Isabel Mijares (Mérida, 1942) es conocida como la Dama del vino en España. Acumula una lista extensa de importantes reconocimientos. Fue la primera enóloga de bodega en España. Pasó su infancia en Extremadura hasta que se marchó a Madrid para estudiar Química.
Luego emprendió viaje a Burdeos, donde se especializó en una de las escuelas vitivinícolas más prestigiosas del mundo. Es miembro de la Real Academia de la Gastronomía y elegida por la revista Wine Up como la mujer más importante que ha dado el vino en este país, pero también es la invitada de lujo para dar una conferencia en el VII Vinito Emprendedor que organiza la Coordinadora de Empresarios de Almendralejo (Ceal). La cita es el 28 de junio en Bodegas Payva, a las nueve de la noche.
--¿Cómo se siente al saber que es la mujer más importante de España en este sector?
--Creo que es una exageración. Llevo muchos años trabajando por el vino español y he dedicado mi vida a ello, quizá ese hecho valga este reconocimiento.
--Mujer, empresaria, exitosa. ¿Algún secreto para ello?
--Yo empecé con muchas mujeres, pero quizá ninguna se atrevió a ir a una bodega. Sorprendió ver a una mujer que opinaba de vinos. Yo venía de Burdeos con una gran formación y me sentía muy segura. Luego, el ser extremeña, te ayuda. Los extremeños no tenemos límites. Partimos del principio de que nada es imposible. Sabía que si estaba bien formada y conociendo la demanda del sector, tendría hueco. No le vi nunca dificultades a ser mujer. Los extremeños tenemos alma de conquistadores.
--¿Cuándo advierte que es necesario elaborar una guía de vinos en España?
--Fue la Real Academia de Gastronomía la que se lo encargó a Repsol y me eligieron a mí para afrontar el reto. Querían una guía hecha por profesionales serios del sector y no por la opinión de un gurú. Hay un equipo de enólogos muy serio. Muchas son mujeres porque casualmente cayó así, pero estamos abiertos al que quiera venir a catar. Todos los integrantes son licenciados en ramas del sector y la guía se basa en una opinión fundamentada. En el mercado están las opiniones de todo el mundo, pero para hacer diagnósticos es preciso los técnicos en la materia.
--¿Qué consejos transmitirá en el Vinito Emprendedor?
--Pues que los empresarios se lo crean. Tierra de Barros es un jardín donde la viña se siente feliz para el vino. Los agricultores y viticultores han sabido manejar tierra de forma increíble allí, tanto cuando no hubo tecnología punta como ahora con los avances. Hemos sido pioneros en muchos productos. Extremadura es una región que tiene mucho que decir en vinos tranquilos, espumosos, jóvenes o viejos. Sabemos envejecer, dominar la madera y todo ello aún sobrando sol y faltando acidez. Pero, a veces, creemos que lo que viene de fuera es mejor y no creemos en nuestras posibilidades.
--¿Por qué a las generaciones jóvenes le cuesta conectar con la cultura del vino?
--Porque se lo hemos comunicado mal. Les hemos planteado el vino como algo complicado. Les hemos propuesto un lenguaje complicado y confuso y no quieren hacer el ridículo. Les hemos construido un mundo complejo y se han pasado a la cerveza. A los jóvenes no tenemos que hablarles de historia y tradición, sino de emociones y placeres. Les hemos llenado de normas y no es el camino. Si hay que beberse un vino en un tubo o con hielo, se hace. Bebe como quieras, pero bebe vino.
--¿Evoluciona el mercado hacia otros caminos?
--Sí, lo hace hacia vinos más jóvenes y fáciles de tomar, que se puedan armonizar con cualquier cosa. Acabo de venir de una feria de Burdeos y me he quedado helada de ver cómo han cambiado su presentación los vinos de Nueva Zelanda o Australia, por poner un ejemplo. Podemos armonizar nuestros vinos y arroparlos con productos nuestros, como el jamón, los quesos o las setas.
--¿Cree en el enoturismo como una fuente importante de riqueza por explotar?
--Si sabemos llevarlo, sí. Pero no hay que aburrir a los turistas. En otras regiones he podido ver visitas muy aburridas. Hay que plantearlo de forma divertida y placentera. Otra cosa es recibir en bodegas a profesionales o financieros, más interesados por la técnica o las cifras. Pero el mundo del enoturismo quiere gozar y hay que hacer ver a un bodega como foco de diversión.
Fuente: ELPERIODICOEXTREMADURA