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La Academia de las Artes y Las Letra de Extremadura, con sede en el Palacio de Lorenzana de Trujillo, se vistió ayer con las mejores galas para la toma de posesión de su nuevo académico. Se trató del pacense Gerardo Ayala, el primer arquitecto que ingresa en esta institución, como señaló su ya compañero Eduardo Naranjo, en el discurso de contestación. Ayala estuvo rodeado de numerosos familiares y amigos que llenaron el salón de actos de la entidad. Sucede en el sillón al pintor Jaime Jaraíz. Como es tradición en este tipo de actos, el director de la Academia, José Miguel Santiago Castelo, tras abrir la sesión, mandó a los académicos Joaquín Araujo y Manuel Pecellín acompañar al recipiendario, que aguardaba en una sala cercana, al salón para la toma de posesión. Así se hizo con el público en pie. A partir de ese momento y una vez situado en el atril, el protagonista principal comenzó la intervención titulada 'Un arquitecto en la Academia'. Ayala, en primer lugar, tuvo un agradecimiento especial para Miguel del Barco, Eduardo Naranjo y el propio Pecellín, que le propusieron como candidato. Así mismo, recordó el fallecimiento del poeta Félix Grande que ha hecho que, «de un modo imprevisto y un tanto apresurado» se haya tenido que adelantar esta lectura. En un principio, el día de hoy estaba reservado para Grande.
El nuevo académico es el arquitecto que diseñó el edificio del Diario HOY en Badajoz Durante su intervención, tras nombrar a algunos profesionales influyentes en su carrera, destacó la figura de su padre. Seguidamente, realizó un repaso de su vida como arquitecto y dio su visión de la profesión. Antes, el nuevo académico quiso dejar claro que «en mi vida, he sentido una especie de alergia y rechazo a todo lo que significaba colegio, facultad, academia o cualquier institución». Eso sí, fue profesor de la Escuela de Arquitectura durante más de 15 años. Destacó algunas de sus obras, como el edificio de HOY y el Teatro Central de la Expo'92.
Entusiasmo y emoción También hizo mención a la crisis económica y, con ella, la arquitectónica, y, sobre todo, la vocación de arquitecto. Esa crisis ha provocado el freno masivo de la especulación y de los despropósitos arquitectónicos, dijo. Sin embargo, también ha conllevado «una parada triste y decepcionante» en la evolución de la arquitectura intelectual española. Por ello, Ayala aboga por la recuperación de antiguos valores como el entusiasmo. También destaca la importancia de la emoción puesta en el trabajo. Sostuvo que para hacer un buen proyecto hay que tener en cuenta varios aspectos. Uno de ellos es el contexto, con sus diferentes peculiaridades como pueden ser el clima, el nivel cultural de los habitantes, así como el espacio físico. También es importante la disciplina. En este sentido, sostiene que la cultura y, aún más, la arquitectónica, tiene que ser «nuestro vademécum» para poder proyectar. Otro de los principios de Ayala es la actitud. Considera que es el valor más importante de cualquier artista, incluso, por encima de la aptitud. Antes de finalizar su intervención, tuvo una mención a Badajoz. Asegura que desde niño ha escuchado a personas mayores hablar mal de la ciudad. Ante esta situación, indica que «es imposible que se conserve una ciudad si sus gentes, sus habitantes no la aman». Por ello, defiende que los gobernantes y las personas que la habiten la quieran y la conserven. Asignaturas pendientes Como manda el protocolo, Gerardo Ayala tuvo su contestación con el discurso leído, en este caso, por Eduardo Naranjo. Este artista recordó las bondades del nuevo académico, tanto como arquitecto, como con pintor, así como extremeño. Además, indicó que es una persona culta, «abierta al fácil y siempre eficaz y necesario diálogo». Además, indicó que la institución tiene asignaturas pendientes con diferentes disciplinas, como puede ser el teatro, para que pueda ingresar alguno de sus integrante.

 

Fuente: HOY

El encuentro más importante del año entre las culturas españolas y lusa, es decir, el festival denominado Mostra Portuguesa, celebra su decimosegunda edición a partir del 27 de octubre, día que actuará el pianista de jazz Mário Laginha, en el Centro Cultural Conde Duque, de Madrid. El apartado musical del ciclo también incluye al pianista de música clásica Pedro Burmester; a uno de los más populares cantantes de fado, Camané; la Orquesta de Jazz Matosinhos que presentan su proyecto junto al guitarrista Kurt Rosenwinkel; el espectáculo «Portugal Alive», del que forman parte Dead Combo, B Fachada y Anxious Myopic Boy; Carla Pires, una de las nuevas y más prometedoras voces del fado; y otra de las divas del género, Aldina Duarte. Este año, la programación está compuesta por una veintena de actividades de música, cine, arte, literatura y arquitectura que se desarrollarán, además de en Madrid, en ciudades como Santiago de Compostela, Vigo, Oviedo o Barcelona, e incorpora como colaboradores a instituciones como el Real Jardín Botánico; el Centro de Arte de Alcobendas, donde se han reunido obras de los mejores creadores de la pintura portuguesa contemporánea; o la Fundación Arquitectura COAM, y prolonga su alianza con festivales hermanos como el Ciclo de Noches Fados «Divas» o el gallego Cineuropa. Por su parte, la sede de la COAM acoge una exposición inédita en España sobre la obra de uno de los dos premios Pritzker del país vecino, el arquitecto Eduardo Souto de Moura, que podrá verse hasta mediados de de enero. Otra relevante muestra tendrá lugar en el Real Jardín Botánico, que albergará la exposición Las plantas en la primera globalización, creada originalmente por el Instituto de Investigación Científica Tropical portugués.
Homenaje a Joaquim Pinto El cine estará representado en esta Mostra con el homenaje que el Festival Márgenes tributará al director Joaquim Pinto, uno de los cineastas más secretos de Portugal. La retrospectiva que propone este certamen es la primera dedicada en España a este autor, y se centra en sus trabajos más recientes. Las proyecciones tendrán lugar entre el 9 y el 14 de diciembre en la Casa de América. La literatura y el pensamiento tienen también su cita en el programa con el encuentro entre dos creadores que utilizan el idioma del país vecino para su obra: el escritor portugués Joao de Melo, autor de novelas de éxito como «Gente feliz con lágrimas» o «Mi mundo no es de este reino», y el profesor español Ángel Marcos de Dios, uno de los mayores conocedores de la literatura portuguesa en nuestro país. El encuentro tendrá lugar en la Universidad Autónoma de Madrid. El programa de actividades incluye también la presencia de Portugal como país invitado en el VI Salón Internacional del Reciclaje y la Sostenibilidad, que forma parte del programa oficial de la XIV Semana de la Ciencia de Madrid.

Fuente: ABC

Villanueva de la Serena se está volcando en este 2014 con una efeméride especial. Y es que los 150 años que se cumplen del nacimiento de uno de sus hijos más ilustres, Felipe Trigo, son motivo más que suficiente para que a lo largo de este año se hayan ido celebrando, en cascada, una serie de actos que pilotan en torno a la figura del médico-escritor. Unos actos que, sin duda, están sirviendo para rescatar facetas escondidas o poco conocidas del escritor, pero que también han despertado a los ‘triguistas’ en el afán de que su recuerdo permanezca vivo más allá del prestigioso certamen literario que lleva su nombre y que en diciembre pondrá la guinda a este sonado 150 aniversario. El pasado fin de semana, precisamente, la Federación de Asociaciones Culturales de La Siberia, la Serena y Vegas Alta (Siseva), organizó su VII Encuentro de Estudios Comarcales que, coincidiendo con esta celebración, se celebró en Villanueva. Un encuentro que estuvo centrado en la figura de Trigo y en el que la sorpresa fue la donación que hizo Tomás Martín Tamayo al Ayuntamiento de Villanueva de un valioso fondo bibliográfico sobre el escritor. Como colofón a las comunicaciones que se presentaron, se desarrolló la mesa redonda titulada ‘Visiones sobre Trigo. 150 años’, bajo la dirección de la periodista villanovense Nieves Moreno, en la que intervinieron Tomás Martín Tamayo e Isabel Román. Isabel Román aportó datos sobre la relación de Felipe Trigo con los escritores contemporáneos, contratos, celotipias e incluso lecturas ocultas por parte de las damas, que después no se atrevían a reconocerlas en público. Por su parte, Tomás Martín Tamayo ofreció detalles que se desconocían sobre el suicidio del médico-escritor y que en su día escuchó a los propios hijos del autor. También contó cómo se gestó la devolución de la calle que le habían quitado y que, como reconoció, «sinceramente fue un empeño personal, auspiciado también por Santiago Castelo». No obstante, Tomás Martín Tamayo tenía guardado un as en la manga y casi al principio de la mesa sorprendió a todos con la donación al Ayuntamiento de Villanueva de la Serena de su ‘pequeño tesoro’ de Felipe Trigo. Un ‘tesoro’ que llevó en una bolsita de una tienda, normal y corriente. De ahí sacó unos libros, y los colocó junto al micrófono a modo de volúmenes de consulta, hasta que llegó el momento de descubrir su destino. Visiblemente emocionado, se dirigió al alcalde, Miguel Ángel Gallardo, al que pilló de sopetón la donación de estos libritos de la bolsa, que resultaron conformar un valioso fondo bibliográfico sobre Trigo. 50 años recopilando
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Condenan al SES a pagar 150.000 euros por un fallecido en Mérida lo más 50 Un gesto que estuvo madurando un tiempo y que se cristalizó el sábado con su entrega física al primer edil: «A lo largo de casi cincuenta años he estado recopilando la obra de Felipe Trigo, que Santiago Castelo me descubrió como un autor villanovense. Algo que yo desconocía porque Felipe Trigo había sido retirado de la historia oficial de la literatura española y ni en el bachillerato ni en la carrera se estudiaba. Trigo fue un autor maldito y sus obras fueron quemadas u ocultadas en el fondo de armarios y cajones. Comencé a indagar, a buscar y entre las 25 obras que doné al Ayuntamiento, todas con más de cien años de antigüedad, en 22 tomos, hay varias primeras ediciones, libros con firmas de prestigio y posiblemente dos ejemplares únicos que los propios hijos no tenían y desconocían, aunque están catalogados. Ha sido una decisión muy meditada porque ahí hay mucho esfuerzo y mucho… En 1988, por una novela corta que compré en México al hijo de unos emigrantes gallegos, tuve que pagar 340 dólares americanos. Cada ejemplar tiene un esfuerzo detrás. Felipe Trigo, en apenas quince años dejó 17 novelas y 24 novelas cortas, además de cuentos, ensayos, artículos… Yo he donado 22 tomos, uno de ellos con las páginas aún pegadas, otros han sufrido el deterioro de cientos de lecturas… No sé si en el Ayuntamiento de Villanueva lo valorarán, creo que sí, pero la colección que he entregado para mí no tiene precio. Es decir, no la vendería por nada. Y de hecho no he querido venderla a la Biblioteca Regional ni a la institución cultural de una Caja que fue muy importante. Su sitio es Villanueva y en Villanueva está. Creo que el alcalde y la actual corporación, en general, sí saben valorarlo». De hecho, a Martín Tamayo no le pasó desapercibida la reacción del primer edil y agradeció sus palabras, pues este aprovechó para avanzar que en la ampliación de la biblioteca municipal que se hará en la antigua cámara agraria, se habilitará una sala donde estarán estos fondos donados: “El alcalde fue muy expresivo y dijo sentir vergüenza por cómo se había portado Villanueva conmigo y cómo me había portado yo con Villanueva. De hecho, me garantizó que iban a tratar de corregirlo de inmediato. Yo creo que he hecho lo que tenía que hacer, porque eso es muy valioso para Villanueva y me escocía tenerlo bajo llave guardado en mi biblioteca”. Martín Tamayo también ahondó en Villanueva en uno de los aspectos más desconocidos de la vida de Trigo, como fue el de su suicidio: «Aquel sábado, 2 de septiembre de 1916, se levantó especialmente activo, se acicaló con esmero, desayunó con su familia, no quiso ir a ver la respuesta de los lectores a la salida de ‘La novela corta’, que publicaba un capítulo de ‘La altísima’, paseó a sus perros por el espacioso jardín que rodeaba a Villa Luisiana y después hizo algo inusual, como recorrer todas las dependencias de la casa y besar a su mujer y a sus hijos. De esta actitud puede deducirse cierta determinación, cierta despedida. Después se encerró en su despacho por dentro y con un revólver se disparó en la sien derecha, con salida por la región occipital. Hasta aquí es fácil deducir que el propósito de quitarse la vida lo tenía muy ultimado, pero… Pero sobre la mesa dejó una breve carta de despedida, bastante farragosa en su redacción, repitiendo conceptos, con signos de puntuación incorrectos, apresurada… ¿Alguien, y sobre todo un escritor de recursos como él, que tiene pensado quitarse la vida deja como testamento y justificación una carta así? Parece raro». Y es que, como precisa, el autor villanovense tenía sus luces y sus sombras: «Fue un personaje muy controvertido. Médico rural muy apreciado, militar de carrera fulgurante. Con 36 años se retiró como teniente coronel, héroe de Filipinas mutilado en una sublevación y mientras le gestionaban la Laureada de San Fernando, se retiró a Mérida para dedicarse a la literatura. Se trasladó a Madrid tras su primer éxito y, posiblemente ya afectado por la neurastenia, se encerró en sí mismo, se mostraba remiso a los contactos sociales, a los coloquios literarios. Era un individualista que se dedicaba desenfrenadamente a la producción literaria con un éxito sin parangón para el momento». Una producción literaria que, según Martín Tamayo, escondía algunos secretos: «Felipe Trigo fue un autor erótico y social, por ese orden. Yo he leído toda su obra y he comprobado que siempre se repite este esquema, pero no se puede prescindir de ninguno de los dos pilares porque entonces sería otra cosa. Era un autor compulsivo, que podía escribir hasta dieciséis horas de una sentada y acabar una novela como ‘Jarrapellejos’ en un mes. Estaba muy solicitado y eso suponía para él una tortura, hasta el punto que en frases enteras se autoplagiaba para poder cumplir con la demanda. Creo que su hija Luisa lo ayudaba, aunque ella sonreía pero no lo confirmaba». Además, considera, en contra de lo que consideran muchos, que Trigo no fue un adelantado a su época: «Felipe Trigo fue un iconoclasta y lo hubiera sido en cualquier época. Un inconformista, un contestatario lo es siempre, al margen de la época o el lugar. ¿Un adelantado? Incluso como socialista lo fue a su manera. No, no fue un adelantado. Los ejes de su temática, erotismo y sociedad, ya estaban asentados en la literatura desde muchos siglos antes. Felipe Trigo fue Felipe Trigo e incluso me atrevo a decir que vivió, que escribió y que murió como podía vivir, escribir y morir Felipe Trigo». Lo cierto es que, para el docente y escritor, la figura de Trigo está suficientemente reconocida, y en esta labor alaba el trabajo del Consistorio: «En su día Felipe Trigo era más leído que conocido y hoy creo que es más conocido que leído. En su época ningún otro autor vendía tanto como él y ninguno logró una considerable fortuna en tan poco tiempo. Las envidias eran inevitables y las descalificaciones también. Creo que hace falta una promoción sistemática de sus obras, editándolas y facilitando que lleguen al lector. Las ediciones oportunistas que se hacen, como a salto de mata y complemento a algún acto concreto sirven de poco. Pero reconozco que en Villanueva se ha hecho mucho y creo que poco a poco se irá cerrando el círculo. Como peligro veo que hay muchos ‘triguistas’ acérrimos, capaces incluso de desvirtuar la historia para ensalzar la figura de Felipe Trigo y eso es, como todos los fanatismos, un error. Trigo era grande como era y él mismo se reiría si se viera ahora en una hornacina». Lo que está claro es que si Trigo levantara la cabeza, se sentiría orgulloso de su pueblo y del cariño que le tienen. Y reconocería, sin duda, que Tomás Martín Tamayo ha sido una persona clave en la reivindicación de la figura y obra del escritor nacido en Villanueva de la Serena.

Fuente: HOY

Una complicación de la dolencia en el páncreas que padecía desde hace unas semanas ha provocado la muerte esta mañana, en un centro hospitalario de Bizkaia, del escritor y novelista Ramiro Pinilla. Tenía 91 años. A Pinilla le llegó el reconocimiento en el último trecho de su carrera, siendo ya un anciano, gracias a la trilogía Verdes valles, colinas rojas (Tusquets, 2004/5), compuesta por La tierra convulsa, Los cuerpos desnudos y Las cenizas de hierro, con los que obtuvo el Premio Euskadi, el Nacional de Narrativa y el Premio de la Crítica. Antes había escrito libros como Las ciegas hormigas (1961), con el que ganó el Nadal y el Premio de la Crítica, o Seno (1971), con el que obtuvo el Planeta. No obstante, a partir de entonces se movería más en los círculos de la edición independiente que en el de los grandes eventos literarios.
Ramiro Pinilla murió hoy a los 91 añosRamiro Pinilla murió hoy a los 91 años Aunque luego llegarían trabajos como Primeras historias de la guerra interminable (1977) y Andanzas de Txiki Baskardo (1980), no fue hasta la publicación de Verdes valles, colinas rojas, monumental trilogía sobre la historia y los mitos de la cultura vasca, cuando la crítica encumbró a Pinilla como uno de los grandes escritores en castellano de la segunda mitad del siglo XX. Pinilla tardó 18 años en completar Verdes valles, colinas rojas. Cadáveres en la playa (Tusquets) ha sido la última novela del escritor. Se ha publicado este mes de octubre (lea aquí el primer capítulo de la novela) y ha sido la última entrega de una serie de novelas policiacas, tras Solo un muerto más y El Cementerio vacío, protagonizadas por el detective-librero Samuel Esparta.

Fuente: El Confidencial

«Hay un refrán que dice: "Va a llover más que cuando enterraron a Zafra". Este refrán nació de la verídica historia que dejo relatada», escribía Eduardo Montesinos el 11 de agosto de 1897 en la revista «Nuevo Mundo» que se publicaba los miércoles. Su relato, titulado «El Conde de Zafra», cuenta que «allá por los años de 1460» existía en la ciudad extremeña de Zafra un castillo feudal «cuyo señor era el famoso D. Mendo Méndez de Pelaez, conde de Zafra, apodado Bigotes por el inmenso bigotazo que adornaba su ceñudo semblante de pocos amigos». Montesinos describe a Méndez de Pelaez como un «digno émulo de los señores de horca y cuchillo» que ejercía el poder absoluto sobre sus dominios y con «sanguinarios instintos» que hacían que todo el mundo le odiara y le temiera. Un caluroso mes de agosto, ocurrió que todas las fuentes y pozos de Zafra se secaron. Todas, menos la fuente del castillo que provenía de un manantial lejano, pero el conde de Zafra se negaba a dejar que las gentes de Zafra bebieran de su fuente «porque el espectáculo de desesperación de los infelices que se acercaban a su castillo para apagar su sed le divertía», prosigue la narración. Una gitana logró colarse un día y llenó una alcarraza de agua, pero fue sorprendida antes de escapar y llevada a presencia del conde como un criminal. De poco sirvió que implorara su perdón asegurando que su anciana madre moría de sed. La gitana fue castigada con siete palos, tantos como los pedazos en que se rompió la alcarraza tras ser lanzada al aire por los centinelas. Arrojada del castillo, la gitana se volvió y en tono profético dijo: «¡Siete pedazos, siete! ¡Los días de la semana! ¡Hoy es martes, te emplazo para el martes próximo! ¡Tanta agua tendrás que navegarás sobre ella! ¡Maldito seas!». En vano persiguieron a la gitana, que logró huir. Aquella noche, D. Mendo no pudo dormir recordando su maldición y al día siguiente cayó enfermo de fiebre y murió el lunes siguiente. Su cuerpo fue colocado «sobre un riquísimo catafalco» y expuesto en una sala baja del castillo, pero el cielo «envió tan fuertes lluvias» que, según el relato, en pocas horas el castillo se inundó. «El cadáver del conde, en su caja, que le servía de barco, flotando sobre el agua y siguiendo la corriente, salía de la puerta del castillo en dirección a las vertientes de la montaña, donde oscilando, subiendo y bajando, llegó al borde de un precimio en el que el agua formaba una inmensa catarata y allí se detuvo breves instantes».
Zafra y la maldición de la lluvia
Ilustración del Conde de Zafra en «Nuevo Mundo» (1897) Montesinos refiere que entonces apareció entre las nubes el fantasma de la gitana, que alegrándose de que su maldición se cumpliera le dijo: «¡Ahora húndete en los abismos, albergue de todos los tiranos!». «La gitana desapareció y el cuerpo del conde se precipitó en el torrente, rebotando de piedra en piedra, hasta perderse en el fondo», finaliza el escritor de «Nuevo Mundo».
La leyenda de Granada Un resumen de esta leyenda de Zafra apareció en 1900 en la revista «Por Esos Mundos», firmada por B. Fernández y recogió José María Iribarren en «El porqué de los dichos» junto a otra versión que sitúa los hechos en Granada. Según ésta, que figura en «El Libro de las Tradiciones de Granada» de Francisco de Paula Villa-Real y Valdivia, el protagonista es un caballero llamado Zafra, cuyo hijo se enamoró de una gitana que vivía en una casa a espaldas de la suya. Al no lograr cortar estos amoríos, el hombre cortó el agua de la que se surtían la gitana y su madre. «Premita Dió que l'agua lo entierre», maldijo la gitana. Cuando el caballero murió y pusiéronle de cuerpo presente en una sala baja, «empezó a tronar y llover por las angosturas del Darro de tal manera, que sufrió el río una de las mayores crecidas; invadió la población y arrastró cuanto encontró a su paso», relata Iribarren. También penetraron las aguas en el palacio de Zafra y sacaron la caja llevándose el cadáver. «No ha vuelto a saberse de su paradero», finaliza esta historia de grandes similitudes con la anterior. Una carta de J. Sánchez Gerona publicada en la sección «El Averiguador Universal» del periódico «El Liberal» en 1900 señalaba que el tal señor de Zafra llegó junto a los caballeros que se avecindaron en Granada después de que los Reyes Católicos la tomaran a los moros «y a éste o a alguno de sus descendientes aconteció». José J. Soler de la Fuente le llega a poner nombre en «El Museo Universal» de 30 de mayo de 1857. Según esta versión, publicada cuarenta años antes que la de Montesinos, el protagonista de la leyenda es «don César de Zafra, descendiente de aquel D. Hernando de Zafra señor del Castril y del que dicen era secretario de la reina Isabel la Católica», su hijo se llamaba Alfonso y Azucena, la joven gitana. Cuenta que el padre encerró al hijo en una torre de la Alhambra y que la gitana no hizo pública la maldición y nunca se supo si tuvo parte en la muerte de don César, cuyo ataúd se perdió. Llama la atención que en Cádiz se diga «llovió más que cuando enterramos a Bigote», con el mismo apodo que Montesinos da al conde de Zafra extremeño, aunque según Iribarren y Luis Montoto este Bigote alude a un zapatero conocido por este apodo. Para el historiador José María Lama, las dos terminaciones en Zafra y Bigotes son variantes del mismo dicho. Lama, que contempló todos los escritos sobre ambas leyendas en un artículo publicado en «Zafra y su Feria» (2009), «estamos ante la misma leyenda con dos desarrollos distintos». En cualquier caso, prosigue, «lo de "Llueve más que cuando enterraron a Zafra" o "a Bigotes", y las variantes que cada una de esas expresiones atesora, expresa la hibridación del saber popular, que de todo hace mezcla». Resulta curioso, sin embargo, que Zafra nunca llegara a ser enterrado. Fuente: ABC

Viernes, 24 de octubre, a las 20:30h, en el Centro Cultural Santo Domingo' de Mérida Copla y flamenco en clave de jazz merida'Copla y flamenco en clave de jazz' es el último espectáculo de Pilar Boyero y Aurelio Gallardo, acompañados por el pianista Pedro Monty. Se trata de un concierto contemporáneo que acerca la copla y el flamenco, con un nuevo sabor musical. Una ocasión especial para disfrutar de un recorrido por la historia de ambos, desde los inicios hasta la actualidad, en la espectacular voz de Pilar Boyero, el fantástico sonido de la guitarra flamenca de Aurelio Gallardo y la fusión original del pianista Pedro Monty.

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