por Belén Poole Quintana, directora del Centro de Arte Alcobendas, e integrado por los expertos Pilar Molinos y Angel Flores, que pasarán a formar parte de los fondos artísticos de la Diputación. La cuantía económica para la adquisición de trabajos se ha mantenido respecto la pasada edición en 15.000 euros. Laureano León destacó "la calidad y fuerza artística de cada una de las obras candidatas a la convocatoria". León recordó el compromiso de la Diputación en "su papel de mecenas y de promoción del arte a través de la puesta en marcha de este tipo de certámenes que incentivan la creación y actividad artística en nuestra región" e insistió en "la necesidad del arte como medio de establecer un equilibrio entre el hombre y el mundo que nos rodea". El presidente de la Diputación recordó la trayectoria de algunos artistas que "siendo jóvenes se les adquirió alguna obra en alguno de los certámenes de la Diputación y en la actualidad cuentan con un importante hueco en el panorama artístico extremeño, incluso nacional". Las obras premiadas en este decimoséptima edición han sido seleccionadas entre un total de 193 trabajos presentados a las distintas categorías (dibujo, pintura, grabado, escultura, video, fotografía e instalación) por 135 artistas tanto nacionales como procedentes de diferentes puntos de Europa, especialmente Portugal y Bélgica. La exposición de las obras seleccionadas, que ya puede visitarse en la Sala de Arte El Brocense permanecerá abierta al público hasta el próximo día 10 de enero. Posteriormente la muestra será trasladada al Complejo Cultural Santa María de Plasencia. Las obras adquiridas son Estantería mod Asentamiento , de Esther Pizarro; Tropología V , de Andrés Pachón; Transgenetic Jaws, 1,2,3,4,5 y 6 , de Miguel Angel Fúnez; Tectónica del espacio ; y Toril , de Pedro Valhondo Sánchez-Marín. Hace más de 30 años que la Diputación de Cáceres inició su política de adquisiciones de obras de arte a través de la convocatoria de premios y certámenes.

Fuente: El Periódico Extremadura

Arturo Pérez-Reverte insiste varias veces durante esta charla en un dato demoledor: de los 22 países de habla hispana, sólo seis conservan el Quijote en sus planes de estudios, y entre ellos no están ni España, la cuna del idioma, ni México, el país con más hablantes. «El Quijote está siendo abandonado por los sistemas escolares españoles y americanos», se duele el escritor y académico de la lengua. Culpa a «generaciones de ministros analfabetos que no saben para qué sirve el Quijote». Y añade: «Es muy triste que en este desmantelamiento de la cultura que estamos teniendo se dé importancia a libros menores y sin embargo no se trabaje con el Quijote. Porque el Quijote no es solamente un libro bellamente escrito y un clásico de nuestra lengua, sino una escuela de filosofía, de ética, de lealtad, de honradez, de imaginación. El Quijote es un ejemplo. Y como elemento de trabajo, es una fuente riquísima para un profesor para discutir con los alumnos incluso de aspectos morales de la sociedad moderna». Con esta justa indignación en mente, enfrentó el encargo de adaptar el original de Miguel de Cervantes «El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha» a una versión popular, publicada por la Real Academia Española (RAE) junto a Santillana para celebrar su tricentenario y presentada ayer en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, Jalisco. «Esta edición lo que intenta es precisamente que el Quijote sea asequible para un escolar normal», dice Pérez Reverte. Se trata, como recuerda en su prólogo Darío Villanueva, secretario de la RAE, y recalca Pérez-Reverte, de un viejo compromiso que la Academia tenía pendiente desde hace más de un siglo, pues una Real Orden de 12 de octubre de 1912 le encargaba «la dirección de dos ediciones del Quijote, una de carácter popular y escolar y otra crítica y erudita». La segunda la cumplieron en 2004, con la edición anotada por el académico y especialista Francisco Rico. Para la primera, la idea fundamental de Pérez-Reverte fue eliminar las digresiones para dejar íntegra la historia de don Quijote y Sancho Panza. «En los colegios normalmente se utilizan antologías, trozos más o menos largos de la novela, porque el problema fundamental está en que el Quijote completo para uso escolar es difícil de manejar. Tiene varios cuentos e interpolaciones hechas por Cervantes que complican la trama y se alejan de la peripecia de don Quijote y Sancho. Lo que decidimos fue eliminar todo aquello que no tiene que ver directamente con la historia de los dos protagonistas». De esta forma, resume, «le hemos dado al profesor una herramienta educativa mucho más asequible y amena para jóvenes, sobre todo porque cuando uno lo lee, está leyendo realmente el Quijote, no pedazos». El reto fundamental, relata el académico, era «cómo coser esos cortes para que el lector no se diera cuenta en qué momento se habían hecho». Para hilar esas costuras, Pérez-Reverte decidió utilizar palabras sacadas del propio Miguel de Cervantes, «no más de cien», con la divisa de modificar el original lo menos posible. «Fue muy divertido», confiesa Pérez-Reverte, «pero claro, meterte con Cervantes impone mucho respeto. Lo hice con mucho cuidado y con mucha humildad». Su asistente en este trabajo de más de un año, el técnico filólogo de la RAE Carlos Domínguez, encargado de la revisión, corrobora hasta qué punto se cumplió el objetivo: «Al desaparecer esas historias intercaladas, ni yo mismo, en pruebas sucesivas, reconocía dónde había desaparecido tal texto. Fluía perfectamente toda la historia como si nada faltase». Otra consigna de Pérez-Reverte era evitar cualquier nota al pie de página para no interrumpir la lectura –únicamente dejó la que explica quién fue Avellaneda, autor del Quijote apócrifo. Por este motivo, explica, cambió «todas aquellas palabras demasiado antiguas por otras también antiguas y tomadas de Cervantes pero cuyo sentido era más fácil de comprender por un lector moderno». Así, «armas jaldes» son «gualdas» (amarillas) en esta versión. ¿Qué pasa con el lector purista que piense que el Quijote es inconcebible sin las historias del cautivo, Cardenio, Dorotea, el curioso impertinente o las bodas de Camacho? Pérez-Reverte es vehemente: «Precisamente este Quijote no va dirigido al purista, que puede leer el Quijote completo cuando quiera porque para eso está, sino al lector convencional o al lector juvenil». Y vuelve a su reivindicación principal: «El Quijote está siendo dejado de lado por su supuesta complejidad. Este Quijote justamente intenta combatir eso. Es una herramienta para luchar en esa batalla tan digna, tan noble y tan necesaria». La obra, que se presenta también en versión digital, incluye una guía didáctica de la novela elaborada por profesores especialistas, con actividades, orientaciones y material preparado para facilitar la lectura y trabajar con alumnos de distintos niveles.
Goya descartado Este Quijote escolar incorpora dibujos inéditos que no se incluyeron en la edición académica encargada a Joaquín Ibarra en 1780. «Ibarra aparece con unos grabados magníficos», cuenta el filólogo Carlos Domínguez, asistente de Pérez-Reverte para este trabajo, «pero la Academia conservaba los dibujos que sirvieron de base para hacer esos grabados». Así, recuperaron los originales de Goya (que sobre estas líneas), José del Castillo, Antonio Carnicero y Jerónimo Antonio Gil –quien por cierto acabó en México, donde fundó la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos. Fuente: ABC

La muestra Itinerario de Hernán Cortés, que abrirá sus puertas el próximo miércoles en el Centro de Arte Canal de Madrid, es la primera exposición que se dedica en el mundo a este conquistador extremeño que fue pionero en la construcción de un mundo global. Así lo consideró Martín Almagro-Gorbea, comisario científico y coordinador general de una exposición en la que pretende que el espectador no caiga en la "trampa maniquea" de las luces y las sombras de la aventura de Hernán Cortés. "Hemos querido mostrar el mayor encuentro que ha habido entre las culturas del mundo y que es, por tanto, la puerta del mundo global actual y de todas esas posibilidades", según el Almagro-Gorbea. En las más de 400 piezas situadas en los 2.500 metros cuadrados expositivos "la gente que quiera ver la leyenda negra la puede ver y la que quiera ver la heroicidad de Hernán Cortes, también está perfectamente reflejada". Pero, en su opinión, no es esa la historia, "la historia transciende de eso y precisamente ese es el mayor descubrimiento de la exposición, que transciende a entender el mundo global. Es la puerta para entendernos hoy". Muy satisfecho por haber podido contar con préstamos de más de cuarenta museos e instituciones de España y de México, insistió en que nunca se había organizado una exposición sobre Cortés, a pesar de las numerosas publicaciones dedicadas a él y a su obra. Por ello, se ha querido profundizar en un hecho que ha marcado la historia universal, "el encuentro entre el viejo y el nuevo mundo que personifica la figura de Cortés, tan alabado por muchos y tan denostado por otros". La visita pretende superar esta doble visión y mostrar que el hombre es un animal colonizador "y la historia de la humanidad es la historia de las grandes colonizaciones. No es una exposición biográfica, es la relación y el encuentro de dos mundos que fue un hecho único e irrepetible en la historia de la humanidad". El recorrido se divide en siete ámbitos que recorren desde los orígenes del conquistador extremeño hasta el esplendor del imperio azteca, pasando por aspectos históricos como la reconstrucción de México-Tenochtitlán o el virreinato de Nueva España, "en un original viaje que sorprende con novedosos puntos de vista y con ambientes muy distintos". Grandes vídeos que muestran el océano o el transcurrir de la vida diaria de los aztecas, la reconstrucción de una de las naves por la que transitan los visitantes, o la de una pirámide que exhibe valiosas piezas, ayudan a comprender desde el riesgo que suponía cruzar el océano hasta contemplar el poder del pueblo azteca, o el esplendor de la Nueva España que fue su continuidad. Algunas de las piezas exhibidas "son únicas", según el comisario quien mencionó, entre otras, el códice Osuna, la espada de Ali Atar, la magnifica maqueta de la catedral de México, la gramática de Nebrija o los incunables del Amadis de Gaula, "que probablemente inspiró a Hernán Cortes en sus decisiones supremas en los momentos más difíciles de la conquista de México". "Itinerario de Hernán Cortes", que se podrá contemplar hasta el 3 de mayo, sigue la estela de las exposiciones que anualmente organiza la Comunidad de Madrid en el Centro de Arte Canal. A través de una escenografía innovadora y modernos audiovisuales, se muestra como era la Castilla de aquel entonces, lo que supuso el descubrimiento del nuevo mundo y cómo unos pocos cientos de hombres pudieron conquistar el enorme imperio en lo que constituyo una de las mas fascinantes epopeyas de nuestra historia universal. "Vemos Hernán Cortes abandonando su Medellín natal con apenas 19 años y con los bolsillos vacíos pero la cabeza llena de sueños; comprobamos algunas de las condiciones de esa navegación en una de las naves con las que los castellanos cruzaban el océano en un viaje de varios meses, descubrimos como era el imperio azteca, como eran sus vestidos, sus viviendas, ornamentos y su forma de vida", comentó el presidente de la comunidad madrileña Ignacio González. Además, la exposición permite conocer "la grandeza y la miseria de la conquista pero, fundamentalmente, nos adentramos en una gran aventura que llevó a cabo un español de 34 años que, burlando las ordenes de sus superiores, partió de cuba con tan solo 11 barcos con el objetivo de alcanzar la gloria y la fortuna".

Fuente: El Periódico Extremadura

Los próximos días las librerías recibirán, en curiosa coincidencia, las nuevas novelas de Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 1956) y Javier Cercas (Ibahernando, Cáceres, 1962), que, más allá de la batalla por la lista de los más vendidos, esconden dos maneras antagónicas de ejecutarlas, pero próximas, muy próximas, en sus intenciones: que la verdad no aflore sólo con la ficción, aunque sin renunciar a ella. Los dos se muestran como escritores obsesionados por colarse en el interior de la conciencia de sus personajes reales: uno combina pasajes personales con la recreación de la fuga de James Earl Ray, el asesino de Martin Luther King; el otro se convierte en el protagonista de la narración que trata de desvelar la verdad que hay en el relato mentiroso de Enric Marco, el falso deportado del Holocausto nazi que engañó a todo el mundo.
'Como la sombra que se va' y 'El impostor' son dos novelas que parten de la obsesión de sus autores por encontrar el camino de la ficción en la realidad, por compartir la verdad y la mentira en el relato En El impostor (Random House) –a la venta el 13–, Javier Cercas devuelve a la vida un nuevo don Quijote, con la salvedad de que a este le cree todo el mundo (menos un historiador que termina por descubrir en 2005 su gran mentira). El novelista aprovecha el término para hacerlo extensible: todos somos impostores, todos mentimos para mejorar, todos deseamos que nos quieran y nos admiren, todos seríamos capaces de hacer lo que fuera con tal de conseguirlo… “La realidad mata, la ficción nos salva”, repite el escritor y protagonista a lo largo de la novela, para demostrar que la ficción, la mentira, nos mejora, porque lo que somos, en realidad, apesta. Es imprescindible el maquillaje y una manita de minio.
Enric Marco en una escena de la película 'Ich bin Enric Marco', de Fillol y Vermal.Enric Marco en una escena de la película 'Ich bin Enric Marco', de Fillol y Vermal. En Como la sombra que se va (Seix Barral) –a la venta el 25–, Antonio Muñoz Molina persigue en los archivos desclasificados del FBI la huida de James Earl Ray y hace de ellos la materia con la que engrasa una ficción cruzada con otros documentos comprometedores: su intimidad. Habla de sus inicios como escritor, mientras trabaja en El invierno en Lisboa (1987, Premio Nacional de Narrativa), de su mala vida, de sus frustraciones, de sus aspiraciones fracasadas y de su incapacidad para ser otro. Su empeño es el de descubrir los rastros que dejan esos dos personajes, el escritor y el asesino. “Hasta la vida más clandestina va dejando tras de sí un rastro indeleble”. Reconstruir la memoria ¿Cómo reconstruir las huellas de un hombre fallecido? Muñoz Molina acompaña a su tonelaje documental el torrente imaginativo habitual, con el que dibuja a los personajes hasta el milímetro, como él mismo reconoce, con lo que no sabe de ellos. “La literatura se hace con lo que existe y con lo que no existe. Pero yo no sabía hacer ficción con el mundo que tenía delante de los ojos, ni inventar personajes que llevaran vidas parecidas a la mía”, cuenta sobre sus inicios como novelista. Precisamente, Como la sombra que se va alude a eso, a la imposibilidad de una reconstrucción literal de nuestras vidas, a la recreación de una memoria como algo tenue al servicio de nuestro interés. La investigación de Muñoz Molina sobre el personaje es, en el fondo, una indagación sobre la narrativa, en la que se pregunta cómo ve las cosas que ve el autor al escribir sobre su vida a pesar de ser desconocido y tan distinto. Su definición de “novela”: “Una novela es un estado de espíritu, un interior cálido en el que uno se refugia mientras la escribe, como un capullo que va tejiendo hilo a hilo desde dentro, encerrándose en él, viendo el mundo exterior como una vaga claridad al otro lado de su concavidad traslúcida. Una novela se escribe para confesarse y para esconderse”.
Foto de archivo de James Earl Ray, asesino de Martin Luther King.Foto de archivo de James Earl Ray, asesino de Martin Luther King. Cercas entrevista a su personaje en varias ocasiones y sobre ellas basa su análisis. Ejerce de juez que trata de descubrir al mentiroso. Siempre ha reconocido que escribe a la contra, para rectificar el mundo, porque no le gusta lo que ve. Así que, con la escritura, el autor procura corregir la marcha de ese mundo que no le satisface. “Escribir es un acto de venganza” No quiere esto decir que El impostor trate de tumbar al farsante Marco, de hecho procura comprender por qué hizo lo que hizo, mientras intenta escapar de una maraña de mentiras que Marco siembra en sus encuentros. Por eso, las preguntas inundan el texto, porque Cercas no entiende, pero quiere entender. Porque quiere obligar al lector a que comprenda que “entender” a un mentiroso “no es justificarlo”. Y se empeña hasta el didactismo y encuentra la razón a la mentira, “los años del cambio de la dictadura a la democracia”. La Transición, la gran mentira.
Cercas explica que la democracia se construyó en España sobre una mentira, sobre una gran mentira colectiva o sobre una larga serie de pequeñas mentiras individuales “España fue un país narcisista como Marco; también es cierto, por tanto, que la democracia se construyó en España sobre una mentira, sobre una gran mentira colectiva o sobre una larga serie de pequeñas mentiras individuales. ¿Pudo construirse de otro modo? […] Lo que sí sé es que, al menos durante aquellos años, las mentiras de Marco sobre su pasado no fueron la excepción, sino la norma, y que en el fondo él se limitó a exagerar hasta el extremo una práctica por entonces común: cuando estalló su caso, Marco no pudo defenderse diciendo que lo que había hecho no era más que lo que todo el mundo hacía en los años en que él se reinventó, pero sin la menor duda lo pensaba”. Barra libre de mentira, en la parte más reflexiva de la novela de Cercas. Coincidencias dispares Uno se pregunta por la verdad entre la mentira, Muñoz Molina por cómo utilizar la mentira para llegar a la verdad. Uno baja el tono hasta el rango periodístico (“A su modo, quizás se querían: él al menos recuerda oírlos reírse y follar”); el otro lo sube hasta la académica (“Hechos mínimos dotados de la consistencia quitinosa de lo real”). Uno necesita purgarse “para salir del estado deplorable”, tras la publicación de Anatomía de un instante, con una novela con bien de ficción; el otro necesita indagar sobre su pasado para aclarar quién es. Los dos tratan de resolver la complejidad del ser humano invitando a la realidad a dar el primer paso, para empujarla por el barranco de la ficción, hasta convertirla en otra cosa. Los dos quieren entrar en la conciencia de sus personajes. Y de tanto usar la primera persona, ambos acaban como los ídolos de sus propios relatos: el antihéroe aburguesado que se redime, gracias a la palabra escrita, de una vida desastrosa y se vuelve en ejemplo de triunfo y premios, sin poder evitar las abolladuras de la vida. El otro, Cercas, como el autor heroico que emprende una hazaña única, escribir un “libro imposible”: “¿No son los libros imposibles los más necesarios, quizá los únicos que merece de veras la pena intentar escribir?”. Es el encargado de desvelar la verdad sin concesiones y termina descubriendo que todos somos una pandilla de farsantes, como si el lector, voraz bebedor de vidas ajenas para escapar de la suya, no lo supiera.

Fuente: EL Confindecial

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