El pasado sábado en Badajoz, en el idílico marco de la Biblioteca de Extremadura, la Unión de Bibliófilos Extremeños celebró su día grande, el Día del Bibliófilo, durante el que se rindió sentido y merecido homenaje al universal escritor de Alburquerque, Luis Landero.
La mañana, como de costumbre, comenzó con la apertura del mercadillo de libros que, en esta ocasión, organizó Carisma Libros dando la oportunidad a los asistente de adquirir títulos antiguos y nuevos de literatura, arte, etnografía e historia extremeña, así como una cuidada selección de las novelas editadas por el gran coprotagonista del día, Luis Landero (el principal protagonista este día siempre es el Libro).
Desde Madrid, Sevilla, Cáceres… fueron llegando los socios en sus coches, como también lo hicieron, esta vez en autobús, el siempre nutrido grupo de bibliófilos de La Serena que, junto con los amigos llegados desde Alburquerque, conformaban más del setenta por ciento de los asistentes.
A las 11:30, media hora antes de lo previsto, llegaba Luis Landero, acompañado de su cuaderno de notas y de una generosa sonrisa. Venía vestido de chaqueta gris y camisa blanca… blanca y luminosa, como la espléndida mañana que Badajoz nos regalaba.
Tras los saludos de rigor, los apretones de manos entre socios, los abrazos y las primeras fotos de recuerdo, la algarabía se fue silenciando, los bibliófilos se sentaron y se formó la mesa. El primero en intervenir fue el director de la Biblioteca de Extremadura , don Justo Vila, quien dio la bienvenida a los presentes y agradeció a la UBEx el hecho de haber elegido la gran biblioteca extremeña para celebrar el Día del Bibliófilo, lugar que –dijo- entendía natural y propio para tan señalada festividad. No se resistió Justo a contextualizar la figura de Landero en el panorama de las letras extremeñas, haciendo para ello un ligero pero acertadísimo repaso por las mejores plumas extremeñas de todos los tiempos, la inmensa mayoría de ellas representadas, como bien señaló, entre los fondos custodiados en la alcazaba.
A Justo lo sucedió en el uso de la palabra doña Carmen Fernández-Daza, presidenta de la Unión de Bibliófilos, quien con la delicadeza y el exquisito uso del lenguaje que le caracterizan realizó una acertadísima semblanza personal de Luis Landero, de lo que el libro significa para el conjunto de los bibliófilos y del libro en si, de ese ser vivo -como después lo definiría Landero- que comunica unas bibliotecas con otras como una verdadera red de redes.
A continuación, el académico de la Real de Extremadura don Manuel Pecellín Lancharro tomó la palabra para hacer un breve pero acertado y juicioso repaso por la bibliografía del invitado, exaltando en todo momento el común denominador que vincula a toda la producción literaria de Luis Landero y que no es otro que el gran dominio que posee del lenguaje y la facilidad que tiene para contar las cosas desde la sencillez.
Los elogios de los intervinientes fueron tantos hacía el homenajeado, que cuando a éste le tocó intervenir el gran contador de historias se quedó sin palabras y a penas pudo balbucear cohibido unas frases de agradecimiento. Superado el breve shock, Landero abrió su alma a los presente y nos dedico una charla intimista, cercana y sincera en el que recordó sus años de infancia en Alburquerque, puso de manifiesto su carácter rayano y compartió con los presentes la curiosa historia de su relación con los libros y la literatura.
Acabada la intervención de Landero, que pasará a la historia de la UBEx, sin duda, como una de las más brillantes (y las ha habido muy buenas), la presidenta doña Carmen Fernández-Daza entregó a Landero dos ejemplares del Libro Homenaje editado para la ocasión en el que diferentes críticos literarios se encargan de analizar y ensalzar la obra y el lenguaje del escritor de Alburquerque.
Para finalizar el acto, le tocó el turno a la música, la que llegó de la mano de los guitarristas Raúl Fernández y Manuel Iglesias, quienes ofrecieron un pequeño concierto al que titularon “Las guitarras cantan”.
Tras la firma de libros, se pasó a la comida que tuvo lugar en el patio de la Biblioteca. Entonces, los ibéricos, el vino de la tierra y el gazpacho se mezclaron con la charla distendida de los socios, el vaivén de libros, el calor de las guitarras y las voces flamencas que, motu propio, volvieron nuevamente a intervenir. El ambiente fue poco a poco tomando color, calor y sabor hasta llegar al caso de que el propio Luis Landero, siempre cercano, se arrancó por Paco de Lucía a la guitarra y la presidenta de la UBEx hizo gala de su desconocida (para muchos) faceta de bailaora flamenca.
Sin duda, una tarde inédita e idílica que pasa a formar parte, con gratísimo recuerdo, de los anales de la UBEx.
Bartolomé Miranda Díaz