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Capitán General y Adelantado de La Florida, lo abandonó todo y consagró su entera fortuna, lograda en la conquista del Perú a las órdenes de Pizarro, a cambio de una licencia real para descubrir y poblar nuevos territorios

 

Hoy padece al frente de una sufriente expedición, que camina entre ciénagas y bosques poblados de caimanes, serpientes e insectos enfermizos y mortificadores, pero hace solo unos meses era un hombre joven y rico, noble y famoso, bien casado en Sevilla con una bella y aristócrata esposa, con el porvenir regaladamente asegurado. Y pese a ello, el extremeño Hernando de Soto prefirió abandonarlo todo y consagrar su entera fortuna, lograda en la conquista del Perú a las órdenes de Pizarro, a cambio de una licencia real para descubrir y poblar nuevos territorios, con el título de Capitán General y Adelantado de La Florida.

Y en 1538 marchó al frente de casi mil hombres para explorar la tierra que se abre prometedora al norte del virreinato de Nueva España. Desembarca en Tampa, Florida y se adentra en una tierra que pronto se muestra imposible, ya que a las dificultades impuestas por la naturaleza hay que añadir la actitud de los indios floridanos, agresivos, reacios a cualquier presencia forastera. Si son enemigos, atacan con una ferocidad inusitada, disparando flechas con tal potencia que atraviesan a la vez la montura, la pierna del jinete y el cuerpo del caballo. Y, si se declaran amistosos, no lo son, sino que engañan una y otra vez a la hueste, conduciéndola a pantanos o tratando de perderla en la espesura del bosque, hasta el punto de hacer decir a De Soto que «yo, de lo que me dicen estos indios, solo creo lo que veo».

Durante meses exploran la región, y solo tienen un encuentro amigable, el de la princesa de la región de Cofitachequi, quien, prendada del Adelantado, les ofrece el regalo de perlas de río cosechadas en sus pesquerías. Pero don Hernando rehúsa los requerimientos amorosos de la bella cacica: no quiere traicionar a su esposa, Isabel de Bobadilla, y rechaza su demanda de asentarse allí con sus hombres.

 

Falat desenlace

La penetración continúa y la tierra ofrece toda suerte de peligros, pero ni rastro de lo que los soldados de la pobre Castilla anhelan: metales preciosos. Y prosiguen las añagazas indígenas, que le hacen escribir a un desengañado Adelantado: «Yo pido a Dios que haga ver esta clase de seres a esos señores del Consejo de Indias, que siempre nos están dando instrucciones sobre el buen trato que hemos de dar a los indios, y después nos digan cómo se han de tratar». Por más que quiera cumplir las instrucciones sobre el buen trato, muchas veces De Soto tendrá que responder a la violencia con violencia.

Uno de estos engaños termina en un fatal desenlace. El cacique Tascalusa les invita con buenas palabras a su aldea de Mauvila, cercada con alta empalizada y, cuando los españoles están dentro, son atacados por la masa indígena. El combate es feroz, crudelísimo, durante nueve horas seguidas, de las que cuatro De Soto luchará sin sentarse sobre el caballo, por tener herida la nalga. Fue la de Mauvila una de las batallas más cruentas de la historia de España en las Indias y, aunque al cabo vencen los españoles, no será sin múltiples bajas por ambas partes, y solo dispondrán para curarse del unto de los muertos.

 

La Santa Fe Católica

Extenuados, malheridos, desmoralizados, reciben la noticia de que a la cercana costa han arribado barcos desde Cuba para recogerlos. No otra cosa sino volver a casa ansían a estas alturas los soldados, que llevan dos años de peregrinaje estéril sobre una tierra hostil, decepcionante, sin perspectivas de esconder oro. Pero Hernando de Soto no es un soldado más, sino un Adelantado de la Corona. Y, al contrario de lo que ha reiterado hasta la saciedad la Leyenda Negra, la misión que se ha trazado España en el Nuevo Mundo no es buscar oro, sino la que recoge el testamento de Isabel la Católica, elevado a norma de obligado cumplimiento por las Leyes de Indias: «Nuestra principal intención es convertir a los naturales a la Santa Fe Católica». Y, a pesar del clamor de su desesperada hueste y de que en los barcos aguarda su amada doña Isabel, ordena proseguir la marcha en busca de lugares donde fundar pueblos y misiones. No volverá a ver a su esposa.

Cuando llegan al Misisipi, el «padre de las aguas», llevan tres años de peregrinaje, y decide De Soto que esa región es propicia para poblar. Volverán a México río abajo y regresarán con misioneros, familias, semillas, ganados, aperos y el resto del bagaje colonizador. Han recorrido los estados de Florida, Georgia, Alabama, Illinois, Georgia, las Carolinas, Louisiana, Tennessee, Kentucky, Mississippi, Missouri, Arkansas… El destino es que los futuros Estados Unidos sean una prolongación de la América hispana.

Pero el destino es caprichoso y torcerá los planes. Y no tomará la forma de una gran batalla ni de un terrible desastre, sino la de un insignificante mosquito.

Fuente: ABC

La arqueología judía en Roma desvelará uno de sus tesoros más preciosos: Las catacumbas de Vigna Randanini, un complejo monumental de extraordinaria fuerza evocativa, se abrieron al público el 1 de mayo. Situadas en una propiedad privada entre las vías Apia Antigua y Pignatelli, a diez metros de profundidad, se construyeron entre los siglos II y el IV d. C. Son una serie de galerías funerarias, con tumbas excavadas en la roca volcánica blanda de la zona, descubiertas casualmente en el 1859. Se trata de un caso singular en el panorama cultural de Roma, donde son muchas las catacumbas cristianas, pero muy raras las judías, que además, han estado cerradas o con entrada muy restringida al público.

Las catacumbas de Vigna Randanini ocupan un área de unos 18.000 metros cuadrados, con sepulturas y nichos a dos niveles en 700 metros de galerías. Durante mucho tiempo sufrieron el vandalismo, como tantos tesoros arqueológicos en Roma, pero aún se conservan frescos de gran doncellas bailando, aves, la vid y diversas figuras, siguiendo el hilo conductor de la tradición judía. Se distinguen diversas capillas privadas, que corresponden a familias o grupos, con particulares decoraciones. Se leen inscripciones en latín, griego y hebreo.

 

Un tesoro de la comunidad judía

El proyecto de apertura ha sido impulsado por el ministerio de Bienes Culturales, como uno de los 20 itinerarios culturales diseñados para este año jubilar. Ha contado con el apoyo de la comunidad judía de Roma, consciente de la importancia de dar a conocer este tesoro. Hay que destacar que la comunidad hebrea romana es la mas antigua del mundo occidental: Su presencia en la ciudad eterna se remonta al año 161 a.C. y era numerosa en época imperial, con al menos entre 40.000 y 50.000 judíos.

Las catacumbas de Vigna Randanini constituyen uno de los mejores ejemplos de estructuras de cementerios de la comunidad judía en Roma. No son las únicas. Hasta hoy se han descubierto, explorado y clasificado sesenta catacumbas cristianas y seis judías, cuatro de éstas últimas se hundieron. Hay que tener en cuenta que ambas comunidades practicaban exclusivamente la inhumación y no la cremación, a diferencia de los paganos que se inclinaban por la cremación, especialmente en época imperial.

Las catacumbas estaban situadas siempre fuera de los muros de la ciudad, porque la sepultura urbana estaba prohibida por la ley romana por motivos religiosos y de higiene. Fueron utilizadas para sepultura hasta el siglo V, y después fueron lugar de peregrinación de fieles a las tumbas de los mártires. A partir del siglo IX iniciaron el traslado de los cuerpos de los mártires, porque las incursiones de sarracenos y las invasiones de los bárbaros hacían inseguros los lugares situados fuera de las murallas de la ciudad. Esas invasiones llevaron al abandono de casi todas las estructuras de las catacumbas y de muchas se perdieron sus huellas.

Investigadores de la universidad holandesa de Utrecht han señalado que fueron los judíos, y no los cristianos como siempre se había pensado, los primeros en utilizar las catacumbas para enterrar a sus muertos. En estudios publicados por la revista «Nature» se aportan datos obtenidos, mediante el carbono 14, en las catacumbas de Villa Torlonia: Hay personas sepultadas en el siglo primero a.C., es decir, bastante antes de la época (siglo III) en la que los primeros cristianos iniciaron a utilizar las necrópolis subterráneas excavadas en piedra caliza. Exámenes comparados de las catacumbas cristianas y judías confirman las relaciones entre las dos comunidades. La arquitectura en estos cementerios era similar, con la diferencia en las inscripciones y en la iconografía: símbolos religiosos como peces y palomas en las catacumbas cristianas; ramos de palma y el Arca de la Alianza en las judías.

Los peregrinos que llegan a Roma para el jubileo pueden visitar otras catacumbas recientemente restauradas: Han recuperado su antiguo esplendor los frescos que se conservan en las catacumbas de los santos mártires Marcelino y Pedro, condenados a muerte en el año 304 por orden del emperador Diocleciano. Están situadas en la vía Casilina y ocupan un área de 18.000 metros cuadrados. Estas catacumbas constituyen una pinacoteca subterránea: Sus pinturas paleocristianas se consideran únicas en el mundo. Con la restauración, mediante técnicas avanzadas de limpieza con el láser, se han recuperado los colores originales de sus excepcionales frescos, destacando en especial el cubículo de la matrona orante.

Fuente: ABC

La construcción de un restaurante de la cadena estadounidense de comida rápida McDonald's próximo a Roma ha permitido descubrir una ramificación de la via Apia de más de dos mil años de antigüedad.

En los restos romanos que exhibe el restaurante en Frattocchi (municipio de Marino, al sur de Roma) se pueden apreciar además las copias de tres cadáveres hallados junto a la via, de acuerdo con una portavoz de la cadena estadounidense.

La calle, revestida por losas de piedra silícea sorprendentemente bien conservadas, tiene 45 metros de largo y más de dos de ancho, y fue descubierta a finales de 2014, cuando la conocida cadena de comida rápida preparaba la construcción de uno de sus locales.

El hallazgo arqueológico se encuentra bajo la estructura del restaurante y puede visitarse sin necesidad de ser cliente del mismo.

McDonald's se puso en contacto con la Superintendencia de Arquología del Ministerio de Bienes y Actividades Culturales italiano, y, tras la aportación de 300.000 euros (316.000 dólares) y casi tres años de trabajos, el «restaurante-museo» fue inaugurado el martes sobre la que es considerada una ramificación de la milenaria vía Apia Antigua, que cuenta con unos 2.300 años de historia.

«Esto es el testimonio de que modernidad y cultura antigua pueden convivir», ha declarado en un comunicado el administrador delegado de McDonald's Italia, Mario Federico.

Además de la calle, los visitantes a la estructura arqueológica pueden observar el molde de los tres cadáveres que fueron encontrados junto a la vía, y que según la explicación de Alfonsina Russo, superintendente de Arqueología de Roma, fueron sepultados cuando la calle ya no se utilizaba, alrededor del siglo II d.C.

El ingreso al área arqueológica es gratuito e independiente del acceso al restaurante y la zona cuenta con carteles explicativos, en italiano y en inglés, y con una versión y un itinerario para niños.

Pero también desde el interior del local se puede observar un trozo de la historia de Roma, ya que el restaurante está construido con un suelo de cristal que deja a la vista la milenaria calle y el molde de los esqueletos, ofreciendo un espectáculo poco común pero de un valor didáctico significativo

La calle se encuentra en la antigua ciudad romana de Bovillae, que era la primera localidad que se encontraba saliendo de Roma por la vía Apia, y ha podido ser conservada en buen estado gracias a que se dejó de utilizar y fue recubierta de terreno y vegetación.

Fuente: ABC

El Parque Nacional de Monfragüe se convierte desde ayer y durante tres días en referente mundial de turismo ornitológico, una práctica centrada en la observación de aves que en Extremadura tiene un espacio privilegiado. No en vano, el turismo ornitológico genera en Extremadura un beneficio valorado en 6 millones de euros al año solo en alojamientos, sin contar con el resto de la cadena de valor. En el marco de la XII Feria Internacional de Turismo Ornitológico (FIO), la pedanía cacereña de Villarreal de San Carlos, dependiente de Serradilla y ubicada en el corazón del Parque Nacional, se torna estos días en el mayor escaparate de turismo de naturaleza de España y uno de los mejores de Europa. La feria, que inauguró este viernes el presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, reúne un año más a especialistas ornitológicos, naturalistas, representantes del mundo empresarial y de las instituciones implicadas tanto en la protección del medio ambiente como en el desarrollo del turismo, agencias de viajes y servicios de guías, entre otros. En su intervención, el jefe del Ejecutivo extremeño advirtió de que el turismo alcanzará en breve «una dimensión tan importante que sería bueno pensar en grande». «Con los pies en el suelo, eso sí, pero hay que ser consciente de que, en este ámbito, en los próximos años se va a producir un incremento notable para el que tenemos que estar preparados si queremos competir, buscando la dimensión adecuada y afrontando el asunto de los alojamientos ilegales», dijo.
En este sentido, Vara adelantó que su Gobierno está en conversaciones con la principal agencia de viajes online de China para introducir Extremadura en algunas de la rutas de la población que viene de turismo a España y que la región acogerá en otoño el Congreso Nacional de Ornitología. Por su parte, el director general de Turismo, Francisco Martín, explicó que en esta XII edición se ha potenciado la faceta profesional de la feria y su carácter internacional. Así, subrayó que alrededor de 30 compradores nacionales e internacionales interesados en comercializar el destino Extremadura se han dado cita en la bolsa de contratación que se ha celebrado esta mañana. Otro de los aspectos que destacó Martín es el acto de hoy, en el que la Fundación Starlight hará entrega a las autoridades extremeñas del certificado por el que se reconoce al Parque Nacional de Monfragüe como primer destino Starlight (lugar idóneo para practicar el astroturismo) de la región.

Fuente: HOY

Se titula ‘Tartessos and the Phoenicians in Iberia’ (Tartessos y los fenicios en Iberia), tiene cuatrocientas páginas, está encuadernado en pastas duras, su versión en papel cuesta 75 euros y la Universidad de Oxford, que es quien lo publica, lo define como «el primer libro en inglés sobre la más antigua de las civilizaciones históricas del oeste del Mediterráneo». Es un título pionero en el que aparecen repetidamente las palabras Extremadura y Guadiana. Porque la comunidad autónoma, y en concreto el valle de ese río que atraviesa la provincia de Badajoz, son referencias obligadas cuando hay que hablar sobre la cultura tartésica en la Península Ibérica. Este volumen que abre camino tiene dos autores, y uno de ellos es el director del Instituto de Arqueología de Mérida (IAM), Sebastián Cecilio. Su firma aparece junto a la de Carolina López-Ruiz, profesora en la Universidad de Ohio (Estados Unidos). Ella se ha encargado de lo relacionado con la filología, y él de todo lo relativo a la arqueología. «Escribir este libro ha resultado una tarea difícil, principalmente porque queríamos que el texto resultara muy claro, accesible», resume Cecilio. No es, asegura, una publicación para expertos en arqueología, salpicada de tecnicismos. Sí, por el contrario, un libro divulgativo, accesible para todo el que esté interesado en conocer más sobre esta civilización prerromana que ocupó el suroeste de la Península Ibérica hace dos mil quinientos años. El título ya ha sido presentado en Nueva York, Chicago y Londres, lo que da una pista sobre la trascendencia de un volumen que ya está en las bibliotecas de algunas de las universidades más prestigiosas del mundo. «La publicación de este libro es un salto cualitativo enorme», aprecia Sebastián Cecilio, que es codirector de las excavaciones en El Turuñuelo. Este yacimiento ubicado en las proximidades de Guareña está considerado el más importante de Europa sobre la cultura tartésica. Y esto a pesar de que solo se han desarrollado en él dos campañas de excavaciones.
Portada del libro. :: HOY
La tercera campaña La primera la financió la Junta de Extremadura con fondos Feder de la Unión Europea, y la segunda el Ministerio de Economía y Competitividad. La tercera, de nuevo con soporte económico a cargo del Estado, comenzará el mes que viene. «La intención es que participen en los trabajos varias universidades, entre ellas la de Extremadura, la de Sevilla, la Autónoma de Madrid o la de Alicante», plantea Sebastián Cecilio, que recuerda que en el valle del Guadiana se han documentado doce puntos de interés arqueológico relacionados con la cultura tartésica. De esa docena, solo se ha excavado en tres: Cancho Roano (cerca de Zalamea de La Serena), La Mata (en Medellín) y El Turuñuelo. Hasta que empezó a explorarse este último yacimiento, se consideraba a Cancho Roano como el más importante, pues treinta años de trabajos en él habían proporcionado miles de piezas sobre Tartessos. Sin embargo, El Turuñuelo es casi el triple de grande que Cancho Roano. Su tamaño y su buen estado de conservación le han convertido en la referencia a la hora de estudiar el paso de los tartesios por la Península Ibérica, el asunto que ha llamado la atención de la Universidad de Oxford. «En el libro he intentado hacer una síntesis de los trabajos arqueológicos desarrollados hasta la fecha», condensa el director del IAM, que depende del CSIC (Centro Superior de Investigaciones Científicas) y de la Junta de Extremadura. Cecilio estuvo hace unos días en el laboratorio de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Madrid, donde están restaurando las piezas de cobre halladas durante las excavaciones en El Turuñuelo. Cuando estén listas, serán trasladadas al Museo Arqueológico de Badajoz.
Hasta que empezó a explorarse este yacimiento, se consideraba a Cancho Roano como el más importante En Mérida, en el Instituto de Arqueología, están los restos que no son de cobre. Son cientos de piezas que han salido a la luz durante las dos campañas de excavaciones desarrolladas hasta ahora, que han estado marcadas por la variedad y riqueza de los restos hallados. De hecho, el patrimonio repartido en torno a la vertiente extremeña del valle del río Guadiana ya ha motivado que se comente la posibilidad de intentar crear rutas turísticas basadas en el legado tartésico de la provincia de Badajoz, único en la Península Ibérica.

Fuente: HOY

'Vida y aventuras de Jack Engle', que narra las peripecias de un huérfano, estuvo 165 años abandonada. La obra anticipa ‘Hojas de hierba’, una de las cumbres de la lírica moderna
Walt Whitman (1819-1892) fue una multitud. Periodista, tipógrafo, carpintero, maestro y creador de folletines, el padre de la poesía moderna americana tardó años en hallarse a sí mismo. Antes de entrar en la eternidad en 1855 con Hojas de hierba, Whitman se buscó en un conjunto heterogéneo de escritos que luego condenaría al olvido. Una de estas obras, perdida desde 1852, acaba de reaparecer. Es una novela titulada Vida y aventuras de Jack Engle. 36.000 palabras de las que no se tenía noticia y que tras 165 años en la oscuridad han sido recuperadas por el trabajo casi detectivesco de un licenciado de la Universidad de Houston. El 13 de marzo de 1852, en la página 3 de The New York Daily Times, apareció un anuncio. El recuadro daba cuenta de la próxima publicación de una novela por capítulos en un periódico rival, The Sunday Dispach. Se trataba de la “reveladora y entretenida” Vida y aventuras de Jack Engle. Un relato en primera persona de las peripecias de un huérfano y que prometía, con bailarina española incluida, buenas dosis de crimen y amor. “Era una versión de un género muy popular en la época: la novela de misterio urbano. En ella, un malvado abogado, Covert, se enfrenta a un hombre de clase trabajadora, virtuoso e inteligente, que vence al final”, explica David S. Reynolds, autor de La América de Walt Whitman y profesor en la City University de Nueva York.
Notas manuscritas del autor del poema 'Oh capitán, mi capitán' Walt Whitman.
Notas manuscritas del autor del poema 'Oh capitán, mi capitán' Walt Whitman. El folletín, de tono dickensiano y autoría anónima, fue flor de un día. Una vez impreso (y no se sabe si alabado o denostado) se sumió en el olvido. Nunca tomó forma de libro ni fue reeditado. La historia tardaría un siglo y medio en volver a encontrar un lector. El hallazgo correspondió a un estudiante de doctorado, Zachary Turpin, de la Universidad de Houston. En su investigación del legado de Whitman, dio con un cuaderno de notas, donde de forma confusa se entremezclaban ideas, tramas y tres extraños nombres: Smytthe, Jack Engle y Wigglesworth. La amalgama tenía aire de boceto literario. Turpin afinó la búsqueda. Haciendo uso de información histórica digitalizada, cruzó datos y fechas hasta dar con el pequeño anuncio de The Sunday Dispach. “Era un periódico donde Whitman ya había publicado y los tiempos coincidían”, explica Turpin a EL PAÍS. El siguiente paso vino solo. Los últimos ejemplares del desaparecido diario se guardaban en la Biblioteca Nacional. Jamás habían sido digitalizados. El doctorando pidió sus copias. Y con ellas llegó el tesoro. "Fue muy emocionante. Cuando recibí las imágenes, supe que era Whitman. No sólo por el nombre Jack Engle, sino porque incluía otros personajes y tramas que estaban en los manuscritos que había consultado”, recuerda el investigador.
Página con la parte primera (de 6) en que fue publicada 'Vida y aventuras de Jack Engle'. ampliar foto
Página con la parte primera (de 6) en que fue publicada 'Vida y aventuras de Jack Engle'. Zachary Turpin, el investigador que rescató del olvido la novela de Whitman.
Zachary Turpin, el investigador que rescató del olvido la novela de Whitman. Publicada en una época en que el autor vivía en continua transformación, sin completarse aún como poeta, el valor de la novela radica en la luz que arroja sobre la génesis de Hojas de hierba, una de las cumbres de la poesía universal y que, al menos en parte, escribió al mismo tiempo. En apariencia opuestas, ambas obras guardan una íntima conexión. Hay pasajes de la novela donde la mística de Whitman irrumpe como un vendaval. Escenas de muerte, en las que el poeta abandona las prisas del folletín para despertar a su escritura más profunda. “En el libro emergen temas e imágenes que luego ocuparán su lugar en Hojas de hierba. La novela es un laboratorio de la lírica mayor de Whitman. Hasta el protagonista de clase obrera y su voz son un anticipo de la primera persona del poemario”, indica Reynolds. Con la publicación en 1855 de Hojas de hierba, Whitman se hizo poeta de cuerpo entero y emprendió el camino a la gloria. Jamás dejó de editarla. Una y otra vez, la amplió y mutiló, en una obsesión que llevó casi hasta su lecho de muerte. A la par, renegó de sus primeras obras en prosa, de los folletines y manuales que le habían permitido salir adelante. “Mi deseo es que caigan en el olvido”, sentenció. Vida y aventuras de Jack Engle fue una de ellas. Ahora, tras su recuperación, ha sido editada en papel por la Universidad de Iowa y en versión digital por The Walt Whitman Quarterly Review. Como escribió Whitman: “En verdad, nada se pierde ni puede ser perdido”.

Fuente: El País

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