Badajoz tiene un tesoro histórico, artístico, arquitectónico, arqueológico y paisajístico en su alcazaba árabe, un diamante que se va puliendo poco a poco, más lento de lo que sería deseable, quizás, pero que con cada cara pulida muestra un nuevo fulgor, nuevos datos y restos con los que reconstruir la historia del recinto que dio orige a la ciudad, como taifa. Con cada intervención salen a relucir elementos que permiten comprender mejor la estructura urbana y social de sus primero moradores y que para el ciudadano contemporáneo suponen nuevas piezas de ese complejo puzzle que es la historia y el patrimonio que permite su reconstrucción, aunque sea parcial. Pero también, en ocasiones, resultan ser hallazgos de los que se puede disfrutar física y directamente.
Y tal el caso de la última intervención llevada a cabo en una parte del recinto, como resultado de las obras de restauración del tramo de muralla comprendida entre la Puerta del Alpendiz y la Torre de Espantaperros, que sus ejecutores acaban de presentar a la sociedad y que puede ya disfrutar de la vista y el recorrido completo del monumento --declarado histórico artístico en 1931--, que se levanta sobre el cerro de la Muela, encajado entre el Guadiana y el Rivillas, enclave donde se fundó Batalyaws en el siglo IX.
Se trata de un recinto amurallado de siete hectáreas de superficie --considerado de los mayores de España-- y un perímetro de algo más de 1.200 metros cuyo adarve ya se puede recorrer completo, y desde el que se pueden ver tanto los tejados y el tejido urbano del Casco Antiguo de la ciudad como el río y las vegas del Guadiana, hasta Portugal.
El cierre del circuito se debe a la obra realizada en esta fase de proyecto --la primera se inició en 2006 y se han invertido hasta ahora unos 8 millones de euros, dos en estas obras--, lo que ha hecho posible la recuperación del tramo amurallado entre la Puerta de Carros y el Alpendiz, la rehabilitación de La Galera y sus jardines, la Torre de Espantaperros y ahora, en esta fase, entre ésta y la Puerta del Alpendiz.
El visitante, además de poder ver el recinto recuperado desde el exterior, a lo largo de la carretera de circunvalación, o desde los accesos por las carreteras de Cáceres y de Madrid, puede recorrer el adarve por el interior de la muralla y encontrará además de varias edificaciones interiores, un rico yacimiento arqueológico, descubierto en esta fase del proyecto, de tal magnitud e importancia que las administraciones se han comprometido a buscar el modo de mantenerlo visitable por un lado, y de continuar con las excavaciones por otro.
En opinión del arquitecto experto Jorge López, uno de los responsables del proyecto arquitectónico, este yacimiento requiere un tratamiento conforme a su importancia, como la casa de Mitreo en Mérida, y requiere realizar un trabajo especializado.
El yacimiento deja visible toda una infraestructura hidráulica en el área palaciega, con baños, termas, piscina, conducciones con algún resto de estuco, como parte de la casa fuerte del tirano Gómez de Solís (siglo XV), que demuele torres y estructuras propias de una ciudad de fuero real como fue Badajoz, e incluso parte del Alpendiz, explica Jorge López. Gómez de Solís construye un alcázar y privatiza la puerta para cobrar el portazgo, usa cuevas como almacenes; ahora se ven restos de varias torres.
De tres partes consta el yacimiento: la casa fuerte, una zona central --de baños-- y la muralla con restos de construcción taifa y almohade, en el punto de unión entre ésta la del sistema amurallado moderno, que conecta con unos jardines exteriores. Parte de la muralla descubierta al sacar toneladas de tierra profundiza hasta 5 metros hacia abajo en la cota exterior y muestra una torre redonda de la muralla taifa, recrecida por los almohades, que comunica con los jardines de La Galera. "La muralla taifa era de calidad, construida de buena mampostería", señala López. Ese es un punto complicado, la unión de la muralla medieval con el baluarte de San Antonio, del sistema amurallado moderno, sobre la base de una torre albarrana --exterior a la muralla, como la de Espantaperros--. Durante los trabajos se ha comprobado cómo se habían recrecido muchos lugares para utilizarlos como cañoneras. Y desde arriba se ven restos de cimentación del hospital real.
También quedan restos de una iglesia construida cobre el yacimiento islámico, y aparece parte de la muralla taifa y torre sobreelevada desde donde se conectaba visualmente con otra, la de La Atalaya, ubicada en la inmediaciones de Cerro Gordo. "Entonces existían comunicaciones entre castillos y en 24 horas se podía saber en el sur lo que había ocurrido en el norte", explica Jorge López. Muy cerca, hacia el exterior, hay una zona que se hizo después de la guerra.
En torno a la muralla, han aparecido nuevas dependencias, restos de la fortaleza primitiva, accesos, dependencias y una puerta próxima a la del Alpendiz, para el paso de carruajes, dada la dificultad de la principal por ser una puerta en recodo, por motivos de seguridad y defensa, que ha sido rehecha en parte, debidamente documentada, por expertos. Además de pistas suficientes para poder reconstruir el palacio, pues "cuando Gómez de Solís lo hace, se lo carga todo".
Entre la barbacana y la muralla hay un hueco que fue adaptado para uso como polvorín, un espacio que como la puerta estaba lleno de tierra y al ir rebajando el nivel han quedado al descubierto restos del material primitivo, marcas de bóvedas; o un rostrillo como los de Elvas. Otro punto de interés es un agregado a la amuralla, donde se ve fue un arco y una puerta para cobrar el portazgo.
La idea es hacer un recorrido por toda la muralla, también acceder por la Puerta del Alpendiz a los jardines de Las Galera, con otros elementos de gran interés, si bien en este caso de forma restringida, y concluir en un futuro posible centro de interpretación de la alcazaba, que se podría habilitar en la torre de la casa fuerte, junto a los restos de la iglesia de Santa María de Calatrava. Desde este punto se ve, enfrente, la torre de Santa María del Castillo, primera catedral de Badajoz, levantada sobre lo antes fue mezquita, de la que en excavaciones anteriores aparecieron el mihrab y otros elementos hoy visibles en el interior de la Biblioteca de Extremadura. Es una torre que conserva parte de lo que fue el minarete de la mezquita.
El resto del recinto amurallado, ya rehabilitado, con las demás puertas:--La Coraxa, que da al Guadiana; la de Carros o Yelves, o la de Mérida-- y torres, albarranas como una de planta cuadrada en cuyos muros se hallaron capiteles, basas y columnas visigodas empotrados; u otras de las que de alguna solo se conserva su basamento, o las no albarranas como la cercana a la explanada Del Ahorcado, o la de Siete Ventanas.
En el interior del recinto se encuentra el Palacio de la Roca, hoy Museo Arqueológico; el antiguo hospital militar, convertido en Biblioteca de Extremadura y Facultad de Comunicación, con importes restos arqueológicos en su interior; u otras edificaciones posteriores y los depósitos de agua de la ciudad, entre otros.
Todo ello se puede observar en un recorrido que ya se puede hacer completo desde el adarve de la fortaleza. Con todo, el futuro de la alcazaba, en la que el próximo elemento a recuperar será su puerta principal, la del Capitel, y quedan aún pendientes las edificaciones del interiores, y el ajardinamiento de algunas zonas, está llamado a ser un gran museo al aire libre y complejo histórico, artístico y arqueológico, que debidamente gestionado y mantenido tendría un potencial aún inimaginable.
Fuente: El Periódico Extremadura.