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La película extremeña El mal del arriero opta a ser finalista en ocho candidaturas de los Premios Goya, entre ellas a la mejor interpretación masculina protagonista, también de reparto, así como en guión adaptado, sonido y dirección fotográfica. La Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España ha publicado un listado completo con las películas y profesionales candidatos de la 29 edición de los Premios Goya. En ella figura esta película extremeña, de Libre Producciones SL, la productora decana de la región, con sede actual en la localidad de Herreruela. Estas candidaturas son el paso previo a la elección de los finalistas en cada categoría, informaron ayer fuentes de la productora extremeña. El actor pacense José Vicente Moirón aparece como candidato al premio a la mejor interpretación masculina protagonista, y su compañero en el film, Carlos Alvarez-Nóvoa, opta a ser elegido entre los finalistas en el apartado de mejor interpretación de reparto. Además, la productora ha propuesto, y han sido considerados como candidatos, los trabajos de guión adaptado (Ana Baliñas), sonido (Alejandro García Canelo y Hernán Méndez), dirección de fotografía (Rafael Mellado) y montaje (Juan José Rodríguez García). A ellas se suman las candidaturas a mejor película (Fernando Moreiro, productor) y mejor dirección novel (José Camello Manzano). La película se estrenará el próximo día 12 de diciembre en las salas de cine (Multicines Cáceres) y previamente tendrán lugar sendos estrenos previos en la Filmoteca de Extremadura, en Cáceres (5 de diciembre) y Badajoz (11 de diciembre). El mal del arriero , que podrá verse en la Filmoteca Española (Madrid) el 26 de diciembre, también se estrenará on line en la plataforma Filmin a partir del 19 de diciembre. El mal del arriero es una historia de género negro en la que un hombre obsesivo, interpretado por José Vicente Moirón, busca "espacios de fuga" a través de un muy particular y desconcertante descenso a los infiernos, han explicado las mismas fuentes. El filme, que contó con una ayuda a la producción del Gobierno de Extremadura, se rodó durante 45 días en numerosas localizaciones de la geografía regional.

Fuente: El Periódico Extremadura.

El filósofo y humanista Emilio Lledó ha obtenido hoy el Premio Nacional de las Letras 2014, que concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte en reconocimiento a toda la obra literaria de un autor español. Dotado con 40.000 euros, el premio está considerado el más importante de los que se dan en España, tras el premio Cervantes, y distingue el conjunto de una obra literaria, en cualquiera de las lenguas españolas, de un autor español, "cuya obra esté considerada como parte integrante del conjunto de la literatura española actual". El jurado ha reconocido a Emilio Lledó “por su pensamiento y dilatada obra, que armoniza la filosofía del Logos, la hermenéutica, el valor estético y ético de la palabra, la defensa de la libertad y reivindica la vocación docente”. Igualmente destaca su aportación de una vía filosófica propia en la que el saber antiguo ayuda al saber presente. "Es un gran ensayista y divulgador de alto nivel, entre los temas que trata destacan la defensa de la lectura, la felicidad, el silencio, la belleza y la verdad"-
La muerte de la cultura sería la muerte de la sociedad Lledó es miembro de la Real Academia de la Lengua desde 1994 y también fue galardonado con el Premio Nacional de Literatura en su modalidad de Ensayo en 2012, por  El silencio de la escritura. Nacido en Sevilla en 1927, su vida ha cruzado los episodios más crudos del siglo XX, la Guerra Civil, el hambre de la posguerra, el franquismo, el exilio o el Berlín del muro. Lledó salió de España en 1953 para estudiar en Heidelberg (Alemania), donde fue alumno de Hans-Georg Gadamer. Después estuvo en Berlín hasta que en 1963 volvió con su mujer a una España gris pero "con mucha ilusión", según reconodía en una entrevista a Efe. Y donde volvió a la docencia, uno de los temas que más le han preocupado en su vida. Entres sus obras destacan Filosofía y lenguaje (1971) y Lenguaje e historia (1978) que definen su modo de abordar la filosofía a través de la lengua y la historia; El epicureísmo (1984); El surco del tiempo (1992); Elogio de la infelicidad (2005); La filosofía, hoy. Filosofía, lenguaje e historia (2012), y Los libros y la libertad (2013). También ha escrito numerosos artículos periodísticos. También ha recibido, entre otras distinciones, el Premio Alexander Von Humboldt (1990); el Premio Internacional Menéndez Pelayo (2004) en reconocimiento a su trayectoria como investigador y docente en Humanidades; el Premio Fernando Lázaro Carreter (2007) de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez; el Premio María Zambrano (2008); y el Premio José Luis Sampedro (2014). El jurado que ha fallado hoy el premio ha estado formado, entre otros, por el ganador de la pasada edición Juan Goytisolo, y Francisco Rodríguez Adrados, ganador en 2012, Marcos Giralt Torrente, Guillermo Carnero o Amelia Valcárcel. Premio Antonio de Sancha Lledó ha participado esta mañana en un encuentro con los medios con motivo del XVIII Premio Antonio de Sancha, que concede la Asociación de Editores de Madrid y recogerá el próximo 9 de diciembre. El filósofo y académico, que también fue catedrático de instituto y de universidad, ha asegurado que "la obsesión que se tienen desde jóvenes con ganarse la vida es la manera más terrible de perderla" en referencia a las palabras del filósofo Walter Benjamin. En este sentido, ha indicado que en la vida hay tres niveles: el económico, el de cuerpo y por encima la mente. "Trastocar eso y poner por encima lo práctico es una deformación". A Lledó le gusta ser "discreto" en sus diagnósticos sobre la actualidad aunque no pudo evitar relacionar la filosofía con la actualidad y recordar que una de las obsesiones del estudio sobre las preocupaciones del hombre ha sido la "decencia" y, tal y como señaló Aristóteles, "el indecente no solo corrompe sino que al mismo tiempo lleva a la ruina a la ciudad en la que está".
El indecente no solo corrompe sino que al mismo tiempo lleva a la ruina a la ciudad en la que está Sus reivindicaciones, sin embargo, no tienen un fundamento "pesimista", puesto que, según ha destacado, ahora, igual que en la Guerra Civil, "tenemos esperanza, aunque a veces estamos ligeramente desesperanzados". En cuanto a las humanidades, Lledó opina que "la cultura de un pueblo está en su cabeza" y "el cultivo de las humanidades es necesario para el pragmatismo de la riqueza", por lo que ha subrayado que "la muerte de la cultura sería la muerte de la sociedad". Por este motivo, no entiende por qué se eliminan asignaturas como la filosofía, algo que a su parecer es "lamentable". En cuanto a la piratería, el académico opina que "no se han de aceptar batallas perdidas" y aboga por respetar los derechos de los autores, al igual que los de "otros vendedores de objetos". Y en referencia a los libros electrónicos y a su papel en la cultura, Lledó cree que "la tecnología es una ayuda enorme", pero no considera que esté relacionado directamente con la educación: "La cultura de un país no se hace porque un niño tenga un ordenador", ha concluido el filósofo, quien prefiere "tocar" las páginas que se vuelven amarillas y envejecen al mismo tiempo que lo hace su cuerpo. Los libros, ha dicho "son los compañeros de la vida, el don más hermoso que podemos tener los seres humanos".

Fuente: El Confidencial

 

EL hecho incuestionable es que la mayor exposición que nunca se haya hecho en España sobre la colonización de América, y en este caso sobre uno de sus principales protagonistas, el extremeño Hernán Cortés, se va inaugurar dentro de unos días en Madrid sin presencia institucional de Extremadura. La muestra tiene como organizadores a la Real Academia de la Historia y al Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, y financiada por la Comunidad de Madrid a través de la Fundación Canal Isabel II. Es más, en las informaciones aparecidas en los medios nacionales sobre este suceso excepcional ni siquiera se cita el origen extremeño de Cortés. A partir de este enunciando, caben múltiples interpretaciones, incluyendo aquellas que se refieren al complejo de victimismo que cíclicamente nos aqueja a los extremeños. Pero no olvidemos que una exposición de la magnitud y de la ambición como la que comentamos sobre el personaje más importante de la historia extremeña, de haberse celebrado en el territorio regional, podría constituirse en un reclamo turístico y cultural excepcional, como lo son, por ejemplo, las Edades del Hombre en Castilla y León, o la exposición del Greco en Toledo. Cualquier opinión a favor o en contra podrá sostenerse, pero nunca justificarse la ausencia institucional de Extremadura, incluyendo a su Universidad. La anécdota, aunque muy relevante, me sirve para reflexionar sobre una cuestión que viene planteándose desde hace muchos años: el encubrimiento consciente y deliberado de las figuras de los conquistadores/colonizadores extremeños por razón de «corrección política». La idea de la inoportunidad de poner en valor sus biografías y sus trayectorias ha terminado por instaurarse en la conciencia de los representantes extremeños y ha alimentado una especie de cultura del oscurecimiento o del olvido de los conquistadores. A cambio, se han favorecido con recursos muy importantes las políticas de colaboración y de solidaridad derivadas del hecho del descubrimiento y de la colonización. Estos son en líneas generales los planteamientos antitéticos con los que Extremadura, la Extremadura oficial, contempla todo lo que concierne a su excepcional protagonismo en América. Cuando ahora algunos mejor informados lamenten la escasa o nula participación extremeña en la Exposición de Hernán Cortés en la Plaza de Castilla de Madrid, habrá que convenir que de que aquellos polvos -el oscurecimiento de las figuras de los conquistadores- vienen estos lodos. Es cierto que la memoria histórica de los conquistadores/colonizadores extremeños llegó a nuestra generación lastrada por la cultura imperialista de la dictadura y por la connivencia que con ella tuvo la autoridad religiosa. Los extremeños de mi generación recordarán ahora con espanto aquella pantomima identitaria de «somos los hijos del gran Pizarro, los hijos somos del gran Cortés y en nuestro pecho noble y bizarro un alma late.». O aquel exceso romántico de «cuando los dioses nacían en Extremadura» de Pedro de Lorenzo. Todavía estábamos curándonos de las heridas de la cultura de la dictadura cuando llegó la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento de América, y Extremadura echó la casa por la ventana. Lo hizo con inteligencia y diligencia. Pero ya entonces comenzaron a sentirse los primeros balbuceos del oscurecimiento deliberado de los colonizadores bajo la consigna no escrita de «bajar a los conquistadores de los caballos». Los bajaron y, a poco, los entierran. Había que resaltar los conceptos de hermandad con los pueblos, la solidaridad con las gentes, la colaboración entre instituciones, pero abstrayéndose de quienes habían protagonizado la colonización por aquello de olvidar las atrocidades y la crueldad que la conquista originó. En definitiva, no se quiso o no se supo hacer una investigación y una interpretación moderna y rigurosa e integradora del papel que los extremeños jugaron en el hecho más significativo de su historia. De este modo, y con muy escasas y poco relevantes excepciones, «pasaron a la historia» toda una pléyade de personajes sobresalientes y que en cualquier otra tesitura y lugar serían objeto de un continuo seguimiento académico y social: Cortés y Orellana, Alvarado y Pizarro, Vasco Núñez, Hernando de Soto, Alonso de Mendoza, Valdivia, Orellana, Nuño de Chaves, Inés de Suárez, etc., etc. Y si se hubiera querido resaltar aun más los aspectos tolerantes y solidarios del papel extremeño en la colonización tendríamos materia sobrada con los «doce apóstoles de México» para glosar los elementos sociales de la gesta. Pero no se quiso, imperaba, y todavía subsiste, la cultura del «descabalgamiento» de los conquistadores. Por supuesto que lo dicho admite muchas matizaciones. Y entre ellas dos destacadas: el Congreso sobre Hernán Cortes y su tiempo celebrado en 1985 con motivo del centenario de su nacimiento en Medellín, y la más reciente conmemoración del descubrimiento del Pacífico por Vasco Núñez de Balboa. Pero, una vez reconocidas las dos conmemoraciones citadas, ¿qué otras cosas sobresalientes se han celebrado al nivel de la importancia de los hechos que comentamos? Se me dirá, en primer lugar, que el Gobierno de Extremadura creó y dotó con una extraordinaria generosidad una Fundación (Cexeci) con un objetivo tan meritorio como el de «desarrollar y mantener una política cultural que valorice las creaciones iberoamericanas y contribuya a desarrollar la idea de una comunidad basada en la cultura y en la lengua»; que se han realizado seminarios y cursos de verano sobre aspectos de colaboración con Latinoamérica; que se ha fomentado el intercambio expertos en esta u otra materia; que hasta se creó en la UEx un área de Historia de América. Por cierto, ¿cuántas publicaciones académicas han visto la luz sobre este tema? Sin duda, se pueden aducir múltiples actividades, y probablemente con mérito, también con algún dispendio según parece cierto. Todo lo cual no rectifica mi teoría sobre el «oscurecimiento» de los conquistados, descabalgados de sus caballos por un anacrónico complejo de culpa, y nadie parece preocupado de que retomen las bridas. ¿Recelan acaso los franceses de Napoleón o Roma de Julio César? ¿O es que alguien en Extremadura compara a nuestros colonizadores con otro tipo de dirigentes que ni siquiera se atreven a mencionar, y por ello los condenan al olvido? Miren ustedes por dónde, las dos realidades más sobresalientes de la historia de Extremadura están en desuso o relegadas. Los conquistadores/colonizadores, «bajados de sus caballos» por un ridículo complejo de culpabilidad. Guadalupe, en cuanto tiene de legado cultural de primer orden, convertida en una ínsula de jurisdicción extraña que agoniza sin rumbo intelectual. Lo cierto es que dentro de unos días, una exposición sobre Hernán Cortés en Madrid será un aldabonazo en la conciencia de los extremeños sobre la necesidad de dar valor y prestigio a la Conquista. «Hernán Cortés -ha escrito un extremeño de adopción y comisario de la exposición, el profesor Almagro Gorbea- es una de las grandes figuras de la Historia. Su gesta puede ser comparada a las de los otros grandes conquistadores, como Ciro, Alejandro Magno, César, Gengis Khan o Tamerlan.». Y nosotros, sin apenas enterarnos.

JOSÉ JULIÁN BARRIGA BRAVO

 

Fuente: HOY

El Centro Cultural "Santo Domingo" de Mérida acoge esta exposición que se circunscribe dentro de las actividades programadas para la asignatura de Cultura Audiovisual que cursaron, de manera optativa, los alumnos de 1º de Bachillerato del I. E. S. Santa Eulalia de Mérida en el período 2013-14.

Las fotografías son el resultado final de una serie de trabajos obligatorios que los alumnos entregaron durante el pasado curso académico.

La exposición consta de una serie de 12 fotos que se han realizado por parejas. Tras la propuesta del profesor encargado de impartir la asignatura, Marino González Montero, los alumnos tenían que interpretar un cartel de cine. El trabajo consistió en plasmar fotográficamente la "esencia" del cartel propuesto, atendiendo especialmente a las condiciones de luz del mismo. Para ello tuvieron que hacer un estudio de los aspectos técnicos, tipográficos (también han introducido la tipografía de la época) y cinematográficos de la obra.

Cabe destacar aquí que los propios profesores del centro han servido como modelos para participar en las largas sesiones de fotos.

El resultado final es sorprendente y satisfactorio, tanto como para que merezca la pena compartirlo con el resto de la comunidad educativa, que podrá contemplarlo antes o después de las proyecciones del IX Festival de Cine Inédito, en el centro de la Fundación Caja Badajoz.

 

Fuente: Caja de Badajoz

«El Gigante Extremeño» vendió su cuerpo, de 2,35 metros de altura, al Museo de Antropología por 3.000 pesetas
Agustín Luengo, el esqueleto del hombre más alto del España, a pocos pasos de Atocha
abc En plena España decimonónica de 1849, cuando la estatura media rondaba los 160 centímetros, nacía Agustín Luengo Capilla, el español más grande de todos los tiempos. La exagerada estatura del muchacho –alcanzó los 2,35 metros (20 centímetros más que Pau Gasol)– obligó a sus padres a abrir un butrón en la pared para que pudiera dormir con las piernas completamente estiradas. Luengo murió con tan solo 26 años. Su triste y corta historia acumuló una larga lista de de penalidades a sus espaldas: desde ser una atracción de circo hasta que un médico experimentara con su cuerpo. Sus huesos descansan hoy en el Museo Antropológico de Madrid, a pocos metros de la estación de Atocha. Con doce años dejó de ser Agustín para encabezar el cartel de un circo ambulante bajo el sobrenombre de «Gigante Extremeño». Estos fueron motivos suficientes y atractivos para un «cazatalentos» del circo. Sus padres le vendieron por 70 reales, dos hogazas de pan blanco, media arroba de arroz, miel del Alentejo, una garrafa de aguardiente, dos paletas de jamón y un daguerrotipo de los que hacían en la feria. Allí se ganaba la vida entre hombres elefantes, enanos y mujeres barbudas.
Agustín Luengo, el esqueleto del hombre más alto del España, a pocos pasos de Atocha
abc
Luengo con sus padres El éxito de sus exhibiciones circenses llegó a oídos del doctor Pedro González de Velasco, catedrático de Anatomía de la Universidad de Madrid. Impresionado por las peculiaridades y rareza antropológica de aquel esqueleto, hizo a Agustín una oferta que no pudo rechazar: le compraría su cuerpo en vida a cambio de una renta de 3.000 pesetas. Agustín recibiría 2,50 pesetas al día mientras viviese y a su muerte, su cuerpo pasaría a una especie de museo anatómico que por aquellos años González de Velasco estaba montando en su propia casa del barrio de Atocha. El acuerdo fue más frutífero para el atropólogo que para Luego, ya que no pudo disfrutar apenas unos meses de aquella suculenta renta vitalicia. Sus restos, resguardados en una vitrina acristalada, están custodiados por un vetusto armario repleto de cráneos, por la llamada «Momia guanche» y una escultura a tamaño natural del propio Agustín que áun conserva minúsculos restos capilares.

Fuente: ABC

El cuadro de Mark Rothko 'No. 21 (Red, Brown, Black and Organge)'. El cuadro de Mark Rothko 'No. 21 (Red, Brown, Black and Organge)'. / Efe El cuadro de Mark Rothko 'No. 21 (Red, Brown, Black and Organge)', vendido por 44,9 millones de dólares, lideró hoy una sesión de arte contemporáneo de Sotheby's en la que destacó una de las icónicas banderas de Jasper Johns, que alcanzó los 36 millones y marcó un nuevo récord para el artista en subasta. No hubo cifras astronómicas en la sesión más cotizada de Sotheby's en Nueva York, pues el arte contemporáneo es tradicionalmente el más valorado. Pero fueron numerosas las piezas adjudicadas por precios de más de dos dígitos y el monto total de la subasta ascendió a 343,6 millones de dólares, con un 85,9% de las 79 obras iniciales adjudicadas. El mago de los colores puros, Mark Rothko, partía como favorito de la noche y mantuvo su estatus, pero las expectativas lo situaban alrededor de los 50 millones y se quedó en casi 45 con su cuadro, datado en 1951 y proveniente de la colección de Schlumberger. Con menos ruido, en una subasta anterior considerada menor, la de la colección de la familia Mellon, había sumado 76 millones de dólares con dos piezas. Y su récord de 86,8 millones conseguidos por 'Orange, Red, Yellow' quedó, pues, lejos de ser batido, a pesar de que la obra había permanecido durante décadas sin ser expuesta el público, en concreto desde 1970. La plusmarca de la noche fue para el artista estadounidense Jasper Johns, autor que alcanzó su máximo no con una 'rara avis' sino con todo lo contrario: con lo más reconocible de su obra, su reinterpretación de la bandera de su país, que fue adjudicada por 36 millones de dólares, cuando las estimaciones más optimistas habían apuntado 20 millones.

Esta obra, realizada en 1983, había permanecido en las mismas manos desde entonces y, quizá por eso, se convirtió en la única pieza que convirtió en histórica la velada de hoy. Un poco menos recaudaba otra de las piezas estrella de la subasta. 'Liz #3', uno de los retratos de colores flúor que Andy Warhol realizó a la actriz Elizabeth Taylor, se quedó en 31,5 millones de dólares, muy lejos de los récords superiores a los 100 millones que marcan su máximo y a pesar de haber sido pintado en 1963, cuando la actriz estrenaba 'Cleopatra'. Otro retrato del maestro del pop-art, esta vez de Brigitte Bardot y realizado en 1974, se adjudicó por 11,6 millones de dólares, así como un autorretrato del artista que llegó a los 11,3 millones y uno de Jackie Kennedy que alcanzó los 1,6 millones, redondeando una noche multimillonaria para el artista. La pieza 'joven' de Gerhard Richter 'Asbtraktes Bild' (realizada en 1991) alcanzó un precio de 21,4 millones de dólares, y un cuadro sin título de Robert Ryman fue vendido por 15 millones. Por debajo de los 10 millones de dólares quedaron 'Spider I', la escultura de Louise Bourgeois, que llegó a 7,1 millones, o la obra de Jean Dubuffet 'Cite Fantouche', que marcó también récord para este artista al lograr los 7,4 millones. Quedó sin adjudicar la obra 'Moon (Yellow)' del artista vivo más cotizado, Jeff Koons, y valorada en hasta 18 millones de dólares. Sí se vendió del mismo artista, en cambio, la pieza 'Bear and Policeman' por 8 millones, sin rebasar las expectativas. Así quedó cerrada esta sesión, en la que Sotheby's no brilló tanto como se esperaba y se dio la situación de que el arte moderno de la semana pasada (que logró con la escultura de Alberto Giacometti 'Chariot' más de 100 millones de dólares) alcanzó mejores cifras que el contemporáneo. Este miércoles la casa de subastas 'rival' de Sotheby's, Christie's, pondrá a punto la burbuja especuladora del arte con otras obras de Andy Warhol (especialmente el 'Triple Elvis') o Roy Lichtenstein.

Fuente: HOY

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