Fondo Logo

Hoy (27-8-2014) se cumplen 350 años de la muerte de Francisco Zurbarán (1598-1664). Nadie en la sala, silencio absoluto. “El año del Greco lo ha oscurecido todo”, explica a este periódico el presidente de la Real Academia de Bellas Artes de san Fernando, Antonio Bonet Correa. Es posible que para las efemérides políticas cuatro siglos sean más importantes que tres y medio, y que la Fundación que ha aprovechado la muerte del griego (1541-1614) se merezca toda la carne del asador (la que quede). Nadie ha recordado al pintor barroco con una investigación, una exposición o una exposición que pretenda investigar sobre la vida y la obra del artista de origen extremeño y fama andaluza. Ni siquiera sus provincias han sacado las banderas para reclamar una mijita de propaganda entre el fulminante brillo cretense: el Museo de Bellas Artes de Sevilla organizó hace 16 años la última retrospectiva importante en España y con eso se ha dado por satisfecho.
El Museo Louvre organiza una gran retrospectiva sobre Zurbarán para 2017, asegura Antonio Bonet Correa El desierto crece y sube hasta Extremadura, donde también han dejado la pomada artística de 2014 a Toledo. La sarcástica y caprichosa casualidad ha hecho coincidir el No-Aniversario con el anuncio de sus medallas al mérito extremeño: una para el expresidente Adolfo Suárez y otra a Robe Iniesta (líder de Extremoduro), que premian a quienes “promueven los principios y valores ligados a la sociedad extremeña”, como “la solidaridad” y “la superación de las diferencias”. El Louvre programa Tampoco las cuatro instituciones que conservan el mayor número de obras que se salvaron del insaciable expolio del siglo XIX han movido un dedo. Ni el Museo de Bellas Artes de Sevilla, ni el de Cádiz, ni el Museo del Prado, ni el organismo que preside Bonet Correa, quien apunta que el Museo del Louvre ya ha pedido a la Academia de Bellas Artes parte del nutrido grupo de zurbaranes en su colección, para montar una gran exposición antológica sobre el pintor en 2017.
'Bodegón con cacharros', hacia 1650. Museo del Prado'Bodegón con cacharros', hacia 1650. Museo del Prado La especialista francesa Odile Delenda, responsable del catálogo razonado de Zurbarán publicado en el Wildenstein Institute de París, es la única que no olvida. “Bueno, silencio completo no, porque me han hecho hija adoptiva de Fuente de Cantos [lugar de nacimiento de Zurbarán] y habrá un coloquio en el pueblo… Vaya, en realidad, ha habido más interés fuera que en España”, reconoce Delenda por teléfono desde su casa, en Francia.    
La mayor especialista en Zurbarán, la fancesa Odile Delenda, asegura que ha habido más interés fuera de España en esta efeméride Cuenta la historiadora que “el mundillo del arte” ha recuperado a Zurbarán tras la aparición, a finales de 2010, del segundo volumen de su catálogo: “Desde entonces, sus obras no han parado de moverse internacionalmente”, se refiere a sendas exposiciones este año en Bruselas y Ferrara, donde se han adelantado los hallazgos de sus investigaciones, que ella misma mostrará la temporada que viene en el Museo Thyssen, un año después del centenario. También irá a Düsseldorf. Van Rompuy ama a Zurbarán Hasta el propio presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, aparcó sus recetas económicas por unas horas y se acercó a la inauguración de la muestra en el palacio de Bellas Artes de Bruselas, donde elogió la obra del pintor y resaltó su maestría en el uso del color, su relación con el misticismo de santa Teresa y el catolicismo español de la Contrarreforma.
'Santa Eufemia', pintada en 1637. Museo del Prado'Santa Eufemia', pintada en 1637. Museo del Prado La exposición contaba con el asesoramiento del director adjunto de Conservación e Investigación del Museo del Prado, Gabriele Finaldi, que no ha incluido en su programación de 2014 ni 2015 la muestra en el museo que representa. De hecho, hace 26 años que no se organiza una investigación sobre el pintor barroco en El Prado (la temporal Las doce tribus de Israel, de 1995, no entra en estos términos). En el catálogo de aquella lejana temporal de 1988, el entonces director, Alfonso Pérez Sánchez, contaba que la estimación del pintor había crecido en los últimos años de una manera excepcional –debido a la atracción por la realidad más concreta y la “vehemencia” por lo sobrenatural-, dejando su nombre entre los más altos de la historia del arte español. “Cediendo apenas ante los Goya y Velázquez, e igualando –cosa hace pocos años casi inconcebible- al del Greco”.
El historiador Gaya Nuño escribió que de la visión de la pintura española en París, en 1838, nació la escuela naturalista y de sus restos el Impresionismo Casi tres décadas después de aquella cita, la profesora Delenda ha dejado las antiguas atribuciones, que ascendían a cerca del millar de obras, en poco más de 300 adjudicaciones. Eso ha sido posible investigando la obra del taller, para apartar lo que es mano del maestro de sus empleados. “Quería separar la obra del pintor de lo que son sus seguidores. Por eso habrá toda una sala en el Thyssen dedicada a ellos, con nombres y apellidos: los hermanos Polanco o Bartolomé Ayala, entre otros. Son pintores con mucho interés, hasta el momento se pensaba que sus obras eran de Zurbarán, lo que demuestra la calidad de sus pinturas”, cuenta a El Confidencial.
Vista de una sala del Prado, en 1915, con obra de Zurbarán y El Greco.Vista de una sala del Prado, en 1915, con obra de Zurbarán y El Greco. En el Thyssen también se verán las obras de su hijo Juan, a quien Delenda ha concedido más de una veintena de cuadros. “Quiero enseñar las obras de Zurbarán que he encontrado en esta última década y que nunca se han visto en España”, añade. Todo apunta a que la especialista francesa romperá con los engaños a los que tiene acostumbrado este museo en sus títulos y propaganda, y ser realmente “una nueva mirada”. Un pintor desconocido Delenda asegura que Zurbarán no es conocido más allá de los Pirineos porque su obra está muy repartida, fruto del salvaje expolio, principalmente, francés. El reconocimiento del pintor llegó gracias a la desamortización de Mendizábal y la posterior fuga de obras que colmó la Galería Española de Luis Felipe, un apartado en el Louvre con nada menos que 453 obras de pintura española, que el monarca sacó a la fuerza y a bajo coste.
Benito Navarrete señala una coincidencia entre El Greco y Zurbarán: crearon una fábrica de santos para ganar dinero El éxito de la galería, instalada durante dos antes de su venta y diáspora, fue tal que el reconocido historiador Juan Antonio Gaya Nuño, escribió -en un arranque muy torero- que “de aquí nació la escuela naturalista, como de sus restos habría de nacer el Impresionismo”. Mucho más afilado se presenta al señalar, también en 1955, que “esta es la historia triste de nuestra codicia pequeñita, de nuestra dejadez y de nuestro despilfarro”. De esta guisa se refiere a esa “multitudinaria embajada española” que forma la dispersión del patrimonio español por todo el planeta. En contra de esta visión, Benito Navarrete, comisario de la exposición Santas de Zurbarán. Devoción y Persuasión, indica que el pintor es uno de los artistas que más se han estudiado en los últimos años, y que “debe ser abordado con otros ojos”. Eso hizo al invitar a los diseñadores Agatha Ruiz de la Prada, Elyo Berhannyer, Duyos, Modesto Lomba, entre otros, a que interpretaran los vestidos de las santas.
'San Francisco'. Museo del Prado'San Francisco'. Museo del Prado Odile Delenda cuenta, y coincide con Antonio Bonet Correa, que Zurbarán cae en el olvido hasta que lo rescatan, a principios de siglo XX, Picasso, Juan Gris o Sorolla. Navarrete piensa que Zurbarán ha aportado a la pintura española “la mejor imagen de la santidad”, porque supo ser “fiel intérprete de la Contrarreforma”. El Greco no fue tan sumiso a las exigencias iconográficas de sus clientes eclesiásticos, pero como señala Navarrete, ambos tienen una cosa en común: “Crearon una fábrica de santos para ganar dinero. Los dos se hicieron ricos fabricando y seriando imágenes de santidad. Zurbarán para el Nuevo Mundo y El Greco para Toledo”.

 

Fuente: El Mundo

La crisis de valores que vive España ha auspiciado el resurgimiento de dos géneros narrativos olvidados por nuestra literatura y ahora rescatados por una serie de escritores de nueva hornada que, aun no habiéndose puesto de acuerdo entre ellos, coinciden en la temática de sus libros. Por un lado, tenemos la reaparición de esa novela apocalíptica anticipada en el mundo anglosajón por Cormac McCarthy (La carretera) y en el hispanoamericano por Rafael Pinedo (Plop), y cultivada en nuestro entorno por narradores tan certeros como Cristina Fallarás (Últimos días en el Puesto del Este) y Manuel Darriba (El bosque es grande y profundo), y cuyo mensaje último vendría a referenciar la destrucción de la sociedad tal y como la conocemos y la necesidad de construir, partiendo de cero, un nuevo marco de convivencia en el que no se repitan los errores del pasado. Paralelamente a este fenómeno -el cual ya empieza a agotarse como consecuencia de la saturación cinematográfica de ese tipo de historias-, se detecta también un renacimiento de un segundo género muy cultivado durante el franquismo tardío pero absolutamente abandonado por quienes tomaron el relevo de aquella etapa narrativa: la novela rural. Desde hace un par de años, se han publicado en España no pocas novelas en las que el entorno rural lo domina todo. Este neorruralismo sería, de alguna manera, el reverso literario de la narrativa apocalíptica, ya que lanzaría el mensaje de que la solución a la crisis de valores de nuestra sociedad se encuentra en una vuelta a los orígenes, en una huida de las grandes ciudades, en un intento de recuperación del Paraíso Perdido, mientras que el otro género, el apocalíptico, difundía la idea, mucho más pesimista, de que dicha solución pasaba única y exclusivamente por la destrucción del modelo social construido hasta el momento. Así pues, en esta nueva narrativa, las ciudades, que durante las tres últimas décadas habían sido el marco predilecto de los escritores para la reflexión literaria, quedan relegadas a un segundo plano y lo telúrico deviene el nuevo escenario desde donde meditar sobre el fin de la sociedad del ladrillo. Los ejemplos de esta nueva narrativa son abundantes. Quizás el más evidente, además de ser el que anunció la reaparición del género, sea Intemperie, de Jesús Carrasco, una novela en la que se nos cuenta la historia de un niño criado en un entorno rural -y delibiano- que se escapa de casa para encontrar cobijo bajo la protección de un cabrero con un código ético mucho más recto que el conocido por el chaval hasta el momento. Igualmente, el ganador del último premio Tusquets de Novela, Ginés Sánchez, nos había transportado con anterioridad a un ambiente rural, así como folklórico, en su novela Lobisón, donde nos presentaba a un personaje que arrastra la maldición de ser el séptimo hijo de un matrimonio, lo cual, según ciertas leyendas ancestrales de la España más esotérica, lo convertía en un ser abocado a la maldad. También construye Iván Repila, en El niño que robó el caballo de Atila, un universo entroncado con las leyendas órficas al presentarnos a dos chavales que, caídos en una suerte de pozo excavado en el bosque, sobreviven comiendo insectos y raíces al tiempo que se adentran en ese otro bosque llamado locura; y Manuel Darriba, en la también apocalíptica El bosque es grande y profundo, acompaña a un exiliado de la ciudad en su recorrido por un escenario selvático plagado de pequeñas comunidades que viven apartadas de esa guerra que ha destrozado la urbe. Por otra parte, las escritoras Jenn Díaz y Lara Moreno prefieren acercarse a los entornos rurales a partir de la recreación de la vida en aldeas perdidas de España, habiendo construido la primera un universo rural claustrofóbico -y rulfiano- tanto en su primera novela Belfondo como en la reciente Es un decir; y adentrándose la segunda en un pueblo semiabandonado al que llegan los protagonistas de Por si se va la luz tras abandonar la ciudad de la que están cansados. Así las cosas, es importante destacar que la propuesta de retorno a la naturaleza lanzada por los autores antes citados presenta una diferencia sustancial con la narrativa rural ejercitada durante el franquismo (Delibes, Cela, Benet, Matute) o el postfranquismo (Atxaga, Llamazares, Rivas, Mateo Díez), gran parte de la cual cayó en desuso cuando los nuevos narradores de la década de los ochenta empezaron a referirse a la misma con el nombre despectivo de la berza y cuando se puso de moda una narrativa urbana que continúa siendo la más cultivada a día de hoy. Pero la diferencia entre aquella literatura rural y la que hoy vemos resurgir estriba en que los autores de aquel entonces había nacido, se habían criado o habían conocido de primera mano los ambientes rurales, mientras que los escritores de la nueva hornada tienen asfalto en las venas y, por tanto, no se basan en sus propios recuerdos para ambientar sus novelas, sino que se enfrentan a la naturaleza como quien se encara a lo desconocido, a lo misterioso y, en consecuencia, a lo fascinante. Y esta relación de alteridad con lo telúrico, esta idealización del entorno rural, esta confrontación entre el cemento y lo vegetal, es precisamente lo que confiere a sus novelas un aire innovador. Aun así, Ginés Sánchez considera que todavía es pronto para hablar de un neorruralismo español, pero coincide en que "tal vez sea cierto que, ante la situación actual, haya escritores que estén tendiendo hacia un cierto humanismo, hacia un cierto regreso al de dónde venimos, a una cierta individualidad por oposición a la masa o a la búsqueda de refugio en ciertos valores no-de-consumo". Por su parte, Jesús Carrasco, probablemente el padre involuntario de toda esta corriente, no considera que los jóvenes escritores quieran apartarse de lo urbano, aun cuando reconoce que dicho género abunda tanto en la actualidad que cualquier novela ambientada en un pueblo destacará sobre las demás, pero señala un aspecto que tal vez ayude a comprender el notable éxito de su Intemperie: "A menudo olvidamos que España también son sus pueblos. En mi opinión, hay una visión privilegiada hacia lo urbano, fundamentalmente por los medios de comunicación, que no se corresponde con la realidad". En el caso de Iván Repila, el interés por lo rural responde más a un deseo de alejarse del "ruido acumulado" característico de la sociedad contemporánea que a un intento por adentrarse en una narrativa rural que, en su opinión, no es el resultado de un movimiento literario como tal, sino una casualidad a la que tal vez no deberíamos otorgar demasiada importancia. Y, por último, destacar la figura del lucense Manuel Darriba, un escritor que vive rodeado de bosques y que, en consecuencia, no ve nada excepcional en el hecho de escribir sobre aquello que le envuelve. Es más, a la hora de reflexionar sobre la existencia de un posible neorruralismo, prefiere destacar que la ambientación dada a su novela buscaba más la "épica de la Biblia y de las novelas y películas del Oeste" que la vindicación de un género narrativo. Resulta también curioso comprobar que las novelas antes citadas presentan, estructural y estilísticamente hablando, muchos rasgos en común, cosa harto curiosa habida cuenta de que han sido publicadas casi al alimón y que, en consecuencia, sus autores no han podido copiarse entre sí. Así, los protagonistas de esas novelas carecen en muchos casos de nombres de pila, habiendo sus autores preferido denominarlos de un modo genérico mediante el uso de unos sustantivos (el Chico, el Viajero, el Alguacil, el Pastor, el Grande...) que recuerdan a lo que ya hiciera Cormac McCarthy en La carretera, y proporcionando de este modo a las distintas novelas un carácter si cabe más universal. Además, se detecta un especial interés por no ubicar las historias en ningún contexto espacio-temporal, evitando por todos los medios cualquier referencia tanto a la zona geográfica como a la época en la que acontece la acción, lo cual confiere cierta aura mágica a las novelas y mantiene al lector en una nebulosa similar a la que se sentía cuando uno se adentraba en los territorios míticos -Región, Celama, Macondo, Comala...- de la literatura hispana. Pero, por encima de todos estos rasgos comunes, destaca el valor simbólico que todos estos autores conceden a lo rural, según el cual el hombre contemporáneo sólo recuperará su esencia enfrentándose nuevamente a la naturaleza y dándose cuenta de que, debajo del cemento, siempre habrá un pedazo de tierra dispuesta a alimentar nuestras raíces. Fuente: La Vanguardia

Sevilla (EFE/Alfredo Valenzuela).- La investigadora Amelia de Paz, que hace dos años halló un autógrafo de Góngora en el Archivo Histórico Nacional, ha publicado el proceso en el que en 1597 Luis de Góngora declaró contra el inquisidor de Córdoba acusándolo de amancebamiento, un caso que arroja luz sobre la figura del poeta. Amelia de Paz ha dicho a Efe que "la imagen de Góngora está hoy completamente distorsionada; hace falta recomponerla con información veraz; su biografía es una suma de chascarrillos y conjeturas; el último que se ocupó de sacar datos de primera mano fue Dámaso Alonso hace medio siglo, y no se puede vivir de las rentas eternamente". La figura del poeta está tan distorsionada que, según De Paz, "la enemistad entre Góngora y Quevedo es uno de los bulos más pertinaces de la literatura española; he escrito varios trabajos desmontando ese mito y las tergiversaciones en que se funda". De Paz ha asegurado que "Quevedo es un personaje absolutamente irrelevante en la vida de Góngora; Góngora en cambio significó mucho para Quevedo, que era veinte años más joven que él y lo tuvo por un modelo inalcanzable en lo poético, como les sucedió a la mayoría de los poetas de entonces ante el prodigio de las 'Soledades'". "Todo de oídas" es el título que la investigadora ha puesto al extracto de 250 páginas que ha efectuado de todo el proceso, conservado en unos mil folios, al que ha sólo ha añadido un breve prólogo y un más breve aún epílogo, para formar un libro del que el profesor Francisco Rico ha dicho que es "de obligada lectura en universidades y lupanares". De Paz, que ahora prosigue su investigación sobre la vida del poeta en archivos de Córdoba, ha elegido ese título porque estas páginas recogen la transcripción literal del proceso, a base de las declaraciones orales de los testigos, y ese "es uno de los encantos del libro, oír, casi de viva voz, la lengua de finales del XVI". También porque todo el proceso se basa en un rumor y "la mayoría de los testigos 'ha oído decir' tal o cual cosa", de modo que el juez inquisidor que lleva el proceso va poniendo notas a las declaraciones que le pasa su secretario y, en determinado momento, al margen de una de ellas, anota de su puño y letra: "Todo es de oídas". El proceso contra Alonso Jiménez de Reinoso, que además de inquisidor de Córdoba era clérigo, acusado de amancebamiento, fue largo y reunió declaraciones de casi 120 testigos de Córdoba, Écija, Sevilla y Granada, a favor y en contra del imputado. Góngora testificó en contra -el autógrafo gongorino que De Paz dio a conocer en 2012 era un memorial manuscrito contra Reinoso que el poeta entregó el día que lo llamaron a declarar- pero, según la investigadora, "no queda ahí la cosa: todo apunta a que él, junto con un alguacil de la Inquisición llamado Luis de Acebedo, fue el promotor de la investigación contra Reinoso". El poeta y el inquisidor habían sido "excelentes amigos", pero Góngora achacó a Reinoso la destitución de su padre como juez de bienes de la Inquisición en Córdoba, cargo que, como otros tantos, era hereditario en la época y al que el poeta podía haber aspirado legítimamente. Según De Paz, "Góngora pensó que Reinoso, con sus turbios manejos, había sido el inductor de la relegación de su padre, y decidió devolver el golpe; conocía bien a Reinoso; eran compañeros en el cabildo de la Catedral; sabía sus debilidades". "Góngora se alió con otros que también tenían causas contra Reinoso, que era hombre de carácter, y juntos levantaron contra él la polvareda del concubinato; no les fue difícil propagar el rumor, porque dominaban los circuitos en Córdoba y Reinoso era un forastero; y fue Góngora en persona, tocando teclas en Madrid, quien consiguió que a Reinoso lo investigara la Inquisición; en definitiva, fue una venganza". Los cordobeses agraviados lograron echar de su ciudad a Reinoso, quien recibió lo que el lenguaje coloquial denomina hoy "una patada hacia arriba", ya que acabó de inquisidor en Valladolid, entonces plaza de más importancia que Córdoba.

Fuente: La Vanguardia

El Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida cerrará su edición número 60 con el estreno mañana de la versión del dramaturgo extremeño Miguel Murillo de la tragedia griega Edipo Rey de Sófocles, interpretada por la compañía Teatro del Noctámbulo bajo la dirección de Denis Rafter.
El último estreno del Festival de Mérida propone un ‘Edipo Rey’ muy humano
Compra tu entrada Se trata de la segunda obra 100% extremeña que se lleva a escena durante esta edición, como ha destacado el director del festival, Jesús Cimarro, durante su presentación hoy y que ha destacado el apoyo del público a la anterior obra extremeña, 'Coriolano', que alcanzó las 8.201 entradas vendidas durante su representación. La obra, que se representará hasta el próximo domingo, contará la historia del ocaso de Edipo, interpretado por José Vicente Moirón, quien reina en Tebas con la veneración y el apoyo de Yocasta, a la que da vida Memé Tabares. Perseguido por el castigo divino por matar a Layo, Edipo descubrirá que Yocasta era realmente su propia madre, por lo que tras la muerte de ésta, decidirá fruto de la desesperación arrancarse los ojos y reclamar el castigo que él mismo prometió para el culpable y salvar de este modos a la población de Tebas. En esta ocasión, Denis Rafter se ha inspirado en obras como 'Hamlet' para dirigir esta nueva adaptación que se ha representado un total de doce veces en la historia del festival teatral. El director ha manifestado que para la representación ha buscado mantener la originalidad de Sófocles a través de sus ideas, su espíritu y sus 'cuentacuentos' para conseguir así una fábula al final de al obra. Ha explicado que, como buen irlandés, ha tocado las piedras del teatro porque es supersticioso y ha confesado que los actores extremeños "le han hecho llorar" porque asegura que sin la "fuerza y la credibilidad" de ellos, el espacio por sí solo no supone nada. En este sentido se ha nombrado "pionero" en defender a los actores extremeños más allá del Festival de Mérida. Rafter ha asegurado que conoce el espacio del Teatro Romano y ha querido en todo momento "respetarlo" para que apoye a la obra pero que deje lucir al yacimiento romano, aspecto en el que también ha coincidido el encargado de la escenografía, Juan Sebastián Domínguez, quien estrenó con su trabajo esta edición del festival con "Salomé" y la concluye ahora con "Edipo Rey". Para José Vicente Moirón, protagonizar la versión número trece de esta obra en el festival es algo que no le gusta porque es supersticioso, pero asegura que se siente "afortunado" por poder formar parte de la que ha denominado "la tragedia de las tragedias". Asimismo, ha puntualizado que pese a ser una escenografía minimalista, supone cierta complejidad para los actores, de los que ha alabado el trabajo y la entrega durante los ensayos. La representación contará con la participación musical del grupo de folk extremeño 'Acetre', cuyo director, José Tomás Sousa, ha indicado que es la primera vez que el grupo participa en una producción teatral, experiencia que les parece "muy satisfactoria". Para ello la agrupación musical ha buscado la inspiración en las músicas mediterráneas para huir de los clásicos griegos e integrar las voces femeninas del grupo a la obra. La compañía también ha valorado el trabajo que ha realizado el diseñador del vestuario, Rafael Garrigós, quien ha señalado que el público del festival espera ver una indumentaria en esta edición que resulte "fiel al espacio" en el que se desarrolla la obra. Por su parte, Trinidad Nogales ha enfatizado que la Consejería de Educación y Cultura que dirige tenía claro que elegir Edipo Rey a través de Teatro del Noctámbulo era "la mejor manera de culminar esta edición" en un festival que ha calificado de "único en el mundo". Nogales ha anticipado que la versión es un garantía "de futuro" del teatro extremeño y ha resaltado la calidad de las artes escénicas de la región.

Fuente: HOY

Madrid (EUROPA PRESS). - Este martes se cumple el bimilenario de la muerte del primer emperador de Roma, Octavio Augusto, sucesor de Julio César y que tuvo un papel preeminente en la integración de Hispania dentro del Imperio, gracias al respeto a las costumbres y tradiciones del pueblo hispano. Así lo explica en una entrevista con Europa Press Nova Barrero, conservadora del Museo Nacional de Arte Romano que ha dirigido el ciclo de conferencias 'Augusto y su tiempo' organizado por este centro, para quien la figura del primer emperador romano fue clave para "rescatar los valores principales de la República". Octavio recibió una herencia envenenada tras la muerte de Julio César en el año 44 a.C. Junto a Marco Antonio y Lépido, formó un triunvirato que terminó con Lépido en el exilio y Marco Antonio suicidado, dejando paso a Augusto en el poder en solitario y dando inicio a la conocida como Paz Romana. "La República estaba dando sus últimos coletazos y entraba en crisis, pero Octavio supo rescatar sus valores (apoyando al Senado) y, en concreto, buena parte de los valores morales de la romanidad más antigua", ha explicado Barrero, resaltando la importancia que tuvo establecer un único control administrativo para todo el imperio. Asimismo, la influencia en España de Augusto ha sido conservada con el paso de los años en forma de arte e incluso de cultos religiosos. Octavio Augusto lideró las tropas romanas que pusieron fin a las Guerras Cántabras, así como fundó la Colonia Augusta Emeritana, constituyendo la ciudad de Mérida como capital de la provincia lusitana. "Hispania estaba en el confín del imperio, era la provincia más occidental, pero eso no le impidió a Augusto fundar nuevas ciudades y apostar por la zona", apunta la conservadora del Museo Nacional de Arte Romano en Mérida. En este sentido, destaca la elevada presencia de la figura física del emperador a través de obras escultóricas, "que no se encuentran en otras ciudades". Octavio Augusto logró la ansiada Paz Romana gracias a tender la mano a los nuevos pueblos conquistados, respetando sus culturas e incluso sus religiones. "Supo hacer una transición con los territorios que se iban añadiendo, permitiendo continuar con su modo de vida, las creencias...se logró una cierta simbiosis en la que los propios pueblos entendían también los beneficios de pertenecer al Imperio romano", ha señalado. Precisamente, con motivo de este centenario varias provincias españolas están asumiendo la labor de reconocer la figura de este emperador, aunque la propia Barrero asume que la actual situación económica impide "afrontar más responsabilidades". "Está siendo complicado desde todos los centros, querrían haber hecho más actividades, más programas públicos para valorar la figura del emperador", ha afirmado. El Museo Nacional de Arte Romano de Mérida acoge desde el 4 de julio de este año hasta el 6 de enero del año 2015 la exposición 'Augusto y Emérita'. Esta exposición ha contado con el respaldo del Fetsival de teatro de Mérida, quien en su edición de este año también ha tenido un recordatorio para la figura del emperador. Por su parte, Córdoba, otra ciudad que conserva importantes vestigios del paso del emperador romano, ha celebrado el 'año Augusto' con la puesta en marcha de distintas actividades con talleres en el templo romano. En Aragón se han organizado a lo largo de todo este año conferencias, teatralizaciones, talleres infantiles y para la familia, recreaciones históricas y varias exposiciones, una serie de actos organizados por el Gobierno de Aragón y los ayuntamientos de Zaragoza, Calatayud, Huesca, Tarazona y Velilla de Ebro.

Fuente: La Vanguardia

 

Los pasos de Miguel Ángel Valero entre las ruinas son rápidos y seguros. Serpentea evitando obstáculos invisibles para quien no conoce el terreno al milímetro. Y, con una sonrisa de pasión imborrable, el director de la excavación reconstruye en la imaginación la monumentalidad de la sala en la que se encuentra el mosaico romano de 231 m2 que ha conmovido a la comunidad científica internacional. Es el mosaico figurativo más grande de España y todo el Imperio Romano. No en vano, Katherine Dunbabin, profesora emérita de la Universidad de Oxford y una de las más grandes especialistas en arte musiviario y romano, quedó asombrada con su tamaño y calidad: «El mosaico más impresionante que he visto de todo el Imperio Romano». En una suave ladera que bascula hacia el sur, por donde discurre el arroyo del Tejar, se encuentra el yacimiento arqueológico de Noheda, Cuenca. Una villa monumental romana que ha provocado una disputa entre el ya antiguo propietario de la finca y las administraciones públicas. El ayuntamiento de Villar de Domingo García, localidad a la que pertenece la pedanía, inició este año la expropiación de urgencia de los terrenos en los que se encuentra el yacimiento. Se estimó el valor de cuatro hectáreas en 7.000 euros y se creó una comisión técnica para decidir el justo precio del patrimonio. La defensa del propietario, dirigida por el abogado Manuel Serrano Conde, interpuso este julio un recurso al entender que «no se puede valorar el terreno separado del hallazgo». ¿Cuál es el precio de la Villa de Noheda? Antes de intentar contestar a esta pregunta, se torna necesario citar a Antonio Machado. Y es que «todo necio confunde valor y precio». El valor científico e histórico de la villa romana es incalculable. El derrumbe del techo y paredes de la villa han permitido una conservación casi perfecta, una cápsula del tiempo que nos lleva 16 siglos atrás, hasta el IV después de Cristo. El mosaico no sólo destaca por su tamaño (231 metros, con una parte emblemática central de 10x12m), que supera al pompeyense de Issos (2'72x5'13m). También es única la calidad artística de los cinco pasajes que contiene. Dos muestran una pantomima representando una obra. Sólo en Pompeya aparece otra de estas compañías al completo, pero no actúan; se preparan para hacerlo. Se cree que Noheda, más allá del mosaico visible, es un auténtico iceberg con el 90% de sus tesoros aún bajo la superficie. Así lo entiende Miguel Ángel Valero Tévar, el actual arqueólogo director de las excavaciones de la villa. Lo excavado, y queda mucho, es un tercio del tamaño de La Villa del Fauno, la casa más lujosa de Pompeya, en la que se encuentra el mosaico citado de Issos. El esplendor de la Villa fue de la mano del gobierno de Teodosio (379-395 d.C), natural de Hispania y último emperador del Imperio Romano antes de su división. Por lujo, arquitectura y posición estratégica, su propietario «debió ser el Emilius Botinus de la época», nos cuentan. El director de las excavaciones lo explica de diferente modo: «Sólo una persona muy poderosa y cercana al emperador podía importar mármoles de lo que hoy es Túnez, Egipto, Libia, Turquía, Grecia, Italia, España y Portugal». En las cercanías de la villa abundan minas de lapis specularis (el cristal romano), recurso muy escaso que se exportaba a todo el Imperio. El balneum (termas privadas de 900 m2) es, junto al de la Villa de la Olmeda (Palencia), el más grande de España. Y aún así le saca un cuerpo a las famosas termas eróticas de Pompeya, con sus sólo 800 metros. La ley de Patrimonio estima un premio de hasta el 50% del valor de los bienes a repartir entre el descubridor y propietario de los terrenos. Como precedente, en Carranque (Toledo), en 1983, un pastor descubrió trozos de un mosaico que había arrancado el arado. Resultó pertenecer a la Villa de Materno Cinergio, uno de los gobernadores más importantes también en el siglo IV d.C, coetáneo a Noheda. El pastor recibió tres millones y medio de pesetas (21.000 euros). Sólo el 10% que se estima descubierto de la villa de Noheda supera ya la planta de la villa de Materno, de 1.200 m2, y con un triclinium que alberga el más importante mosaico del complejo, con 120m2, muy lejos de los 231 metros de Noheda... No sería, pues, descabellado que alguien creyera que, si por el hallazgo de la villa toledana se estimó un premio de siete millones de pesetas (75.000 euros aplicando el IPC a hoy), el premio por Noheda no debería de bajar del millón de euros. ¿O es esto confundir valor y premio?
Precedentes de la disputa La villa romana de Noheda asomó a este mundo en 1984. Se realizaban labores de labranza en la finca de la familia Lledó cuando quedó al descubierto un pedazo de mosaico. Aún así, no sería hasta 2005 cuando, tras comprar los terrenos a su hermana, José Luis Lledó Sandoval comunicaría el descubrimiento al Ministerio de Cultura. Tras una primera cata, 80 metros cuadrados de mosaico salieron a la luz. Entonces se negoció con la Junta de Castilla-La Mancha la donación de los terrenos a cambio de la creación de una Fundación de la que formaría parte y a la que daría nombre. Pero no hubo acuerdo. Lledó hizo varias propuestas de estatutos que la Junta consideró inasumibles. Ahora ha dejado, incluso, de ser el dueño de los terrenos. Para 2015 la Diputación de Cuenca tiene proyectado, con un presupuesto de 800.000 euros, la construcción de un edificio que reemplace la carpa que ahora cubre las excavaciones. Pero la batalla aún no ha concluido. Lejos de los despachos, bajo unas lonas blancas como toda protección, el mosaico de Noheda luce su historia. Allí, en el juicio de Paris (número 1 en la foto), Hera, Atenea y Afrodita se disputan la manzana «a la más bella» y Paris acaba raptando a Helena, la esposa del rey de Esparta. Entonces ardió Troya.

 

Fuente: EL Mundo

Últimas Noticias


Con el patrocinio de la
JUNTA DE EXTREMADURA
Consejería de Cultura, Turismo y Deporte


 

Agenda

More in Agenda  

Últimas Publicaciones

  • Inventario de Publicaciones
    MEMORIAS (Trabajos de investigación de historia y arte de Extremadura)   Memorias de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes I. -- Trujillo: Real Academia de...
More in Publicaciones  

Boletines

More in Boletín