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El próximo día 24, lunes, a las 19 horas, se presentará en la Biblioteca de Extremadura el nº 5 de la revista ALBORAYQUE,dedicado a las escritoras extremeñas. En el acto intervendrán la Consejera de Cultura,Trinidad Nogales; Justo Vila, que coordinó la entrega y dos de los colabadores en la misma, Carmen Fernández-Daza y J. I. Rodríguez Hermosell. Moderará el acto Manuel Pecellín Lancharro.

Francisco Pedraja y Eduardo Naranjo en el jurado del Premio de Pintura al Aire Libre, de Badajoz
Más de cien artistas pintan el Casco Antiguo a su manera El cordobés Jaime Jurado Cordón volvió a ganar y el cacereño Federico Plasencia fue segundo Fuente: J. LÓPEZ-LAGO | BADAJOZ. HOY
'Pirulo' es ese personaje que pulula por el Casco Antiguo acarreando chatarra, hablando con su perro y jactándose de las veces que él y su delirante discurso de la vida han salido ya en televisión. Desde ayer puede añadir que también le han hecho un retrato al óleo.

El autor es Alberto David Fernández, llegado desde Segovia para participar en la XII edición del Concurso de Pintura al Aire Libre 'Ciudad de Badajoz', quien la tarde antes decidió pasear por el Casco Antiguo y decidió plasmar esta parte humana del barrio, al contrario que otros que eligieron sus monumentos, la perspectiva de sus arcos o la textura de sus calles peatonales.

De nuevo el certamen ha vuelto a superar su participación, de los 96 pintores del año pasado a 122 ayer cuando a la una de la tarde acabó el plazo para sellar el lienzo que había que entregar terminado antes de las siete. Esto explica que desde bien temprano los transeúntes se toparan extrañados con pintores por las calles, rincones y plazuelas del Casco Antiguo. En calles como San Juan había a media mañana catorce caballetes cuya evolución seguían los paseantes.

Al final ganó por segundo año consecutivo el cuadro de Jaime Jurado Cordón, de Lucena (Córdoba) y en segundo premio fue para Federico Plasencia Chacón, de Cáceres. Solo 29 de los participantes eran de Badajoz capital y extremeños no pacenses se contabilizaron 46, por lo que la representación de otras provincias fue muy numerosa, destacaron tanto el alcalde Miguel Celdrán y la concejala de Cultura Paloma Morcillo, que se alegran de que el certamen sirva además para que venga gente a conocer Badajoz. De hecho, la organización paga el hotel a quien viene de lejos y esta vez han sido 70 los alojados.

No era el caso, por ejemplo, de Manuel Calderón, que a las cuatro y media de la mañana ya estaba en pie para viajar desde Peraleda del Zaucejo y participar en el concurso. Aunque vive en Toledo, este extremeño trabaja en Madrid conduciendo por la Gran Vía un camión de la basura por las noches. Ahora está de vacaciones y como vio el anuncio del concurso en la prensa se lanzó. Solo lleva un año recibiendo clases. «no pienso en ganar, quiero quitarme el miedo de sentarme en una calle y ponerme a pintar porque hasta ahora me sentía cohibido y solo mostraba mis trabajos al final. Por primera vez me he atrevido con lo urbano porque mi afición hasta ahora era retratar animales, sobre todo perros», decía ayer este concursante que escogió la esquina de las calle Norte y Encarnación. «Es que las he visto tan abandonadas que quiero revivirlas en el lienzo», decía mientras llevaba a su lienzo los desconchones.

Más veterana con la paleta es la pacense Úrsula Riquelme. Su padre ya era artista y ella pintaba desde pequeña. Además, tiene varias exposiciones en su curriculum, ya participó en este mismo certamen hace dos años y durante su estancia en Canarias se dedicaba a pintar en la calle. «Me gusta este concurso porque la gente se tiene que acostumbrar a ver a los artistas con el caballete pintando al natural», explicaba mientras hacía tiempo para que los veladores de la Plaza de la Soledad se fueran llenando de gente. Ése era el ambiente que quería plasmar ayer en su lienzo.

13.000 euros en premios El éxito de este concurso de pintura al aire libre estriba en la cuantía de los premios. Se reparten 13.000 euros en total, siendo los dos primeros de 2.100 y 1.800. Después hay siete premios más de entre 1.400 y 1.200 euros que donan la empresas Joca, Grupo Event, Sonido Juan Ángel, Limpesa, Palicrisa y Tecnigraf, éste último al mejor artista extremeño (y que ganó el pacense Ramón de Arcos), que hacen atractivo venir a concursar.

Además, hay diez accésits de 150 euros cada uno que también compensan una jornada que puede llegar a ser muy dura si el calor aprieta, como ocurrió ayer a algunas horas del día. De hecho, los gorros de paja eran vestuario habitual entre los artistas, que tan mano como los colores tenían siempre el agua convenientemente refrigerada en termos la mayoría.

Este condicionante, el de pintar en la calle, en verano y en Badajoz,era el que más llamaba la atención del presidente del jurado, el catedrático y pintor Francisco Pedraja, que hizo pública su admiración por la valentía y resistencia de los  concursantes. Además, observó cómo había subido el nivel de calidad este año. Junto a él valoraron los trabajos presentados el pintor Eduardo Naranjo, los críticos de arte Javier Rubio Nomblot y Martín Carrasco y la galerista Ángeles Baños.

El académico de la RAEx, don Manuel Pecellín Lancharro, recibirá el próximo día 7 de septiembre en el teatro romano de Mérida la Medalla de Extremadura como reconocimiento a toda una vida dedicada al libro y a la cultura extremeña. Los otros galardonados de este año han sido la población de Zalamea de la Serena, la Universidad de Mayores de la UEx, el industrial portugués Manuel Rui Nabeiro y Mercedes Moreno, voluntaria implicada en la integración de la población reclusa.

PECELLÍN LANCHARRO,  Monesterio (Badajoz), 14-IX-1944. Licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca con Memoria sobre Teilhard de Chardin. Doctor en Filosofía por la Complutense, con tesis sobre el Krausismo en Extremadura. Catedrático de Instituto (1976). Profesor de Antropología Cultural en la Escuela Universitaria Santa Ana, de Almendralejo. Miembro del Equipo de Estética de la Facultad de Filosofía de la Universidad de Sevilla. Director de los Institutos “Pedro de Valdivia” (Villanueva de la Serena) y “Reino Aftasí” (Badajoz); fue Director del Servicio de Publicaciones de la Diputación, del Centro y de la Revista de Estudios Extremeños; Presidente de la Asociación de Escritores Extremeños; Consejero Asesor de la Asamblea de Extremadura. Coordinador de El Urogallo Extremadura. Responsable del área de “Ciencia y Pensamiento” de la Gran Enciclopedia de Extremadura; cofundador y vicepresidente de la UBEx; fundador y director del boletín bibliográfico Oeste Gallardo. Tomó posesión como miembro de la Real Academia de Extremadura de las Artes y de las Letras el 23 de abril de 2005.

 

En 1971, al reunir por vez primera su obra poética, Félix Grande utilizó ya este título, Biografía, y se ha venido reiterando en sucesivas ediciones, algunas con ampliaciones, hasta la presente. No es cuestión menor que esa voz que nombra la vida dé nombre a la escritura poética que deberá leerse entonces en cuanto relato o, mejor, relación de lo vivido, claro que en clave poética y, por tanto, no al uso del género de la biografía. Y es significativo que se diga biografía y no autobiografía, lo que indica ya que entre el individuo real y la voz que habla en estas páginas hay siempre una distancia, una enajenación o desapropiación, que encontraría su manifestación más elocuente en ese Horacio Martín -“mi heterónimo, o mi maestro”- al que se hace autor de parte de la obra, Las rubáiyátas, firmada por Félix Grande. Esta cuidada edición, que es norma de la casa y que ha de tenerse por un índice de canonización importante, reúne casi toda la poesía de Grande, con la inclusión del hasta ahora inédito La cabellera de la Shoá, y un prólogo de Prieto de Paula con interesantes comentarios sobre los distintoslibros. Nacido en Mérida en 1937, criado en Tomelloso y asentado en Madrid, a Grande se le deben además de su poesía varios libros de narración, ensayos sobre literatura o flamenco y una importante tarea durante años en Cuadernos Hispanoamericanos, revista de la que fue director. Quien se ha definido en cuanto poeta como un “servidor del lenguaje y de las emociones” ha de ser reconocido como uno de los grandes contemporáneos. Servidor del lenguaje tanto como del otro, de lo colectivo -de la “tribu” para decirlo con término que él reitera-, lo que ya al cerrar Las piedras (1964) quedaba expresado en esta
personificación: “Palabra, dulce y triste persona pequeñita”. Sin restar la importancia y significación de los anteriores libros, Grande es, quizá sobre todo, el autor de Blanco spirituals, libro que en 1967 -fecha de la edición cubana, en España se publicó 1969- supuso toda una renovación de la temática social o comprometida o moral al integrarla en formas ligadas a las vanguardias además de incluir referencias al jazz, al rock & roll, etc. Como se ha dicho tantas veces, había en este libro rasgos de lo que enseguida se denominaría novísimo. Luego vinieron los poemas en prosa de Puedo escribir los versos más tristes esta noche (1971), excelentes, imaginativos, con una magia particular. Y a continuación la creación de Horacio Martín y sus rubáiyátas, donde con la sombra de Omar Jayam, pero también las de Pessoa o Machado sobre el “personaje”, los poemas son un canto al cuerpo, al placer, al deseo, exaltación de la pasión que incluye también la pérdida, la separación final de los amantes, un libro importante en el discurso poético del amor. Con el intermedio de La noria, reunión de poemas diversos en asuntos y formas, buena parte de ellos homenajes a escritores y donde no faltan figuras familiares, Biografía se cierra ahora con la novedad de La cabellera de la Shoá, espléndido, que con cierta dicción bíblica presta su voz, plena de emoción, al horror, al mayor horror de nuestra civilización. Sí, Félix Grande es uno de los grandes de la poesía actual.

 

Fuente: El Cultural de "El Mundo" (24 junio 2011)

El Parador de Mérida acogió el pasado día 18 de junio la asamblea para la elección del presidente y la junta directiva de la Asociación de Cronistas de Extremadura.
Se presentaban dos listas, una encabezada por el cronista oficial de Brozas, Francisco Rivero; y otra que encabezaba el cronista oficial de Jerez de los Caballeros, Feliciano Correa. Resulto elegida esta última, que la componen como vicepresidentes Alberto González Rodríguez (de Badajoz) y Fernando Flores del Manzano (de Cabezuela del Valle). Es secretario el cronista de Llerena, Luis Garraín Villa; tesorero el de Montánchez, Hilario Jiménez García; y vocales los cronistas de Trujillo ( José Antonio Ramos Rubio) y de Olivenza (Luis Alfonso Limpo Píriz). Será director de comunicación de la Asociación el cronista de Mérida, Fernando Delgado.
Es propósito de la directiva llevar a los cronistas al mejor y mayor conocimiento de toda la sociedad, poner en valor sus trabajos y sus servicios para las localidades, lograr que tengan un lugar en el protocolo oficial y un espacio específico en la sede municipal donde realizar su tarea. En otro orden de cosas y en el discurso final del nuevo presidente, se puso de manifiesto su idea de vertebrar una serie de acciones que logren redactar una teoría sobre la naturaleza y funciones del cronista oficial en el siglo XXI, además de establecer convenios de colaboración con otras instituciones públicas, o privadas, como la Dirección General de Patrimonio, Universidad de Extremadura, colectivos de emigrantes, casas regionales, asociaciones culturales, entre otras.
No se dejó de lado la conveniencia de poner en circulación un medio escrito o en la red que comunique a los cronistas entre sí y que llegue a la sociedad, a fin de que queda patente la enorme tarea de servicio público que este colectivo presta a Extremadura. En la clausura del acto estuvieron presentes el alcalde de Mérida, Pedro Acedo, y el concejal de Cultura, Ángel-Pelayo Gordillo Moreno.

Fuente: HOY

 

Acaba de publicar 'La hermana muerta', una conmovedora elegía tras la muerte de su única hermana y de su padre Santiago Castelo Escritor, periodista y presidente de la Real Academia de Extremadura. Ligado durante décadas al periodismo cultural y de opinión, Santiago Castelo asegura que por primera vez no entiende «la política extremeña» aunque está convencido de que lo que ha ocurrido en España el día 22 de mayo es «la consecuencia de un señor llamado José Luis Rodríguez Zapatero y de una política errática».

-¿'La hermana muerta' es una elegía?
-Desde el primer verso hasta el último es una elegía profundamente dolorida, profundamente serena y profundamente esperanzada. Pero es un dolor que estaba ahí y que había que curarlo de alguna manera.

-¿Se lo debía a su hermana o se lo debía a usted mismo?
-Pues no lo sé, la pregunta es muy buena, porque desde luego posiblemente se lo debía a mi hermana pero me lo debía a mí porque con el libro he terminado el terrible duelo, la terrible sensación de orfandad, de soledad, que me produjo la muerte de una persona que era mi hermana pequeña. Los dos únicos hermanos, los dos solteros. Una muerte que te crea un desequilibrio. Yo he pasado los dos peores años de mi vida. Porque a continuación se junta la muerte de mi padre, que son 91 años, pero es terrible, te deja completamente descorazonado.

-Su padre murió poco después de su hermana ¿no?
-Diez meses después.

-¿La poesía siempre es fruto del dolor? ¿La felicidad es poco 'productiva'?
-A nivel popular gusta más la del dolor, la poesía de la soledad, del desamor. Gusta más que la poesía del amor presente, del gozo, la poesía de la vida. No me quejo, soy un poeta vitalista, aunque me he dado cuenta ahora con este libro que a la gente le emociona mucho, le conmueve muchísimo lo que es la pura elegía.

-¿A qué le teme ahora, vitalmente?
-Siempre he dicho que le temía al dolor, a la soledad, a la muerte. He intentado hacerme amigo de la muerte, quizás porque los niños de mi generación en Extremadura estábamos más familiarizados con la muerte que los niños de ciudad. Sabíamos más cosas de la vida y de la muerte. Entre otras razones porque si se moría alguien lo veíamos, estábamos en la cercanía, no se ocultaba la muerte. Y ahora se oculta. A mí ha habido mucha gente que me ha dicho que qué título tan duro, 'La hermana muerta'. Pues muy gráfico, muy seco y muy escueto. Porque le tenemos miedo.

-¿Para qué sirve la literatura?
-Quizás en estos casos como catarsis. A mí, me ha servido de mucho el poder escribir porque esto era como una especie de diario y de pronto en esos meses de orfandad, de duelo, esos versos de Quevedo que abren el libro: «Y no hallé cosas en que poner los ojos/ que no fuese recuerdo de la muerte» son verdad. En el verano de 2009 se muere un chico de Granja y me impresiona extraordinariamente, y hay un poema, que se llama 'Memoria del 2 de agosto'. Cuando recibo la noticia de la muerte de Dani Jarque, el capitán del Español, que estaba hablando por teléfono con su mujer, embarazada, y se presenta la muerte, claro, como era la misma muerte, los ataques al corazón, los infartos fulminantes, eso te deja destrozado, porque la visión de la muerte desde la enfermedad, desde la consunción, lo vas asimilando; lo malo es cuando la muerte se te presenta de la manera más traicionera.

-¿Y para qué sirve la amistad?
-Comprendo que yo soy hombre de amistades, hombre de lealtades enormes. Tengo amigos a derecha e izquierda. Me compensa muchísimo. No me imagino la vida sin los amigos.

-¿Escribirá sus memorias?
-Creo que no. Estoy publicando algunas cosas de recuerdos en el blog de ABC, de cosas vinculadas al periódico, pero creo que cuando se llevan tantos años, tantos años.

-¿vale más su silencio?
-Vale más mi silencio. Y no vale la pena. Porque lo que puede llamar la atención son las miserias, ¿y vale la pena perder los amigos? No.

-¿No siente la necesidad de ajustar cuentas?
-Sinceramente, no. He perdonado y he olvidado. Es lo mejor.

-Sin embargo, un maestro suyo como Pedro de Lorenzo escribió un libro ajustando cuentas.
-Fue una gran equivocación. 'Diario de la mañana. Flora y fauna de ABC', que así se llamaba el título y el subtítulo. Un libro que a mí me costó lágrimas de sangre. Lo digo sinceramente. Porque fue una equivocación enorme, enorme, de Pedro. Dicho por su mujer y por mí, que soy, con Tomás Martín Tamayo, los dos albaceas de Pedro de Lorenzo. Su mujer y yo nos opusimos al libro. Pedro, que vivía por la foto, por la nota, por la conferencia, las cuatro líneas, que era lo que le daba vida, de pronto se cierra la puerta. Eso fue terrible. Yo le traté con un cariño enorme los últimos años de su vida. ¡Pero qué equivocación!

-¿Pero escribirá semblanzas de los grandes personajes que ha conocido: Max Aub, Borges.?
-Sí, porque además es fácil. Si te falla la memoria tiras de archivo y ves el artículo por ejemplo que escribí en una revista universitaria y la foto en la que estamos los tres: Max Aub, su mujer y yo. Tendría yo veinte o veintiún años, no tenía más. La amistad con Luis Rosales. Pero eso sí, la memoria dulce. El médico de mi pueblo, que es pariente mío, Felipe Sánchez, dice siempre con mucha gracia: «A ti te gusta cultivar la memoria dulce».

-Mójese opinando. ¿Cree que Ibarra está amortizado políticamente?
-Creo que no, sinceramente no. No nos engañemos, es un gran político. Comprendo que yo con Ibarra, me dices que me moje y me mojo. No tengo inconveniente: somos del mismo año, nos conocemos desde que éramos jovencillos. Cuando Ibarra era un régimen, que la gente le tenía esa especie de veneración, yo hablaba con él y él sabía como pensaba yo y yo como pensaba él. Y nos decíamos las verdades del barquero. Yo no creo que Ibarra esté amortizado, qué va. Otra cosa es que ahora te quiera jubilar todo el mundo, que nos quieren jubilar a los cincuenta y cinco o cincuenta y seis años, pero no que esté amortizado. ¡Ahora es cuando más sabe!

-¿Qué es lo que menos le gusta de la política extremeña?
-Que no la entiendo. En estos momentos no la entiendo. [Risas]. Pero en fin, creo que aquí han pagado justos por pecadores porque, señores, lo cierto es que lo que ha pasado en España el día 22 de mayo es la consecuencia de un señor llamado José Luis Rodríguez Zapatero y de una política errática y de un hombre que les tiene confundidos.

-¿Qué necesita Extremadura de España?
-Iba a decir comprensión, que es lo que he pedido tantas veces. Nosotros hemos sido durante muchísimos años unos desconocidos. Ahora me da miedo tanto conocimiento porque temo que no nos dejen vivir a base de colonialismo. Pero comprender por qué somos como somos, nuestras lealtades. Hemos sido siempre así. Ya lo fuimos en la conquista. Llevamos el nombre de nuestra Virgen, de nuestros pueblos, que trasplantamos a América, pero lo hacíamos por los reyes de Castilla y de León. Hemos sido siempre profundamente españolistas. Entonces lo que pido también es que comprendan un poco a los extremeños, que no venga un idiota de turno nacionalista y nos quiera quitar el AVE por un capricho cuando él se lo ha llevado ya todo.

-¿Se imagina en un cargo político electo?
-No. Yo he tenido ofrecimientos. Me ofrecieron ser gobernador civil en la transición con Fraga de ministro de la Gobernación. Luego, el PSP de Tierno, y yo tuve buena relación con Tierno, se le dio un homenaje a Carmen Conde en Madrid y entonces yo hice el elogio del exilio interior y cómo el exilio interior había sido lo más duro, porque claro, el que se fue lo pasó mal al principio, pero luego se colocaron y estaban estupendamente. Pero el interior estuvo durante todo el exilio aquí dentro y vigilado. Entonces Tierno me oyó y a los pocos días, un chico que estuvo en el PSP, Martín Rodríguez Contreras, de Oliva de la Frontera, fueron a él y por la vía de Tierno me lo pidieron. Yo me desengañé mucho cuando fundamos aquí, en Madrid, el grupo extremeño de AREX y todo aquello se le entrega después a UCD. Es cierto que entonces, con veintitantos años ser gobernador. [y hace un gesto de asombro y de complicidad]. Fue esa época que nombraron gobernadores civiles a una serie de chicos menores de 30 años para que se viera que eran jóvenes y no tenían carga política ninguna; personas como Emilio Contreras o un hijo de Jaime Miralles. Y es verdad, yo estaba en la lista.

-¿Qué provincia era?
-No me ofrecieron la mía, porque si me hubieran ofrecido la mía ¡a lo mejor! [Risas].

-¿Quién cree que va a ser el presidente de la Junta, Fernández Vara o Monago?
-No lo sé. Estamos todos iguales. Por primera vez en muchos años no sé lo que está pasando en Extremadura. Y me gusta tener las claves, porque tengo amigos a un lado y a otro, pero ahora no sé nada.

-En su caso, ¿regresar a Extremadura es una opción lejana?
-No, en absoluto. Raro es el mes que no voy tres o cuatro veces. Y semanas en las que voy dos veces. Salgo a las siete de la mañana y vuelvo a las cuatro de la tarde, me pego unas palizas de muerte. (Tengo la ventaja de que no conduzco). Pero no me cansa ir a Extremadura. Se me hace cercanísima. De tal manera que voy a Trujillo, a la Academia, como el que va a la oficina.
-¿Por cierto, para qué sirve la Academia?
-Eso se lo ha preguntado muchísima gente. Y también ahora, con los jaleos que ha habido con la Academia de la Historia. Sirve, no digo que para limpiar, fijar, y dar esplendor, que es el lema de la Española, pero sí para ajustar determinadas cosas, reglamentar y trabajar para que, cuando te pidan informes, tengas un equipo que desde la altura, desde la independencia, puedan pronunciarse, porque a veces esos informes molestan al poder político, que a lo mejor quiere hacer una autovía por lo alto de donde hay un castro romano o unas viviendas visigóticas. Y al mismo tiempo, la Academia tiene esa función de reconocer los valores de personas que se merecen ser académicos.
-Dígame tres autores que hayan sido imprescindibles en su vida, en su formación.
-Uno es Manuel Machado, otro Luis Rosales y otro un poeta injustamente olvidado, que a mí me gusta mucho, que es Rafael de León, el autor de tantas coplas. Yo soy un niño que ha nacido al calor de las coplas en un pueblecito de la Baja Extremadura y de verdad, siempre he creído que si yo me paro un día a pensar lo que es un verso fue sentado en el umbral de mi puerta, con siete años, mi madre tenía un taller de costura, estaba la radio puesta y estaba cantando Conchita Piquer 'Candelaria la del puerto'. Y hay una figura que dice: «Voy vestida de cristales con el alma al descubierto/quien se acerque a mis umbrales no dirá que no le advierto». Y entonces es la primera vez, un niño de pantaloncito corto, con siete años, sentado al sol en el umbral de la puerta, que me paro a pensar: «Si tienes el alma vestida de cristales se te ve todo, pero no llevas el cuerpo al descubierto». Es decir, un verso de una copla popular.

-¿Conserva el recorte de su primer artículo publicado?
-Sí, publicado en HOY. Lo tengo guardadito en un tomo. Tengo dos. Un cuento de navidad sobre un niño tontito que había en mi calle, dos casas más abajo de la mía, que murió, se llamaba Marcelo y luego, un artículo muy valiente del se-ñor Cas-te-lo [y ríe mientras subraya cada sílaba de su apellido] sobre un poeta de Granja de Torrehermosa que murió exiliado en México, Ventura Villarrubia, que ya tiene calle en el pueblo. Otra necrológica. Reconozco, como decía González Ruano, que a mí los muertos desde el principio se me han dado muy bien.

-¿Nunca se ha sentido próximo a un grupo poético?
-Vamos a ver, en mis comienzos, con vinculación a la tierra, con los tres grandes poetas de entonces mantuve una relación estrechísima, con Pacheco, con Delgado Valhondo y con Lencero. Yo de quien estaba más cercano y conservo cartas (una la tengo enmarcada en mi casa) es de Jesús Delgado Valhondo. Mi estética es muy cercana a la de Delgado Valhondo: el temor a la muerte, la melancolía de desaparecer, el paisaje. No es por ejemplo la poesía a veces un poco fuera de tono de Pacheco o de Lancero, con aquella poesía de una cierta carga social. Porque yo curiosamente que tenía todos los ingredientes para haber sido un poeta social, quizás por carácter, en lugar de ser estridente, haber levantado el puño y tal, pues no, mire usted, todo eso lo matizo por la melancolía, por la saudade de la desaparición, de la lejanía, De tal manera que ese poeta que tiene absolutamente toda la carne del exilio, que se tiene que venir con su familia, con 16 años, levantar la casa, venirte a un piso pequeño en el barrio del Pilar, empezar todos de nuevo, esa cosa terrible, esa emigración última de mediados de los sesenta, pues para uno sin embargo, la memoria de Extremadura no ha sido nunca una memoria agria, es una memoria dulce, de recordarlo todo con melancolía, con suavidad. Hombre, también he tenido la suerte y hay que decirlo porque si no este libro tampoco se entendería en su justa medida, de que he sido un hombre de fe y, bueno, cuando te pasan estos casos con lo que son las muertes, la fe ayuda, es un amparo.

 

FUENTE: Juan Domingo Fernández | HOY

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