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Zorrilla, Echegaray, Benavente, Álvarez Quintero, Marquina, Buero Vallejo, Mihura, López Rubio, Nieva, Fernán Gómez... y Juan Mayorga. La literatura dramática recupera con el autor de títulos como Cartas de amor a Stalin o Últimas palabras de Copito de Nieve su sillón en la Real Academia Española. Concretamente, el sillón M, que dejó vacante Carlos Bousoño y que se disputaba con la filóloga Dolores Corbella, por la que el dramaturgo ha expresado «su admiración», en conversación con EL MUNDO.
«Para mí era un gran honor sólo que se pensara en mí para este cargo. Entro con mucha ilusión, con mucha humildad y con muchas ganas de trabajar», prosigue Mayorga, quien espera contribuir desde su experiencia como autor dramático al enriquecimiento de la casa. «Quiero creer que puedo hacer alguna modesta contribución en la medida en que buena parte de mi vida la dedico a examinar lo que nosotros hacemos con las palabras y lo que las palabras hacen con nosotros. Mi trabajo consiste en examinar el lenguaje en acción y en situación».
Desde la muerte de Nieva en el otoño de 2016, ningún dramaturgo ocupaba el puesto de académico en la institución. Sólo el actor José Luis Gómez representaba a este arte milenario al que también se quiso dedicar otro académico Vargas Llosa, quien en alguna ocasión se ha definido como un «dramaturgo frustrado». Esta situación causaba cierto malestar entre muchos teatreros, que se lamentaban de ello a sotto voce. «A mí me consta que hay académicos que sienten un enorme respeto por la literatura dramática», comenta Mayorga sobre este vacío. «Me parece importante por muchas razones que haya compañeros dramaturgos en la institución. Creo que junto a científicos del lenguaje, debe haber creadores de lenguaje. En ese sentido junto a los narradores y poetas, debe haber autores. No uno, sino varios porque eso da visibilidad a esa forma de trabajo con la palabra que es la escritura teatral».
En cualquier caso, este hombre que no ha perdido su apariencia de profesor de instituto pese a estrenar en los cinco continentes se muestra optimista con el futuro de la escena. «Siempre digo que el teatro es el arte del futuro y la verdad es que no hay nada que yo vea que me convenza de lo contrario. Si en otras artes escuchamos quejidos o diagnósticos de decadencia, yo no percibo eso cuando voy a un teatro. Hoy, los escenarios son unos de los espacios más libres en el mundo, probablemente son los espacios menos sometidos a las censuras políticas o del mercado. Todo eso procede, precisamente, de su propia pequeñez, que lo convierte en algo extraordinariamente fuerte y poderoso».

Mayorga, que tiene en su haber todos los reconocimientos teatrales de nuestro país (el Valle-Inclán, el Nacional de Literatura Dramática, el MAX...), ya tiene cierta idea de por dónde puede ir su discurso de ingreso en la Academia. «Un buen asunto sobre el que me gustaría hablar es el silencio. Es una palabra que, de algún modo, está en conflicto con todas las demás porque designa la ausencia de las otras. Pero, además, la palabra silencio tiene un carácter muy importante en el texto teatral. Por un lado, como palabra pronunciada (recordemos obras como La casa de Bernarda Alba o Hamlet) y, por otro, en una acotación tiene un carácter extraordinario. De algún modo, el teatro es el arte en el que el silencio se pronuncia».
El autor no tendrá mucho tiempo para preparar ese parlamento. Su agenda apabulla. Por las mañanas, ensaya en La Elipa con el actor César SarachuIntensamente Azules, la adaptación escénica de la novela gráfica en la que colaboró con Daniel Montero Galán, y en el horizonte tiene colaborar con María Galianaen El mago, un texto inédito que montará después del verano. Mientras, los estrenos de sus piezas recorren el mundo: El cartógrafo, un drama sobre el holocausto interpretado por Blanca Portillo, sigue su gira española tras viajar a Bremen y Costa Rica. Reikiavik se puede ver en Argentina, dirigida por Enrique Dacal; Animales Nocturnos, en Chicago; Hamelín, en Italia; El chico de la última fila, en Francia (recordemos que Ozon llevó esta pieza a la gran pantalla); La paz de Perpetua, en Turquía... "Cada cierto tiempo surge algún estreno y estoy escribiendo otra obra titulada 'La intérprete'", cuenta con calma este nuevo académico que sólo lamenta no tener más tiempo para ir al teatro.

La Junta de Gobierno respalda la propuesta del Ayuntamiento de Jaraíz de la Vera para que le sea concedida la Medalla de Extremadura 2018 a Jaime de Jaraíz. Plasencia apoya así la propuesta del Consistorio verato, que solicita el reconocimiento con motivo de la conmemoración del décimo aniversario de la muerte de Jaime de Jaraíz, al que se considera una figura imprescindible en la historia del arte de Extremadura.

¿Cuáles son sus intereses como escritor?
La verdad es que no soy demasiado sofisticado. Siempre tengo en mente ese momento en el que les leo un cuento a mi hijos, por la noche. La expectación. El querer siempre más. Miran las palabras que salen de mi boca como si pudieran verlas.

Eso es lo que quiero conseguir en el lector. Por eso me preocupa mucho la tensión narrativa, me preocupa que el lector sepa en todo momento dónde están y quiénes son los personajes. Y aquello que decía Flannery O'Connor de que la emoción no se expresa con emoción, sino con acción. Sin embargo, no estoy de acuerdo con ella en esa opinión tan baja que tenía del lector medio. Creo que el elitismo intelectual de parte de la narrativa contemporána española está matando el gusanillo de la lectura. Yo quiero que quien lea mis libros, al terminarlos, diga: acaban de contarme una historia. Con eso me conformo.

¿Y como lector?

Dicen que el heroinómano siempre va buscando el ciego del primer pico. Yo creo que el lector también. Pero soy un lector caótico, inconstante, mal formado, y por eso mi relación con la lectura es angustiosa. Casi nunca tengo la sensación de haber acertado con el libro que tengo entre las manos. Si llevo veinte páginas y aún no he sentido nada, empiezo a mirar la estantería de las lecturas pendientes. Para un lector así, así de jodido, quiero decir, escribo yo.

¿Sobre qué temas suele escribir?

Necesito que mis libros sirvan para algo. Lo primero que he aprendido es que su escritura modifica mi visión de los fenómenos que trato. Cuando un tema me atrae lo suficiente como para querer escribir sobre él, aún estoy a años luz del conocimiento necesario para hacerlo. La adquisición de ese conocimiento me transforma y, por lo tanto, transforma también mi perspectiva. Para mí, abordar un proyecto de escritura es una forma de estudio de una realidad. Con mi última novela, «Kuebiko» (Pre-textos), hice cuanto pude por comprender las causas y consecuencias del éxodo sirio: viajé a Hungría, a Lesbos, a Alemania, entrevisté, fotografié y leí cuanto me pareció oportuno, para terminar entendiendo que no debía, porque no quería, escribir una novela política. Si debía recrear algún contexto, no era el histórico, sino el humano. Cuando caminas siguiendo una vía de tren hacia ninguna parte, persiguiendo una tierra prometida, lo que te quita el sueño no son las razones que unos u otros tuvieron para destruir tu país, sino dónde está tu padre o tu hijo, cómo mantenerte junto a quienes aún forman parte de tu vida, cómo sobrevivir a la pérdida, cómo no hundirte para no lastrar al grupo.

¿Dónde ha publicado hasta el momento?

Durante años autopubliqué. Aprendí a utilizar InDesign y Photoshop, a dejar los ferros listos para impresión, a negociar con las imprentas, a elegir papeles y laminados, y así saqué adelante tres novelas. Mi distribuidora era un transportín del Lidl que me acompañaba a las presentaciones y librerías. Fue una época maravillosa, de libertad e ilusión. También de límites y frustración. Juan Gómez Bárcena leyó la última de esas novelas, «La dignidad dormida», y cuando tuve listo el siguiente borrador me puso en contacto con Pablo Mazo. Fue así cómo publiqué en 2016 un libro de relatos titulado «Manual de autoayuda» con la editorial Salto de Página, y empecé esta nueva etapa. Acaba de salir mi última novela, «Kuebiko», en la editorial Pre-textos, después de haber ganado el premio Ciudad de Valencia.

¿Con cuáles de sus «criaturas» se queda?

Creo que con «Manual de autoayuda» conseguí descubrir mi voz. Fue la primera vez que sentí claramente cómo los personajes hablaban desde mi interior. Fue una experiencia fabulosa. Tenía claro que quería noquear al lector y toda esa gente hablaba desde dentro de mí para contar su historia, sin filtro, a tumba abierta. Me divertí muchísimo. Con «Kuebiko», he intentado llevar esa misma visión a la novela, con todas las dificultades que eso supone. Mantener la tensión con cuatro voces diferenciadas, en primera persona y presente, durante 250 páginas, sin caer en los extremos de la crónica periodística o el monólogo interior, pero bebiendo de ambos, ha sido todo un reto. Los lectores dirán si lo he conseguido.
Supo que se dedicaría a esto desde el momento en que…

Desde el momento en que entendí lo que significa la palabra «oficio».

¿Cómo se mueve en redes sociales?

Con cautela. Les dedico el tiempo estrictamente necesario. Pero sé que eso que hago a través de las redes no puedo hacerlo de ninguna otra manera.

¿Qué perfiles tiene?

Facebook y Twitter.

¿Cuenta con un blog personal?

Sí. Tengo una página de autor donde comparto textos de diversa índole, reseñas, vídeos, etc.

¿Qué otras actividades relacionadas con la literatura practica?

Coordino el Club de Lectura Viva, un programa a través del cual acerco novedades literarias y autores a Badajoz. Vamos por la tercera edición, y está teniendo muy buena acogida entre libreros, lectores, editoriales y autores. Además, cada año tenemos una editorial invitada. La idea es que los lectores puedan ubicar las líneas editoriales y acercarse al tipo de literatura que les gusta a través del criterio de los editores, que suelen ser muy buenos explicando su trabajo.

¿Forma parte de algún colectivo/asociación/club?

Dirijo el CELARD, una asociación que se dedica a diseñar y coordinar actividades de fomento de la escritura y la lectura, entre ellas, el Club de Lectura Viva que he mencionado antes, pero también talleres, charlas, etc.

¿En qué está trabajando justamente ahora?

En un libro, probablemente novela, que aborda el tema de la prostitución.

¿Cuáles son sus referentes?

Para mí, Steinbeck y «Las uvas de la ira» fueron como un chute. Los cuentos de Flannery O’Connor; «Claus y Lucas», de Agota Kristoff; Salinger; «Abecedario de Pólvora», de Yordán Radíchkov; Mohamed Chukri; varios cuentos de José Ignacio Aldecoa; «La isla de los jacintos cortados», de Torrente Ballester; «Los tipos duros no bailan», de Mailer; Akutagawa y Dazai han sido algunos de los posteriores. Pero también la fotografía de Sylvia Plachy o Sally Mann.

¿Y a qué otros colegas de generación (o no) destacaría?

El trabajo de Eduardo Halfon ha sido importante para mí. Me ayudó a ser capaz de escucharme. Daniel Monedero, por ejemplo, me ha enseñado que lo importante no es saber exactamente qué decir, sino saber cómo decir que uno no lo sabe o no está seguro. Juan Gómez Bárcena tiene una manera de acercarse a la Historia de la que todos, escritores y lectores, tenemos mucho que aprender. Sabina Urraca es inteligencia y empatía, y tiene en su infancia un tesoro que, ojalá, sea inagotable, como aquél que propugnaba José Luis Sampedro en su «Escribir es vivir». El Fernando Clemot de «Polaris» tiene un talento especial para crear tensión a partir del silencio y la quietud que comparte con pocos escritores. Mario de los Santos, quizá no sea excepcional en un aspecto concreto, como los anteriores, pero es muy bueno en todo, que es lo que significa tener oficio; tiene, además, una visión del mundo que yo, personalmente, compro.

¿Qué es lo que aporta de nuevo a un ámbito tan saturado como el literario?

Nada. Si me dedico a esto es por lo que la literatura me aporta a mí, no a la inversa.

¿Qué es lo más raro que ha tenido que hacer como escritor para sobrevivir?

Llevo desde los 16 años trabajando en cualquier cosa para sobrevivir, así que supongo que lo más raro que he hecho ha sido seguir escribiendo.

Decenas de personas se congregaron ayer por la tarde en la Basílica de Santa Eulalia para asistir a un acontecimiento especial. La primera Misa polifónica en honor de san José María Escrivá, fundador del Opus Dei, compuesta por el prestigioso organista extremeño, compositor y catedrático del Real Conservatorio de Música de Madrid, Miguel del Barco Gallego. La celebración estuvo presidida por el Arzobispo de Mérida-Badajoz, Monseñor Celso Morga. Mañana será en la Catedral de Badajoz, a las 12 horas, y también presidida por Celso Morga.

La Misa Polifónica compuesta por el profesor Miguel del Barco, para voces mixtas y órgano, contiene las partes fijas de la Santa Misa: Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus y Agnus Dei. La Antífona de Entrada, Aleluya y Antífona de Comunión son de la Memoria litúrgica de san José María Escrivá.

Los primeros pasos documentados de san José María Escrivá en Extremadura se remontan al mes de junio de 1934. Entonces se alojó en el Hotel Iberia de Plasencia. Escribió desde allí el primer documento de su puño y letra desde tierras extremeñas: una carta a sus hijos espirituales alentándoles a perseverar en la oración. Desde Plasencia se trasladó a Béjar, para acompañar a su hermano Santiago, con ocasión de unos exámenes que este tenía que realizar.

Miguel del Barco es catedrático de órgano. Desde 1975 ha ocupado la Cátedra del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, centro del que ha sido director durante veinticinco años. Ha sido presidente de la Asociación Española de Centros Superiores de Enseñanzas Artísticas y académico de número de Real Academia de Extremadura. Es Premio Nacional del Disco del Ministerio de Cultura, y entre otros reconocimientos ha recibido la Medalla de Oro del Real Conservatorio de Madrid.

Fuente HOY

Esta cita reunirá a todos los investigadores interesados en estudiar el hecho musical en la Península Ibérica desde los siglos IX al XVI o principios del XVII.

Musicólogos, intérpretes, historiadores del arte y archiveros de varios países se dan cita hasta el sábado día 7 en el Monasterio de Guadalupe para participar en un congreso internacional bajo el título "Música y espacios Sonoros en las instituciones civiles y eclesiásticas de la península ibérica. Desde la Edad Media hasta los albores del siglo XVII".

Está organizado por la comisión de trabajo "Música y contextos en el mundo ibérico medieval y renacentista", la Sociedad Española de Musicología y el Grupo de Investigación "La Creación Musical: música, imagen y movimiento" de la Universidad de Extremadura.

Ponentes internacionales
Las personas ponentes, venidas desde diversos puntos de Alemania, Reino Unido, Australia, Portugal y España, se proponen crear un foro de discusión e intercambio de ideas. Se van a dar a conocer las últimas aportaciones de diferentes investigadores que trabajan en este campo, con el fin de intercambiar ideas sobre los últimos estudios realizados y difundir así los nuevos avances sobre el tema.

En la agenda de actos destaca la intervención del musicólogo John Griffiths, de la Universidad de Melbourne, que realizará la ponencia inaugural que tendrá por título "La música en las calles y casas de Valladolid (s. XVI)".

Actividades complementarias
Como actividad complementaria tendrá lugar en el coro del monasterio un concierto de música renacentista a cargo del Grupo Hexacordo, con obras de los compositores extremeños Juan Vázquez y Garci Sánchez de Badajoz. El concierto es abierto a todo el mundo y gratuito.

El congreso cuenta también con el apoyo de varias instituciones como la Diputación Provincial de Cáceres, Comunidad Franciscana del monasterio, Ayuntamiento de Guadalupe, Real Conservatorio Superior de Música de Madrid y Joven Asociación de Musicología de Madrid.

Fuente ELDIARIO

Tras dos años y casi dos meses al frente de la Editora Regional y del Plan de Fomento de la Lectura, Eduardo Moga Bayona se va. Aduce que las condiciones de trabajo le impedían hacerlo como creía adecuado. Ayer fue su último día en un puesto al que accedió tras superar un concurso al que se presentaron 24 personas. Francisco Javier Amaya Flores (Villalba de los Barros, 1980), segundo en ese concurso, es el elegido por la Junta para suceder a Moga. Amaya es profesor de Lengua y Literatura.

-¿A qué condiciones se refiere?

-Una de ellas tiene que ver con la distribución de los libros, tan esencial como la publicación. Se me advirtió que era muy deficiente. Sacamos un concurso. Aquí empiezan los problemas. Como la Editora es administración pública pura y dura y no una editorial como tal, ha tenido que sacarlo mediante la ley de contratos del sector público. Se publicó al fin el concurso un año y medio después de que dijera que había que hacerlo. Y no se ha resuelto. No me parece normal. Sé que la Administración es lenta, que la ley de contratos, que conozco bien, es formalista. Pero no es normal que para un concurso de 50.000 euros se tarde un año y medio. Eso es una losa insuperable para un negocio muy delicado y complejo como el editorial.

-Usted es funcionario (de la Generalitat catalana). ¿No sabía que se iba a topar con esto?

-No sabía perfectamente que me iba a topar con esto. Ni cuál era la estructura o hasta que punto contaba con un equipo de apoyo. O si hay buenos trabajadores que tienen interés por lo que hacen o se limitan a cumplir funcionarialmente con su tarea. Sabía que era una editora de la Junta. Pero presupuesto, equipo, margen de actuación..., eso te enteras después de entrar. Otro tema es la aplicación del derecho público, la actuación funcionarial en la Administración.

- ¿Lo puede concretar?

-Esto es así porque las normas lo marcan pero todo admite grados, interpretación, incluido el derecho público. No es monolítico. Sobre él se aplican criterios jurídicos y, en última instancia, políticos que determinan esa interpretación. Un mayor margen para hacer cosas, flexibilidad. En estos momentos en la Junta y sospecho que en todas las administraciones hay una interpretación maximalista y literal de la norma.

-¿Por qué?

-Porque hay una psicosis anticorrupción. El funcionario, por definición, no levanta un papel de la mesa si no tiene la absoluta seguridad, avalada por unos cuantos informes. Eso genera situaciones kafkianas, absurdas, desquiciantes. Nadie está hablando de vulnerar la ley pero se puede aplicar de muchas maneras. Y la que se está haciendo ahora es con una interpretación de un integrismo burocrático feroz. La ley te da margen para que, una vez hayas hecho una cosa, no tengas que repetirlo. Por ejemplo, para una reimpresión del libro o una segunda edición volvemos a hacer un procedimiento administrativo cuando ya tenemos un contrato en el que se dice que los derechos se ceden para siguientes ediciones.

-¿No ha habido iniciativa política para desatascar la burocracia?

-Se lo comenté primero al presidente Vara y después a la consejera de Cultura (Leire Iglesias). La respuesta fue la misma. El procedimiento es el procedimiento.

-¿El equipo que ha contado para su trabajo era suficiente y apto?

-Sobre lo primero, absolutamente insuficiente. Sobre lo segundo, eso no te lo contestaré.

-¿De qué equipo hablamos?

-Una jefa de sección que no depende de mí sino de Promoción Cultural de la Junta, que gestiona los papeles de la Editora pero también de los compañeros de cine, de teatro, música... A la jefa de sección se suma una auxiliar administrativo que cuando llegué, al poco rato, entró en baja laboral. Fue sustituido por otro auxiliar pero también compartido con otro servicio administrativo de la Administración. Es decir, la Editora Regional no tiene con ningún equipo propio administrativo. Lo mismo pasa el Plan de Fomento de la lectura.

-¿Se le prometió reforzar esa estructura para mejorar la gestión?

-No se dijo ni que sí ni que no. A eso le añades mis funciones. Tenía dos en una. Director de la Editora Regional y coordinador del Plan de Fomento de la Lectura. Con eso y con unos presupuestos, sobre todo en el plan, irrisorios, se pretende que esto funcione. Irrisorio es 90.000 euros al año más una pequeña partida para monitores de clubes de lectura y los premios de fomento de la lectura.

-¿Con la creación de una Consejería de Cultura no ha habido mejora para la Editora y su trabajo?

-No, pero sí ha tenido efectos en el del plan de fomento de la lectura. Durante dos años tuve cierta autonomía de gestión como coordinador. Eso se acabó hace dos meses. Todas las actividades del plan tenían que recibir el visto bueno de mis superiores. Eso no me perturbó tanto como el hecho de que las condiciones de trabajo ya habían cambiado drásticamente.

-¿Ha habido injerencias políticas que hayan precipitado su salida?

-No las he tenido. Nunca me han dicho lo que tenía que publicar o no. Ni tampoco: 'este no le publiques porque es de derechas o a este sí porque es del partido'. Nunca me ha pasado. Sí que alguna cosa institucional, algún compromiso que se llevaba haciendo desde hace tiempo, pensaba que no era interesante para la Editora y se me ha dicho que había que mantenerlo.

-¿Se va por desilusión, decepción?

-Sí. Tengo la sensación de estar dándome cabezazos contra una pared de papel, administrativa, organizativa desde el principio. Llegas con mucha ilusión, con ideas y te traen para aplicarlas, se entiende, pero ves que toda esa ilusión es pasada por la trituradora administrativa. No es problema político, sino burocrático, de más medios y más adecuados, más presupuesto y de interpretación flexible de la normativa.

Fuente HOY

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